Prologo.
Percy Jackson deseaba más que nunca salir de ese lugar. Era tan horrible, ella estaba agotada física y mentalmente. El estar cargando a Annabeth mientras ella misma se desangraba lentamente no ayudaba a su animo.
La joven semidiosa soltó un gruñido de dolor e irritación al escuchar un rugido provenir de más atrás de ella. Ella agarró los hombros de Annabeth con más fuerza e intento acelerar sus pasos, pero no era sencillo. Había perdido bastante sangre, la suficiente para empezar a sentirse mareada y puntitos negros empezar a aparecer en su visión. Pero no se rindió, Percy no permitiría que murieran, no allí al menos. No en Tártaro, no a manos de un monstruo. Había pasado lo suficiente en su vida para ella decidir que no moriría en Tártaro, no a manos de un monstruo, y no mientras la guerra contra Gaea estuviera aun empezando.
—Estas muriendo, Persephone Jackson—le susurró una voz al odio.
Percy se sobresalto tanto que casi suelta a su mejor amiga, pero logro estabilizarse otra vez, y aclarar su visión lo suficiente para intentar buscar el dueño de la voz. Ella sospechaba que debía ser otra alucinación, pero se había escuchado tan real... Pero no había nadie junto a ella, solo Annabeth.
—...¿Quieres vivir?
Percy se volteo hacia todos lados, con un brazo sosteniendo a su amiga inconsciente, con el otro aguantando a Riptide.
—¿¡Quién esta allí!?
ROAR
—Oh bueno...mala idea—dijo Percy para si misma mientras intentaba correr lo más rápido que podía, considerando que estaba apunto de desmayarse por toda la sangre que había perdido, y Annabeth no era exactamente una pluma.
—Sí quieres vivir cruza por esa puerta—dijo aquella voz que Percy había decidido era su imaginación—Si no lo haces, morirás tú y tu amiga.
ROAR.
El monstruo estaba cada vez más y más cerca de ellas dos. Percy intento avanzar, pero para su estupefacción había una puerta dorada a su lado izquierdo. Con sorpresa, Percy pensó que debía ser una alucinación muy poderosa.
ROAR.
Sinceramente Percy dudaba que sobreviviría si el monstruo se les acercaba. Annabeth estaba inconsciente, y Percy no pensaba soltarla para luchar con el monstruo. También por otro lado ella empezaba a perder la consciencia. Ella empezaba a sentirse cada vez más y más mareada, sus rodillas temblaban, y ella estaba segura que en cualquier segundo perdería la inconsciencia. ROAR. Okay, Una decisión que tomar.
¿Monstruo o alucinación?... ¿Monstruo o alucinación? Mmmm...
Percy empezó a correr como podía hasta la puerta, que se veía cada vez más y más lejos de ella.
ROAR.
—¡VAMOS!—gritó Percy a si misma—¡Corre!
En otro momento hubiera sido extraño que ella se estuviera gritando a si misma, pero estaba desesperada, sus fuerzas empezaban a ceder...
Al fin, ella llego al plomo de la puerta, y la abrió a toda velocidad, cerrándola en las narices del monstruo. En ese momento no le importo si lo que había detrás de esa puerta era peor que aquel monstruo, solo le importaba haber salido momentáneamente del peligro.
Ella tomo unas bocanadas de aire antes de voltearse, y cuando lo hizo, pensó que definitivamente era una alucinación. 13 dioses la observaban con ojos abiertos de par en par. En ese momento, ella soltó a Annabeth, y sus fuerzas cedieron. Alucinación o no, ella se dejo caer en un sueño profundo y largo, lo ultimo que recuerda antes de desmayarse completamente fueron unos brazos fuertes reteniendo su caída.
Los dioses discutían entre ellos planes para la guerra que se les venia encima. Todo era complicado ahora, los siete de la profecía habían sido separados, Percy y Annabeth estaban en Tártaro, los demás intentaban sacarlas de allí...Todo era difícil, muy difícil.
—Chicos...—llamó Hestia suavemente.
—¡DIJE QUE NO! ¡ESA NO ES UNA OPCIÓN, ARES!
—Chicos...
—¡NO!
—Chicos, deberían ver esto...
Hermes, Apollo, Artemis, Hades y Poseidon fueron los únicos que se voltearon hacia Hestia, la cual observaba con el ceño fruncido una carta que tenia en las manos junto a un montón de libros.
—¿Qué sucede, Hestia?—preguntó suavemente Poseidon.
—Deben ver esto—dijo Hestia.
—¡NO MÁS QUEJAS, HEFESTO! ¡Construirás esas armas y punto!
—¡CHICOS!—gritó Hestia cansada.
Todos quedaron inmediatamente en silencio, más que sorprendidos de la dulce Hestia hubiera gritado. Lentamente los demás se voltearon hacia ella.
—Gracias—suspiró ella—Deberían ver esto.
—¿Qué es eso, Hestia?—preguntó Zeus con un suspiro.
—Son unos libros—dijo Hestia levantándose y tendiéndoselos junto a la nota.—Acaban de aparecer en mi falda.
Zeus tomó la nota y leyó en voz alta para el beneficio de todos:
Queridos dioses del Olimpo, Hemos enviado unos libros para que los lean,...
Apollo y Hermes gruñeron. Athenea se sentó más derecha en su trono, curiosa ante la idea de libros. Zeus los silencio con una mirada.
...Estos libros son muy importantes. Cinco de ellos hablan sobre el pasado, los otros cinco son sobre el futuro. Los libros los ayudaran en la batalla contra Gaea, por favor léanlos y consideren bien sus acciones. Ustedes leerán los libros en compañía de Persephone Jackson y Annabeth Chase, otros los acompañaran más adelante, por ahora, siéntanse libres de pensar unos minutos antes de empezar a leer. PD: NO SALTEN NINGUN LIBRO NI CAPITULO. Deben empezar por los del pasado, sin importar que eso ya haya sucedido. Sinceramente, Los siete.
Los dioses compartieron una mirada cuando Zeus termino de leer.
—¿Libros...del futuro?—preguntó Athenea de forma escéptica.
—¿Debemos leerlos?—preguntó Hera—Sabes muy bien que no es bueno intervenir con el destino...
—Estos libros fueron enviados a nosotros por una razón—dijo Zeus—Debemos leerlos.
—Nos pueden ayudar—asintió Hermes—Podemos evitar muchas cosas leyendo los del futuro...
—Debemos empezar por los del pasado—les recordó Hefesto—Lo dice en la nota.
—¿Cómo se llaman los libros?—preguntó Hades lentamente, entre intrigado e irritado.
—Los primeros cinco son: Percy Jackson & los dioses del Olimpo: El ladrón del rayo. El mar de monstruos. La maldición del Titán. La batalla del laberinto. El ultimo dios del Olimpo...
Todos se miraron.
—Son desde la perspectiva de Percy—dijo Afrodita lentamente. Al mismo tiempo que Dionisio gruñía murmurando un "Perfecto" lleno de sarcasmo.
—Genial—sonrió Hermes—Serán divertidos entonces.
—Perfecto—rió Afrodita, esta vez viéndose picara—Sabremos sus pensamientos, sus romances...
Poseidon se vio alarmado ante la idea de "romance" en la vida de su hija favorita. Apollo súbitamente se puso pálido, pero el único que lo noto fue Hermes.
—...¿Y los otros?—interrumpió Athenea.
—Los Héroes del Olimpo: El héroe perdido. La hija de Neptuno. La marca de Athenea. La casa de Hades...
Hubo un silencio extraño, al final nadie dijo nada.
—¿Empezamos a leer?—preguntó lentamente Athenea.
—Hay un problema—dijo inmediatamente Ares.
Todos lo miraron.
—La nota dice que debemos leerlos con Percy y Annabeth—dijo él—Pero ella están en Tártaro.
Poseidon y Athenea se estremecieron.
—...¿Cómo se supone qué...?
Silencio los cubrió cuando de repente una puerta dorada apareció en medio de la habitación. Ellos la observaron unos segundos, confusos.
De repente, la puerta se abrió a toda velocidad y una chica entro cargando a otra. Los ojos de ellos se abrieron de par en par al reconocerlas.
Eran Percy y Annabeth.
Annabeth estaba inconsciente, su ropa llena de tierra y desgarrada junto a sangre seca y su cabello estaba enmarañado. Se veía muy mal, pero parecía estar mejor que Percy, de alguna forma u otra.
Percy por otro lado se veía aun peor, con su camiseta del Campamento Mestizo totalmente desgarrada, cubriendo muy poco, su rostro más pálido que Hades, pero lo que más los preocupo fue la sangre que chorreaba de su estomago.
De repente, Percy deposito a Annabeth con suavidad en el suelo, aun mirando a los dioses como si creyera que eran una alucinación, y luego para la preocupación de todos, las mejillas de la chica parecieron ponerse aun más pálidas, y luego ella se desmayó. Apollo logro atraparla antes de que se golpeara con en suelo, y con una mirada preoucupada, Hermes ayudo a Apollo a llevar a las chicas a la enfermería, con Poseidon y Athenea siguiéndolos de cerca.
