(進撃の巨人) Shingeki no Kyojin
Es propiedad de:
Hajime Isayama.
— ¡Cállate Eren! —grito el pelinegro apretando sus manos en torno al volante del carro hastiado de los reclamos de su pareja
— ¡No me grites maldito enano! —exclamó el más alto como contraataque—. ¡¿Porque no lo admites?! Me estas engañando con esa zorra de Petra ¡o tal vez con Erwin!
— ¿De qué diablos estás hablando estúpido? —pregunto el azabache intentado ignorar las palabras de su pareja.
No era momento para cuestionar por aquel simpático "apodo"
—Mocoso—llamo el más bajo cuando noto como Eren quitaba su cinturón de seguridad y empezaba a levantarse de su asiento—. Siéntate como la gente ahora mismo mocoso de mierda—demandó pero fue ignorado.
Eren siguió en lo suyo hasta poder pasarse a los asientos traseros y acostarse en ellos: —Estúpido enano
Entonces las luces de un carro contrario cegaron a Levi, intento pisar el freno y colocar su cinturón pero fue en vano. Estiro su mano hacia Eren con la esperanza de sostener su mano y que todo saliera bien.
Mientras, el castaño soltaba un grito de terror: todo fue en cámara lenta cuando pudo divisar a Levi cerrar sus ojos y estirar su mano.
Entonces entendió su actuar y antes de poder entrelazar sus dedos el carro termino por chocar contra ellos de frente.
Su cabeza chocó con el asiento del acompañante y su cuerpo golpeó contra el suelo del coche un par de veces antes volver a golpear su cabeza contra la puerta derecha y caer inconsciente.Pero mientras todo eso pasaba solo pensaba en Levi, porque él no tenía su cinturón y el carro venía de frente.
Levi...
Sus ojos apenas y logran abrirse lo suficiente para ver aquella lámpara fluorescente sobre su cabeza.
Cabeza que por cierto, le estaba doliendo: sentía varias punzadas a cada lado de ella y la poca luz que entraba por sus ojos ya lo estaba molestando.
Solo un jadeo ahogado girando su cabeza hacia la izquierda tratando de evitar la luz. Pero aún le molestaba, intento hablar y otro jadeo lastimero salió de sus labios: entonces asumió que tenía tiempo de estar dormido y su garganta estaba más seca que el desierto de Atacama...
Ese nombre no suena muy bien, pensó antes de intentar abrir sus ojos por completo.
Sintió como unos dedos empezaban a trazar camino por su brazo derecho hasta llegar a su hombro y luego sintió un ligero apretón que le hizo entre abrir los ojos una vez más para indagar a la persona que estaba ahí con él.
Tal vez era una enfermera que estaba revisando su estado, el hacía lo mismo cuando no habían tantos pacientes por qué sí, ya había adivinando que estaba en un hospital y aún no entendía por qué, pero estaba en una de esas camillas que el tanto odiaba.
—Eren, ¿puedes abrir tus ojos? —aquella voz la reconoció casi al instante; su madre estaba ahí junto a él.
Su cuerpo dolía horrores e igual hizo el intento de levantar su mano derecha para tomar la de su madre. Entonces noto que ella estaba inclinada sobre él pues ya no estaba la molesta luz blanca que tanto lo estaba cegando, casi seguido de notar aquello pudo percibir gotas de agua cayendo sobre su rostro.
— ¿Mamá? —le llamo con la voz seca y ronca, tanto que sentía que terminaría haciendo sangrar internamente su garganta—. ¿Carla?
E intentó llamarla por su nombre para atraer su atención; entonces pensó en abrir sus ojos en su totalidad.
Lo primero que vio fueron los dorados ojos de su madre completamente empañados por las lágrimas, aquellas que estaba cayendo sobre su rostro y ahora resbalaban por sus mejillas.
—Hijo... me alivia tanto saber que estás bien—le dijo ella antes de abrazarle y esconder su rostro en el hueco que había entre su cuello y la curva de su hombro—. Estoy tan feliz por ti
Entonces el devolvió el abrazo y luego miró sobre el hombro de su madre: ahí estaba Mikasa con su típica bufanda roja entre sus manos y con los ojos irritados. Junto a ella estaba Armin quien tenía la nariz roja, posiblemente de tanto llorar...
— ¿Y papá? —pregunto con dificultad, pues Grisha al igual que su madre siempre había sido muy atento con él.
Como no pudo estar con Zake, intenta recompensar eso conmigo.
—Tu padre está con otros pacientes—aquello parecía tener sentido para él.
Entonces vio una vez a Mikasa y un recuerdo le abofeteó; Levi.
Su corazón se aceleró y sus manos empezaron a sudar, cerró fuertemente sus ojos pero las lágrimas aún lograban escapar dejando un rastro salado por sus mejillas hasta caer en la almohada.
Recordó a Levi estirando su mano en el último momento, que no traía cinturón y que aquel carro venía directo hacia el azabache. Recordó haberlo visto cerrar sus ojos y luego el como su cuerpo golpeó contra los asientos del carro, entonces nada.
Luego estaba el hospital y las lágrimas de su madre.
Trago la poca saliva que aún había en su boca e hizo un esfuerzo en hablar claramente: — ¿Do-dónde está?
Carla cerró apretó sus ojos fuertemente y Mikasa bajo la mirada apenada. No querían hablar de eso.
—Mamá—jadeó el castaño cuando no recibió respuesta y cansado del silencio ignoro todo dolor hasta poder sentarse en la camilla y quitar todo lo que estaba conectado a su cuerpo.
Intento ponerse de pie pero no llego muy lejos cuando su madre lo tomó por los hombros y le hizo tirado a la camilla de nuevo.
—Espera hijo—hablo ella con un nudo en la garganta—. Él está siendo revisando. Aún no sabemos nada—y no mentía... al menos no del todo.
—Mienten—gruñó el castaño intentando de nuevo pero su madre seguía reteniendo su huida, su cuerpo aún está débil e imagino que si llegaba a ponerse de pie podría caer de cara al suelo—. Mikasa—llamó el oji-esmeralda a su amiga, ella tenía que decirle la verdad—. ¡Mikasa!
Grito, haciéndole pegar un brinco en su lugar pero consiguió que lo mirara con sus negros ojos irritados y lágrimas secas en su rostro.
—Carla dice la verdad—aseguró ella en un hilo de voz—. Aún no nos han dicho nada de Levi—sentenció mirándolo por primera vez a los ojos—. Han pasado solo unas horas desde que ustedes llegaron aquí
Entonces se dejó caer sobre la camilla rendido y se encogió en si mismo hasta estar en posición fetal.
—El no tenía el cinturón mamá—contó el castaño, Mikasa le miró con el terror en sus ojos y Armin le abrazó.
Su hermano no tenía cinturón, ¿cómo era posible? El era sumamente cuidadoso con aquello...
—Fue mi culpa—volvió hablar el castaño hecho un mar de lágrimas.
—Ya está despertando—hablo Grisha Jeager; director del hospital principal de Trost, uno de los mejores que había en Rose.
Sus labios se separaron ligeramente y una queja salió de ellos; inmediatamente el Dr. Jeager se acercó a su camilla para revisar su estado.
—Levi, no te muevas mucho—pido el mayor mirando a una enfermera y pidiendo que bajara la intensidad de la luz pues estaba consciente de que eso molestaría al azabache—. ¿Puedes abrir tus ojos ahora?
El azabache se limitó intentar abrirlos casi por completo para enfocar al hombre que estaba ahí frente a él con una bata blanca y unos lentes ochenteros.
— ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? —preguntó el mayor mirando al azabache con intensidad.
El oji-plata asintió despacio; su cabeza dolía horrores y su cuerpo igual. Sentía que le faltaba alguna parte de él pero no sabía que era.
— ¿Q-qué pasó? —le pregunto al doctor cuando trago con dificultad la saliva que tenía acumulada en su boca.
¿Cómo puede doler siquiera hablar?
Bueno, él no era médico así que no tenía idea pero su cuerpo sí porque solo esas dos palabras le habían dolido hasta el alma.
—Tuvieron un accidente automovilístico—comenzó el doctor tomando unos papeles que le pasaba la enfermara junto a él—. Un carro los choco de frente, ese conductor estaba ebrio e iba en el carril opuesto.
Entonces Levi intentó recordar lo que había pasado y cómo se había dado pero no podía. Lo último que recordaba era estar en la casa de su madre con el viejo kiki entre sus piernas y una taza de té negro en las manos.
Y según el todo estaba bien hasta que noto un detalle en las palabras de doctor.
¿Había alguien más con el? Ese doctor le había dicho tuvieron...
Miro al doctor con el miedo apoderándose de su mente y corazón; ¿ese alguien más estaba bien?
— ¿H-había alguien m-más? —le pregunto con la voz rota y el corazón acelerado.
Pero el Dr. Jeager le miró confundido y luego devolvió su mirada a la enfermera quien también le miraba con rareza.
—Levi, ¿cuántos años tienes? —y por más rara que le resultó aquella pregunta el azabache respondió con la esperanza de que respondieran su duda inicial.
—Tengo veinte años—respondió seguro de si mismo, su garganta aún dolía pero no era algo que él no pudiera soportar.
—Doctor Jeager—hablo la enfermera mirando al mayor confundida.
Según el registro, ese hombre de ahí tenía veintiséis años actualmente y estaba cerca de cumplir sus veintisiete. ¿Por qué pensaba que era un veinteañero entonces?
Ella era novata sí, pero había algo muy raro con aquel hombre.
—Levi Ackerman—llamó el doctor y el mencionado asintió—. Tenemos que hacer otros exámenes, ¿ok?
Levi no dijo nada prefirió mirarlo solamente y pensó en quedarse de esa manera. Pero otra vez noto algo raro.
— ¿Mi madre estaba conmigo? —le pregunto a la enferma con terror y ella se apresuró a negar—. ¿Dónde está entonces?
—Cuando llamamos ella ya estaba enterada y dijo que vendría pronto—aquello tranquilizó al azabache lo suficiente como para permitirse cerrar sus ojos y dejarlos descansar.
Y terminando de hablar, la novata siguió instrucciones de su mayor e inyectó un tranquilizante al suero que tenía el azabache.
Necesitaba descansar...
—Doctor—hablo el más bajo desde la camilla antes de que los profesionales salieran de su habitación—. ¿Cuál es su nombre? No se presentó como debería
Grisha suspiro, el azabache tenía razón: —Grisha Jeager, director del hospital Trost.
Y se fueron, entonces su grisácea mirada se quedó clavada en el techo de su habitación y luego pasó a la ventana que había a su lado izquierdo. Era de noche y el no tenía idea de que hora podía ser.
Se sentía cansado y su madre no estaba ahí para acariciar su cabello mientras dormía y no sabía nada de su pequeña hermana...
Y ahora que analizaba lo poco que había dicho Jeager, ¿desde cuándo el tenia auto?
— ¿Dónde está mi hijo? —pregunta una mujer azabache de mejillas sonrosadas y con ojos empañados por lágrimas—. ¡¿Dónde está?! —vuelve a preguntar con insistencia a la pobre recepcionista que le mira asustada.
— ¿Cuál es su nombre? —pregunta la pequeña recepcionista lista para escribir el nombre del paciente tan buscado por la elegante mujer que ahora parecía caerse en pedazos.
—Levi Ackerman—y de inmediato la joven busco el nombre de aquel hombre; rápidamente la pantalla de su computador le muestra el número de habitación, del piso y razón por la que está ahí.
—Habitación 104 segundo piso—antes de que la mujer azabache pueda dirigirse hacia aquella habitación una voz que hace eco desde una esquina la detiene.
— ¡Mamá! —la mujer se da vuelta rápidamente solo para encontrarse con su hija Mikasa y un horrible aspecto que le asegura, que tiene malas noticias o mucho tiempo de estar ahí—. ¿Ya sabes dónde está Levi? —es lo primero que le pregunta cuando están juntas y me toma de las manos.
—Sí ya se en que habitación esta—responde Kuchel sosteniendo las manos de su hija menor y emprendiendo camino hacia aquella habitación—. ¿Te han dicho algo? ¿Cómo está Eren?
Mikasa baja un poco el paso obligando a su madre hacer lo mismo: —Eren está bien, tiene muchos golpes en el cuerpo y su mano derecha está fracturada.
—No es tan grave—responde la mayor un poco más aliviada—. ¿Y tú hermano?
—Aún no sabemos nada. Grisha dijo que debían hacerle más exámenes pero no dijo nada más que eso—cuenta la azabache menor.
Entonces ambas siguen su camino hacia el elevador con pasos lentos; cuando están ahí se quedan en silencio abrazándose y dándose el apoyo que necesitan.
Cuando el elevador abrió sus puertas, se detuvieron a mirar el número de la habitación frente a ellas: 99
—Debemos ir a la derecha—anunció Mikasa y su madre asintió para luego seguirla.
100, 101, 102, 103...
Se detuvieron frente a la puerta y estuvieron ahí por un rato mirando el número color negro que resaltaba en la blanca y simple puerta.
Kuchel dejo su debate mental y sin perder más tiempo empujó suavemente la puerta, lo primero que pudieron ver fue a Levi recostado boca arriba y todo parecía estar normal.
Se acercaron lentamente hasta estar junto al azabache, fue ahí cuando notaron los múltiples hematomas en sus brazos y un largo corte que se extendía desde su barbilla hasta el lóbulo de su oreja derecha que era cubierto por un simple parche con pequeñas manchas de sangre.
No está tan grave, pensaron ambas aliviadas.
Kuchel se acercó lentamente hasta estar a un lado de la cama y pasó sus manos por el cabello de su hijo; hundiendo sus dedos en el suavemente. Mientras, Mikasa se colocaba al lado contrario y tomaba la mano de su hermano.
Momentos después, Grisha entró a la habitación con varios papeles en mano y una mirada decaída.
— ¡Grisha! —exclamó la azabache mayor cuando lo vio—. ¡Por favor! Dime cómo está mi hijo
El doctor suspiró: —Levi tiene una fractura en su pie derecho y la costilla3 y 8 tienen algunas fisuras.
Kuchel le miró asustada entonces Grisha levantó su mano evitando que hablara y siguió hablando.
—Sus costillas están bien, normalmente se curan solas alrededor de uno o dos meses. Además del corte que está en su rostro el cual es poco profundo y no dejará marca—aseguro, pues el azabache tenía una fisura típica y nada grave—. Pero hay otra cosa que me preocupa en estos momentos.
— ¿Puedes hablar de una vez Grisha? —pido Mikasa ya impaciente.
—Levi tiene amnesia postraumática.
¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo están?
Vengo por aquí para enseñarles este pequeño proyecto en el que vengo trabajando desde hace un tiempo pero que no salía de mis borradores hasta hoy.
Esta es la primera vez que trabajo con un Riren y en un ambiente completamente diferente al que estoy acostumbrado.
No será muy largo: estará entre los 5 capítulos y listo.
—Espero que les gustara esta primera parte
