Eh hola? Bueno yo solo me paso por aquí para dejarles una historia que sinceramente estaba muy ansiosa de escribir. Prácticamente leí todas y cada una de las historias Dramione de la página y al fin me decidí a hacer la mía también.
Espero les guste.
¿Quién dijo que las maldiciones eran malas?
Capítulo 1: La maldición del bendito grano
Abrió los ojos pesadamente despertando así de su placentero sueño. Se levantó sin problema alguno de la cama y se dirigió al baño dando pasos cortos pero firmes.
Se lavó la cara y cepillo su largo cabello castaño hasta dejarlo más esponjado que de costumbre.
– Genial – musitó viendo lo que su cepillado había logrado – ahora sí le hago honor a eso de ser una leona…
Entre tantos nudos que deshacer, no notó el enorme grano que le había salido debajo de los labios. Rojo, enorme. Rojo, enorme. Eso fue lo que pensó cuando notó a la indeseada imperfección.
Si bien para ella era normal tener uno de esos cuando estaba cerca de los periodos de exámenes – ya que se estresaba de sobre manera – no le dio mucha importancia y siguió con su rutina de aseo.
Ciertamente nadie la vio salir de su habitación. Si alguna de sus compañeras le hubiera visto, seguramente se habría espantado por aquel grano.
Salió cerrando la puerta cuidadosamente, procurando no hacer ruido para no despertar a nadie. Se dirigió a la biblioteca a estudiar un poco más para el examen de ese día. Pociones.
Snape ciertamente no se digno a darles un temario de estudio, se limitaba en decirles la fecha del examen y eso ya era mucho pedir.
Abrió con delicadeza la puerta y la cerró con el mismo movimiento. Se dirigió a un estante de libros al final del primer pasillo a la vista, buscando el libro que ayer había estado repasando. Lo encontró al lado de un libro que llamó su atención.
– "¿El poder de una maldición?" – dijo en voz baja, pues estaba en la biblioteca. Tomó ambos libros y se sentó en la primera silla que estaba a su alcance. Repasó las pociones más complicadas una y otra vez hasta que estuvo segura de aprendérselas apropiadamente.
– Ahora veamos este – cerró el libro de pociones y abrió el otro que había traído. – Una cola de rana seca, raíz de mandrágora… – siguió leyendo los ingredientes de una poción que encontró al final del libro al azar, llegó a la preparación e igualmente la leyó con atención. Por fin llegó al final: las consecuencias. – Diversos efectos paralelos, simples dependiendo de la intensidad de la poción…Interesante.
Miró su reloj y comprobó que era hora de irse.
Camino por los ahora poblados pasillos, dirigiéndose al comedor para desayunar con sus amigos.
Sintió las miradas indiscretas de algunas chicas, y una que otra risa sonora, pero jamás logró encontrar relación alguna entre ellas. Ni se imaginaba.
Llegó al gran comedor y gracias al fuerte sonido que hizo la puerta cuando la abrió, muchos estudiantes voltearon y para sorpresa de Hermione rieron a más no poder.
– ¿Y a estos qué les sucede? – susurró para sí misma al tiempo que se sentaba a un lado de Ron e ignoraba las risas de casi todo el comedor.
– Vaya Hermione… no sabía que…– Ron recibió un codazo de su hermana Ginevra y decidió que dejaría la situación tal como estaba.
Bueno en realidad, a Hermione ni se le pasaba por la cabeza cual pudiera ser el motivo de las burlas. Estuvo concentrando toda su energía en no gritarle a la gente que se callara, hasta que decidió que sería mejor salir de ahí.
Mala idea.
Justo cuando estaba a punto de tocar la puerta para empujarla y salir de ahí, un grupo de Slytherins le ganó la acción y abrió la puerta primero.
Molesta, levantó la vista para ver quién había hecho aquello, y se quedo helada al ver también a los gorilas de Crabbe y Goyle reírse al unísono de Pansy Parkinson y Blaise Zabini. Por una extraña razón, cuando sus ojos se encontraron con los de Draco, notó que este no se estaba riendo, si no que tan solo tenía una mueca de disgusto.
– ¿A qué hora te piensas quitar del camino sangre sucia? – escupió el rubio, intentando contener la risa.
– A la hora que quites tu… – calló de pronto. Vió su propio reflejo en los ojos plata de Malfoy y ahora todo tenía sentido. – ¿¡Eh!?
Sin decir nada más salió corriendo como alma que lleva Voldemort en dirección al baño de menestres.
– ¡Cómo no se me ocurrió! – se regañaba a sí misma mientras que lagrimas de coraje salían de sus ojos. – ¿¡Por qué ni Harry ni Ron ni Ginny me dijeron!?
Pues si, efectivamente como algunos de ustedes ya habían pensado antes, la razón de la burla tan sonora, fue su horroroso grano que parecía tener un letrero que decía "Mírame y búrlate".
Estuvo ahí con la cabeza undida entre las rodillas y llorando un buen rato hasta que recordó algo importante.
– ¡El libro! – exclamó como diciendo "¿Por qué carajo no se me ocurrió antes?"
Salió aún más rápido del baño que como anteriormente lo había hecho del comedor. Llegó a la biblioteca y buscó el dichoso libro.
Lo encontró justo donde lo dejo y una vez que lo tuvo en sus manos salió corriendo al baño de nuevo, cuidando que nadie la viera.
Preparó la olorosa poción rápidamente, y como por suerte no hacía falta esperar más que diez minutos, la ingirió saboreando su ahora palpable venganza.
Por los malditos que se burlaron de mí…
Llegó a su sala común justo a tiempo para untarse un poco de maquillaje sobre el ahora inexistente grano.
– ¿Pero que demo…? – miró el libro una vez más y releyó los efectos. – Ah, ya veo, la causa de la maldición desaparece…
Ciertamente Hermione Granger no pierde ninguna clase, y ese día ahora sí que no iba a ser la excepción por qué no podía esperar ni un segundo más para ver la cara de los alumnos que se habían burlado de ella.
Entró sin más a la clase de pociones, a hacer el examen, pero una sonrisa indescriptible se dibujo en su rostro al ver una chica de Ravenclaw con un libro tapándose justo debajo de los labios
Ja, ilusa mortal, ahora aprende a no burlarte de Hermione Granger. Pensaba la castaña sorprendiéndose a sí misma por la maldad con la que lo decía.
Y pues así fueron entrando todos los alumnos, algunos molestándose en cubrir el notorio grano, otros tratando se no darle importancia y…bueno otro ni siquiera se presentaron. Y eso que había examen.
Harry y Ron se sentaron sin decir nada al lado de Hermione, cubriéndose discretamente la barbilla. Ella disimuló su sonrisa.
– Bien, dado que faltan algunos alumnos – comenzó Snape. Hermione sabía que precisamente ese profesor no podía perjudicar a los Slytherins, y dado que eran los más vanidosos, eran también los que más faltaban. –El examen su anula.
Dieron un repaso más a las pociones básicas y a Hermione no se le acababa la dicha de ver a todos avergonzados. Uno que otro sí notaba que ella ya no tenía el enorme grano, pero ella tan solo le sonreía y quien fuera que le viera mejor ya no decía nada.
Justo cuando salió del salón de clases se dio cuenta de que el grupo de serpientes que antes se había burlando más descaradamente de ella había asistido a excepción de una persona. Draco Malfoy.
¡Ya me imagino que el pobre no quiso ni salir de su habitación! Me burlaré a más no poder en cuanto pueda. Definitivamente ya se le iba haciendo costumbre pensar cosas no dignas de un Gryffindor.
Transcurrieron las clases y la vergüenza de los alumnos también.
Finalmente llegó la hora de la cena, tan esperada por los estudiantes. Tal vez así podrían evitar verle la cara un poco de tiempo a los demás.
El trío de oro entró pasivamente al gran comedor, y Hermione al comprobar que nadie se molestaría en entablar conversación, decidió que mejor iba a la biblioteca a hacer algo productivo.
De camino ciertamente la suerte le jugó una mala broma y chocó de frente con el príncipe de Slytherin.
– Fíjate por dónde vas Granger – dijo molesto Draco – ¿o acaso la sangre sucia te turbia la vista?
Hermione –que estaba en el piso sobándose las partes dañadas por la caída– levantó la vista y se encontró con la cara pálida y perfecta de Malfoy.
….
….
….
….
Espera. ¿Y el grano? Efectivamente debía estar ahí. No podía ser posible que con todos hubiera resultado la poción menos con ese gillipollas engreído. Pero bueno, el caso es que su cara se mostraba limpia de imperfecciones, a pesar de que Hermione parecía quererle sacar una con la pura mirada.
– ¿Pero…? – se preguntó embobada la castaña. ¿Eh? ¿Embobada? No bueno, sorprendida por la cara del rubio.
– ¿Ahora qué Granger? ¿No te basta con hacerme tropezar, ahora quieres que te bese? – se burló cruelmente haciendo notar la corta distancia que los separaba, pues Hermione se le había acercado para corroborar si tenía grano o no.
Tal vez usó algún hechizo quita-granos… ¡¿Y eso qué?!
Recobró la compostura y un poco incómoda por la situación se hizo hacia atrás.
– Ni de broma huroncito, si me besas seguramente se rompe el hechizo que te tiene así de guapo y te conviertes en sapo de nuevo –…bueno, era un insulto al fin y al cabo, pero también podía ser un halago disfrazado. ¿Qué le sucedía ahora? Seguramente efectos secundarios de la estúpida e inservible poción.
Draco le miró incrédulo.
– ¿La sangre sucia Granger cree que soy apuesto eh? Pues no te culpo, tienes muy buenos gustos – le dedicó una miraba evaluadora, como queriendo comprobar si valía la pena seguirle el juego. – Aunque no sé si considerarlo un halago, o una denigración ya que proviene de ti. Tal vez voy perdiendo mi encanto.
– Ya cállate engreído patán. Fue un insulto al 100% genuino. – se defendió ella ahora retomando su camino hacia la biblioteca.
– ¡No me dejarás hablando solo sangre sucia! – sin saber por qué, Draco la jaló y la empujó hacia la pared. –Nadie deja hablando solo a un Malfoy. Te vas cuando yo te diga.
– ¿Por qué no tienes un grano? – esa pregunta le llegó de sorpresa a Draco.
– Por que me lavo la cara pelo de escoba, ¿acaso los muggles son tan estúpidos que no saben eso?– se burló de nuevo
¿Y a este qué carajo le pasa? ¡Debería tener el grano! Tendré que releer ese libro, habrá una excepción a algo así…
Realmente le decepciono que fuera él esa excepción. Bueno, "decepción" era como le llamaba a aquel extraño sentimiento que se acomodó en su corazón mientras se alejaba del Slytherin. No le hubiera sorprendido que a Ron o a Harry no les hubiera salido el grano…¡pero no! Ellos sí se habían burlado y ahora pagaban las consecuencias. ¡Hasta Ginny por Merlín!
De nuevo en el mismo lugar, con el mismo libro leyó y releyó la poción. No habían excepciones, efectos secundarios. Nada. Era una poción que proliferaba una maldición a todo aquel que cumpliera con las condiciones escritas. Sí bueno, ciertamente se había tragado un pedazo de pergamino junto con la asquerosa poción, pero eso ahora no era lo raro. Lo que le preocupaba era porqué a Draco odio-los-sangre-sucia-amo-las-apariencias Malfoy no se había burlado.
Un momento. ¿En qué momento llegó a la conclusión de que él no se había burlado? Seguramente había hecho algo más para quitarse el grano… ¿Entonces por qué no fue a clase de pociones?....
– Esto supone un gran misterio – susurró para sí misma Hermione – te voy a atrapar Malfoy...
Anda? A que no te atreves a mandar un review? Te reto!! xD
Nah, es broma, en realidad seguiré escribiendo si me dejas o no review...
Ah, pero eso sí. Agradeceré en gran manera y personalmente a quien sí tenga la amabilidad de comentar, criticar, etc.
Show me what you got!! xD
