¡Hola a todos! Vuelve un nuevo fic por Klairine, esta vez será más largo. Todavía no estoy segura de cuanto pero la pareja principal ya está decidida… ¡HitsuHina! No se si será puro o meteré alguna pareja intercalada. Bueno, quería explicar que esta historia loca se me ocurrió gracias a una canción… ¡Espero que os guste! ^^
Cursiva: Pensamientos o Flashback cuando se indique
Normal: Narración
Capitulo I
El porque ella
Era una noche de luna llena en Karakura. Las estrellas eran fácilmente observables, ya que ni una sola nube afloraba en el oscuro manto de la ciudad. Cientos de personas paseaban por las calles vestidos con kimonos, sonriendo, con la esperanza de ver, con sus seres queridos, los fuegos artificiales que solo una vez al año podían observarse en los cielos.
Únicamente una persona no estaba pensando en los fuegos. Su mente estaba ocupada en otra cosa más importante, aunque sería más correcto decir "en una persona". Esa persona, que sin saber muy bien porqué, le había arrebatado el sueño durante tantos años. Por esos tiempos, él todavía seguía empeñado en que la vida de esa chica no le importaba absolutamente nada. Pero, después de tanto tiempo soñando con ella, no pudo evitar empezar a ir a visitarla cada noche, en silencio, para que nadie de la Sociedad de Almas se diera cuenta de sus escapadas nocturnas. Para que nadie se diera cuanta que alguien había conseguido atravesar el muro de hielo que rodeaba su corazón.
El joven observador se levantó del tejado donde estaba apoyado y observó la calle con detenimiento. En ese mismo momento una joven de unos diecisiete años salía acompañada de varias chicas más. La chica en particular llevaba un kimono color melocotón, el cual era perfecto para su piel, y su pelo castaño estaba recogido en una delicada flor. "Esa" era la chica que le volvía loco. No se le escapó la alegría que en ese día desprendía la chica durazno, colocándose todo el rato el cabello, planchándose el kimono y riendo y hablando con sus amigos. El chico esperó a que doblara la esquina y entonces, empezó a moverse sin dificultad por los tejados de las casas continuas a donde se encontraba, hasta que volvía a observarla desaparecer tras otra esquina diferente. El joven albino suspiró con melancolía.
¿Por qué no podía parar de estar observándola? ¿Por qué, simplemente, no dejaba que continuase su vida con las decisiones que ella quisiera?
Toushiro Hitsugaya realmente no se daba cuenta que hacía siquiera allí. Solo podía darse cuanta que si no la veía, soñaba con ella, porque su corazón y su mente le enseñaban la dependencia que tenía a la joven. Y él ya no sabía que hacer.
− ¡Mira Nana-chan! ¡Mira que peces más bonitos!
El albino levantó la mirada y se dio cuanta que ya estaban en plena feria de colores. Rodeados de gente, y que solo la voz de la durazno había logrado llamar lo suficiente su atención.
¡Mierda! ¡La he perdido de vista!
Toushiro bajó rápidamente del tejado donde se encontraba e intentó subir a una farola para localizarla más fácilmente. Pero con tanta gente, y todos vestidos con kimonos, era imposible encontrar a la joven. Intentó volver a localizarla con su oído fuertemente atento, hasta que decidió rendirse y bajó hasta sentarse en un banco cercano. Una vez sentado escondió en sus manos sus mejillas y se dedicó a ver a la gente pasar.
La había perdido, ni siquiera oía ya su voz, pues a duras penas podía ver más lejos de sus narices. Nadie se daba cuenta de su presencia, ya que, con su traje de shinigami, era invisible ante la gente normal y corriente. Se tumbó hacía atrás y movió su pelo desordenado sin control, cerró los ojos y volvió a preguntarse que hacía allí. Que pregunta más sencilla.
FLASHBACK
Hacía ya una semana que Aizen había sido derrotado. La gente en la Sociedad de las Almas corría alegre por las calles, los shinigamis preparaban fiestas y alguno que otro se iba de borrachera…
− Matsumoto… − observé como mi teniente bailaba en la mesa del bar, cogida de la cintura por Kira y Hisagi.
− Taichoooo…. Hi-p ¡Ven a bailar! Hi-p
La habilidad de Matsumoto crecía cada día, ahora es capaz de sacarme de quicio con una frase. Intenté pasar del tema, y salí del edificio rápidamente. En realidad tampoco era tan importante como parecía. Matsumoto y los demás lo único que querían era olvidar la tristeza que sentían en ese momento. Mi teniente había descubierto la verdad sobre Gin y eso la había afectado psicológicamente durante varios días, en el fondo me alegraba de verla sonreír de nuevo.
Caminé por las calle en solitario, dirigiéndome al cuartel de cuarto escuadrón… Recordaba todavía el día en que mi espada la había atravesado. Cerré el puño y golpeé la pared con fuerza.
− ¡Jodido Aizen! ¡Ah!
Me llevé la mano al vientre, hacía la herida que todavía no se había curado. Me apoyé en la pared durante un momento y vi a lo lejos el escuadrón al que quería llegar. Deseé que mi herida no se hubiera abierto otra vez por mi estúpido impulso.
− Hitsugaya-taicho… ¿Se encuentra bien?
Giré la cabeza y me encontré uno de los shinigamis de Unohana-taicho. Suspiré. Lo último que quería era un moscón preocupándose por mí. Creía recordar que se llamaba-, y que ayudo a Kurosaki en su momento. Decidí librarme de él sin rodeos.
− Déjame en paz, me encuentro perfectamente – le dije fríamente.
El shinigami retrocedió un poco, nervioso, y se alejó sin dejar de mirarme.
¿Qué tenía? ¿Bichos en la cara?
Estiré el cuello y continué hasta el cuartel. No era muy lujoso como el escuadrón de Kuchiki-taicho pero tampoco lo necesita, teniendo en cuenta que era un hospital… donde a veces, también morían shinigamis. Hinamori… Llevaba una semana en coma, pero para mi ya era demasiado. Anteriormente, el cerdo de Aizen la había atacado y ahora la culpa de su estado actual es… mía. Todavía me costaba admitirlo, pero fui yo quien le ataqué… por una ilusión de Aizen. Pero fui yo al fin y al cabo. Yo fui el causante de su coma. Abrí la puerta con las dos manos y me deslicé por el vestíbulo.
− Hitsugaya-taicho... ¿Qué tal con su herida? ¿Le da problemas? – Vi a lo lejos a Unohana-taicho, con la sonrisa y la trenza que la caracterizaba.
Negué con la cabeza y le expliqué el motivo de mi visita. Momo Hinamori. Sin más la capitana asintió y me llevó por el pasillo hasta unas escaleras con forma de caracol. Me sonrió y dirigió su miraba hacía arriba, indicándome que el deseo de mi visita se encontraba al final de esa extraña escalera. Subí con cuidado despidiéndome de ella. Puse mi mano sobre la balda y seguí con paciencia hasta que llegué al final. Allí solo había una pequeña habitación con una cama en el centro, y en la cama…
Ella.
Me acerqué lentamente y me situé al lado suyo, apartando su pelo castaño de su cara enfermiza. La miré durante solo un instante y me vino otra vez a la memoria el momento en que la atravesé con mi espada. Me apoyé con mi espalda en la cama y me encogí. Era mi amiga de la infancia. Llevaba tanto tiempo intentando protegerla de todos los peligros que se encontraba y nunca se había preocupado en protegerla de él mismo. Giré la cabeza y me coloqué mirando a Hinamori fijamente. Avancé mi dedo indicé y lo situé con cuidado en sus mejillas que en su momento estuvieron color melocotón.
− Eo Momo-moja camas – piché con mi dedo su fría piel – Lo siento por no poder protegerte. Intentaré venir más a menudo y…
En ese mismo momento oí pasos de varias personas que subían por la escalera. Me levanté y observé sorprendido como todos los capitanes de los escuadrones, incluido el comandante, se encontraban llegando a la habitación.
− Comandante. Capitanes. – saludé − Esta visita…
El comandante levantó su bastón haciéndome callar. Unohana-taicho se acercó a Hinamori y renovó el paño que estaba en su frente. Les miré sin comprender que hacían todos los capitanes de los escuadrones de la Sociedad de Almas en la habitación de un enfermo.
− Hitsugaya-taicho se que tu eres el más afectado en este caso, pero nos gustaría informarte de los planes sobre esta chica – el comandante jefe empezó a hablar con su fuerte voz – sigue capitana.
− Lo que queremos decir es que el estado de Hinamori-fukutaicho es crítico. El hielo en su cuerpo no lo acabamos de…. Descongelar. Es demasiado fuerte para nosotros. Incluso para el comandante…
− ¿Qué queréis decir con eso? – le corté sin ningún respeto. Estaban agotando con mi paciencia.
− Capitán. Tranquilícese – el cabecilla del segundo escuadrón me sonrió con burla – para salvar su vida hemos ideado un experimento que estamos seguro que funcionara.
¡Experimento! ¿Del segundo escuadrón? ¡Cortará a Hinamori en cachitos!
No se cual sería mis fracciones en ese momento pero el capitán de doceavo escuadrón debió darse cuanta de mi cara desencajada al oír "experimento" y "Hinamori" relacionados.
− No te preocupes taicho. El experimento está controlado, y es la única forma que tenemos que Hinamori-fukutaicho vuelva a vivir… Solo tiene que…
− Vale. Muy bien. ¿Qué tiene que ver esto conmigo? Hacer lo que creáis conveniente "Capitanes". Yo solo la visito porque fue culpa mía su estado actual – les volví a cortar. ¿Por ser mi amiga de la infancia ya era como su criado?
Aparté la mirada. ¿Ellos sabían mi intención de cuidarla? Me habían escuchado entonces. Yo era el joven de hielo y no dejaría que esto destruyese su imagen. Hinamori, en realidad, seguro que no era tan importante para él.
Los capitanes asintieron con cara de ¿Pena? ¿Qué demonios? ¿Por qué cara de pena? Ahora estaba totalmente seguro. Hinamori no era tan importante para él como ellos creían, y se lo demostraría.
− Muy bien. Estas citado mañana a las doce en la puerta de salida al mundo humano. Le enviaremos una mariposa infernal por cualquier cambio fuera de lo previsto – el comandante dio un golpe al suelo con su bastón – Buenas noches.
¿Al mundo humano? ¿Por qué iban a ir al mundo humano…?
Salieron de la puerta dejándome a mi solo con ella. Miré el reloj. Eran las tres. Y cansado como estaba y tras esa extraña noticia no tenía fuerzas para moverme. Volví a observar con detenimiento su dulce rostro. ¿Dulce? Recuerda, Toushiro, que ella no es importante. Ella no es importante…Y me dejé envolver en los brazos de Morfeo.
Me desperté con los ruidos del crujir de las escaleras, giré la cabeza hasta el reloj. Las once. Me levanté y planché con mis manos mi haori, peiné un poco mis desordenados cabellos, y esperé la llegada de los que se llevaban a Hinamori. Lo que apareció en la puerta me sorprendió. Era una especie de maquina futurista, muy propia de los escuadrones del segundo escuadrón. Mientras la cargaban con cuidado no podía para de pensar en que se traían entre manos… Cuando terminaron me hicieron una señal de que les siguiera. Al parecer yo iba a estar en primera fila cuando realizaban el experimento. El experimento que todavía no me era de fiar. ¿Por qué todos los capitanes lo sabían menos yo?
Les vi llevarla como si de un muerto se tratase, hacía la puerta principal. Por los pasillos se encontraban todos los shinigamis, preguntándose, al igual que yo, que hacían allí. Llegamos todos juntos a la entrada y noté como nuestra llegada despertaba rumores en los aldeanos. Observó como el capitán del primer escuadrón se quitaba la parte de arriba del traje de shinigami y dejaba al descubierto su cuerpo lleno de cicatrices ¿Qué tramaba el comandante?
Colocaron la caja transparente cercana a la puerta y mi superior me hizo una señal para que me acercara. No se me escapó su espada de fuego ondeando en el viento. Me fijé en el pomo de la espada… ¿Brillaba? Pensé rápido. El pomo de la espada solo brilla cuando a los plus se les purifica…
Abrí mis ojos con sorpresa… ¿Acaso?
− ¡Sociedad de Almas! ¡Estamos aquí para despedirnos de una de las mejores luchadoras que hemos podido tener en este lugar! ¡Momo Hinamori! – anunció, me indicó que cogiese a Hinamori, y sin dudarlo, rompí con el codo el cristal.
Volví a ver su rostro y se me encogió el corazón. Si iban a hacer lo que el pensaba no volvería a ver esos ojos chocolates que ahora se escondían bajo sus pestañas. Negué con la cabeza y, cogiéndola por la cintura y la cadera la levanté como una pluma. Estaba más delgada de lo que recordaba. Realmente lo que iban a hacer era la única opción de salvar su vida. La apoyé fuertemente contra mi cuerpo, intentando que su libio vestido blanco no arrastraré en el suelo. Su largo cabello castaño se encontraba en ese momento recogido por mi mano derecha, que en un intentó de recogerlo solo había logrado enredarlo en mi mano. La miré una última vez y me acerqué al comandante.
− Supongo, capitán, que ya has adivinado lo que vamos a hacer – el capitán del primer escuadrón levantó la espada y la colocó sobre mi pecho − todos los capitanes supusimos que lo adivinaría y decidimos que en el momento en que lo hiciera, tendría que decidir.
¿Decidir él? No le podían pedir que decidiera. Si permanecía aquí moriría, pero si la dejaba ir…
− Comandante – dije al final, mirando su espada – Si ella se va, le borrareis la memoria, ¿me equivoco?
− En efecto. Sus asuntos ya no tendrán nada que ver con nosotros. Va a ser a la primera persona a la que se le cede este privilegio, pero después de todo lo vivido últimamente y de su estado mental y físico hemos decido que sería lo mejor para ella. Ella será la primera persona en sufrir una "reencarnación" Dentro de unos años volverá a nacer, y empezará una nueva vida.
− Igualmente no entiendo el porque mi opinión es importante. Solo es una amiga de la infancia. Yo no puedo decidir si vive o muere – le volví a mirar – Solo sé que ella querría seguir luchando, aunque tuviera que perder sus recuerdos, aunque no volviera a ver a la sociedad de Almas.
Enfrenté de él parecería seguro. No lo estaba. Me desmoronaba por momentos. Acababa de darle su permiso para que lo hiciera. No volvería a verla. ¡Mierda! Pero él no era TAN egoísta. Recuerda Toushiro, ella no es tan importante. Es una despedida, igual que fue la de la abuela. Pero, una despedida para siempre.
Observé como el comandante colocaba fuertemente el pomo de la espada en la frente de Hinamori. Me miró y asentí.
Esto es un adiós Momo-moja camas.
Al instante su cara se iluminó y una serie de luces salieron de cada centímetro de su cuerpo. Cerré los ojos por la intensidad lumínica y noté como el peso de Hinamori iba disminuyendo lentamente hasta que ya no noté nada. Fui retrocediendo mientras intentaba tapar mi cara con mis manos. Me tropecé y me caí al suelo fuertemente. Intenté abrir uno de los ojos para mirar a mí alrededor, pero solo veía una sombra negra.
− Shiro-chan…
La sombra negra iba adquiriendo forma lentamente hasta parecerse al delicado cuerpo de Hinamori. ¿Qué demonios?
− ¿Hinamori? ¿Te vas…ya?
Mi amiga de la infancia se acercó a mí y situó una caja en mis manos. Dirigió su dulce mirada en mí y me sonrió, como habría hecho en antaño, una sonrisa totalmente pura. La vi indecisa, queriendo rozar mi cara, pero no atreverse a ello.
− Shiro-chan… − decidió acercase a mi – esto es un hasta luego… Recuérdalo.
Y desapareció.
− Es Hitsugaya-taicho, estúpida moja camas… − susurré con mis ojos turquesa todavía dañados.
El haz de luz se extinguió por completo. La gente andaba desconcertada sin saber muy bien lo que en ese momento acaba de pasar. Observé como el comandante colocaba en su vaina la zanpaktou y se disponía a irse. Intenté detenerle para preguntarle que había pasado, si lo habían conseguido. Pero al intentar levantarme se cayó un objeto pesado de uno de mis bolsillos. Lo cogí, asombrado. Era la cajita que hacía unos segundo me había dejado como despedida… Luego investigaría el mensaje detrás de ello.
Volví a preguntarle, esta vez olvidando con quién me encontraba, y él solo me miró con una cara no muy alegre y me gritó:
− ¿Quién es Momo Hinamori?
Esa noche comenzaron mis sueños sobre ti.
FIN FLASHBACK
Toushiro sacó de su bolsillo una pequeña caja de música que nunca abandonaba su traje. Hacía ya más de cincuenta años que ella le había entregado esa caja. Todas las noches escuchaba la canción que contenía y meditaba sobre su mensaje, sobre los detalles que escondía la decoración de la caja, sobre la única figura que bailaba solitaria en el centro de la pista. Llevaba cincuenta años, meditando también porque todos se habían olvidado de su existencia. Supuso que su borrado de memoria también formaba parte del experimento, pero entonces, ¿Por qué él si la recordaba?
Llevaba tantos años soñando con ella, esperando que apareciera otra vez sobre el mundo. El día que noto su Reiatsu, sin previo aviso desapareció por la puerta y con su shunpo alcanzó el hospital donde su amiga de la infancia renacería en unas horas. Cuando por fin nació, él estuvo allí para verla asomar otra vez sus ojos chocolates, con los que tanto había soñado. Y cuando ella aprendió a andar, él estaba allí. Cuando ella aprendió su primera palabra, él seguía observándola desde la ventana.
Momo había crecido de forma diferente. Ya no era tan baja, aunque seguía teniendo el mismo tono de piel, y su forma de arreglarse el pelo había cambiado, el rodete ya había pasado al olvido. Toushiro abrió la cajita entristecido. Esa chica no era la misma de la que se había encariñado, aunque le costase reconocerlo. Aunque tuviera su misma voz, su mismo cuerpo, y sus mismos ojos, ella no era Momo. El capitán Hitsugaya sabía eso. Y a pesar de todo, en el momento en que ella necesitaba ayuda, él estaba allí, escondido entre las sombras.
Y Siempre, sería así. Siempre
− Perdona chico, ¿está ocupado?
¿Continuará?
Bueno pues hasta aquí el primer capitulo. ¿Qué os pareció? Envíenme reviews para darme sus opiniones sobre la historia. ¡Es importante para el desarrollo!
¡Hasta el próximo capitulo!
Klairine ^^
