Ni Juego de Tronos, ni los personajes me pertenecen.
Spoiler de Danza de Dragones y Vientos de Invierno :)
Quién no soy
Apretó con los puños la frazada roñosa que le habían dado hace tres meses. Estaba recostada boca abajo, intentando con los ojos cerrados que algo de las emociones que alguna vez pudo tener Arya Stark fluyeran por su cuerpo. Pero no podía, estaba seca como los desiertos de Dorne.
"Es porque Nadie no tiene corazón". Pero ella no era sólo Nadie, ella también era Arya Stark. "Y Arya Stark tiene un agujero allí donde una vez estuvo su corazón."
Escuchó los sonidos como rayos sobre la tierra del martillo que golpeaba la fragua allá fuera de la posada.
Ya es tarde, pensó, y el muy idiota sigue sin dejarnos dormir. Sin embargo, se dijo, no es como si todos se hubiesen ido a la cama a esas horas de todas formas. Estaba nublado y el cielo se veía oscuro, como si la luna estuviera sobre sus cabezas, pero era de día aún, y Willow y su hermana estaban guardando los últimos enseres de la posada.
"Debí de haber ayudado."
Pero a cambio ella se había escondido bajo las sábanas. Se había quitado la ropa como hacía cada noche y dejado una daga bajo su almohada. "Por si acaso". Desnuda sobre el colchón de paja y bajo la frazada la piel se le ponía de gallina. Había noches en que no podía dormir porque sentía que los huesos se le congelaban, comenzando por los dedos hasta donde ahora tenía solo un agujero vacío rellenado de odio. Se abrazaba a sí misma entonces y tiritaba recordando que se suponía que Arya Stark era del norte. "No debería afectarme tanto". Pero la manta tenía agujeros sueltos, perforados aquí y allá igual que una cota de malla, pequeños, roídos por ratas en algún momento en que la dejaran descuidada.
Sintió como los sonidos de la fragua desaparecían, atrayendo el silencio a la posada, a su habitación, activando las voces de su cabeza con fuerza que luchaban entre ellas en un intento de hacer que recordara cosas que había olvidado, y otras que deseaba olvidar, en una guerra más sangrienta que la de Poniente y más oscura que la que azotaba las orillas del Muro según había comprobado.
Arya Stark es una niña asustadiza y estúpida.
Escuchó los pasos duros del herrero, era torpe y pesado, y Nadie se dijo que jamás podría pasar desapercibido, aunque Arya Stark se recordó que era un Toro estúpido. El sonido de sus pisadas se detuvieron en las mesas del el primer piso, escuchó luego los sutiles de Jane y los decididos de Willow a través de la escalera. "se van a la cama". Pero Gendry aún estaban detenidos abajo en la barra.
Arya enterró su rostro en lo que se suponía era una almohada, sintiendo como la frustración intentaba devorarla por dentro de a poco, desde el centro de su pecho hasta la punta de sus dedos. A pesar de que ese sentimiento había sido uno de los pocos que Nadie no había podido dominar por completo en su interior, Nadie sabía que el rostro de Arya Stark estaba impávido, aunque eso no fuera exactamente lo que la casa Blanco y Negro le enseñara.
En la quietud está el conocimiento.
Tranquila como aguas en calma.
Las dos voces susurraron en su cabeza como la caricia del viento cálido de Bravos sobre su piel. Se removió inquieta y respiró despacio para apaciguar los enredos de su mente.
Tranquila como las aguas en calma.
Escuchó los pasos duros de Gendry avanzar por la pasada, pasar por el primer piso, subir por las escaleras y caminar por el pasillo que separaba sus habitaciones. "No dormirá en la herrería esta noche". Era común en él hacerlo. El chico se quedaba hasta altas horas trabajando, la guerra y los saqueos en las aldeas eran igual de comunes como cuando ella conociera a la Hermandad sin Estandarte, sin embargo, eran mucho más feroces ahora de lo que alguna vez fueron. El invierno azotaba las tierras de Poniente por igual desde hace años, los grandes señores habían cerrado sus castillos, junto con algunos de los aldeanos cercanos con ellos, y habían bloqueado sus puertas a los hombres, mujeres y niños que quedaran en las llanuras, en los pueblos lejanos, o en medio de los caminos. "Como la posada de los Huérfanos". Arya había hablado con Tom siete dedos hace cuatro meses, el hombre no la había reconocido hasta que ella volvió a romperle la nariz cuando trato de meterle una mano bajo la falda que llevaba, recordándole como lo había hecho la última vez. "siete infiernos niña, eres la pequeña loba". Después de eso se había enterado de que la Hermandad sin Estandarte era mucho más grande ahora, sobre Lady Corazón de Piedra.
Pronto se vio alejándose de Tom, escapando quizá de Lady Corazón de Piedra. No había podido si quiera pensar en ver a su madre. La muerte era un regalo, pensó Nadie, un regalo del Dios de muchos rostros, que no debería ser profanado. Pero Arya huyó de miedo, de miedo a verse a sí misma dándole el don a lo que quedaba de su madre. Voy a matarla si la veo, pensó, soy Arya Stark, pero Nadie es mucho más fuerte dentro de mí.
Los pasos de Gendry se detuvieron afuera de su puerta y por un momento Arya reconoció su nerviosismo como cada vez que la miraba. "Ve la muerte en mis ojos, ve los ojos de mi madre y me aborrece"
-Arya...- susurró bajito, tanto que si ella no hubiese tenido el oído entrenado no habría escuchado su voz- ¿estás despierta?
-Lo estoy
-¿Puedo pasar?
No, no puedes.
-Sí- contestó segura.
La puerta se abrió despacio, cómo si la voz de Arya no hubiese sido más que la imaginación del herrero y realmente ella se encontrara dormida. No se volteó, pero no era ciega, la luz de la vela que Gendry llevaba inundó el lugar, seduciendo la oscuridad despacio en los rincones cercanos a la entrada, provocando sobras en lugares donde antes no habían estado. No se movió, se mantuvo boca abajo sin mirarlo, sintió como la puerta se cerraba y como los pasos de Gendry se acercaban hasta los pies de su cama. Él no habló durante unos segundos que para Arya fueron eternos, mientras que Nadie se fijó en su respiración, en la forma en que el chico cambiaba el peso de un pie a otro quedándose inmóvil bajo el reflejo tenue que la luz de su vela daba a la oscuridad, se centró en el aroma a hollín y sudor que su cuerpo expelía, a pesar de que el sutil olor a jabón estaba ahí en alguna parte.
-Estás siendo injusta- le dijo con voz grave y Arya supo que el muchacho tenía las cejas juntas en una mueca de reproche y el rostro duro. Pero no habló- Estás enfadada.- era una afirmación, no una pregunta.
-no
Gendry dudó, Nadie había respondido igual como si dijera que no quería vino, pan o no quería salir de la posada porque no le apetecía. Arya lo sintió quedarse en silencio un momento, seguro mientras buscaba en su respuesta la verdad.
-Sí que lo estás- bufó.
"Sólo lo está suponiendo, su voz suena insegura".
- ¿Vas a dar la cara, o seguirás escondiéndote debajo de las mantas como si tuvieras diez años?
El golpe helado que le recorrió el cuerpo cuando la manta cayó hasta su cintura al sentarse sobre la cama la hizo tiritar un momento. Su cabello caía ligero en una trenza tras su espalda, dejando a la vista su pecho desnudo a la luz de la vela que le lamía los senos. Gendry se volteó cuando se dio cuenta de su desnudez y Arya sonrió.
-Eres un estúpido.
Escuchó el bufido del herrero y luego lo oyó murmurar que se cubriera.
-No estoy enojada Gendry- dijo acercando las rodillas al pecho y colocando los brazos sobre ellos para poyar su mentón, mientras que la manta le cubría desde la cintura- ¿Porque debería?
El herrero miró con sus ojos inquisitivos a Nadie cuando se volteó, pero el rostro de Nadie era inexpresivo, no había rabia en la mueca de sus labios, ni molestia en sus ojos grises como el acero.
-Porque te conozco
"Tú no me conoces"
-Mhm
-Sólo…- dijo bajando la vista y levantándola con decisión cuando se dio cuenta que estaba flaqueando- La Hermandad sin Estandarte no es el lugar para una mujer.
-Creo que ya he escuchado eso antes…- el tono de su voz divertido pareció enfurecer a Gendry y lo vio fruncir su ceño con determinación
-Arya- recriminó.
-Gendry…- le respondió ella con una sonrisa en los labios.
Ninguno de los dos dijo una palabra, Arya observó a Gendry como lo hiciera la primera vez que lo vio, notando los firmes rasgos que tenía en el rostro, viendo brillar con decisión sus ojos azules bajo la luz del fuego, como el océano iluminado las noches de luna llena, un color oscuro, oscuro y e increíblemente atrayentes, un color que te llama hasta hundirte en ellos. "y encontrar la muerte", susurró Nadie.
-Ve a Nido de Águilas, Arya…
- Tanto deseas que me vaya- preguntó sin desviar la vista. Fijando sus ojos en los suyos, en su rostro. Nadie realmente deseaba saberlo, deseaba demostrarle a Arya Stark lo equivocada que había estado. Que haber desobedecido al Hombre Bondadoso había sido un error, igual que dejar el templo. Por eso Nadie notó su respiración constante y los músculos tensos de su mandíbula, y lo vio dejar caer su vista un poco derrotado, un poco resignado.
- A veces, a veces deseo que te vayas Arya.
Nadie asintió, pero no pudo detener las palabras de Arya, como un torrente fluyendo libre e indomable como el Tridente.
-Y ¿las otras veces?
Gendry la miró directo a los ojos de nuevo con una leve mueca de tristeza en los labios.
-No- dijo finalmente- a veces deseo que no lo hagas. Pero eso no importa. –En su voz Nadie reconoció enojo, en el puño cerrado que tenía en un costado Nadie interpretó furia escapando por los poros de su cuerpo, una hoguera encendida alimentando su rabia.- Tienes que volver a tu hogar Arya... ¿Por qué estás aquí de todas formas? Cuando éramos niños lo único que deseabas era ver tu hogar de nuevo.
"Por ti…"pensó Arya "porque no hay un lugar para esta Arya Stark en un Invernalia destruido" dijo Nadie.
-Gendry…
- Tienes un hogar Arya, eres la señora de Invernalia, podrías darle a Willow, a Jane y a los huérfanos un lugar donde estar, un lugar caliente donde pasar la noche, un techo donde no tengan que preocuparse de si mañana aparecerán un montón de bandidos que se violaran a las niñas y mataran a los demás. O llévalos a Nido de Águilas, será menos duro el invierno para ellos allí.
-¿Que pasará contigo?
-Me quedaré, la hermandad me necesita.
Arya lo vio a los ojos y sintió como su interior se revolvía, el estómago se le contrajo de rabia en un dolor agudo que hizo temblar las orillas del agujero que tenía en el pecho. Pero Nadie no hizo ninguna mueca en el rostro de Arya Stark, observó a Gendry desde la posición en la que estaba desde el principio.
-Vas a morir Gendry- le dijo Nadie. Y Arya vio la desconfianza en él. Como cada vez que Nadie hablaba con demasiada seguridad- morirás si te quedas. Eres sólo un herrero.
-lo soy- respondió- siempre lo he sabido. Arya…
-Si quieres que me vaya, sólo dímelo Gendry y te prometo que enviaré un cuervo a mi hermana en Nido de Águilas. Entonces los niños, las chicas y yo nos iremos.
"Pero no juntos"
Nadie lo vio dudar, sus ojos se alejaron de los de ella buscando el abrigo que daba la oscuridad en algún lugar lejano en la habitación, buscando las respuestas en las sombras, muy diferente al Dios que ahora adoraba y la verdad de las llamas de R'hllor.
"Tal vez no sea la verdad lo que busca", se dijo.
-Vete Arya- dijo sin mirarla- Ve a Nido de Águilas.
Nadie sonrió a Gendry, en una mueca dulce y amistosa que Arya no sentía. El odio allí en su pecho aullaba como los lobos en los bosques que le rodeaba, laceraba, quemaba como fuego de dragón consumiéndola y devorándola por dentro, y a pesar de todo Nadie le sonreía a Gendry, viéndolo con ojos de comprensión absoluta.
"Esto es lo que soy ahora", se dijo Arya, "una máscara"
-Lo haré- su voz sonó despreocupada.
Gendry asintió sin decir nada, su cuerpo se volteó para irse y Nadie no abandonó su mueca falsa en el rostro de Arya Stark.
-Quédate- el cuerpo de chico se detuvo- Está helando, quédate.
-No es correcto- dijo en un susurro después de un momento, la fuerza de su voz se había desvanecido.
-Siempre dormimos juntos cuando éramos niños, incluso cuando peleábamos. ¿Por qué no es correcto ahora?
-No eres una niña ahora, eres una mujer adulta, Arya- dijo con molestia- y estás desnuda.
Arya rio con ganas, burlándose con una risa sonora y amarga. Dejándole un sabor pastoso e incómodo en la boca a Gendry.
-Eres un estúpido, ¿acaso nunca has visto a una chica desnuda Gendry Waters? Creí que habías tocado suficientes campanas….
-Arya…
-has lo que quieras, estúpido chico con cabeza de Toro
Se tapó con la sabana hasta el cuello y se acurrucó como un bebé en dirección a la puerta. No tardo mucho tiempo para que la llama de la vela estuviera delante de ella, posándose sobre la pequeña mesa de madera apolillada que Willow le había pasado de la cocina para que dejara sus pertenencias. Las piernas de Gendry estaban frente a ella y Arya no esperó la pregunta para hacerse hacia atrás y abrir un hueco en la pequeña cama que ocupaba. El colchón se hundió a su lado, y Gendry se acomodó debajo de la manta hasta que su rostro estuvo frente a ella. La vela aún estaba encendida, pero Nadie sabía que no tardaría en consumirse por completo.
En medio de esa oscuridad difusa Arya detalló los rasgos del rostro que no había acertado a ver. Gendry parecía incomodo cada vez que lo miraba demasiado tiempo, y aunque pasaba con él en la fragua o comiendo, el chico había rehuido de su presencia antes de lo que Nadie pensó que pasaría. "Después de todo los hombres sin rostro tienen ese efecto en los demás".
Tenía el rostro marcado en facciones duras y su constante gesto amargado daba la impresión de que tuviera más de los veintitrés que tenía. Se había dejado crecer la barba el último mes por lo que el borde de su mentón estaba cubierto por líneas de pequeños bellos tan negros como la mata de pelo oscuro que le cubría la cabeza.
"Si los toco me pincharan la piel de los dedos"
-Aún no puedo créelo- Susurró sin dejar de mirarle el rostro, y Arya supo que había estado inspeccionándola también.
-ya lo sé, ya me lo dijiste- Respondió Arya en el mismo tono de complicidad. Y lo había hecho, un día que Arya lo encontrara bebiendo de un pellejo de vino fuera de la taberna, mirando el cielo con el frío congelándole los huesos.
- ¿dónde estuviste, Arya?, ¿Todo este tiempo tú…?- Nadie reconoció una mueca de preocupación en su rostro.
¿Porque no decírselo? De todas formas ya echó a Arya Stark.
-Vas a odiarme cuando lo sepas…- dejó sutilmente la frase en el aire, mientras esperaba una respuesta.
-No lo haré
Nadie supo que no mentía.
-Me uní como acólita a un templo, Gendry- vio como una de las cejas de Gendry se levantaba en señal de incredulidad. Seguro él estaba imaginándose a las septas de los Siete Dioses sureños o a Thoros de Myr cuando se hablaba de servir a un templo, antes de que la mueca de una sonrisa apareciera en el rostro del herrero Arya habló- Serví al Dios de la Muerte. – Gendry frunció el ceño, pero ella no se detuvo, vomitó todo lo que pudo sin dirección o freno, igual que una yegua descarrilada en una de las calles de Lys - acólita del que tiene muchos rostros, fui entrenada para dar el don de la muerte a quién mi Dios lo ordenara y al mismo tiempo aprendí de todo en Bravos y en las demás ciudades libres. Fui mendiga y cocinera, fui actriz y señora, fui viuda, niña fea y estuve ciega, tullida, sorda y muda, hasta que hubo un tiempo en que olvidé el color de mi cabello, el sonido de mi voz. Maté a Cosquillas- dijo con orgullo- a Ralf el dulce, dejé morir al perro y envenené a los Frey y empalé la cabeza de Walder Frey. Soy una asesina–"Pero no una mercenaria, ni una carnicera" le dijo la voz del Hombre Bondadoso. Arya no miró a Gendry, aunque su iris estaba fija en la de él. No dijo que faltaba un nombre de su lista para ser tachado. Eso no importaba. No era seguro que el hombre escondido en las tierras Tarly fuera realmente Bolton. Nadie iba a averiguarlo.
Gendry la miró sin una expresión fija en su rostro, pero no dijo nada. Arya lo vio dudar a través de sus ojos, tal vez para decir algo o no hacerlo. No importaba, él era sólo una parada en el camino de Nadie.
-Seguro ahora sí que no dudas en que me vaya- le dijo con una sonrisa que pareció irritar a Gendry en demasía.
-Todos nos convertimos en asesinos en esta guerra, incluso yo.
Los bordes del agujero en su pecho se estremecieron, Arya sentía que tenía una lanza atravesada de pronto en la garganta, que no la dejaba respirar o hablar. Recordó la voz de Sansa en sus memorias
-"hay algo oculto en ti"- le había dicho su hermana desde su silla en las alturas- "un camino de sangre que prefiero no saber"
- he visto al desconocido, hermana.
Pero Sansa la había mirado a los ojos y había negado con dureza. Había dolor en ella y también lastima.
-No Arya, tú fuiste el desconocido. Tú deseaste serlo.
Recordó la sonrisa de Jon y sus palabras vacías luego de unas semanas en el Muro "Me alegra que estés aquí, y aunque quisiera que te quedaras para siempre, la guardia de la noche no es un lugar para una mujer con los peligros que nos acechan".
No le había dicho a sus hermanos donde había estado, ni lo que había hecho. Pero aun así Sansa había mantenido una distancia prudente entre ambas, y Jon había sentido el peligro que sólo un hombre después de años de ser asechado por la muerte podría sentir al ver los ojos de un asesino.
"Arya Stark es una niña estúpida, sola y abandonada."
-No importa lo que hayas hecho… -le dijo Gendry con el ceño fruncido y la voz segura.- Ya no importa.
"Siempre importa."
-Eres un idiota- le escupió- si fueras listo te importaría y te irías ahora mismo de esta habitación.
-Nunca he sido demasiado listo.
-No, siempre has sido estúpido-susurró mirando un punto muerto allí en su barbilla, alejando sus ojos de los de él, huyendo de las máscaras de nadie y de ella misma. Gendry la había echado, él no sabía que ya había estado en destruido Invernalia, en el Muro o en Nido de Águilas. Todos le habían dado la espalda. Pero estaba cansada, cansada de tener que ver cómo la gente por la que se había convertido en asesina la despreciaba. Esta era la venganza del Hombre Bondadoso, pensó, esta es la venganza de mi Dios - Quiero quedarme- dijo. "Pero ya me has echado". Y su mano buscó aferrarse a la camisa de lino sucia que Gendry llevaba, para no escapar, para no dejar que él se fuera quizá, era un reflejo de la niña de Poniente, un reflejo de la Arya Stark de diez años que no había podido desaparecer del todo de Nadie. "Todos te abandonan o se mueren Arya Stark". Cerró los ojos cuando sintió la conmoción de su interior y la voz del hombre Bondadoso la torturó. "No tienes nada, porque eres Nadie. No hay lugar para Arya Stark." Su labio se mordió con fuerza igual que el puño que sostenía la tela. –No me dejes de nuevo- susurró casi sin aire, pero cuando notó que su voz era el remedo patético de una súplica sonrió- Estúpido con cabeza de Toro.
Levantó la vista y sintió la barba insipiente de Gendry sobre su mentón. Tardó un segundo en comprender que él la estaba besando, que sus labios estaban posados sobre los suyos en un beso casto como el rose de una mariposa. Nadie ya había besado antes, había besado a Ralfh el dulce para asesinarlo y a decenas de otros hombres para darles el don. Incluso había sido aprendiz de cortesana por orden del templo durante una luna y había tenido que acostarse con su víctima para darle el regalo del Dios. Nadie sabía lo que se sentía. Arya no.
Pero no le costó nada usar los recuerdos de Nadie y sus labios se abrieron en una invitación. Cuando su lengua recorrió la boca de Gendry gimió. "como una fragua, pensó, Gendry es cálido como una fragua" y antes de que se diera cuenta su beso se convirtió en una lucha desesperada, su boca, contra su boca, sintiendo la torpeza de sus dientes y el agarre feroz de sus palmas callosas de herrero sobre su piel. Sintió la mano de Gendry recorrer su espalda desnuda con demasiada fuerza, marcando con los dedos los huesos de su columna y su cadera. "Tendré moretones mañana por la mañana" y su cuerpo se pegó al suyo con violencia. Ella misma enterraba sus uñas traspasando con fuerza la tela que cubría sus hombros y sus brazos. "Es igual que una lucha". Pero así como había comenzado, imprevisto, furioso y violento, así había terminado. Gendry se había alejado de ella, escondiendo el rostro en su cuello desnudo. Arya sintió su respiración frenética y la sensación de nudos serpentosos en el estómago la excitó, igual como si fuera camino a una misión del templo o estuviera a punto de entrar a una batalla. Sus ojos chocaron con la lengua de fuego que moría con lentitud en la vela de cera sobre la mesa. Y de pronto se dio cuenta que no había frío en su piel, o hielo en sus huesos.
-No es correcto- escuchó a Gendry decir contra su piel, el cosquilleo de su voz la hizo tiritar de expectación y se imaginó como se sentiría si él la besara ahí.- Eres Arya Stark de Invernalia.
"Lo soy, se dijo segura, soy Arya Stark."
-Y yo sólo un bastardo, no es correcto, no lo es.
-Gendry..
-No- la interrumpió. Levantó el rostro para verla y Arya notó la amargura en la mirada de Gendry, la desesperación en la mueca de su boca y su lucha interna a través de sus ojos azules. Jon también la había mirado así, incluso Sansa.
"Está sufriendo. Sólo causo dolor".
La llama se apagó y fue suficiente señal para ambos, pronto el calor del cuerpo a su lado había desaparecido y los pasos retumbaron desde su habitación hasta el pasillo. Pero Gendry se quedó parado en la puerta mientras los ojos de Arya lo observaban con la habilidad de un felino, reconociendo su sombra y movimientos.
-Willow quiere que le enseñes a tomar una espada- le dijo desde donde estaba- esperaba que pudieras darle algunas lecciones mañana.
Pero Arya no respondió. Escuchó la puerta cerrarse después de unos minutos que el herrero esperó una respuesta que nunca llegó, luego las pisadas de Gendry perderse en una de las habitaciones de la posada. Sus ojos siguieron fijos en la puerta del cuarto durante un tiempo que Arya no pudo definir, hasta que su cuerpo se movió a través de las sombras.
"Todos los que rodean a Arya Stark, se mueren o la abandonan"
Nadie recogió sus ropas y se vistió con rapidez en medio del silencio de la noche. Cuando todas sus cosas estuvieron en su bolso, caminó en silencio por los pasillos de la posada hasta llegar a la cocina.
"Nadie no es una ladrona", se dijo.
Por lo que cuando tomó pan, queso y un pellejo de vino, dejó un par de monedas de cobre y dos de plata que había tenido guardadas en su bota derecha.
El frío del invierno le golpeó el rostro y antes de dar más de dos pasos sobre la nieve, las cuchillas de hielo que el viento lanzaba contra su piel la estremecieron. "No llegaré lejos a pie".
Caminó hasta el establo, donde la Hermandad dejaba uno o dos caballos por luna y tomó el más saludable. De su bota izquierda saco un dragón de oro que uno de los marineros de la Mono azul le diera antes de bajar en Poniente, y la puso sobre la mesa vieja y endeble que había en el establo.
"Moriremos congelados", se dijo, "pero no hoy".
Caminó entre la nieve por el camino real, donde el tránsito era un poco más fácil al paso en que iban, lo suficientemente lejos para que al montar el trote no se escuchara cerca de la cabaña.
"Arya Stark siempre cumple sus promesas", susurró para sí misma a la noche oscura que apenas si iluminaba la luna llena. El cielo había oscurecido hace pocas horas, cuando el sol saliera entre las nubes oscuras y grises ella reventaría la montura.
"Hacia ningún lado, Nadie no tiene a donde ir y no hay lugar para Arya Stark en ninguna parte".
Montó con la rapidez con que había aprendido Arya Stark en el norte y trotó lejos de la posada. Había alguien a quién no había buscado aún, alguien que era más probable que la matara a que la recibiera, pero antes tenía que buscar un pueblo.
"Un cuervo, Arya Stark tiene que mandar un cuervo"
si bueno, he dejado botado a Inuyasha... mi pc murió, son cosas que pasan. Pero lo he recuperado. A si que manos a la obra con todo ;)
saludos, espero les guste este fic de Arya y Gendry... quería ver si seguía haciendo un par de continuaciones o incluso ver la muerte que e daba Arya a Walder Frey
