Descargo de responsabilidad: ni Skip Beat ni sus personajes son míos, creo que a este paso nunca lo serán. Esta idea fue tomada de un programa que me encanta ver, el crédito a sus respectivos autores.

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—Takarada-sama, Sawara-san ya está aquí —se escuchó una cálida voz por el altoparlante del teléfono.

—Perfecto, hágalo pasar de inmediato.

—Como usted ordene.

Sawara ingresó a la oficina del presidente de LME, llevando en sus manos una carpeta que parecía cuidar con su vida. Hizo una reverencia y se dirigió hacia el escritorio donde estaba sentado Lory. Solo levantó una ceja porque ya nada le sorprendía de su jefe en cuestión de vestimenta. Esta vez, estaba vestido, ni más ni menos, que de Lawrence de Arabia, y el pobre de Ruto..., bueno, solo digamos que su disfraz era mejor que la opción de ser el genio de la lámpara.

—Takarada-san, tengo ya aquí la información para el nuevo programa para que se empiece a grabar de inmediato.

Le pasó la lista de los chefs invitados para actuar de jueces en los tres primeros programas:

Nakahara Kentaro, SugitaTakaki e Ikegawa Yoshiteru.

—¿Han aceptado ya ellos participar? —preguntó asombrado, porque eran tres de los chefs japoneses más reconocidos a nivel internacional.

—Por supuesto que sí, claro que les prometí un pequeño spot publicitario de sus restaurantes, a la hora de presentarlos. Aunque debo admitir que cuando hablé con ellos, se entusiasmaron mucho con el formato del programa y me proporcionaron más nombres de chefs que estarían encantados de participar también.

—Bien, muy bien, ¿y el conductor?

—Ahhhh, bien quise cambiar un poco el formato de un solo conductor y mejor traeré a tres para que así dos de ellos estén rondando tanto a los cocineros como a los "chefs", mientras que el tercero sea el que anuncie los tiempos y cosas así.

—Supongo que ya tienes a esas personas en mente.

—En efecto, conseguí que sean los jóvenes Ishibashi de Kimagure Rock. La alegría y la juventud de esos tres chicos le darán un toque humorístico.

—Perfecto, ¿tienes ya a las dos parejas para el programa piloto? —preguntó alargando las manos hacia la carpeta que sostenía Sawara entre las suyas, entusiasmado porque su plan ya estuviera poniéndose en marcha.

—En efecto señor, pero no solo eso, sino que además ya tengo las parejas que competirán en los siguientes cuatro episodios —sonrió con cierta malicia al entregársela—. Debo recordarle que usted me autorizó a utilizar a CUALQUIER persona que trabajara en LME —al momento Lory bajó las manos y miró fijamente a Sawara a los ojos, mientras achicaba los suyos y fruncía el ceño, algo le decía que eso no pintaba nada bien.

—Eso es cierto.

—Bueno, aclarado ese punto, le entrego la lista de víctimas, ejem, perdón, quise decir participantes.

Al leer quiénes estarían en el programa piloto, el grito que puso Lory se escuchó hasta el estacionamiento.

—¿¡Pero es que acaso te has vuelto loco?!

—Por supuesto que no, Takarada-san, como usted lo dijo, y repito textualmente: "te autorizo a poner a cualquiera que trabaje en LME en ese programa con tal de que eso signifique que tendrá un rotundo éxito". Y usted al ser el cabeza de la empresa debe dar el ejemplo, ¿no es cierto? Además, señor, ¿qué mejor gancho para atraer al público que dos de los mejores cocineros de la empresa y los dos peores cocineros?

Lory, volteó la cabeza hacia el ventanal al tiempo que hacía un puchero y cruzaba los brazos sobre su pecho. Lo tenían bien pescado, completito se había tragado el anzuelo y solito se puso él la soga al cuello… Si tan solo Sawara no fuera excelente en su trabajo…

—Yo no cocino tan mal.

—Le recuerdo, señor, que la última vez que comí algo hecho por usted terminé en el hospital intoxicado.

—Solo porque confundí el pimentón dulce molido con el chile de árbol molido que me traje de México.

—Exacto.

—¿Es esto una cruel venganza suya?

—Por supuesto que no —respondió indignado—. ¿Acaso me cree capaz de tan soez ardid?

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—Por favor. Tsuruga-san, no sigas enfurruñado.

—¿Enfurru qué? Yo no estoy eso —rumiaba mientras caminaba de un lado para otro en el pequeño cuarto —Kyoko suspiró.

—Enfurruñado —repitió—, ¿es que nunca me habías escuchado decirlo? Quiere decir enojado, enfadado, malhumorado, malencarado, disgustado, molesto, gruñón —iba enumerando las palabras a la vez que alzaba uno a uno los dedos de su mano izquierda. Ren se dirigió a ella y para callarla le tomó la mano y se la llevó a los labios, maliciosamente.

—¡Kyaaaaaaaaaa! —gritó mientas quitaba enérgicamente su mano de los labios de Ren—. Tsuruga-san, lo dicho, eres todo un playboy.

—Si voy a competir contra ti en esta parodia, por lo menos tengo que tener un aliciente para mi vergonzosa derrota.

—Por favor, Tsuruga-san, no creo que pueda ser tan malo.

—¿Tan malo? Es peor, mucho peor. ¿Sabes de qué va todo este circo? —dijo levantando las manos al cielo. Kyoko respondió moviendo negativamente la cabeza—. Ah, ¿nooo?

—No, para nada, solo me dijeron que tenía que estar aquí hoy a las diez de la mañana.

—¡Genial! Mogami-san —se acercó a ella, de tal forma que a Kyoko le pareció un jaguar acechando a su presa—, déjame decirte un pequeño secretito —se agachó a su lado y pícaramente, acercó su boca al oído de ella, mientras se sonrojaba, y le habló quedo— yo voy a cocinar, y tú, mi amadísima señorita, vas a probar mi comida.

Kyoko, palideció.