N.A: He aquí mi primer proyecto en esta web. He querido empezar con mi pairing preferido, posiblemente el más 'loco' de todos los que tengo. No puedo prometer actualizaciones constantes, ya que la escritura no es mi fuerte y suelo tardarme bastante en dejar algo 'medio decente' xD

Muchísimas gracias a Hikari Blossom por ofrecerse a ser mi Beta Reader, corrigiéndome los textos. Sin ella, Flatmates no sería posible. Si no habéis leído sus fanfic, ¡no sé a qué estáis esperando!

Sin más, espero que disfruten y le den una oportunidad.

Flatmates

Capítulo 1:¿Ciudad nueva, vida nueva?

Esta situación era completamente surrealista, como si fuera sacada de algún tipo de comedia romántica de bajo presupuesto. ¿Cómo diablos había conseguido encontrarse con ella en una ciudad de más de ocho millones de habitantes? Takeru maldijo su suerte, a Murphy y a la fantástica idea de irse a estudiar a la Universidad de Columbia.

No le gustaba en absoluto el rumbo que estaba tomando su supuesto «borrón y cuenta nueva.» Porque sí, porque esos próximos cuatro años en Nueva York iban a ser el primer folio en blanco en el cual inmortalizar el primer capítulo de su nueva vida, ¿y qué se encuentra en su lugar? Un folio con las fuertes marcas que deja un lápiz al apretar demasiado. ¿Por qué tuvo que pasar eso ahora que las marcas empezaban a desvanecerse de su corazón?

Un suspiro de resignación escapó de los labios del joven rubio y los recuerdos de hace unas escasas dos horas invadieron su mente.

Después de trece tortuosas horas en un avión, por fin había llega al Aeropuerto John F. Kennedy. Un cielo grisáceo y un helado viento le dieron la bienvenida a la Gran Manzana, tan pronto como bajó del avión. No tendría que preocuparse de sus maletas, ya que solo viajaba con un bolso de mano con la muda necesaria para siete días. Su madre le enviaría el resto de sus pertenencias tan pronto encontrara un piso o una residencia en la que quedarse definitivamente. Esta noche y las siguientes las pasaría en un pequeño hotel cercano a Central Park antes de encontrar su refugio, como a él le gusta llamarlo, definitivo.

No había ningún sitio mejor que la ciudad que nunca duerme para un proyecto de escritor como él. La diversidad de culturas era más que evidente con solo echar un vistazo a sus alrededores en aquel aeropuerto completamente saturado de gente. Sin duda, esto sería una experiencia inolvidable y enriquecedora para su carrera.

Estaba completamente sumido en sus pensamientos cuando de pronto algo, o más bien alguien, se lanzó contra su pecho haciéndole perder el equilibrio. Irremediablemente, terminó tumbado en el suelo mientras una joven de cabellos castaños lo estrujaba entre lágrimas con una fuerza digna de elogios.

—¡TAKE-CHAN!

Un intenso olor a frutas silvestres embriagó sus fosas nasales. Esto no podía estar pasando, esto tenía que ser una macabra casualidad y punto. Sus manos le sudaban, su cabeza le daba vueltas y su corazón parecía querer salírsele del pecho.

—¿Mimí? —La voz del joven Takaishi temblaba—. ¿Eres tú?

Cuando la joven levantó la cara de su pecho, los ojos azules del joven chocaron contra otros de un color caramelo intenso. Sus temores se hicieron realidad. Era ella.


¿Qué clase de madre sería Natsuko Takaishi si permitiera que su retoño viviera solo en un país tan lejano? Ella podría cometer muchos errores, pero desde luego no era una mala madre. Tan pronto como Takeru había sido aceptado en la prestigiosa Universidad de Columbia, no dudó en llamar a su adorable exnuera para que le echara un ojo a su hijo. Como cosa del destino, la castaña se encontraba buscando compañero de piso y, ¿quién mejor que aquel que fue una vez su cuñadito?

Aún recordaba la conversación que tuvo con Takeru el día que le confesó su deseo de viajar a Nueva York a estudiar. Su hijo se negó a dar nombres, pero decía que Odaiba le recordaba demasiado a quien fue su musa y eso solo le traía recuerdos amargos. A fin de cuentas, un escritor no sólo puede escribir a cerca de amor no correspondido, ¿verdad?. Fuese quien fuese, Natsuko esperaba que la compañía de Mimí le hiciese olvidar a esa musa.

Craso error.