Disclaimer: Nada me pertenece.

Este fic participa en el minireto de junio para "La Copa de las Casas 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Casa: Gryffindor.

Pecado: Lujuria.

Palabras: 400.

Personajes: Remus Lupin y Nimphadora Tonks

•••

Noche de bodas

Por Blue Phoenix Black

—¿Y si algo sale mal? —preguntó Remus, angustiado.

—¿Y si sale bien?

—Ya, pero…

—¿Y si te callas y te relajas? —inquirió Tonks, cogiéndole de la corbata, arrastrándolo hasta la cama.

Remus respiró hondo. Tal vez debería hacer caso a su recién estrenada esposa y dejarse llevar. Apoyó una rodilla en la cama cuando ella se recostó bocarriba y la miró de arriba abajo; llevaba puesto un camisón blanco que no dejaba nada a la imaginación.

—Dora… Yo… —balbuceó, ruborizándose; tragó saliva—. Yo jamás he hecho esto.

Ella se encogió de hombros.

—Ni yo —murmuró—. Y seguirá así como no te calmes.

Remus asintió y cerró los ojos cuando ella se acercó y comenzó a desabrocharle lentamente la camisa. Acarició suavemente las cicatrices de su rostro y las besó. Remus soltó un gemido. Se despojó de la poca ropa que le quedaba y dejó la mente en blanco.

Por primera vez en su vida quería olvidar su condición. Olvidar lo que era. Olvidar en lo que se convertía. Tenía miedo de que esa fiera descontrolada saliera a relucir en el momento menos indicado. Sin embargo, no fue así.

Sentía la cálida respiración de su esposa arderle en su mejilla. Se excitaba cada vez más con los gemidos que ella emitía por sus caricias. Estaba nervioso, no podía evitarlo. Cogió a Tonks por la cintura y se puso encima de ella. Sentía que algo en su interior le quemaba y deseaba dejarlo salir. Quería poseerla, que fuese suyo y de nadie más.

Tras varios intentos fallidos —y ciertamente torpes—, consiguió encajar su cuerpo en el de ella. Procuró ser lo más delicado posible, puesto que veía a Tonks mucho más frágil de lo que él se imaginaba. Temía hacerle daño.

Ella gritó y él se detuvo.

—¿Estás bien? —le susurró, preocupado. Ella asintió, sin darle más importancia. Le besó, esta vez más apasionadamente, más deseosa.

Remus aceleró sus movimientos más y más. Ella gemía, se mordía el labio, gritaba. El sudor les resbalaba por todo el cuerpo. No tardó mucho en notar como una especie de cosquilleo le recorría desde la entrepierna. Sintió cómo el orgasmo salió casi sin avisar. Había sido una sensación extraña, pero placentera.

Se paró en seco, jadeante y se separó de su esposa. Se quedó inmóvil, sin saber qué decir. Tonks lo miró, sonrió a medias y le dijo:

—¿Y si lo repetimos?

FIN