El Príncipe P.
Capítulo 1: Una visita.
(En la tarde…)
Era un día soleado en Danville, el aire soplo fuertemente llevándose las hojas de los árboles, el ornitorrinco seguía de cerca a su némesis, procurando no perderlo de vista. El científico permanecía distraído mientras miraba curioso a su alrededor.
Ambos llegaron a un lugar, que en realidad era un museo. Heinz entro contento para no darse cuenta que la mujer en la entrada no había dejado pasar al agente.
El hombre de cabello castaño miro a un lado suyo para encontrar que algo le faltaba.
— Disculpe… — Dijo llamando la atención de la mujer.
— ¿No ha visto a un ornitorrinco por aquí? — Pregunto haciendo evidente la preocupación.
Ella indiferente señalo a la calle, donde el ornitorrinco estaba sentado algo triste, Heinz pensó que era porque no lo dejaron pasar, pero era más del que él no se había dado cuenta.
— ¿Perry? — Pregunto Heinz.
— ¿Te encuentras bien? — Pregunto mientras se sentaba a su lado.
El miro a su enemigo, era claro que estaba preocupado por algo, él era un animal y no podía pasar, no había forma de que pasara y eso lo desilusiono.
— No te preocupes, hare algo — Dijo dramáticamente.
(Dos minutos después…)
— Oh vamos — Suplico el científico arrodillado.
El ornitorrinco rodo los ojos, esto no era lo que imaginaba.
— No, las reglas son reglas — Dijo seriamente.
— Por favor, es enserio, vamos ¿Dime que no es lindo? — Dijo abrazando al ornitorrinco con una mano.
La mujer miro al animalito, era pequeño, y se veía esponjoso, además había algo en sus ojos que la cautivo.
— Esta bien, pueden pasar los dos — Dijo en voz baja.
— ¿Es enserio? — Pregunto Heinz.
— Si, ahora vallase antes que me arrepienta — Dijo algo molesta.
Ambos entraron rápidamente al edificio y se reunieron con un grupo de personas.
— Bueno, ya estamos todos, vamos a pasar a la nueva exhibición — Dijo una joven.
Todos caminaron detrás de ella, comenzaron a ver varias cosas en las vitrinas, el ornitorrinco caminaba en sus dos patas detrás del científico, miraban maravillados lo que había.
En ese momento, estando distraído, choco con las piernas de su enemigo, todos se detuvieron y se quedaron en silencio para oír a la joven.
— Esta es una de las pinturas de la familia real, y al parecer la última donde aparece el hijo heredero del reino — Dijo mirando el cuadro.
— ¿Como que la última? — Pregunto un chico.
— Bueno, se dice que fueron destruidas, o desaparecieron, nadie sabe que paso — Dijo algo seria.
— ¿Qué paso con el príncipe? — Pregunto una chica.
— Nadie lo sabe, algunos dicen que fue consumido por la oscuridad y sirve a ella, otros que lo mato, pero nadie está seguro — Dijo observando.
Todos se volvieron a encaminar, siguiendo a la chica a otra sección del museo, el ornitorrinco miro al cuadro, y se alejó un poco para poderlo ver mejor.
El cuadro tenia color rojo, negro y blanco, como una vieja foto, miro confundido al joven en el marco, parecía que este lo miraba, después en la mujer que abrazaba a un hombre, abrazando a una bebe, y al príncipe. Claro, una familia.
Pero porque era tan familiar, como si ya los hubiera visto, algo lejano…
El científico regreso a donde habían estado, Perry tenía una capacidad de perderse o él nunca se daba cuenta de lo que hacía y no le prestaba atención.
— Quizá por eso se escapa —Dijo para sí.
En eso vio al agente, mirando concentradamente, a una pintura casi sin color, parecía tan distraído que no oyó su nombre.
— ¿Perry? — Dijo Heinz.
Sin embargo este ya no escuchaba lo que le rodeaba, unas voces venían a su cabeza, aturdiéndolo casi por completo.
El mundo y su entorno dieron vueltas, todo era borroso y distante, en ello vio a un hombre de cabello castaño y de bata blanca.
— ¿Qué te pasa? — Dijo queriéndose acercar.
Pero el ornitorrinco se alejó, y lo miraba molesto, como si ya no lo conociera.
— Ya me estas asustando — Dijo mirando a su némesis.
Su mente se quedó vacía, cerró los ojos y puso sus manos en sus rodillas, su respiración era muy rápida.
— Hey… — Comenzó a decir Doofenshmirtz.
No empezaba cuando el agente se cayó al suelo en un fuerte sonido sordo, el científico tomo al monotrema en sus manos, su desmayo no era normal, y él se aseguraría de saber que lo provoco.
Salió de allí, cubrió a su enemigo con la bata blanca, para cubrirlo de la repentina lluvia que azoto ferozmente a la ciudad de Danville. Perry se recostó, acomodándose en los brazos del hombre, no entendía por qué él era tan lindo.
Camino por las calles, protegiéndose a él y a Perry de la lluvia y el viento, después de varios minutos de estar caminando, llego a su apartamento y recostó al agente en una almohada esponjosa.
(Punto de vista de Heinz)
Mire a mi némesis, durmió casi perturbado, se movió en ocasiones con desesperación, se agito violentamente, me dio patadas, golpes, dejo de respirar un momento, pero ahora su respiración era lenta, tranquila y constante.
Pero no podía confiarme, aún existe un grave riesgo que él pueda pasarle algo peor que lo anterior.
No le aparte la mirada.
— ¿Qué fue lo que te paso? — Le pregunte acariciando su pelo.
Era suave, algo largo, como si no se dejara cortarlo, su rostro, una sonrisa, sus ojos cerrados, respira, tranquilamente.
— No te preocupes… — Le dije.
— Descubriré que tiene esa pintura que tanto te preocupa — Prometí lealmente.
Estaba dispuesto a cualquier cosa, Perry siempre había sido de una vida tranquila, deteniendo mis planes y hacerme compañía, con una familia probablemente, y con alguien que lo detesta en verdad en su casa.
Él era un agente secreto, un amigo, una mascota, un ornitorrinco, pero creo que hay algo antes de eso, como si él estuviera ocultando algo.
— Sé que ocultas algo — Comenzó a hablar.
— ¿Quién eres Perry el ornitorrinco? — Pregunte casi llorando.
— Ya no te conozco — Susurre.
(Fin del punto de vista)
Fin del primer capítulo.
