Claim: Arya Stark.
Notas: Festín de Cuervos.
Rating: T.
Género: Family/Angst.
Tabla de retos: Abecedario.
Tema: 51. Nieve


Arya avanza con cuidado entre los pasillos del templo, apoy ndose con firmeza en las paredes fr as y bastas. Poco a poco y paso a paso, como siempre ha sido, como siempre ser desde que su familia desapareci . El suelo est fr o y le ara a los pies con ganas, como si tratara de impedir su marcha, aunque bien sabe ella que no hay camino qu seguir y que por lo tanto el suelo no tiene de qu preocuparse. A n as , sigue avanzando. Descalza entre los pasillos del templo, descalza mientras tantea en la oscuridad.

Acostumbrarse a la oscuridad no es una tarea sencilla, no para alguien que ha conocido las delicias del sol en el rostro y los v vidos colores de los rboles, de la sangre y ese brillo ef mero en los ojos del enemigo antes de apagarse. Arya supone, de alguna manera, que se lo tiene bien merecido, pero nunca lo expresa frente al hombre bondadoso, nunca lo expresa ante nadie, salvo las figuras difusas que se mueven bajo sus p rpados, recuerdos, sombras, colores.

Acostumbrarse a la oscuridad no es f cil, aunque ella se dice que es una loba y que ha superado pruebas mucho m s dif ciles; pero a n as se siente asfixiada, peque a como un cachorro en un mundo grande, inmenso y negro. Tan grande que es f cil perderse entre los laberintos de los recuerdos y la realidad, mezclar caminos y cambiar patrones. Pero, qu m s puede hacer una ciega como ella? Ahora que el mundo exterior no interviene con su vida, ahora que no puede distraerse con el espect culo que es el puerto lleno de marineros o el olor a podrido del pescado que no se llega a vender, los recuerdos la envuelven entre sus garras afiladas, apretando un poco aqu y all nada m s llega la noche, exprimiendo memorias como si stas fueran desechables.

Por ejemplo, por las noches cuando el hombre bondadoso comienza a apagar las luces innecesarias, aquellas que no provienen de las velas en los altares del templo, similares en la oscuridad a centenares de estrellas, el sonido de sus pasos retumba por todo el lugar en quietud, retumba con fuerza, hace eco en las paredes y en su memoria, en su cabeza, que trata de esconder bajo las mantas para no recordar. Esos fuertes golpes le recuerdan a Gendry, Gendry en Harrenhal, d a y noche dentro de la herrer a, golpeando, formando, dando vida a nuevas espadas. Se acuerda del d a en que le pidi que se escaparan, cogieran a Pastel Caliente de las cocinas y buscaran a su madre, se acuerda siempre que el hombre bondadoso pasa junto a su lugar de descanso, con los pasos firmes y fuertes m s cerca que nunca de su o do. Ese d a Gendry estaba enfadado por sus estramb ticos planes y hab a golpeado el fuelle de m s, produciendo un eco que a n resonaba en su memoria, que la hac a pensar que nada m s con abrir los ojos, como si fuera un parpadeo, podr a encontrarlo mir ndola con sus ojos azules anegados de incredulidad, furia y en el fondo, quiz s un poco de satisfacci n.

Pero aunque Arya siempre abre los ojos, nada salvo la oscuridad la recibe. No est Gendry, ni su rostro enojado, ni Pastel Caliente con harina hasta en las cejas, mucho menos se desdibuja ante ella el camino a seguir, uno que habr a dado todo por cambiar. No hay nada. Sin embargo, ese recuerdo no es nada comparado con otro que la asalta nada m s sale el sol y tiene que hacer los recados, un recuerdo envolvente como el aire a su alrededor, h medo, salado y fr o, como las murallas de Invernalia, las guerras de bolas de nieve en el bosque de dioses y los entrenamientos a la luz de la luna con Jon Nieve, tras haberse cerciorado de que todo el castillo dorm a.

Jon... Nieve. Una ma ana tras despetarse, este recuerdo relampaguea con fuerza bajo sus p rpados, en sus ojos velados, muertos para no buscar m s enemigos, para no localizar puntos d biles ni regodearse ante la vista de la sangre. El suelo est fr o y h medo, le produce un latigazo de dolor y de placer al mismo tiempo nada m s pone los pies sobre los escalones que dan hacia el exterior. Nieve. El invierno ha llegado, lleg desde mucho antes de que estuviera preparada, loba est pida e ingenua.

Nieve como la sonrisa de Jon Nieve y el ltimo abrazo de despedida que hab an compartido, lo nico que tiene en ese mundo de oscuridad. Porque en la oscuridad s lo se vive de recuerdos y de olvido. Y mientras se apresura a hacer los recados del d a, Arya se da cuenta de una cosa nueva: que quiz s haya vivido en la oscuridad todo ese tiempo, incluso antes de quedar ciega. La oscuridad plagada de recuerdos, mismos que no volver n, ni por mucho que se les evoque.