Miraculous: Tales of Ladybug and Cat Noir no me pertenece, pertenece al genio Thomas Astruc .Yo sólo no pude esperar otro capítulo y en un loco momento de inspiración escribí esta historia con sus personajes. Espero la disfruten n.n


Un nuevo día y una nueva clase de ciencias empezaba en el Colegio Francoise Dupont. Los estudiantes ya se encontraban en el laboratorio de ciencias mientras la Srta. Mendeleiev comenzaba a entregar los materiales para realizar la actividad del día.

-Muy bien chicos, hoy aprenderemos sobre los cambios de estado de la materia, como pasamos de sólido a líquido a gas y viceversa. Así que con mucho cuidado y siguiendo las normativas de seguridad que ya hemos visto y repasado, por favor enciendan sus mecheros. –Instruía la maestra.

Sentados en parejas, los alumnos disponían de un mechero por mesa mientras que la profesora en su escritorio tenía dos o tres además de una botella grande de alcohol la cual usaba como combustible de éstos.

La clase siguió como se tenía prevista, calentando el hielo para que se transformara en agua, tomando la temperatura de éstos, evaluando puntos de ebullición y evaporación. Todo hubiera salido perfectamente a no ser que…

-¿Podría acompañarme un momento Srta. Mendeleiev ? –preguntó el director de la escuela al entrar en el laboratorio.

-Saldré por unos minutos, no hagan un caos. –ordenó la maestra, al ver que todos se estaban comportando bien y ya casi estaba terminando la clase, no creyó necesario dejar a alguien a cargo después de todo, confiaba en sus estudiantes.

Pero son adolescentes después de todo ¿no? Incluso antes de que la profesora saliera del salón más de uno ya había sacado su teléfono y comenzado a tomar fotos de sus compañeros en poses ridículas.

-Qué infantiles. –comentó Chloé mientras miraba su manicure.

-Sólo se están divirtiendo. –le contestó la de coletas peliazul, mirándola con cierto disgusto.

-Como sea. –dijo respondió la heredera. Luego se levantó hacia el escritorio de la profesora y comenzó a revisar los cajones a ver que podía encontrar.

Alya y Marinette la miraban con enfado. No debía de estar haciendo eso. Mientras que Nino suspiraba resignado como ya viendo la pelea que se avecinaba.

-¿Qué haces Chloé? –preguntó el modelo acercándose hacia ella en un primer intento para llamar su atención y sacarle de allí sin hacer escándalo.

-Sólo estoy mirando. –contestó al tiempo que sacaba un estuche para lentes y lo ponía sobre la mesa para seguir buscando más abajo entre las cosas, revolviendo todo sin importarle nada, sacando papeles, notas, galletitas, lápices, etc. –Parece que la maestra es más aburrida de lo que se ve. –decía altanera. Encontró una pequeña caja de regalo que abrió sin importarle nada, como si fuera suyo –Y tiene peor gusto del que creí.

Sentía que la sangre comenzaba a hervir al igual que lo hacía el agua sobre su mechero. Según lo que estaban estudiando, ya pronto debería empezar a salir humo por sus oídos. Marinette apretaba los puños con fuerza, pero ya no quería seguir viéndola hacer lo que se le hacía en gana.

-Emmm… ¿Por qué no mejor dejas de hacer eso? –preguntó tímidamente Adrien, no quería armar pelea, pero ya estaba sintiendo la presión tras de sí al ver de reojo la expresión la azabache.

Sabiendo lo que pretendía el chico ella sólo le miró y dijo dos palabras –no quiero –que fueron suficientes para que la tierna Marinette se levantara de su asiento y fuera directo a encararla.

Se había prometido, a ella y a algunos de sus compañeros que evitaría lo más posible sus ataques de furia contra su "queridísima" Chloé, pero parece que ésta también lo sabía ya que esta la última semana estaba más insoportable que nunca.

-¿Por qué no mejor te metes en tus cosas? –habló fuerte y claro haciendo que los pocos compañeros que aún no se habían percatado de la situación prestaran completa atención a la pelea.

"ooh, diablos." –pensó para sí el modelo ¿en qué se había metido? Sabía perfectamente que en él caía la responsabilidad de calmar a las dos chicas ya que literalmente, se encontraba en medio de ambas.

-mmm veamos, Marinette Dupain-Cheng… -decía en voz alta mientras revisaba un cuaderno con notas y apuntes que encontró en uno de los cajones -¿Por qué no mejor vuelves a trabajar? Por lo que veo aquí, necesitas esta nota. –miró a la ojiazul de la forma más retadora que tenía en su arsenal de miradas. Lo estaba disfrutando.

-¡¿Qué fue lo que dijiste?! –preguntó furiosa dando un golpe con la palma de la mano sobre el escritorio haciendo que todo sobre éste temblara.

-Calma Marinette, seguro no lo dijo en serio. –intentaba apaciguar a su compañera aunque él también se había molestado con el comentario de la heredera.

-Lo que escuchaste pastelera, mejor vuelve a tu lugar. –la miró fijamente a los ojos.

No le importó que el amor de su vida estuviera tocando su hombro o sosteniendo su muñeca evitando a que avanzara, nadie le impediría llegar hasta Chloé y darle una cachetada. Porque eso era lo único en lo podía pensar en ese momento.

Alya estaba atrás de su amiga y Nino sujetaba una de sus muñecas impidiendo que se acercara más, agradecía Zeus el que la relación que mantenía con la pelirroja fuera lo suficientemente fuerte como para poder tranquilizarla en situaciones como esta. Pero un rápido cruce de miradas con su amigo Adrien bastaba para que ambos supieran que el rubio estaba en completa desventaja.

El resto de compañeros se habían acercado hasta formar un semicírculo alrededor de las chicas, dejando tras ellos algunos de sus mecheros encendidos y el resto de sus cosas tiradas.

Por otra parte, era la distracción perfecta para salir a tomar un poco de aire. Plagg asomó su cabeza desde el bolso de Adrian. Lo primero que vio fueron todas las espaldas de los chicos y chicas del salón, dudaba en que alguien volteara mientras siguiera la discusión. Sentía extraños olores en el aire y ya comenzaba a marearse por lo que voló sigilosamente hacia el fondo del laboratorio y abrió con sumo cuidado una de las ventanas. Se quedó allí unos segundos escondido detrás de algunos modelos de moléculas que se encontraban sobre una estantería en el fondo del salón.

-oh, lo lamento Chloé, me encantaría tener tanto dinero como tú y así poder ¡sobornar a los maestros! –su tono sarcástico era evidente.

-¡no los soborno a todos! –respondió la rubia casi por inercia.

-Chloé –llamó la atención el modelo para que dejara de hablar.

-Por supuesto que no, pero por los que no puedes sobornar… Sabrina se encarga de hacerte destacar ¿no?

-uuuuh –respondió todo el curso. Eso debió de doler.

-¡Retráctate pastelera! –amenazó.

-Tu primero –contestó.

-¡Chicas ya! Deténganse. Ambas deben de disculparse. –la voz de Adrien esta vez sonaba más seria y determinada. Ya se habían dicho cosas horribles la una a la otra y nadie sabía hasta donde podían llegar. Era momento de terminar la pelea, aunque obviamente no se disculparían nunca.

Su curiosidad innata de gato lo llamaba a ir hasta una extraña cosa que brillaba bajo el escritorio del algún alumno. Continuó silenciosamente hasta el objeto que tomó con sus garritas negras. Era una… ¿tapa de botella? De vidrio y color rosa no tenía nada que hacer allí, la giró en sus manos un par de veces antes de acercarla a su nariz. "Tapa de perfume" eso era. Oh, oh, jamás debió de olerla, ya que el deseo de estornudar comenzaba a subir y no podría aguantarlo. –¡Achís! –fue tan grande que con el impulso se elevó hasta golpear el escritorio sobre él con su cabezota.

-¡Jamás! –gritó enfurecida la peliazul y cerró con fuerza el cajón del escritorio haciendo que todo volviera a temblar.

-¡Ni en sueños! –respondió la rubia imitando la acción de su contrincante con el cajón a su lado, dándole la espalda.

El golpe del cajón al cerrarse ocultó el estornudo de Plagg, pero ambos escritorios habían recibido gran impacto y todo sobre ellos temblaba peligrosamente. El mechero cayó sobre las cosas que Chloé había sacado de los cajones, desafortunadamente hojas y más hojas; rápidamente los alumnos se acercaron a intentar extinguir las llamas y apartar el alcohol que se encontraba allí, pero un poco de éste se había desparramado y pareciera que el propio escritorio era el que comenzaba a incendiarse.

-Diablos, debemos avisar a la maestra. –hablaba Nino mientras intentaba apagar las brasas cubriéndolas con un delantal.

Por su parte, luego del golpe en su cabeza, Plagg voló rápido hacia su escondite en el bolso de Adrien sin darse cuenta que en el puesto del alumno el mechero también había caído y comenzando a quemar todo lo cercano a él.

Una corriente de aire entró por la ventana provocando que el fuego aumentara rápidamente. Y una pequeña explosión se escuchó en el fondo del salón. Al mirar una pequeña bola de fuego subía hasta el techo y el humo se esparcía rápidamente alimentado por la brisa que seguía entrando.

Alguien traiga el extintor! –ordenaba Alya mientras intentaba alejar a Nino del lugar.

La Srta. Mendeleiv entró al salón apresurada al ver cómo comenzaba a salir humo por debajo de la puerta de éste. Se congeló al ver que efectivamente se trataba de lo que más temía.

-¡Vamos deben salir de aquí! –ordenó al alumnado mientras se tapaba la nariz con el cuello de su delantal.

...


Woow, esto está intenso y se viene más jjaja. Gracias por leer y atentos al siguiente capítulo ! Byes