Robar la luna, chocar con las estrellas
"Tsuki es la lectura del kanji para la luna", y las mil facetas de un astro, desde la perspectiva de Yamaguchi Tadashi.
Poema de mi autoría
Tadashi opina que su mejor amigo es realmente peculiar.
Y piensa en el asunto, una noche de insomnio, mientras se pregunta si finalmente se había hartado de él.
"Tsuki es la lectura
del kanji para la luna"
Ha hecho una lista de todas sus peculiaridades, a lo largo de los años. Algunas las ha descubierto fácilmente, otras por accidente, y otras tomaron cierto tiempo de investigación. Pero, atesora cada trozo de conocimiento como si fuera el único, porque después de todo, todas esas idiosincrasias, rarezas y particularidades, marcaban la diferencia entre Tsukishima Kei y Tsukki- diferencia que, cree tangible y real.
En primer lugar, Tsukishima Kei es un personaje solitario. Una banda de un hombre, quizás. Solista. Ponle cualquier nombre, para definir la singularidad. Tsukishima Kei es la banda de antesala, el acto principal, y quien limpia después- eso, si el muchacho fuera algún espectáculo. Que no lo es. Pero Tadashi lo ve muy de esa forma.
Quizás la primera cosa que notó sobre Tsukishima Kei fue el hecho de que siempre estaba solo. Su altura, pelo, lentes- y consecuencialmente ojos, llegaron como una idea secundaria, porque lo primero que notó Tadashi cuando su sombra se alzó allí justo frente a él, fue que estaba sin compañía.
Aislado, como si una línea invisible lo dividiera del resto del mundo. Tadashi cree que sí es así.
El muchacho alzó la voz en su dirección, y entonces se marcó la segunda particularidad.
"Un precioso nombre
para darle
a un precioso hombre"
Patético. La condenada palabrita que tanto le gustaba repetir. Sus variantes, también. Bobo, estúpido, tonto, penoso, grotesco, asqueroso, un largo etcétera de sinónimos para todas aquellas cosas que le desagradaban.
Pero entonces, descubrió que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de las cosas que sí le gustaban- y eso era, en opinión de Tadashi, la primera diferencia entre Tsukishima Kei y Tsukki. Si quieres aprender a leer al hombre, debes tragarte la acidez y verle directamente a los ojos. Porque el tipo es un bastardo cínico, y a partir de eso desarrolló un detector de mentiras, uno que Tsukishima Kei odia pero que Tsukki encuentra encantador.
"Criatura de la luna,
llamado de las luciérnagas"
Tsukki es maravilloso, y Tadashi se lo dice a quien tenga unos segundos para escucharlo. Normalmente no lo hacen, pero eso nunca lo ha detenido. Tsukishima es genial, pero eso lo sabe todo el mundo sin tener que decir media palabra.
Tsukki tiene buena memoria. Recuerda que en las mañanas necesita cuatro alarmas para terminar de despertarse, que el inglés se le dificulta, que no le gusta el café negro y que tiene la mala costumbre de morderse las uñas. Recuerda que los asientos en la ventana le dan mareo, los diálogos de sus películas favoritas y también qué tan saladas deben estar sus papas fritas. Recuerda también todas las historias, así sean tontas, y que siempre se mancha el rostro con merengue cuando comen pasteles y pastelillos.
Tsukishima, tiene mala memoria. Tiene que pegarse recordatorios por todo el cuarto para hacer las cosas, y tiende a procrastinar. Tiene alarmas para todo en su celular, también. Muchas personas creen que es organizado, pero ambos saben que es porque olvida en dónde tiene los lentes, cuando los trae puestos. Olvida si ha dejado las luces de la casa encendidas, si ya ha regado las plantas y cuál es su siguiente clase. Olvida que se pone los auriculares pero no pone música, así como pone música pero no los auriculares.
"Astro sin luz
que ilumina
todo el cielo azul"
Es imposible no verlo.
Su altura era algo que admirar, que envidiar. E incluso si no lo notabas por su porte, su cabello rubio le hacía identificable en casi un parpadeo, así como sus ojos claros. Así como su voz sarcástica y su sonrisa condescendiente.
En un mar azabache, resaltaba como una moneda de oro. Como la luna llena, en una noche oscura.
Y no era una sorpresa que esto le atrajera muchísima atención.
"Respetuoso, asombroso,
ácido a morir"
Si hay algo que Tsukishima Kei y Tsukki tienen en común, definitivamente son sus capacidades sociales. Las cuales no existen.
Su amigo no sabe hacer amigos, punto.
Muchas personas piensan que Tsukishima debe ser popular con las chicas y muy bueno hablando con ellas, así como que debe tener muchísimos seguidores. Contrario a la creencia popular, Tadashi sabe que ambas afirmaciones son totalmente falsas.
La gente no suele capturar su atención, y cuando alguien consigue el suficiente valor para acercarse, les rechaza efusivamente. Dice que no tiene tiempo para ellas, y que ellos son demasiado estúpidos como para considerarles amigos. Tadashi sabe- mejor que nadie- que las chicas se mueren por salir con él, y un par de chicos también cree. Sabe también, que todos quieren ser su mejor amigo.
Se pregunta a sí mismo, qué lo hace diferente del mundo.
"Dime precioso hombre
que nombre
en tu oído he de decir"
Está seguro de una cosa, al menos, y es que Tsukishima lo considera su igual, tanto como Tsukki lo considera su mejor, más grande y único amigo.
Quizás lo ha hecho desde siempre, desde aquel otoño en primaria donde decidió apodarle de esa forma. Quizás desde hace poco, desde cierta bravata en el campamento de verano. Pero lo sabe, cada átomo de su cuerpo sabe que es querido por esta persona tan especial.
Y es quizás, su particularidad favorita.
"Ebrio de la luna,
harto de estrellas que estoy"
Pero Tadashi cree que él es invisible, y quizás es allí en donde el muchacho comienza a odiarlo.
Lo cree con todas las fuerzas que tiene- tanta fuerza, que iguala quizás, el odio que siente hacia su propia apariencia pecosa. Lo cree tanto como cree que conoce a un Tsukki que el resto del mundo aún no ha descubierto- así ya el uso de su apodo se popularizara. Tanto como cree que es el mejor y más grande amigo que tiene, así ya no sea el único, así pase más tiempo escribiéndole a Kuroo, Bokuto y Akaashi. Así como cree que Tsukki tiene buena memoria, a pesar de que está olvidando cada día el esperarlo en la entrada, o cuáles series son sus favoritas, o cómo le gustan sus papas fritas.
No sabe si tan solo es él. No sabe cómo explicarlo, porque siente que se está desvaneciendo, que algo dentro de él se está desintegrando, y nadie a su alrededor parece darse cuenta- y no sabe, tampoco, si quisiera que alguien se enterase.
Cree también, que ya es lo suficientemente patético por su cuenta, pero no es algo que diga en voz alta.
Cómo siente que si un día llegara a derrumbarse, Tsukishima le diría que es penoso, y Tsukki lo olvidaría también.
Se pregunta si no está ocurriendo ya, y teme escuchar la respuesta.
"Ebrio de usted
precioso astro
que de luciérnagas me iluminó"
¿De dónde salen esos pensamientos, de todas formas? Puede marcar el día en que el aire entre los dos comenzó a cambiar.
Recuerda perfectamente, ese diez de noviembre- hacía apenas tres días, que le parecían siglos.
—¿Qué te hace creer que esto es para ti, eh? —Le preguntó en un tono juguetón. Tadashi sonrió— No me mires así, esto podría ser para cualquier otra persona. Podría estar enviando un paquete.
—Seguro que sí, Tsukki —respondió, sacándole la lengua. Sin dar su brazo a torcer, Tsukki alejó todavía más el paquete de su alcance, haciéndole ponerse en puntas para alcanzarlo. Se está burlando de mi, pensó—. ¡Hey! ¡Esa no es forma de tratar al cumpleañero!
—Te lo daré, después del tradicional helado —Tadashi gimió quejumbroso, y Tsukki casi ríe. Casi—. Vamos tarde para la práctica, Yamaguchi.
"Harto de estrellas que soy
buscando cómo cantar"
Le parece lógico, de alguna forma, que Tsukki esté cansado de él. Después de todo, nunca ha sido interesante.
Le gusta lo que a cualquier chico de su edad. Jugar en su consola, un deporte en particular. Salir con sus amigos, cuidar el jardin de su madre, alimentar a los gatos callejeros. Un crush imposible. Documentales sobre el espacio, y las papas fritas. Si se describiera, usaría palabras como normal, promedio y común. Aburrido.
Todo lo que Tsukki no es.
Se pregunta cuándo comenzó a pensarlo.
—¿Cómo es que después de tantos años, este sigue siendo tu sitio favorito? —Le preguntó cuando los helados tradicionales y los pasteles llegaron- junto con la orden extra grande de papas fritas, que desaparecería en cuestión de segundos— Más importante aún, estoy convencido de que tienes un estómago extra solo para esas.
—Nu-uh, un solo estómago —afirmó, llevándose las frituras a la boca. Tsukki hizo un gesto que bien podría haber sido disgusto hacia los terribles hábitos alimenticios de su amigo, así que le sacó la lengua—. Y es mi favorito, porque tu me lo mostraste.
—También te mostré El Aro, y todavía me odias por eso.
—Irrelevante.
Se preguntó si fue esa noche- ese diez de noviembre, bajo el frío otoñal, en el café manga de la novena que había conocido a los ocho años. Se preguntó si desde antes.
Se lo preguntaba, porque debía existir un motivo por el cual Tsukki se alejó. Por el cual el espacio entre ellos había crecido. Y ya que no se le ocurría nada mejor...
"Al hombre de la luna
ese nombre
que solo yo he de susurrar"
Decidió entonces, que había sido su culpa.
"Dime criatura
hecha de luz de constelación"
—Pareces un crío —le susurró, mirándole directo a los ojos. Sintió que temblaba, y se derretía a la vez- si es que tal cosa era posible, bajo los ojos miel de su amigo. Tan diferentes de sus aburridos ojos oscuros.
—Lo dices como si no hiciera esto cada vez —porque Tadashi siempre se mancha el rostro con merengue cuando comen pasteles y pastelillos. Se pasó el pulgar por donde suponía estaba sucio, y Tsukki rodó los ojos en su direcció los rodó de regreso—. ¿Ya?
—Te las has arreglado para empeorarlo —entonces, alzó la mano en su dirección.
Y si Tadashi tuviera que señalar, con el dedo y decir, fue en este momento donde todo comenzó a cambiar, elegiría ese preciso momento.
Siempre había estado consciente de las particularidades de Tsukki.
Aislado del resto del mundo, dejándole entrar a su burbuja personal como si siempre hubiera formado parte de ese pequeño sistema. Como si siempre hubiera habido un puesto especial para alguien tan aburrido y patético como él. Y solo alguien tan maravilloso y genial como él, pensaría en algo como eso. También, anota que es alto- no necesariamente grande, ese atributo se lo daría a Azumane, quien era puro músculo en donde Tsukki era más agraciado y algo delicado.
Se preguntó entonces, en dónde colocaría la textura callosa de sus manos, manos que eran lo suficientemente grandes para cubrirle el rostro entero, y dedos tan finos y elegantes que bien podrían haber sido los de un príncipe. Tadashi estaba seguro de que era así.
Y a pesar de ser aburrido, normal e invisible, Tsukishima le miraba como igual, y Tsukki como su más grande y mejor amigo.
"Al yo robar la luna
y ponerla en tu corazón
qué te provoca más temor"
¿En dónde se había equivocado? ¿Dónde había salido todo mal?
—¿Por qué me miras así? —Le preguntó con una sonrisa, lamiendo el merengue que le había quitado de la comisura de sus labios— ¿Tengo algo en la cara?
—Me gustas, Tsukki.
Por supuesto que sabía- después de todo, para recolectar tantas particularidades de alguien tan cerrado como Tsukki, Tadashi había aprendido a ser observador. Como fuera, saber la causa de una dolencia, no hace al dolor desaparecer.
"Si tu respuesta,
si mi canción"
Y, sinceramente ¿A quién quería engañar?
Porque incluso si Tsukki estuviera interesado en buscar pareja, y le gustara alguien. Incluso si no rechazara cada avance romántico de cualquier persona, e ignorara a un gran porcentaje de la población, decidiendo que no valían su tiempo y atención. Incluso si no se hubiera comenzado a separar lenta pero imparablemente.
¿Qué lo hace a él, diferente del mundo?
¡Feliz navidad a to' er mundo! -Att. Tamarindo Amargo
