Disclaimer: Canción de Hielo y Fuego pertenece a George R.R. Martin. Esta historia participa en el reto #60 del foro Alas Negras, Palabras Negras
N/A: Este fanfic fue... complicado, por así decirlo. Para ser completamente honesta no estoy satisfecha con el resultado, pero es lo mejor que pude hacer, así que me tendré que conformar xD Espero que lo disfruten tanto como yo lo sufrí, o algo así. La fobia fue autofobia (miedo a la soledad).
Se dio cuenta una noche, mirándole la espalda a Jaime mientras se marchaba luego de uno de sus tantos encuentros. Por lo general, Cersei se dormía al instante luego de acostarse con él, pero a veces algo salía mal y terminaba en situaciones como esa. Lo que sintió al verlo marchar no fue sólo anhelo (eso habría sido más fácil). Esa noche, Cersei notó por primera vez que sentía terror cuando la dejaban sola.
Primero trató de deshacerse del miedo. Es una tontería, se decía, mirando el espejo. Pero el pulso le temblaba y sentía un vacío en el pecho. Eres una Lannister, un miedo tan infantil simplemente no es digno. Pero seguro se sentía digno, el muy maldito, porque por más que se dijera lo mismo no parecía que se fuera a ir.
Cuando no pudo mentirse más, lo que intentó fue esconderlo. Sonreír y fingir que no pasaba, tratar de actuar natural, pasar menos tiempo con Jamie. Ese tiempo fue el más doloroso, pero le dolió aún más darse cuenta de que lo único que el miedo hacía era volverse peor. Más fuerte, más grande y más paralizante, un odio intenso por la noche poco a poco empezó a crecer. No seas ingenua, Cersei, no eres una niña. ¿Qué vas a hacer, pedirle a Tywin que te lea un cuento hasta que te duermas? La idea la disgustaba, pero le disgustó aún más darse cuenta de que, de hecho, no sonaba tan mal. Entonces decidió que este método no funcionaba.
Y su siguiente solución fue Jamie.
Su hermano no pareció darse cuenta de qué había cambiado, o al menos, a ella le gustaba pensar que había sido buena ocultándolo. Lo único que él supo fue que, de la nada, Cersei quería estar con él a todas horas. Probablemente tenía algo que ver con que fuera un hombre. Si les ponías a una mujer hermosa y desnuda en frente, era casi seguro que no te harían preguntas.
Aferrándose a él se sintió a salvo. Como una pequeña luz en la oscuridad, Jamie le dio guía, seguridad, confianza. La hizo sentir, al menos por un momento, que él era todo lo que necesitaba. ¿Y qué importaba si estaba mal sentirse así? Al menos de esta forma podía fingir que él la necesitaba con la misma fuerza. Al menos así, podía fingir que no estaría sola otra vez. Y entonces todo estaba bien.
Jamie nunca supo muy bien qué había cambiado, y Cersei en definitiva no iba a contarle. Porque lo único que le tenía que importar era que estuvieran juntos, juntos.
