Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama, esta historia y los personajes originales que aparecen en ella son mi humilde creación.


Capítulo I

Un dejo de esperanza.

Se dice que la raza saiyajin ha sido fulminada por completo luego de que Lord Freezer les traicionare, sucumbiendo al temor de que naciera un guerrero legendario.

Una especie hecha únicamente para el combate, cuya sangre se derramaba orgullosamente mientras conquistaban numerosos planetas en grupos mínimos… ellos no eran leales a Freezer, simplemente seguían el fuerte instinto de violencia que poseían.

No había especie igual a ellos. Nadie tenía el fuerte sentido de guerra que los saiyajin tenían… pero incluso dentro de tan intrigante raza, existían diferencias…

Año 783; Capital del Oeste.

Debido a la crisis existente por el terror que los androides ejercían a nivel global, adquirir los víveres necesarios para la supervivencia era una tarea que exigía de mucho coraje.

A través de una estación de radio dedicada específicamente a brindar la localización de aquellos monstruos, era que muchos de los civiles tomaban la decisión de salir o no fuera de su escondite.

En una enorme tienda llena de filas de gente hambrienta y temerosa, se encontraba el último guerrero capaz de confrontar hasta cierto punto aquellos temibles enemigos, un joven por cuyas venas corría el legado de una raza extinta…

Su mirada no paraba de recorrer el área mientras se acercaba a la caja registradora, podía sentir un terrible frío calarle los huesos mientras miraba fijamente hacia el tormentoso exterior. La lluvia golpeaba duramente el asfalto y las ruinas de lo que alguna vez fue una próspera ciudad. Sus pasos finalmente se acercaban al nervioso cajero, fue entonces que pudo oír el grito de una mujer desde el exterior, inmediatamente dejó absolutamente todo en la caja y corrió a toda velocidad fuera, el corazón le golpeaba duramente el pecho y la sangre le hervía.

«Deben ser ellos…!» pensó acercándose a la mujer, no parecía tener heridas.

—¿Se encuentra bien? —inquirió el muchacho, ayudándola con delicadeza a incorporarse, ella negó con la cabeza.

—Ese… muchacho se llevó todo lo que tenía… no puedo volver así… —Trunks siguió su mirada, podía percibir un ki en esa dirección, lo cual le hizo descartar por completo que fuese un androide.

—Llévese lo que yo he comprado, me encargaré de este asunto por mi cuenta —dicho esto, el joven se movió rápidamente en dirección a ese ki, no tardando mucho en alcanzar al criminal.

«Ya es suficiente con dos androides malignos, ¡los humanos no deberían atacarse unos a otros…!» su mirada azul pronto reflejó furia, aquel extraño volteó a verle, una capucha cubría su cabeza lo suficiente como para impedir que su rostro fuera visto, excepto por aquella sonrisa provocadora, acto seguido, Trunks recibió un golpe en la boca del estómago y el criminal retomó su huida, esta vez a una velocidad inhumana.

—Ese… ki… —jadeó alzando con dificultad la mirada, el agua de lluvia corría por su rostro. Con tal de alcanzarle emprendió vuelo —...no es humano…

La sola idea de que existiese otra criatura peligrosa merodeando le generaba en el pecho la sensación de ardor, como si una llama se encendiera dentro de él, gritándole que acabara con cualquiera que se interpusiese entre la paz de su mundo y él. Ahogándole los pulmones en fuego, el legado de la raza saiyajin emanó a través de él, alterando su apariencia física y bañándolo en un aura dorada.

La sonrisa del criminal se convirtió en una mezcla de sorpresa y confusión, Trunks logró derribarle, sujetándole ambos brazos desde la espalda y utilizando su peso para mantenerle las piernas bloqueadas.

—¿Quién eres tú? ¡Responde! —ordenó Trunks de manera prepotente. Su mano libre se encargó de retirar la capucha, al hacerlo reveló una larga cabellera, el color era un café tan oscuro que podía ser confundido con negro.

—...Con ese color de ojos… y cabello… no deberías ser un saiyajin real… —aquel extraño se rió, su voz era claramente femenina —...eres un híbrido ¿verdad?…

Trunks no dudó en halar sus brazos hasta que sintiera dolor.

—¿Cómo sabes eso? ¡¿Quién eres?!

—Yo también… soy un guerrero saiyajin… —aquella sádica sonrisa se acompañó de un fuerte destello que empujó a Trunks fuera. Al levantarse contempló incrédulo a la joven… su cabello era ahora dorado y sus ojos tenían un brillo esmeralda.

Boquiabierto, la observó caminar lentamente hacia él.

—Yo soy quien quiere respuestas… ahora me dirás qué pasó con nuestra raza.

—… —la mirada de Trunks cayó al suelo —...En este planeta… sólo quedamos tú y yo… eso es todo lo que puedo decirte… ya deberías estar consciente de que los androides son la causa.

Ella pareció disgustada con la respuesta—...Me niego. Me niego a admitir que esa sea la razón… ¡un par de muñecos de hojalata no pueden ser mejores que nosotros…! —el área alrededor de la muchacha se resquebrajó, Trunks decidió atacarle esta vez haciendo uso de todas su fuerzas, logrando retenerla de nuevo en el suelo.

—¿Por qué atacas a los humanos? ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres en este lugar?

—¡Suéltame! —protestó ella, el joven volvió a insistir.

Trunks gritó, perdiendo por completo el temple—¡Responde!

—Vaya, ¿no son esas caras conocidas número 18?

—...¿Quieres matarlos 17?

Las voces provenían del techo de un edificio cercano, ambos saiyajin permanecieron helados antes de separarse para esquivar el ataque que los androides les habían lanzado, corriendo hacia el interior de un edificio en el que volvieron a encontrarse. Ambos se cubrieron en una pared que tenía un pasillo a cada lado y un par de ventanas rotas al frente.

—Ellos…

—¿Cuánto tiempo llevas en la Tierra? Te conocen… —susurró Trunks, sus ojos buscaban nerviosamente a los androides, era imposible localizarlos utilizando el ki, no tenían uno.

—Cuatro años como mínimo… eso es todo lo que recuerdo —la voz de la castaña pareció apagarse al mencionar ello, el muchacho pudo entenderlo.

«Si ha estado aquí todo este tiempo, es porque se vio obligada a huir de los androides para sobrevivir… dado el caso, puedo entender hasta dónde llega su frustración...»

—Parece que se han hecho buenos amigos ¿eh? —la voz de número 17 retumbó en el pasillo a la izquierda de la saiyajin, la de 18 contestó desde el lado derecho, junto a Trunks.

—Las ratas como ustedes… me dan asco…

Trunks tomó fuertemente el brazo de Linnah, ambos saltaron fuera a través de la ventana, no pudiendo esquivar por completo el golpe y cayendo duramente bajo los escombros del abandonado edificio, que había cedido ante la onda de energía.

—¿Ya se murieron? —exhaló 18 con decepción, su hermano se sacudió el polvo.

—No son más que unos simios debiluchos, probablemente estén muertos. Déjalos 18, vayamos a otro sitio.

Varios minutos pasaron. Un silencio muerto inundaba la ciudad, ni siquiera el cielo se atrevía a hablar. A pesar de estar gris, ni una sola gota de lluvia abandonaba las nubes. Cuando los escombros finalmente se movieron, Trunks se encontraba cubriendo a la saiyajin, que yacía inconsciente sobre los escombros.

—Oye, ¿estás bien? —dijo quitándole los enormes bloques de encima, parecía tener a diferencia de él, algunos huesos rotos, cosa que le preocupó lo suficiente como para verse obligado a llevarla al escondite donde estaba su madre.

Cuando la cargó en su espalda notó la sangre de una herida abierta humedecerle las prendas, algunas gotas incluso llegaron al suelo.

«Está muy mal herida… debo apresurarme»

Los saiyajin fueron espectaculares a lo largo de toda su existencia. Sembraban el terror incluso dentro de su planeta de origen. Eran al principio sumamente primitivos, genios del combate con fuertes creencias y tradiciones que no se perdieron ni siquiera el día en que fueron eliminados.

Su orgullo no tenía igual, preferían morir asesinados por alguien más fuerte que ellos, que huir cobardemente de una pelea perdida. Si por alguna razón alguien débil conseguía herirles de forma mortal, recurrían a un aliado saiyajin para acabar con su existencia… se rehusaban fervientemente a morir sin honor.

Era esa ambición por la batalla la que llamó la atención de Freezer, quien necesitaba de soldados de esa clase, él observó maravillado a los esclavos perfectos. Y fue entonces cuando contempló su extraña habilidad… si por casualidad un saiyajin se recuperaba luego de estar al borde de la muerte… se desbloqueaba otra parte de su poder, como si fuese infinito…

...Pero… no podía ser posible no podría cumplirse algo tan estúpido como una leyenda creada por simios irascibles… ¿verdad?

Sus ojos plateados se abrieron lentamente, recuperar la consciencia también habilitó nuevamente las vías del dolor, que rápidamente atosigaron su cerebro, ella se limitó a exhalar un gruñido.

—Ya has despertado… —sonrió una gentil mujer, su cabello y ojos le recordaron al muchacho con el que se había encontrado.

Trunks ingresó a la habitación poco después, sentándose junto a su madre luego de dejar varias bolsas en la mesa.

—Así que eres una saiyajin… no me sorprende, si pienso en todas las posibilidades que existen de que algunos supervivientes hayan prosperado en lugares lejanos al planeta Vegeta… no es imposible que alguien acabara en la Tierra sin que lo hubiésemos notado.

—...¿Por qué me salvaron…? —finalmente, la castaña había hablado.

—No te confundas —intervino Trunks, su voz era severa —...No te he salvado, estarás aquí hasta que esté seguro de que tus intenciones no son malignas. No voy a permitir que exista una tercera amenaza para el planeta Tierra.

—Eso ya lo veremos… de todas maneras no deberías preocuparte por eso, hasta que no recuerde qué órdenes se me dieron para este planeta, no pienso hacer nada… los saiyajin tenemos un fuerte sentido del honor… a diferencia de ti, híbrido —acabada su frase, la saiyajin se volteó en la cama, dándole la espalda a ambos.

—...Otra vez diciéndome así… ¿Acaso no tienes ni el mínimo sentido de respeto?

—Me iré en cuanto me recupere por completo, no quiero que vuelvas a molestarme.

—Si tienes un fuerte sentido del honor, entonces… estás en deuda con nosotros… te he salvado la vida.

—… —la joven se volteó nuevamente, esta vez su rostro estaba bañado en indignación —… —a falta de palabras, se sentó dificultosamente en la camilla, Bulma la contempló con cierta nostalgia —…Linnah —farfulló de muy mala gana.

El muchacho se mostró confundido, ella se rascó la nuca de forma grosera, para volver a gruñir.

—Mi nombre es Linnah…

—Es un gusto conocerte, Linnah. Mi nombre es Bulma, y él es mi hijo Trunks.

A diferencia de su madre, Trunks parecía sumamente desconfiado de la joven, y una vez estuvo satisfecho con la respuesta que ella le dio, se retiró del lugar.

Linnah le siguió con la mirada mientras se alejaba «Me pregunto qué tendrá en mente para cobrarme el descuido… debí ser más cuidadosa al pelear...»

—No te preocupes por él, ha estado completamente solo en contra de los androides desde que su maestro y único amigo falleció tres años atrás. No deberían arriesgarse a pelear contra esos monstruos…

—No peleamos con ellos, pero tampoco tuvimos el tiempo de huir… ya sé que son extremadamente fuertes… lo sé… —la castaña apretó los dientes con fuerza, aferrándose las sábanas firmemente mientras miraba a la nada, como si estuviese contemplando el rostro de aquellos viles monstruos —… lo sé…


Notas del autor: He decidido tomar las riendas de este fanfic, algunos quizás recuerden que he abordado esta historia antes. Debido a la enorme diferencia entre la yo que comenzó esa historia, y mi persona actual, he tomado la desición de reescribir esta historia, muchas cosas cambiaron con respecto a la identidad de Linnah y me veo obligada a rehacer lo que había conseguido.