Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen.

Quisiera aclarar que he estado puliendo los capítulos por los molestos errores de ortografía con la que la escribí inicialmente. La verdad es que espero que no se me pasen, pero si alguien los nota ¡Por favor avíseme! Gracias.

Cuando no es como debiera ser

Cap. 1

Confesar/ No confesar.

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Verano 2015

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Su visión se concentra en el suelo, comenzando a difuminarse. Ha visto la primer mala señal y no ha podido resistir la vergüenza. Las mejillas comienzan a arderle y siente su cuerpo convertirse en piedra.

Lo miró cruzar los brazos con solemnidad, casi estricto. Aun sentado en el escritorio, frente a ella, no logra ni acercarse a su altura. Los libros en su pecho crujen por la presión en sus brazos. Sus ojos dejan de enfocar bien cuando escucha el suspiro masculino resoplar, casi con fastidio, su visión se nubla y sabe que está a punto de romper en llanto.

-Soy tu profesor, Hinata - Comienza él despacio - No sé qué respuesta esperas. Pero no seré tu capricho.

El corazón de la chica se oprime. Su respiración se acelera y no puede levantar el rostro. Aunque desea hacerlo. Ella sabe que esa será la última vez que pueda mirarlo a la cara. O tan de cerca, quizá, sin que él le responda con desagrado o repulsión.

Estúpida- Se repite mentalmente.

Sabía perfectamente que esta era la única respuesta que habría podido recibir, y aun así se había arriesgado a semejante locura. Si su padre se enterara de esto la desheredaría de inmediato. Si Kiba hubiera sabido, sin duda la habría detenido.

Qué falta le hacía ahora.

-Usted n-no ha ent-tendido...- Se sorprende así misma al volver intentar hablar, pero él no la deja terminar.

-Y no me importa hacerlo ¿De acuerdo?

Si, muy seguramente sería expulsada.

Pero lo único que la mente de Hinata podía analizar era que jamás podría acercarse tanto a él, no sin tratar de evitarlo a como diera lugar. Ahora que al fin había sido valiente, que ha roto más de un par de reglas morales y sociales, sus prioridades tenían que cambiar.

Lo pagaría. Estaba segura de eso. Pero intentaría llevarse un recuerdo que la ayudase a superar lo que viniera.

El resonar de tacones en el corredor la hace decidirse y tomar la valentía. Así que da un paso más; chocando con las rodillas de él, y se estira para acercar su rostro al de su profesor.

Pero no lo encuentra.

Abre los ojos y parpadea al ver el cuello de Naruto bastante cerca. Cayendo en cuenta que él se ha erguido; un sentado, alejándose del beso que ha intentado robarle.

La puerta del aula se abre y Hinata ahora si se arrepiente de absolutamente todo.

-Vaya, vaya… ¿Por esto me haces esperar tanto?

Las piernas de Hinata tiemblan.

Vuelve a tocar el piso con los talones mientras intenta mantener un poco más la compostura. Pero reconoce la voz de Ino, la despampanante profesora de Deportes. Las lágrimas brotan sin su permiso haciéndola bajar nuevamente la mirada para esconder su rostro tras su largo cabello negro.

Aquella profesora

Hinata aprieta aún más los libros sobre su pecho, intentando tranquilizar su corazón. Escucha un nuevo soplido y sabe que no es capaz de soportar más vergüenza, así que sale corriendo de ahí excusándose en voz baja.

El oxígeno se vuelve imposible de aspirar, la garganta le quema y las lágrimas le recorren el rostro enrojecido de pudor. Escucha sus propios pasos a lo largo de los pasillos.

¡Gracias al cielo que no quedaba nadie en la escuela!

Había decidido esperar a que todos sus compañeros abandonaran el salón, y por suerte ella había tardado lo suficiente en aquella estúpida confesión como para que el resto de la escuela también lo hiciera.

Hinata atraviesa el patio a toda velocidad, pero entonces el sonido de su nombre llega hasta sus oídos en la voz que tanto había querido escuchar. Detiene en seco su marcha y al mirar hacia atrás se da cuenta del camino de libros que ha dejado en el patio. ¿Cómo llegaron al suelo? Estaba tan exhalada que no los sintió caer. Pero su pecho da un vuelco de alivio y vuelve sobre sus pasos, pisándolos.

Kiba la miraba preocupado desde el otro lado del patio.

- Hinata ¿Estás bien…?

Pero ella se ha estampado en él, y lo ha abrazado tan fuerte que casi caen los dos.

Los ojos castaños la recorren en busca de cualquier herida, pues la ve llorar como hacía tanto no recuerda, y él tiene la sensación de que está herida. Sus brazos la rodean respondiendo el gesto. Aunque discretamente él tantea tanto como puede, cerciorándose de que ella esté bien

-¿Estás bien? -Repite.

La espalda de la chica se agita tanto y sus suaves sollozos le llegan de pronto como una patada. Estaba claro que no lo estaba, aunque así pareciera. Al menos físicamente. Entonces la toma por los brazos para intentar apartarla de sí; pero de pronto el conjunto de voces que escucha tras de sí lo hacen suponer el porqué de su estado.

-¿Tendré que reportarlo por acoso, profesor Uzumaki?

Las palabras en sí, le parecen bastante precisas.

El tono en el que su profesora de Deportes susurra es, obviamente, un coqueteo hacia su profesor. Ambos mayores se separa para pasar a cada lado de ellos y Kiba nota la mirada que la mujer le lanza a su amiga.

¿Acoso?

La sangre del Inuzuka hierve.

-Cierra la boca, Ino.

Kiba los observa avanzar, sin que el profesor Naruto parezca notarlos ni por un momento.

Su corazón galopa de furia y sus puños se contraen sobre la espalda de su amiga. Entonces quiso alcanzarlo y preguntarle a él sobre el estado de su amiga. Gritarle y amenazarlo si hacía falta.

A sus diecisiete años, el Inuzuka era casi tan alto como su profesor de Literatura. ¡Vaya que agradecía el entrenamiento!.

El Profesor Naruto era sólo unos seis u ocho centímetros más alto aún, y desde que Hinata le había hecho el primer comentario sobre lo bien que su profesor lucía en traje, había sabido que él tendría que intervenir tarde o temprano. Y con la Hyuga deshecha en llanto entre sus brazos se cuestiona la gravedad de la tardanza que tuvo.

Debió detenerla.

Hinata era la chica más dulce que él conocía, aún más que Hanabi. Y; aunque aun no sabía si una cosa provocaba la otra o sólo era una coincidencia triste, también era demasiado frágil. Él mismo se había arrepentido un par de veces de haberle hecho daño y le había prometido no permitir que alguien más la lastimara nuevamente.

Así que ahora sabía que la idea de entrar al equipo había sido de lo mejor. Si había alguien que podía defenderla era él. No dejaría que la diferencia de edades o el que fuese su superior lo detuviesen.

Si tenía que protegerla del profesor de Literatura, entonces lo haría sin pensárselo dos veces.

Intenta dar un paso atrás para separarse de la chica, que poco a poco se ha tranquilizado. Pero no puede. Se da cuenta que ni siquiera puede moverse. El abrazo de la Hyuga prácticamente lo ha inmovilizado.

Una sonrisa se escapa de sus labios sin querer.

-¿Desde cuando eres tan fuerte? - La mira esconder un momento más el rostro en su pecho y suspirar. Como si al fin hubiese terminado de llorar -¿Quieres contarme?- Pero ella sacude suavemente la cabeza y él se detiene a pensar un momento -¿Quieres que te acompañe a casa?- Ella niega nuevamente, hipando quedito mientras se limpia las lágrimas del rostro con ambas manos. Kiba nota entonces que parece esperar a que continúe preguntando; pero él se rasca la nuca, dubitativo. Traga en seco. Mira a ambos lados para cerciorarse de estar solos y apenas recorre el rostro de su amiga con la punta de los dedos. Sonríe y murmura tan bajo como le es posible -¿Quieres… acompañarme a casa?

La Hyuga comienza a recolectar los libros del suelo. Como si hubiese esperado esa pregunta para accionar.

La ayuda pero no sin dejar de buscar su mirada, desesperado por escucharla. Le quita de las manos el resto y casi le arrebata la mochila.

Ella le entrega todo dócilmente y él lo acomoda en el hombro, junto a su morral.

Entonces Hinata suspira y susurra débilmente.

-Si por favor.

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Verano 2003

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Naruto no puede más que sentir un pinchazo de orgullo. Por un breve momento siente que apenas queda a la altura de aquella grandes ojos verdes de ella se abren de par en par, impresionada. Piensa con satisfacción como el elegante smoking que trae puesto; sin duda ha valido cada centavo.

La sonrisa en los labios pintados de rosa frambuesa le hacen sentir el corazón acelerarse dentro del pecho.

La figura de ella se delinea asombrosamente en aquel vestido violeta, que le entallaba el torso hasta las piernas. Después caían unos cuantos centímetros más de tela en una deliciosa cortina.

La presión del rubio sube hasta las nubes.

-¡Lista!- Chilla la chica.

En seguida su respiración se acorta cuando la Haruno pega la espalda al filo de su puerta y se desliza de arriba a abajo, levantando una pierna.

Naruto traga cuando nota las zapatillas que descubre en sus pies.

-¿Qué tal luzco?- Pregunta ella inocentemente mientras se muerde un nudillo.

A él le parece todo menos inocente.

-Luces… Como si fueran a pagarte mucho esta noche, pero no como si fueras a un baile escolar. Te lo aseguro.

La mandíbula de Naruto cae hasta el suelo y se gira para reprender a su amiga. Ella se ríe por lo bajo junto a Sasuke, quien simula contenerse.

Pero la reacción de pelirrosada no es la acostumbrada, para sorpresa de todos.

Los tacones de Sakura resuenan un par de veces cuando da un par de pequeños saltitos y luego se lanza al cuello del Uchiha. Tras trastabillar un momento el muchacho tiene que abrazarla para equilibrarse y no caer ambos.

El rubio trata de ayudar a sostenerlos, pero ella le manotea.

-No interesa lo que pienses, Ino boba- Las manos de la ojiverde se acercan al rostro del Uchiha, pero este la detiene por los brazos. Manteniéndola alejada -Lo que importa es que mi mejor amigo Naruto me ha conseguido una cita... ¡Con Sasuke!

El ojiazul no tiene tiempo de procesar las palabras de la chica cuando un sopapo en la cabeza lo hace irse de frente, equilibrándose con los brazos para no caer.

-Una cita con Sasuke- Repite furiosa la rubia, casi al oído del rubio. -Su mejor amigo Naruto le ha conseguido una cita con Sa-su-ke.

-¿Qué?

El moreno parece recién comprender de lo que hablan, así que empuja a la de pelo rosa suavemente más lejos aún.

-¡Estúpido Idiota!- Explota la Yamanaka.

-Vamos, querido Sasuke- La Haruno enreda los brazos en el de él, más grande y fuerte. -Dejemos que esta pareja de tortolos tenga intimidad. ¡Vayamos al baile!

Los ojos confusos del Uchiha buscan los azules de Naruto en un intentando desesperado por comunicarse y entender. Pero Sasuke es arrastrado de inmediato hacia la otra acera de la calle, rumbo al baile de la escuela. Mientras que Ino comienza a caminar con enojo al otro. Hacia su casa.

Y la comunicación visual de ambos chicos se rompe.

Naruto duda por un instante. Luego se maldice e inicia la carrera para alcanzar a su amiga, quien parece echar lumbre por las orejas.

-Vamos, Ino- El rubio la rebasa y gira para caminar de espaldas frente a ella -Sabes que eres mi mejor amiga. ¡Eso no te puede molestar tanto!

-Eres un estúpido ególatra, Naruto- Suelta la rubia mientras Naruto intenta calmarla, con las manos como barrera para evitar ser herido -¡Tú no eres su mejor amigo! ¡Imbécil! Ni siquiera le gustas- El Uzumaki mira hacia todos lados; nervioso, mientras su amiga patea el suelo con coraje -Yo pacté contigo no intentar nada con él, por nuestra amistad. Intenté incluir a la chica de tus sueños.

Paran en seco y ella le fulmina con la mirada.

Las miradas azules se encuentran y Naruto se da cuenta que se siente incómodo. Así que traga nervioso. Los ojos de ella se ven; de alguna manera extraña, más obscuros de lo normal. Turbios.

-¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Que la obligara a ir conmigo?- Se defiende. La muchacha da un paso a su derecha y la sigue -¿Qué la forzara a escogerme a mí?

Ella da otro paso al lado contrario y él vuelve a cerrarle el camino.

Entonces intenta empujarlo por el pecho, pero el cierra ambas manos sobre las muñecas de ella. Impidiéndole alejarse

-Por favor, Ino. Espera.

-Si me lo preguntas a mí, lo que yo esperaba era que fueras leal... O al menos valiente y se lo confesaras- Ella jadea por el esfuerzo que le toma intentar zafarse de su agarre. -Pero eres igual que todos: Cobarde. Me cambiaste por ella, a quien a penas y conoces ¿Ha valido la pena?

-Ino, escúchame- Pero no lo hace y se retuerce cuando él tira de sus brazos para acercarla aún más- Deja de dramatizar, Ino. Por favor ¡Escúchame!

-Ella jamás se enamorará de ti.

La rubia da un tirón hacia atrás y va a dar contra la acera.

El vestido color turquesa que ella llevaba tan elegantemente arreglado se mancha de inmediato con el polvo y la humedad del suelo rocoso. Su bolso; que cargaba a penas sus laves y móvil, termina lejos de ella.

-Lo siento

Escucha la voz perpleja del Uzumaki.

El flequillo rubio desvanece su rostro en la obscuridad de la noche y Naruto se acerca acelerado para ayudarla. Pero ella se sacude de encima sus manos; dando un par de pasos torpes hacia atrás para poder levantarse sola.

Él queda de piedra, sin saber qué más hacer.

Ino mira el piso y al chico alternadamente. Hasta que divisa su bolso y lo recoge.

-Lo siento. El rubio da un par de pasos nuevamente pero entonces ella estira un brazo entre ambos con un pequeño llavero en el puño. Naruto se detiene en seco al reconocer el spray -Lo siento- Repite sinceramente arrepentido.

-Lo menos que podrías hacer es sentirlo.

Y aunque Naruto no puede mirarla bien; pues Ino ya está lejos de él, puede escuchar su voz quebrada.

Abre la boca para decir algo. Pero su amiga comienza a caminar a acelerar su paso, acomodando sus pertenencias dentro de su bolso. El corazón del chico late con fuerza. Da un paso en dirección de la chica cuando esta le grita otro par de insultos y luego siente en el rostro un pequeño pellizco.

Un sonido diminuto a metal llama su atención y sus ojos bajan al cemento obscuro, con incredulidad.

Un par de luces parpadean frente a él, cegándolo por completo. Pero entonces escucha el suave ronroneo de un motor y sube a la banqueta de un salto. El sonido de un claxon suena y Naruto hace un gesto de desinterés, intentando divisar el camino por el que ha ido su amiga.

Así que respira hondo, tranquilizándose.

Lo primero era encontrar el anillo de su madre. Aquel que la maravillosa amiga que tenía le había arrojado al rostro. Fastidiado, analiza con detenimiento el pavimento, tardando poco en encontrarlo. Por suerte para él, centellando bajo la luz de una lámpara.

Ya recuperado tiene que sentarse al filo de la banqueta, con las manos amasándose el cabello. Meditabundo. Tenía problemas en decidir lo que haría a continuación, pues no quería errar nuevamente, o peor, jugar en su propia contra. Pero no tenía la menor idea de a hacia donde decidirse a ir.

Tal vez aquello que Ino decía era lo mejor. Debía confesarle a Sakura lo que le provocaba. Lo que sentía por ella.

Aunque si alguien le hubiese avisado a Naruto las consecuencias de tomar aquella decisión justo aquella noche, sin duda alguna que haría caso.

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Pues creo que la única aclaración, aunque me parezca un poco obvio, es la separación de tiempo.

Saludos.

Pan de azúcar para todos!