A Hogwarts

Antes que nada, debo de decir que Harry Potter y sus personajes NO son míos, son pertenecientes de la bellísima Diosa J.K Rowling.

Nota: Les pido, por favor, que si cometo un error en la ortografía, nombre de personajes, entre otras cosas… no me maten.

Aclaración: Esta es mi versión de cómo sería la vida de nuestro pequeño Teddy en Hogwarts.

Pd: Se lee "Hedwing II (segunda)" ya que es una mujer.


Capítulo 1: La Llegada. Mis nuevos Amigos.

1 de septiembre de 2009

- ¿Y tus libros? – le preguntó por vigésima vez en el día el hombre, jugando torpemente con sus dedos sobre sus piernas.

- Aquí están, en el mismo lugar que hace una semana – respondió con un cierto tono tedioso. Daba gracias a Merlín que estaba de espalda y su acompañante no pudo ver como rodaba los ojos; a veces su padrino se volvía un poco fastidioso.

- Bien, ¿y tu lechuza? – volvió a preguntar, sin señas de querer parar el interrogatorio.

- ¿Hablas de Hedwig II? – observó por encima de su hombro como su padrino asentía – aquí – apuntó a una bella lechuza blanca, que estaba encerrada en una jaula.

- ¿Y tu varita? – preguntó esta vez el mayor de los hijos de Harry – que no se te puede olvidar tu varita.

- Está guardada, James – respondió ladeando la cabeza, si seguían preguntando iba a terminar enloqueciendo allí mismo.

- ¿Tienes miedo? – curioseó Albus, un niño pequeño de apenas cuatro años de edad.

- No realmente, más bien estoy emocionado – le sonrió con sinceridad, provocando que el menor le devolviera el mismo gesto.

Pasaron unos minutos, cuando por fin llegaron a la estación de King's Cross, donde Harry volvió a hacer las miles de preguntas formuladas durante toda la semana antes de que llegara aquel día tan especial. Su padrino le acomodaba la ropa, repitiéndole una y otra vez como debía actuar en cuanto el tren arrancara, por otro lado, James le aconsejaba bastantes bromas que podía hacer durante su estadía en el castillo mientras que Albus le deseaba la mejor de las suertes.

- ¡Ultimo llamado para abordar el tren! – se escuchó el grito desde adelante, y todos los estudiantes comenzaron a montarse al tren.

- Bien Teddy, estás listo – aseguró Harry, riendo nerviosamente a la vez que veía al niño de pelo azul tomar sus respectivas maletas.

- Estaré bien Harry, no te preocupes – le mandó una sonrisa juguetona, que tuvo como resultado que al mayor se le aguaran los ojos con nostalgia.

- Papá va a llorar – le susurró James a su hermano, quien solo asintió confirmando lo que su hermano decía.

- Ven aquí, Teddy… - le pidió Harry, tomándolo de los hombros y abrazándolo fuertemente – si tienes miedo o alguna duda, no olvides que me puedes enviar una carta y yo con mucho gusto te responderé. Pero cualquier cosa que sea de mucha urgencia, recuerda que esta Neville, estoy seguro que te ayudará – le susurró en el oído, para al final revolver el pelo del chico.

- Esta bien Harry, gracias – se separó del mayor, tratando de arreglarse el cabello con ambas manos.

- Bien. Niños – se giró para poder mirar a sus primogénitos – vayan y se despiden de Teddy, que no lo veremos hasta navidad.

- Adiós Teddy – se despidió James, abrazándolo con mucha fuerza – recuerda lo que te pedí – recordó en un murmullo.

- No te voy a mandar comida de Hogwarts – negó con la cabeza, riendo un poco ante la mueca de tristeza del menor – te extrañaré James.

- Yo igual – reconoció con un pequeño sonrojo, pues no estaba acostumbrado a decir esas cosas que, según él, eran demasiado cursis.

- Cuídate mucho Teddy, recuerda escribirnos cuando llegues – le abrazó Albus – y también decirnos en que casa quedaste.

- ¡Por favor, Albus! ¡es más que lógico que quedará en Gryffindor! – le reclamó su hermano mayor, como si fuera lo más obvio del mundo.

- En fin, ya me voy – con mucho esfuerzo, montó su carrito y a su lechuza en el primer escalón del tren – nos vemos luego. Adiós padrino…

Dicho eso, terminó de meter su equipaje en el tren y se fue a buscar un asiento. Encontró un vagón vacio, por lo que decidió sentarse en él, para poder meditar un poco sobre lo que vendría.

Dejó su equipaje en la parte de arriba como hacían todos, para después sentarse y mirar por la ventana, fijándose en como las lágrimas salían de los ojos del mayor de los Potter; este gesto lo único que hizo fue sacarle una sonrisa al nuevo estudiante de Hogwarts.

- Nueva vida… comienza ahora… - susurró para sus adentros, cuando todo empezó a moverse, dejando atrás a toda la gente que estaba en la estación, que en estos momentos le hacían señas a los jóvenes que se habían montado en el tren.

- ¡Hey! – saludó animadamente un niño desde la puerta del vagón – eeh… todos los otros vagones están que explotan, y como este es el único que no está lleno, me preguntaba si… - miró de forma suplicante al otro asiento, que estaba del lado contrario al peliazul.

- Por supuesto, ponte cómodo – pidió sonriente Teddy, tenía miedo de no poder conocer a nadie antes de llegar al castillo.

- Muchas gracias amigo – cerró la puerta y se fue a sentarse al frente del otro joven – mi nombre es Daniel Mich. Un placer – le extendió la mano, la cual Lupin aceptó rápidamente.

- Yo soy Edward Lupin, pero me puedes decir Ted; todos lo hacen – se presentó, dándole una sonrisa amable, como había hecho con su casi hermano Albus.

- Muy bien, Ted – le devolvió el gesto.

Luego de eso, los dos se quedaron callados. No tenían mucho de qué hablar, solo se mandaban miradas curiosas y sonrisas amistosas; hasta que el joven Daniel decidió romper el silencio, confesando lo que tanto le preocupaba.

- Tengo miedo… - susurró en un tono bajo, pero lo suficientemente alto para que el peliazul escuchara.

- ¿Por qué? ¡si Hogwarts es genial! – dijo abriendo los brazos, dando también a entender que era muy grande.

- Creo que tengo miedo de que se burlen de mi – cerró los ojos para evitar la mirada confusa que le daba Teddy.

- ¿Por qué? ¿Qué tienes? – siguió preguntando sin entender.

- Pues… si no me equivoco, los de mi clase no son muy bien recibidos – al ver que Teddy seguía sin entender, suspiró y dijo – mis padres son muggles – miró a los lados, cerciorándose de que no hubiera nadie en el alrededor.

- ¡Ya entiendo! Tú tienes miedo de que te digan… sangre sucia – murmuró. La verdad a él tampoco le gustaba mucho esa palabra y menos el uso que le daban los "sangre limpia", aunque en ese tiempo eran pocos lo que seguían presumiendo de ese puesto.

- ¿Sabes qué vergüenza voy a sentir si alguien se entera? – se tocó las sien, sobándolas lentamente.

- Yo creo que deberías estar orgulloso de ser hijo de muggles – opinó Lupin, ganándose la mirada incrédula de su acompañante – veras: yo tengo una tía (que realmente no es mi tía, pero me gusta decirle así) que es hija de padre muggles; se metían mucho con ella por serlo y le solían decir sangre sucia – volvió a susurrar en esa parte – Yo una vez le pregunte que por que nunca hizo nada al respecto, pero ella me dijo: "por qué eso sería darles el gusto de verme afectada. Además, yo estaba, estoy y estaré orgullosa de ser hija de mis padres, no importa cuántos apodos me pongan".

- Cierto… - dijo Daniel en voz baja, bajando la cabeza – he sido un tonto, me dejé llevar por eso del estatus de sangre, que incluso los he negado – aunque tuviera la cabeza agachada, Ted pudo notar como una lagrima caía y la voz le temblaba – ojala les pudiese decir lo mucho que lo siento.

- Si quieres, cuando lleguemos te presto a mi lechuza para que les escribas – le extendió la mano nuevamente.

- Gracias – estrecharon las manos, a la vez que sentían una suave corriente eléctrica recorrer desde las punta de sus dedos hasta sus respectivas palmas.

- ¡Daniel, me diste un gran susto! – la voz de una niña hizo que se soltaran y voltearan a mirar a la puerta, encontrándose con una chica de cabello claro (como rubio), ojos marrones y la túnica del colegio.

- Lo siento Valeria – la nueva chica se sentó al lado del chico, y le mandó una mirada curiosa al hijo del hombre lobo.

- Un placer, yo soy Valeria de los Ángeles Mich.

- No eres de aquí – afirmó mirándola detenidamente – tu acento es muy distinto al de los Ingleses.

- ¿En serio? No me había fijado – rodó los ojos – eres muy grosero, y si, no soy de aquí. Viví casi toda mi vida en un país latino, coincidencia es que antes que cumpliera los once años, me vine a vivir con mi primo por problemas de salud de mi mamá, y por cosas del destino también me llegó mi carta.

- Nuestros papás son hermanos – aclaró Daniel, dándole pequeñas palmaditas en la espalda a la chica – Valeria, él es Edward Lupin.

- Un… un placer – se apresuró a decir el aludido, ya había hecho un mal paso y no quería hacer otro.

- Igual – ahora miró a su familiar – tengo hambre – extendió la mano – dame dinero, por favor.

- Bien – le dio veinticinco galeones – ve y cómprate lo que puedas.

La chica muy contenta salió del vagón, no sin antes darles una última mirada al chico nuevo y a su primo. Al minuto, ya no se pudo ver más.

- ¿Los padres de ella también son muggles? – preguntó sin poder resistirse el peliazul.

- No. La mamá de ella es una bruja, y cuando asistió a Hogwarts terminó en la Casa de Ravenclaw… por cierto ¿Cómo es eso de las Casas? – cuestionó, sin dejar de mirar la puerta por donde salió Valeria.

Y así se pasó el tiempo: Teddy contándole como se eligen las Casas y como son cada una de ellas, y Daniel contándole como era su vida con sus padres y tíos muggles, al rato se les unió Valeria, entregándole cinco ranas de chocolates, dos dulces, dos cajas de grangeas de colores y cuatro palos de regaliz a cada uno de ellos.


Ya estaban esperando que la puerta del Gran Comedor se abriera y los seleccionaran a una Casa, la cual pasaría a ser parte de su familia hasta que terminaran de estudiar, o quién sabe, hasta que el destino los separara. La primera impresión que tuvo Teddy al ver el gigantesco castillo fue similar a la que tuvo Harry en su primer año, excepto que el peliazul ya sabía más o menos lo que se iba a encontrar, pero igual no le quitaba lo fantástico que era.

En unos cuantos segundos, apareció Neville y les permitió pasar, dándole unas leves palmadas en el brazo a Teddy.

Caminaron entre todos los estudiantes, que los miraban entre emocionados y cansados (debe ser que hacer eso todos los años era muy pesado). Se quedaron quietos cuando el profesor de Herbología se los pidió, percatándose que estaban al frente del tan conocido Sombrero Seleccionador.

Todo estaba en silencio, hasta que una voz grave y profunda lo cortó con un cantico un tanto desafinado.

Soy yo, soy yo

El sombrero del que todos hablan

Mi sabiduría es infinita y

Depende de mí en que Casa quedaras

Puede ser Gryffindor, vencedores y luchadores

Slytherin, astutos y decididos

Hufflepuff, trabajadores y pacientes

O Ravenclaw, inteligentes y creativos

Yo lo veré todo, absolutamente todo

Nada se me puede pasar, veré tus cualidades

Y tus debilidades

Porqué soy yo, soy yo

El sombrero del que todos hablan

Soy El Sombrero Seleccionador

Cuando el sombrero terminó de cantar, todos las Casas estallaron en aplausos felices y divertidos, uno que otro desconcertado (excepto los Slytherin, ellos aplaudían por compromiso, y si es que aplaudían…). Neville se posicionó al lado del sombrero, sacó un pergamino y dijo:

- Cuando los llame, vendrán y se les colocara el sombrero – informó, para luego comenzar a leer nombres – Dunne, Mandie.

La pequeña corrió hasta el banquito, y le colocaron el sombrero en la cabeza, luego de unos minutos este grito: ¡Gryffindor!.

- Parks, Adam.

- ¡Ravenclaw!.

- Mich, Daniel.

- Mucha suerte amigo – le deseó por lo bajo Teddy, viendo como el chico caminaba inseguro hasta el banquito, para que luego le taparan la cara con el sombrero.

Pasaron unos dos minutos, cuando la gran boca de la prenda se abrió y gritó: ¡Gryffindor!

Pasaron aproximadamente quince minutos, y ahora solo faltaban tres chicos y dos chicas, y entre los chicos estaba él. Hasta que escuchó algo que lo dejó helado.

- Lupin, Edward.

El profesorado y la directora McGonagall se reacomodaron en sus asientos con ese nombre, esperando ansiosamente la selección del hijo del hombre que en su momento fue un estudiante muy querido y actualmente recordado como un héroe.

Sin poderlo evitar, su color de cabello paso de ser azul eléctrico a violeta claro, señalando que estaba nervioso. Algunos se sorprendieron al ver el cambio que hizo el niño, y otros (Neville, Minerva, Hagrid…) solo sonriendo, recordando a los padres del chico.

Lupin caminó con pasos torpes hasta el banco, para luego dejarse caer como saco de papas. Miró con suplica a Neville, como pidiendo un consejo de ayuda para calmase.

- Buena suerte – dijo en un susurró Neville, para después colocarle el sombrero, logrando tapar por completo su vista.

- ¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí?. Un joven independiente y amable, un poco nervioso y te enfadas muy rápido, ¿Dónde te pondré?, te podría poner en Gryffindor como tu padre, un valiente y fuerte león, aunque también en Ravenclaw, por lo creativo… pero sin duda alguna, tienes muchas cualidades de una casa en especial… ¡Ya sé donde te pondré, tu Casa va a ser…!

¡Hufflepuff!

La mesa de los Tejones saltó aplaudiendo, muy pero muy felices. Le quitaron la prenda de la cabeza, y lo primero con que se topó fue con la sincera sonrisa de felicidad de su tío Neville.

- Muy bien hecho, muchacho, muy bien hecho – le felicitó despeinándole el cabello azulado, que había cambiado mientras estaba en su selección.

El peso que tenia encima, se había ido, dejando en su lugar una sensación muy cálida. Se encaminó hasta la mesa de su nueva Casa, sentándose entre el Prefecto y un chico de segundo, que lo saludaron con mucho afecto.

Terminaron de mirar la ceremonia, sorprendiéndose cuando Valeria la pusieron en su misma casa. Al final, la directora dijo unas palabras para todos, recordando que no entraran en el Bosque Prohibido y que no fueran al tercer piso (no había alguna razón para esa orden, tal vez solo era un tributo al antiguo Director Dumbledore).

Cuando terminó de hablar, un montón de comida apareció al frente suyo, dejándolo con la boca abierta. Saliendo del trance, rápidamente tomó todo lo que su brazo le permitiera tomar, poniéndoselo en su plato. Mientras devoraba la comida, no pudo evitar mirar a Daniel, que estaba sentado cómodamente en la mesa de los leones, riendo y comiendo con sus nuevos compañeros de Casa.

- Lo volveremos a ver, no te preocupes – le aseguró Valeria, notando la razón de su ausencia.

- Eso espero – suspiró, esperaba a ver quedado con su primer amigo – en fin. Me alegra que hayamos quedado juntos – trató de cambiar de tema, antes que un silencio incomodo se apoderara del lugar.

- Si, también me alegra – mordió un pedazo de tarta – al menos no estoy tan sola.

- Yo que ustedes voy haciendo más amigos – sugirió un chico de cabello negro y ojos marrones, era bajito y un poco rellenito – porqué al momento de ir a los dormitorios, tendrán que separarse.

- ¿Y tú eres…? – cuestionó molesta Valeria, no le gustaba que la interrumpieran o se metieran en una conversación sin permiso.

- Matthew Miller – observó los ojos de Valeria, y luego los de Teddy – pueden llamarme Matt.

- ¿Y cómo es que sabes tanto sobre ese tema? – interrogó Teddy, no porque desconfiara de lo que les había dicho, puesto que él ya sabía que era verdad, sino por el simple hecho de que Ted era muy curioso.

- Mi padre me lo contó – le dio un mordisco al pan – mi padre es mago mientras que mi madre es muggle, para ella al igual que a mí, fue una completa sorpresa cuando llegó mi carta – comentó, sonriendo un poco.

- ¿A qué Casa perteneció tu papá? – habló otro chica. Era un poco alta, era un tanto morena, y tenía unos lindos ojos negros que combinaban con su azabache pelo – perdón por la interrupción, soy Olivia Jones.

- Matthew Miller, pero llámenme Matt – se presentó – y mi padre perteneció a Gryffindor.

- Súper… - susurró Ted, pero al percatarse que había captado toda la atención, decidió hablar rápido – quiero decir… soy Edward Lupin, pero llámenme Ted – pidió con una tímida sonrisa.

- Valeria de los Ángeles Mich – dijo de mala gana la chica, ya estaba harta de toda esa gente tan entrometida.

- Y dime Valeria ¿tus padres son mangos o muggles? – dijo Olivia.

- Bueno. Mi mamá es una bruja extraordinaria y asistió a Ravenclaw – miró al techo, observando con detenimiento las pequeñas llamas de las velas flotantes – mi papá es muggle, y graaan sorpresa que se llevó cuando mi mamá le confesó que ella era una bruja. Fue después de casarse.

- A mis padres les pasó algo parecido – confesó Olivia – mis abuelos paternos creían que mi mamá no hacia magia; fue hasta después de la boda de mis padres que ellos se enteraron que si, por lo que querían hacer que mi papá se divorciara de mi mamá – los tres chicos estaban en shock – si, a mis abuelos nunca les agrado la idea de que su hijo estuviera cerca de la magia.

- Menos les tuvo que gustar que se casara con una bruja y tuvieran a una hija que también hiciera magia – razonó Valeria.

- Exacto – respondió con simpleza Jones, tomando un trago de su jugo de calabaza.

- ¿Y tú, Ted? ¿tus padres son muggles o magos? – quiso saber Miller.

- ¿Los míos? ¡son magos! – dijo con un poco de orgullo – eran unos grande magos. Y, hasta donde tengo entendido, mi papá perteneció a Gryffindor y mi mamá a… Hufflepuff – contestó con una sonrisa forzada, en verdad le dolía que sus padres no estuvieran para contárselo personalmente.

- Ted, perdón que me meta pero… - comenzó Valeria, un poco nerviosa – tus papás… están… - no sabía cómo terminar la frase.

- ¿…muertos? – terminó con una mueca rara. Valeria asintió apenada – si, murieron en la batalla de Hogwarts hace once años.

- ¡Ya los recuerdo! – gritó de repente Olivia, sacando un libro de su túnica, el libro se llamaba "La última Batalla de Hogwarts (Actualizada)" – ya me preguntaba yo del porque me sonaban esos nombres, ¡mira, mira!.

Le pasó el libro, y lo abrió en una página que estaba marcada, en él decía: 'Unas de las victimas más recordadas de esta gran Batalla, es la de: Fred Weasley (hijo de Arthur y Molly Weasley), Colin Creevey, Severus Snape (mortífago, murió por una mordida de serpiente), Nymphadora Tonks y Remus Lupin (que a su vez, dejaron a un pequeño niño). La Batalla se dio cuando…'.

- No lo puedo creer… - murmuró, sin percatarse que nuevamente era el centro de atención.

- ¿Qué no tienes el libro o que no pusieron tu nombre? – cuestionó un tanto divertido Matt, tratando de romper la tensión.

- ¡No! ¡no puedo creer que mi padrino nunca me dijo que existía este libro! – dijo indignado, devolviendo el libro a su dueña.

- Bueno, igual no tiene mucha importancia – consideró Olivia, intentando calmar la furia de su nuevo compañero.

- Yo también leí ese libro – comentó Valeria, viendo como la otra chica lo guardaba nuevamente en su túnica – pero la versión antigua. Ni siquiera sabían escribir bien los nombres.

- Por cierto, Ted, ahora que me acuerdo, si no mal leí, decía que Nymphadora Tonks era metamorfomaga, y por lo visto tú también ¿verdad? – interrogó con curiosidad Matt, observando con ansias al chico.

- Bueno, sí. Fíjate – su cabello poco a poco empezó a volverse más opaco, hasta llegar a ser castaño oscuro - ¿te gusta?.

- ¡Me encanta! – chilló feliz Olivia y Matt, tocando incesantemente el pelo de Lupin, como si estuviera hecho de otro material.

- A mí me gusta más cuando está en azul eléctrico – reprochó Valeria, desviando la mirada – y estoy segura que a Daniel también.

- Okey, okey, calma… - pidió Teddy, para luego volver a cambiar el color de su cabello, pero no al que él pensaba que era.

- ¡Dije azul eléctrico, no rosado! – exclamó con diversión su amiga, riendo con ganas – pareces una flor, Ted.

- Demonios – susurró por lo bajo, intentando cambiar hacerlo cambiar otra vez – todavía me falta mucho por aprender, casi no lo manejo.

Continuaron hablando hasta que llegó la hora de ir a sus dormitorios. El Prefecto los escoltó hasta un lugar cerca de las cocinas. Se toparon con una pila de barriles.

- Aquí viene la parte divertida de pertenecer a la Casa de Hufflepuff – dijo el Prefecto, que era un chico alto - ¿ven todos estos barriles? Bueno, a diferencias de las otras Casas, nosotros lo que hacemos es un contraseña musical. Les explico: cuando estén aquí, lo primero que tienen que hacer es golpear el barril correcto, o si no, les rosearan vinagre. Tienen que hacerlo al estilo Helga Hufflepuff.

Acto seguido, golpeó melódicamente unos barriles, logrando que la puerta circular se abriera y dejara ver un poco de una pequeña pero bella Sala Común.

- Adelante, bienvenidos a su nueva Casa.

Ted entró casi corriendo, emocionado por ver la Sala Común. Era diferente a la que sus tíos le habían descrito, se podría decir que esta era más acogedora. Tenía cuatro muebles alrededor del fuego y estaba decorado con banderines con los dos colores de la casa: Amarillo y negro, y un pizarrón que tenia escrito "Bienvenidos, siéntanse como en su Casa".

- ¡Esta genial! – confesó Valeria, posicionándose al lado de Ted.

- Esto supera todas mis expectativas – comentó Matt, sentándose en uno de los sillones - ¡y los muebles no se quedan atrás!.

- Matt tiene razón – apoyó Olivia, sentándose en el sillón de al lado – están muy cómodos.

- ¡Muy bien, escuchen todos! – dijo un poco alto el Prefecto para que lo escucharan – los dormitorios de los niños están para allá y los de las niñas están para allá. Si necesitan ayuda, pídanla sin pena, ya que desde ahora en adelante, seremos una familia.


- ¡Y es súper grande! – contaba un entusiasmado Daniel, sin poder evitar extender los brazos cuando hablaba.

- Ya lo has dicho como cinco veces, Dan – dijo Valerio riendo, siendo acompañado por Teddy.

- Si, tienes razón – desde que Teddy se había comenzado a juntar con Daniel y con Valeria, su cabello no dejaba de cambiar de color, y ese momento no era la excepción: su cabello de estar en amarillo (sorprendido) paso a estar rosado (divertido).

- Oye Teddy, más te vale controlarte, que pareces un arcoíris – comparó Daniel, riendo de su propio chiste.

- Ja ja ja, que gracioso – ironizó, haciendo que su cabello cambiara a marrón (serio).

- ¿Tu cabello solo cambia cuando tienes diferentes emociones, o también cambia a tu placer? – preguntó confundida la chica – es que ayer te vi cambiar tu pelo a marrón, pero tú me dices que eso significa que estas serio, entonces no entiendo…

- Mira, a veces lo cambio a mi placer, pero hay otras, que el color de mi cabello significa mis emociones – explicó con una sonrisa Ted, le aliviaba la idea de que no le despreciaran, sobre todo ellos, que le agradaban mucho.

- Mejor nos apuramos, Ted, que tenemos clase de herbología – recordó la chica, parándose del piso y sacudiéndose el polvo que se había quedado impregnado en su túnica.

- ¡Yo también tengo herbología! – rió Daniel, imitando la acción de su prima.

- ¡Pues claro, zopenco! El profesor Longbottom pidió un tiempo para presentarse y presentar la clase – volvió a recordar mientras avanzaban hacia el invernadero.

- ¿Eso quiere decir que tendremos que compartir horas con el resto de las Casas? – intuyó Teddy, un tanto preocupado por hacer el ridículo y ser el hazme reír de todas las Casas (su cabello se volvió violeta claro).

- Todavía no puedo creer que seas metamorfomago – le dijo Daniel a Teddy, tocando su cabello violeta.

- Agradécele a mi madre – Teddy se había encogido de hombros - ¡y suelta mi cabello!.

- Pareces un rebelde con el cabello de todos colores – dijo con firmeza y repugnancia Valeria, sacando su lado maternal a flote.

En unos cuantos minutos, ya estaban todos los de primer años de todas las Casas en la puerta cerrada del invernadero asignado. Los Slytherin miraban a todos y se burlaban, los Ravenclaw no dejaban de mirar sus libros y memorizarse todo, mientras que los Gryffindor hablaban entre ellos, a la vez que losHufflepuff saltaban de la emoción, preguntándose qué clase de cosas verían en esa materia.

Cuando una voz de adulto habló atrás de ellos.

- ¡Muy buenos días a todos! – saludó, observando la cara de los alumnos allí presentes.

- ¡Buenos días! – respondieron todo a la misma vez.

- Como algunos ya sabrán, mi nombre es Neville Longbottom. Yo también estudié en Hogwarts al igual que ustedes, pertenecí a la Casa de Gryffindor – los leones aplaudieron – y como algunos de ustedes, también tuve miedo de fallar o meter la pata, pero no se preocupen, les trataré de explicar de una manera sencilla, para que así todos puedan recordar y entender lo enseñado en clase ¿de acuerdo? ¿alguna pregunta?.

Un Slytherin levantó la mano.

- Dígame, señor… - dejó un espacio para que el chico le dijera el apellido.

- Lennon, Jake Lennon.

- Dígame señor Lennon, ¿Cuál es su duda? – preguntó amablemente, aunque sabía que si un Slytherin levantaba la mano, no era más que para burlarse o manifestar su desagrado con la clase o con el profesor.

- ¿Por qué es profesor? – y una vez más, los Slytherin mataban la esperanza que Neville tenía en que ellos de que cambiaran - ¿Qué? ¿no puedo conseguir mejor trabajo y tuvo que recurrir al colegio?.

- Pues me hice profesor, porqué me encanta la Herbología y porqué podía ejercerla si quería. Y ahora, si nadie no tiene más preguntas SOBRE el tema, sigamos entonces – le guiñó el ojo al Teddy, sacándole unas pequeñas risas.


- ¡Me encantó herbología! – dijo Matt cuando llegaron a la Sala Común.

- Si, la clase estuvo divertida – comentó Olivia, sin dejar de leer el libro 'Mil hierbas mágicas y hongo'.

- ¿Por qué sigues leyendo eso? – preguntó divertida Valeria.

- ¿Qué acaso no puedo inculcarme un poco de conocimiento sobre las platas? – cuestionó, haciéndose la ofendida.

- No, para nada, no hay ningún problema.

- Esperen aquí, voy al baño rápidamente – anunció Teddy, levantándose del sillón.

- Bien, pero apresúrate que la clase empieza en poco minutos – recordó (como siempre) Valeria.

- No se preocupen. Y por si no llegó rápido, pueden irse sin mí.

Dicho esto, salió corriendo directo para el quinto piso, que era donde se encontraba el baño de los niños.

Corrió, corrió y corrió tan rápido como se lo permitían sus piernas, puesto que ya se le estaban empezando a cansar y las ganas de hacer del baño no ayudaban mucho. Aun faltaban escaleras para llegar al quinto piso, sin embargo Ted sentía que no aguantaría mucho más. Levantó la cabeza en un intento de ubicarse, cuando lo logró, supo que apenas estaba en el primer piso. Pero para su fortuna o desgracia, estaba situado al frente de un baño.

- ¡Gracias Melín, se nota que me amas! – agradeció haciendo una mueca y bailes raros, para después correr hasta la puerta del baño.

Entró, y se relajó al percatarse que estaba solo. Se adentró en uno de los cubículos lo más rápido posible, se bajó el pantalón e hizo sus necesidades, dando un pequeño gemido de desahogo.

Se terminó de arreglar y salió a lavarse las manos, cuando se dio verdaderamente cuanta donde estaba.

- Qué raro – una voz chillona a sus espaldas le hizo dar un brinco, encontrándose cara a cara con un fantasma de una niña – hace mucho que ya nadie venia visitarme… porque tu viniste a visitarme ¿cierto?.

- Yo… yo… solo… aaahh… - no sabía qué hacer o que decir, estaba congelado. Su pelo cambió a un tono muy pero que muy claro, que incluso parecía blanco.

- ¿No viniste a visitarme? – Teddy cerró la boca, y negó con la cabeza - ¡Entonces viniste a tirarme cosas! ¡¿VERDAD?! – gritó con su chillona voz, se metió en un cubículo y cerró la puerta con un portazo.

Y fue allí, cuando recordó una conversación con sus tíos…:

"- Y ten mucho cuidado con Myrtle la Llorona – le aconsejó Ron – ella siempre está a la defensiva.

- No exageres Ron – le ordenó Hermione, un tanto divertida por la conversación – ella tiene sus razones de ser.

- Está muerta – dijo sarcástico el pelirrojo, mirándola como si hubiera perdido la razón – uno cuando se muere, está tranquilo.

- ¿Y tu como sabes eso? – preguntó ahora su padrino, sentándose al lado de su mejor amigo - ¿acaso ya te has muerto?.

- ¡Casi! – exclamó ofendido - ¿no recuerdas? ¡teníamos once años!.

- Eso lo hiciste porque TÚ quisiste – Hermione le golpeó en la cabeza a Ronald – y ya cállate, asustas a Teddy, ¿qué no ves?".

Muy bien, hora de escapar.

Sacudió el agua de sus manos y prendió carrera hasta su clase de DCAO.

Se preguntó si esa actitud era digna de un muerto, claro, no es que hubiera conocido alguno hasta ahora, pero seguía siendo raro para un niño de primer año apenas ingresado.

Luego de un rato ya corriendo en círculos, decidió parar para después percatarse de que estaba perdido. Miró a ambos lados, estaba en uno de los muchos pasillos que poseía el Colegio.

- ¿Hola? – su voz hizo eco.

- ¿Ted, que haces aquí? – contestaron a sus espaldas. El niño giró, recibiendo con una sonrisa a su salvación – deberías estar en clases.

- Hagrid – mencionó emocionado, aproximándose hasta el hombre – que gusto me da verte. Estoy perdido – confesó con un cierto rubor en las mejillas.

- Como todos los de primero en el primer día de clases – completó riendo, haciéndole señas para que lo siguiera – ven, te mostraré el camino.

El semi-gigante y el niño se encaminaron por los corredores, pasando puertas tras puertas y cruzando pasillos tras pasillos. Por un momento dudó de que su amigo supiera cual era el aula que necesitaba.

- Así que dime, pequeño, ¿Cuál es tu siguiente clase?.

- Defensa Contras las Artes Oscuras – comentó impresionado, observando con detenimiento los cuadros que se movían y conversaban entre ellos amistosamente.

- Ah, eso es en el tercer piso.

- ¿No es que no podíamos estar en el tercer piso? – Hagrid lo miró divertido – lo dijo la Directora.

- Si, sé que lo dijo, yo estaba allí. ¿Sabes? Uno de los requisitos para ser Director de este Colegio es tener sentido del humor – dijo riendo.

Si hubiera sido posible, a Ted se le habría posado al lado de la cabeza un gran signo de interrogación. No comprendió el porqué de lo que dijo su acompañante, pero tampoco le preguntó al respecto.

En cuestión de minutos, llegaron al piso necesitado. Sin embargo, Hagrid ya estaba listo para volver al primer piso, no sin antes darle algunas indicaciones.

- El salón que necesitas es el aula 3C. Es aquella. ¿Tienes tus libros y tu varita? De acuerdo, no te separes del resto; no querrás volverte a perder ¿o sí?.

- No – contestó sonriente – gracias por todo y disculpa las molestias.

- Ni lo menciones, Ted. Nos vemos luego.

Antes de que ambos se fueran por sus respectivos caminos, el mayor recordó algo.

- Ted, espera – el menor le miró – cuanto termines todas las clases, ven a visitarme. Es un poco más allá de los jardines, al borde del bosque; no te perderás, créeme.

- Muy bien, de acuerdo. ¿Puedo llevar a Valeria?.

- ¿Mich? – Teddy asintió – por supuesto, a ella y a su primo.

- Nos vemos entonces.


Se alejaron uno del otro. Cuando llegó al frente del aula y tocó la puerta, le respondieron desde adentro 'Está abierto, puede pasar'. Al final había podido ingresar a la que sería su futura asignatura favorita, aparte de vuelo, aunque no fuera muy buena en esa última.

- Buenas tardes, Señor Lupin – saludó irónico el maestro Ernie.

- Buenas tardes, profesor MacMillan.

- Con que llegando tarde a clases ¿no?. Alégrese que hoy solo presentáramos la clase, porque si no, su Casa ya estaría bajando puntos, jmp. Por favor, tome asiento.

- Gracias.

Se plantó al lado de Valeria, que le había guardado un puesto luego de llegar. El maestro volvió a hablar sobre la importancia de la materia y sobre sus beneficios. La niña le miró con rabia por el rabillo del ojo.

- ¿Dónde estabas? – gruñó en un susurro.

- En el baño, me perdí sin querer.

- Vaya suerte tienes tú ¿no? – suspiró y se enderezó con indignación - ¿no te dije que era en el tercer piso?.

- ¡No!.

- Señorita Mich y compañía, ¿sucede algo? – intervino el profesor, haciendo que todos los demás estudiantes voltearan a verlos.

- No profesor MacMillan, no se preocupe – habló la susodicha, bajando la mirada apenada y con las mejillas enrojecidas.

- Una advertencia más y se retiran de mi clase ¿entendido, Señor Lupin?.

- E… entendido – contestó por lo bajo.

Ya hablarían cuando salieran del salón.


Buenas, buenas Queridos lectores.

Se supone que esto iba a ser una tipo introducción, pero no: terminó siendo más largo de lo que esperaba :v. Solo espero poder inspirarme igual para hacer el segundo capítulo.

En fin, espero que les esté gustando la historia, la trama y los personajes. Y no se preocupen, no contaré todos sus años capítulo a capítulo como algo tedioso, tal vez solo hago un resumen del año escolar o algo así.

Manifiesten su agrado con la historia con un Review. Todos los comentarios constructivos son aceptados, ya sean negativos o positivos.

Nos observamos luego, lectores felices ;).

¡Un beso!