El uno para el otro

Summary: -Drabble- Inuyasha nació para Kagome y Kagome nació para Inuyasha, no hay más explicaciones.

Ella había aparecido, llegó del futuro, de un mundo totalmente distinto, por medio de un pozo misterioso. Él la odiaba por lo que representaba: la sacerdotisa muerta cincuenta años atrás. Ambos tenían que enfrentar el reto: recuperar los fragmentos, se necesitaban el uno a otro obligatoriamente. Inuyasha era la fuerza, la destreza, la defensa; Kagome era los ojos, la amistad y la alegría. Él hanyou insensible aprendió a convivir con otros, la débil niña aprendió a ser fuerte.

Inuyasha tenía el recuerdo de un amor pasado frustrado, la mujer que se había sacrificado por él vagaba por este mundo y él le debía gratitud, pero, ¿aún la amaba?.

Kagome había llegado con su sonrisa para encargarse de que el hanyou se sintiera todo el tiempo como en casa, siempre que estuviera al lado de ella. Le había enseñado a ser compasivo y comprensivo, es por ella que tenía amigos, le había enseñado a apoyarse en los demás, a confiar y que no estaba solo, que esos amigos lo apreciaban y que estarían con él en las buenas y en las malas y que él podía hacer lo mismo por ellos. Le había enseñado a ser generoso, a ayudar, a derramar lágrimas por otras personas y también a sonreír. Todo eso le había enseñado ella, ella y solo ella. Cuando Kikyou partió definitivamente al otro mundo el sufrió, la culpabilidad y el cariño que le tenía le hicieron derramar lágrimas, tal y como Kagome le había enseñado. Y también fue por Kagome que pudo superarlo; por ella quien sufría por él; por ella que siempre permaneció a su lado en todo momento sin chistar, sanando poco a poco su corazón maltrecho, soportando su carácter insufrible.

Ella también le había enseñado a ser sincero, sincero con los demás y consigo mismo. Ahora debía, gracias a todo lo nuevo que había aprendido, reconocer que no solo necesitaba protegerla, no solo era ella lo más importante para él y que no solo le gustaba su sonrisa, si no que se había enamorado. El orgulloso, caprichoso, despistado, insensible, intolerante; él, el chico mitad humano mitad demonio-perro, el hibrido: estaba enamorado.

Para Kagome no fue tan difícil, ella supo casi desde el principio que amaba a ese testarudo hanyou, que quería estar a su lado sin importar nada, que significaba todo y que no quería apartarse. Pero entonces eso la había hecho sufrir más. Los desplantes, los insultos, las encuentro a hurtadillas con Kikyou, ella se destrozaba cada vez que él lo hacia y sin embargo por alguna extraña razón podía hacer todo eso de lado, podía ignorarlo y sonreír para él. Porque se sentía bien a su lado, porque sabía que con él no tenía nada que temer, que todo estaría bien.

Entonces, él estaba bien, ella estaba bien. Compartían la misma sensación de alegría, bienestar y calidez cuando compartían momentos juntos, cuando combatían juntos, cuando discutían, cuando viajaban, cuando estaban con sus amigos. Él era feliz a su lado al igual que ella al suyo. Kagome había nacido para Inuyasha e Inuyasha había nacido para Kagome, desde el primer momento, el destino lo quiso así, ellos lo quisieron así, y ahora, no iban a separarse jamás, porque se amaban, porque estaban hechos el uno para el otro.

Fin.

¿A caso no es cierto? Rumiko Takahashi lo confirmó en el antepenúltimo capitulo del manga (556), y lo que hace Takahashi con sus personajes es definitivo, pésele a quien le pese. Inuyasha lo dijo, tal cual cuando el youkai le dijo que ella había nacido para fusionarse con la perla y desaparecer: "¡Te equivocas! Kagome no nació para eso… Kagome nació para que pudiera conocerme, y yo también para Kagome". ¿Entonces? no puede ser de otra forma. ¡Vamos Kagome, no te pierdas en la oscuridad! Inuyasha irá a por ti.

Les recomiendo el manga, es mil veces mejor que él anime, siempre.

Nos vemos, y espero que les haya gustado.