Aclaraciones:
YuriO: será "Yuri"
El cerdito amado será: "Yuuri"
Pá evitar confusiones :-D
+Es un AU
+Muerte de personajes.
+OoC
+Mpreg
+Incesto
Ahora sí, disfruten la lectura.
...
Predestinado a amarte.
Elefthería i thánatos
— ¿Debes irte? — Yuuri sujeto fuertemente las manos de su esposo, besando el hermoso anillo que simbolizaba su fuerte unión, en cuerpo, alma y corazón.
—Debo ir, nuestros aliados están en peligro y esperan ayuda. — Yuuri se vio reflejado en los profundos ojos azules de su amado, se vio confortado por una bella sonrisa y un tierno beso en los labios, tan puro como el amor que sentía hacia él.
—Rezare por ti. — Expreso. — Para que regreses pronto a casa, sano y salvo. — Sus ojos comenzaban a cristalizarse por las lágrimas que intentaba contener.
Siendo consciente de lo que significaba ir al frente en la batalla: muerte, un mar de sangre, odio e irremediablemente significaba que las manos de su esposo, esas que sostiene con devoción, serán las que arrebataran la vida de otra persona.
Culpables o inocentes.
Amigos o aliados.
En la guerra nadie tiene la razón, a pesar de que cada quien cree tenerla.
Es solo el derramamiento incesante de sangre y lágrimas, es el nacimiento de más odio, de más tristeza.
Aun así, Yuuri solo puede pensar en su esposo, solo puede desear que se mantenga a salvo.
—Viktor... — Las palabras que intenta decir, pesan demasiado para poder expresarlas correctamente.
—Yuuri. — Viktor hizo lo mismo que Yuuri, sujeto fuertemente sus manos y beso el hermoso anillo que le decía a todo el mundo que era suyo, que le decía a Yuuri lo importante que era para él. — No llores. — Pidió, o no tendría fuerzas para dar la vuelta e ir al campo de batalla.
Era necesario. Si el enemigo acababa con sus aliados, lo más probable es que su reino caería y la muerte seria su destino. Si solo fuera eso, si tan solo el único afectado fuera él, como Rey.
No podría soportar ver a Yuuri herido, no podría soportar ver a su gente sufriendo.
Viktor cerró sus ojos. Ellos no eran diferentes de sus enemigos; pero Viktor debía anteponer las necesidades de su pueblo y si para ello, sus enemigos debían perecer, no se tocaría el corazón.
La guerra era cruel, no había bandos buenos ni malos, no había razón, no había culpables o inocentes.
Solo los ganadores podían vivir.
—Regresare, Yuuri. No moriré. — Viktor observa la belleza en las lágrimas de Yuuri. Se pierde en sus ojos cafés, deseando que sean lo primero que vea al regresar a casa. Sus manos anhelaran a Yuuri, su piel cálida y suave. Sus labios no olvidaran ni por un segundo el sabor de su piel, de los besos de Yuuri, llenos de amor, ternura e inocencia, lleva impregnado en su cuerpo la pasión y el deseo de Yuuri, su hermosa silueta bajo la suya, sus suspiros y gemidos.
No podía morir.
Aunque destrozaran su cuerpo, atravesaran su corazón con una flecha o cortaran su cabeza. Incluso si tenía que hacer un pacto con el mismísimo diablo, Viktor no moriría. Él debía volver con Yuuri:
Su amado esposo.
...
Tres meses después.
— ¿Se siente bien? — Lilia sostuvo a Yuuri antes de que el pelinegro cayera.
—Sí, fue solo un mareo. — Se excusó. — Hace semanas que tengo mareos y nauseas. Creo que debería ir a ver al médico.
Lilia escuchaba atenta cada palabra que Yuuri le decía, teniendo la ligera sospecha de que los malestares del pelinegro no eran molestias de alguna enfermedad. Sin embargo, antes de poder decirle, debía esperar un poco para confirmarlo.
—Su majestad pronto estará en casa. — Dice Lilia, intentando animar al pelinegro. La servidumbre pronto se acercó a Yuuri para ofrecerle más ayuda, Yuuri amablemente les hizo saber que no era necesario.
Una bella sonrisa que puede iluminar tu día. Yuuri era amado por todos, se había ganado ese amor, con su amabilidad, su bondad y su ingenuidad. Todos en ese Reino estaban dispuestos a dar su vida por Yuuri, Lilia sonrió levemente, no quería imaginarse el gran alboroto que se armaría si es que sus sospechas se llegaran a confirmar.
Posiblemente la noticia correría tan rápido, que no tardaría en llegar a oídos de Viktor.
—Lilia. — Yuuri instintivamente bajo la mirada al piso, dos de las sirvientas se colocaron al frente de él, dispuestas a todo con tal de que aquel niño cruel no hiriera de nuevo a Yuuri, incluso si tenían que ir en contra de la realeza.
Así sus cabezas rodaran, Yuri Nikiforov no volvería a lastimarlo.
—Que insolentes. — Declaro el pelirrubio, Lilia hizo una pequeña reverencia, cambiando su mirada suave y amable, por una fría e imperturbable.—Es increíble que protejas al esposo de quien asesino a tu hermana, a mi madre.
—Ese es un asunto que no me concierne. El cuidado de Yuuri, el esposo del Rey, quedo en mis manos. — Lilia cerró sus puños con fuerza, los fieros ojos de Yuri, su desprecio, ira y sed de venganza. — Además, como tú mismo lo dijiste. Fue Viktor quien la mato, no Yuuri.
Lilia quien conocía la verdad.
Yuri quien la desconocía.
Lilia quien por decreto de su Rey debía mantener el secreto.
Yuri que odiaba a Viktor, Yuri quien alguna vez llego a amar a aquel que compartía su mismo nombre.
Yuri quien aún recuerda los días en el jardín sonriendo junto al pelinegro y al mismo tiempo, recuerda a Viktor cortando la cabeza de su madre, importándole poco que él estuviese presente, rogándole por la vida de aquella mujer.
Yuri juró sobre la tumba de su madre que haría pagar a Viktor, juró vengarse.
— ¿Acaso no recuerdan como lo trataron cuando llego al castillo? — Yuri sonríe levemente, las palabras pueden lastimar aún más que los golpes. — ¿No lo recuerdas cerdito? ¡Incluso Viktor llego a despreciarte!
Lilia sostuvo la muñeca de Yuri, impidiendo que el pelirrubio diera un paso más al frente.
—Basta Yuri, no te lo digo como consejera del Rey. Te lo digo como tu tía.
Yuri observo a Lilia por varios segundos en completo silencio, una fiera batalla entre sus miradas, finalmente quien desvió su mirada fue Yuri mientras chasqueaba su lengua con molestia, Lilia soltó el fuerte agarre sobre la muñeca de Yuri, doliéndole en el corazón tener que ser tan dura con él.
Esperaba que Viktor y Yakov pronto decidieran contarle la verdad tras la muerte de su hermana, entonces Yuri podría dejar atrás el odio sin sentido, podría quizás, pedir perdón apropiadamente a Viktor y sobre todo a Yuuri.
Las puertas del castillo se abrieron de par en par, atrayendo la mirada de todos los curiosos, Lilia reconoció inmediatamente a Georgi, el mensajero que Viktor se había llevado con él. Yuuri dejo la protección de sus sirvientas para correr y atrapar al hombre mal herido entre sus brazos, la fina y pura tela de su ropa se vio manchada de sangre, Yuuri confundido, aterrado, preocupado.
—Llamen al médico, de prisa. — Ordeno Lilia. — También llamen a Yakov.
—Georgi. — Yuuri se apresuró a cortar su propia ropa para limpiar la sangre en el rostro de Georgi. — ¿Dónde está Viktor? — Pregunto, siendo egoísta, sintiéndose una basura al pensar en sí mismo, en Viktor antes que en las profundas heridas en su leal mensajero.
Las lágrimas comenzaron a brotar, Georgi agradeció que lo último que vieran sus ojos, fuera el rostro amable de su majestad, agradeció a su Rey las fuerzas para poder entregar su último mensaje.
—Las últimas palabras de nuestro Rey, fueron solo para su esposo. — Georgi toco su corazón con la mano derecha, pidiendo permiso para hablar.
"Te amo Yuuri"
El Rey había muerto.
...
Lilia observaba a Yuri, inclinado ante Yakov, extendiendo su mano y posándola sobre la espada del antiguo Rey.
Bajo miradas discrepantes, Yuri Nikiforov subió al trono.
—Todo fue tan rápido. — Susurro Yuuri a su lado, Lilia sostuvo con más fuerza al pelinegro, se veía tan débil y frágil, incluso la brisa más suave podría derrumbarlo, sus ojos veían con dolor la espada que sus aliados trajeron días después de haber ganado la guerra.
Jurando eterna lealtad a su reino y la promesa de protección.
—Yuuri. — El pelinegro no podría olvidar jamás el haber visto la hermosa espada de su esposo, cubierta de sangre.
Lilia sabía que debía darle a Yuuri una razón para vivir, de otra manera, poco a poco la vida se iría de sus ojos. La mujer sonrió levemente, sabiéndolo o no Viktor se la había dado, una preciosa razón para vivir.
Un hijo.
—Cuando la coronación termine, podrás regresar a tu reino, ya hemos informado a tus padres y ellos están más que felices por tenerte de vuelta. — Era lo mejor, Yuuri no podía quedarse en el castillo, no ahora que su sobrino había tomado el mando. Incluso ella, no podría hacer nada para defenderlo.
—Bien. — Yuuri también lo sabía.
Aunque le dolería en el alma dejar el castillo, dejar su habitación que aún mantenía el aroma de Viktor, la terraza en donde solía tomar té con su esposo, el jardín que cuidaba con esmero para que Viktor pudiese tener una preciosa bienvenida.
Todos sus recuerdos, buenos y malos, estaban ahí.
—También... debes cuidarte, hazlo por ti, por tu hi—
—Un Rey no es nada sin una Reina. — La habitación de pronto se llenó de murmullos, Yakov alterno su mirada desde Yuri hasta Lilia.
Yuri se mantenía firme con la mirada al frente, lleno de orgullo, con una sonrisa imperturbable.
—Tomare a Yuuri como mi esposo. De esa manera nuestra alianza con su reino seguirá vigente, ¿verdad?
Yuuri se derrumbó entre los brazos de Lilia, los sirvientes aterrorizados por esa declaración, el consejo real confundido al no haber sido informado de nada.
— ¡Su majestad!
Yuri extendió su mano para hacer callar a Yakov, desde su posición fue capaz de ver perfectamente la figura de Yuuri, entre los brazos de Lilia, su mirada confusa, el miedo y el pánico. Haría de su vida un infierno, hasta el punto en donde el mismo le rogaría morir.
—Es una orden. — Yuri tomo la espada de Viktor y la lanzo a los pies de Yakov, por supuesto Yuri sabía que el simple título del Rey no le daba todo el poder que quisiera, sin embargo, sabía que la avaricia era peor que el amor. — No podemos perder las grandes beneficios de su ruta marítima, — Aun peor, el miedo. —Un país que cada día crece más y más en poder militar también es un potencial peligro.
Lilia sintió como el cuerpo de Yuuri temblaba sin control alguno, los murmullos que expresaban su desconcierto cada vez se apagaban más.
Ciertamente los argumentos que Yuri había dado, eran factibles.
—Lilia, no quiero. — Dijo Yuuri, las lágrimas de dolor se combinaban con las del miedo. — Yuri no puede ser tan malo, ¿Verdad?
—Tranquilo... — No podía mentirle, no podía decirle que todo estaría bien.
Especialmente cuando la decisión fue casi unánime.
Yuuri se quedaría en el reino, como el esposo de Yuri Nikiforov.
...
La primera vez que vio a Viktor, tan solo tenía seis años de edad. Cruelmente se decidió que viviría junto a su futuro esposo, para amoldarse a los gustos de este.
Aún más cruel, su destino fue forjado incluso antes de nacer. Su abuelo, no le dio otro camino para elegir. Atando su vida a la de otra persona, que nunca amaría.
Los días en un país desconocido, con personas desconocidas, con un lenguaje que no dominaba, eran aterradores, más que el mismo infierno que los libros que sus padres describen. Yuuri se esfuerza por ser la perfección en persona, incluso cuando no hay nadie cerca para verlo.
Poco a poco, van callando su voz, sus ojos se apagan y solo se queda en su habitación practicando su escritura, el lenguaje y la lectura. Afuera en el castillo no hay un lugar para él.
Incluso cuando se case con Viktor, solo será un adorno.
Sus días mejoraron un poco cuando conocía a Laila Nikiforov, la esposa del padre de Viktor.
Una bella mujer, una persona amable...
— ¡Se llama Yuri, como tú! ¡Seguramente se llevaran bien!
Aun no puede entender el cambio tan repentino en ella. No puede entender porque hizo lo que hizo, ¿Toda su vida fue una mentira? Debió ser difícil, doloroso y hasta cierto punto, debió ser insoportable.
En qué momento se perdió, al punto de querer asesinar a su propio hijo, al hermano pequeño de Viktor, a ese niño hermoso de mirada angelical y con una sonrisa que desbordaba dulzura.
Yuri, su pequeño niño.
.
—Yuri, ¡Suéltame, por favor! — El pelinegro intento apartar a Yuri, pataleo y golpeo con fuerza, era presa del miedo, de la desesperación y del dolor.
No quería que Yuri lo tocara, no de esa manera.
Su mejilla derecha se tornó roja, ardía y el dolor comenzó a expandirse.
—Ahora eres mi esposo, debes cumplir con cada uno de tus deberes. — Yuuri sujeto su mejilla, arriesgándose a que volviera a pegarle, se negó nuevamente.
—La única persona que puede tocarme es Viktor.
—Él está muerto. — Yuri se inclinó para susurrar en el oído de su ahora esposo. — Y yo tomare lo que es mío.
—Puedes tomar mi cuerpo, mi alma y corazón serán solo de Viktor. — Yuuri observo fijamente al rubio, esa era la primera vez que veía decisión absoluta en aquellos bellos ojos, su cabello que había crecido un poco más adornaba hermosamente su rostro, su piel suave sin ninguna cicatriz en ella.
Yuuri irradiaba una belleza que jamás había visto antes.
Deseaba destruirla.
Destruirá todo, su cuerpo, su corazón, su alma, dejaría los despojos de aquella belleza y cuando el mismo le suplicara por una muerte rápida, al igual que a su madre, le cortaría la cabeza.
Sus labios fueron atacados con fuerza, su ropa le fue arrebatada, algunas prendas destrozadas, ¿Desde cuándo Yuri, aquel pequeño niño se había vuelto tan fuerte? ¿Desde cuándo se él había perdido también?
Si le decía la verdad...
No, no podía.
Laila era todo lo que Yuri tenia, esa mujer amable y cariñosa, no podía quitársela también.
Yuuri dejo de luchar, cerro sus ojos cuando comprendió que no había forma de escapar, cerro sus puños en las mantas y aspiro el aroma que le recordaba tanto a Viktor, pidiéndole una y mil veces perdón.
— ¡Yuri! ¡No lo hagas! — Lilia gritaba y golpeaba con fuerza la puerta. — ¡ESTA EMBARAZADO! — Dijo, — ¡YUURI ESTA ESPERANDO UN BEBÉ!
...
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.
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Okey, ¿Qué puedo decirles? ¿Lo siento?
Solo dos capítulos más y ya.
Elefthería i thánatos (en griego Ελευθερία ή Θάνατος, «Libertad o muerte»)
