Adaptación de Linda Howard, Personajes de Lucas Films, la idea de mezclar las dos cosas de CISTXC
– ¡Esto es ridículo – Arrugando con fuerza el bolso hasta que los nudillos se le pusieron blancos, la mujer dirigió una mirada furiosa al director de la escuela, situado al otro lado de la mesa – Ha dicho que no tocó el hámster, y mi hijo no miente. ¡Faltaría más! –
CT-7567 alías Rex llevaba seis años de director de la Escuela Media Kamino, y antes de eso veinte años de profesor. Estaba acostumbrado a tratar con padres enfurecidos, pero aquella mujer alta y delgada que estaba sentada frente a él y el niño tan pacífico que ocupaba otro asiento junto a ella lo estaban poniendo nervioso. Odiaba emplear lenguaje vulgar, pero es que los dos eran raritos.
Aunque sabía que era perder el tiempo, intentó razonar con ella.
–Había un testigo… –
–La señora Tano le obligó a decir eso. Snoke nunca jamás habría hecho daño a ese hámster ¿Verdad que no, cariño? –
–No, madre – El pequeño lo dijo con una voz casi sobrenatural, de tal dulce que era, pero sus ojos mostraban una expresión fría cuando se posaron sin parpadear en el señor Rex, como si estuvieran sopesando el efecto que causaba en él aquella negativa.
– ¿Lo ve? ¡Ya se lo había dicho! – Exclamó la mujer en tono triunfante.
El señor Rex lo intentó de nuevo.
– La señora Tano…–
–… No le ha gustado Snoke desde el primer día de colegio. Es a ella a quien debería usted interrogar, no a mi hijo – La mujer tenía los labios apretados de rabia – Hace dos semanas hablé con ella de la inmundicia que está metiendo en la cabeza a los niños, y le dije que mientras yo no pudiera controlar lo que decía a los demás niños, de ningún modo pienso permitir que hable de – Lanzó una mirada fugaz a Snoke – sexo a mi hijo. Ése es el motivo por el que ha hecho esto –
– La señora Tano cuenta con un excelente historial como profesora. Ella jamás haría…–
– ¡Pues lo ha hecho! ¡No me diga lo que no haría esa mujer cuando es evidente lo que ha hecho! Mire, ¡No me extrañaría lo más mínimo que ella misma hubiera matado al hámster!
– Ese hámster era su mascota personal, lo trajo a la escuela para enseñar a los niños lo de…–
–Aun así pudo matarlo. Dios santo, si no era más que una rata grande – Dijo la mujer en tono despectivo – Aun en el caso de que lo hubiera matado Snoke, lo cual no es cierto, no entiendo que se haya armado tanta bulla. Mi hijo está siendo perseguido – Recalcó la palabra – Y yo no pienso consentirlo. O se encarga de esa mujer, o lo haré yo por usted –
El señor Rex se quitó las gafas y limpió los lentes despacio, sólo para tener algo que hacer mientras trataba de pensar en un modo de neutralizar el veneno de aquella mujer antes de que ella echase a perder la carrera de una buena profesora.
Razonar con ella quedaba descartado; hasta aquel momento no le había permitido terminar ni una sola frase. Miró a Snoke; el niño continuaba observándolo fijamente, con una expresión angelical que contradecía por completo aquella frialdad de sus ojos.
– ¿Puedo hablar con usted en privado? – Preguntó a la mujer.
Ella pareció desconcertada.
– ¿Para qué? Si está pensando que va a convencerme de que mi querido Snoke… –
– Será solo por un momento – La interrumpió el director ocultando la leve sensación de alivio que experimentó al ser él quien interrumpiera esa vez. A juzgar por la expresión de la mujer, a ésta no le gustó en absoluto – Por favor –Añadió ese ruego, aunque casi le costaba ser educado.
–Está bien – Repuso ella de mala gana – Snoke, cariño, ve afuera y quédate al lado de la puerta, donde pueda verte tu madre –
– Si, madre –
El señor Rex se levantó y cerró firmemente la puerta después de que el niño saliera. La mujer pareció alarmarse ante aquel giro de los acontecimientos, por no poder ver a su hijo, y se levantó a medias de la silla.
– Por favor – Repitió el director – Siéntese –
–Pero Snoke…–
–No le pasará nada – Otra interrupción que se marcaba de su parte, pensó.
Volvió a su sillón, tomó un bolígrafo y dio con él unos golpecitos sobre la secante de su escritorio, mientras intentaba pensar en una forma diplomática de exponer el tema.
Entonces comprendió que no existía ninguna forma que fuera lo bastante diplomática para aquella mujer, y decidió entrar a tumba abierta.
– ¿Ha pensado alguna vez en llevar a Snoke a que lo vea un profesional? Un buen psicólogo infantil…–
– ¿Está loco? – Dijo ella con el rostro convulso en un acceso instantáneo de rabia, al tiempo que se ponía de pie – ¡Snoke no necesita ningún psicólogo! No le pasa nada. El problema lo tiene esa zorra, no mi hijo. Debería haberme imaginado que esta entrevista iba a ser una pérdida de tiempo, que usted iba a ponerse de parte de ella –
– Yo deseo lo mejor para Snoke – Dijo él, consiguiendo mantener un tono de voz calmado – El hámster es sólo el último incidente que ha tenido lugar, no el primero. Se han venido dando una serie de conductas perturbadoras que constituyen algo más que una simple travesura… –
– Los demás niños están celosos de él – Acusó la mujer – Sé que esos pequeños sin vergüenzas se meten con él y que esa zorra no hace nada para evitarlo o protegerlo. El niño me lo cuenta todo. Si cree usted que voy a permitir que se quede en este colegio para que lo acosen…–
–Tiene usted razón – Replicó el director suavemente. En el tablero de puntuaciones las interrupciones de ella superaban en número a las suyas, pero ésta era la más importante – Probablemente lo mejor sea cambiar de colegio, llegados a este punto. Snoke no encaja aquí. Puedo recomendarle algunos buenos colegios privados…–
–No se moleste – Saltó ella al tiempo que se encaminaba rápidamente hacia la puerta – No veo por qué piensa usted que yo voy a fiarme de una recomendación suya– Y con aquella última andada, abrió la puerta de un tirón y agarró a Snoke por el brazo – Vamos, cariño. Ya no vas a tener que regresar nunca más a este sitio –
– Si, madre –
El señor Rex se acercó a la ventana y observó como madre e hijo se introducían en un viajo Pontiac de dos puertas, amarillo y con manchas marrones de óxido que picaban el lado izquierdo del parachoques delantero. Había resuelto su problema inmediato, el de proteger a la señora Tano, pero era muy consciente de que el problema más importante acababa de salir andando de su despacho. Que Dios ayudara a los profesores del próximo colegio al que fuera a parar Snoke. Quizá más adelante alguien tomara cartas en el asunto y enviara al niño a un profesional antes de que estuviera todo perdido… a no ser que ya fuera demasiado tarde.
Dentro del automóvil, la mujer condujo furiosa, en un tenso silencio, hasta que perdieron de vista el colegio. Entonces se detuvo junto a una señal de STOP y, sin previo aviso, propinó a Snoke una bofetada con tal fuerza que la cabeza le golpeó contra la ventanilla.
– Maldito idiota – Dijo apretando los dientes – ¡Cómo te atreves a humillarme así! A que me llamen al despacho del director y me hablen como si fuera imbécil. Ya sabes lo que te espera cuando lleguemos a casa ¿no? ¿No lo sabes? – Las últimas palabras las pronunció gritando.
–Sí, madre – El niño mostraba un semblante inexpresivo, pero en sus ojos brillaba algo que casi podría ser un placer anticipado.
Su madre aferró el volante con ambas manos, como si intentara estrangularlo.
– Vas a ser perfecto, aunque tenga que enseñártelo a golpes. ¿Me oyes? Mi hijo será perfecto –
–Sí, madre – Contestó Snoke.
Notas importantes:
1- Esta es una adaptación, lo que significa que yo no la escribí, tomé la historia del mismo nombre de la autora Linda Howard.
2- La imagen que puse como portada la tomé de Deviantart, del usuario PandaCapucchino pero cuando quise buscar el usuario no lo encontré, aun así le doy los créditos correspondientes.
3- Es una de mis historias favoritas, disfrútenla mucho tal como yo lo hice hace un par de años.
4- Publicación quincenal, semanalmente se alternará con Muñeca de Trapo, (historia propia) por si gustan ir a darle una leída también.
5- Nos leemos~~
