Te seguiré quieras o no
Capítulo uno
(con colaboración de Tania/tish para los amigos, gracias querida) (esta esta perdida pero bueno)
Nota de Autora:
Hiya amigos de la pasión.
Me llamo Nita y quisiera expresar mis historias un tanto (mas decentes que la mayoría de esta página) de un juego al que llevo años jugando y disfrutando (no tanto ahora la verdad) y compartirla con vosotros lectores y románticos ;) es una historia de romance como seguramente dirá el titulo (estoy escribiendo esto sin ni siquiera saber cómo publicarlo en la página okay) (y tengo cierto retraso mental con las tildes, ni se si tilde lleva tilde) os ruego que no seáis muy crueles con mi historia como yo lo soy siempre con las vuestras y cuidaros mucho. ¡OS QUIERO!
Esta historia está basada en algo imposible. Un amor entre dos personas buscando una nueva vida.
Es sobre nuestra querida campeona nada rota y equilibrada aunque de verdad me parece muy equilibrada Riven y nuestro crítico Yasuo.
Seguro hay muchos de estos por ahí que no he leído pero meh. Este es mío. Os distraigo demasiado encantos. Aquí tenéis la historia. O VUELVO A QUERER :3
CAPITULO 1 / LOS DOS GUERREROS
En un camino de tierra cualquiera en Jonia, lugar de sabios y sabias, héroes y villanos, ninjas y samuráis se encuentra una mujer, una mujer arrepentida y decepcionada por ser quien es, una mujer que busca paz habiendo hecho lo imposible para no tenerla jamás. Esa mujer se llama Riven, se encuentra vagando a ciegas cargando una pesada espada de runas destrozada no solo por la batalla, sino por ella misma y por sus sentimientos.
Riven era una guerrera y no una cualquiera, sino una gran guerrera de Noxus, un lugar frió y ardiente a la vez, con determinación y valentía, con destreza y vigor y con mucha crueldad. Ella era un soldado, una general para ser más exactos, era tan fuerte que podía plantar cara a quien se atreviera decir su nombre en vano, a cualquier persona.
Ella era dura, mataba a sangre fría y no dejaba cabo sin resolver. Un día esta guerrera se embarcó en una misión de invasión en Jonia, recibió órdenes de sus superiores, las únicas personas ante los que no podía revelarse, las órdenes eran claras: adentrarse en un templo jonio y asesinar a su maestro. Ella como buen soldado aceptó sin ninguna queja ya que para ella sólo era otro asesinato más en su vida para su país o eso creía ella.
Riven cumplió su misión con pequeña dificultad ya que el maestro jonio estaba totalmente indefenso, fácilmente a la vista convirtiéndolo en un blanco fácil para su espada rúnica integra aún. En poco tiempo se había manchado una vez más de sangre inocente; al cumplir su misión se retiró del templo y mientras escapaba avistó algo que cambiaría su vida para siempre.
Cayó arrodillada, con una expresión de completo terror vio ríos de sangre, caudales de líquido carmesí que no pertenecía a los soldados de Noxus, era de gente inocente, ciudadanos quienes habían sido asesinados por su propio aliado, el ejército noxiano.
Aun encontrándose de rodillas frente a la puerta del templo jonio, no sólo vio la sangre de los inocentes encharcada en el pueblo que hallaba cerca del templo, sino que vio como sus supuestos aliados aún seguían masacrando a las pobres victimas de aquel lugar; niños, mujeres, hombres que luchaban por protegerlos e incluso fueron tan desalmados como para matar bebés, no había distinción todos eran abatidos por su ejército. La general noxiana observó cómo sus subalternos mataban a un ciudadano jonio inocente, no lo soportó más, dejó salir un gran grito, un grito que sostuvo hasta quedarse sin aire, luego todo se tornó vidrioso pues cascadas de lágrimas resbalaron por sus mejillas al ver semejante locura y monstruosidad.
—No se suponía que éramos los buenos…— triste susurró en un tono desconcertado.
"¡Mátalos, mátalos, véngate de ellos!" escuchó su propia voz llena de locura dentro de su cabeza.
Empuño su espada rúnica con más fuerza que nunca, hasta que las propias runas grabadas en la espada produjeron magia para potenciar la espada. Riven se levantó del suelo y con una velocidad de rayo comenzó a matar, desgarrar y destruir a su propio ejército, el cual disfrutaba con la matanza que cometían.
Los desmembraba, los acuchillaba con sus propias armas, partía en dos a los soldados con potentes tajos en vertical y horizontal, les incrustaba la espada en su cabeza haciendo explotar el cráneo desperdigando sus sesos por doquier, algunos fueron capaces de contraatacarla y golpearla, pero la feroz guerrera siempre respondía mil veces más fuerte. Sorpresivamente un soldado logró agarrarla para intentar apuñalarla con su navaja, pero antes de que pudiese hacerlo, Riven completamente fuera de sí y en una práctica completamente bestial mordió al soldado en la cara, provocándole un enorme desgarro en la piel.
—Mátame…— el soldado gimió entre gritos de dolor tirado en el suelo.
La masacre de Riven duró hasta el atardecer, perdió la noción del tiempo. Sólo era capaz de ver a las enormes hordas de soldados noxianos acometer en su contra, pero no se cansaba de matarlos, su odio inmenso la impulsaba hasta el punto de sentirse como una diosa, hasta que finalmente cayó rendida en el suelo al ver que no había ningún soldado más que matar.
Cuando despertó se sintió muy agotada tanto que no podía mover ninguna parte de su cuerpo, tardó mucho tiempo en ponerse de pie consiguiendo mover primero los dedos, después las piernas y por último el torso, sentía la cabeza terriblemente dolorida.
Cuando recobró el sentido lo primero que vio fue a cientos de soldados apilados y desmembrados por todas partes, cada uno con un estado más terrible que el anterior. En ese momento se asustó y acurrucó sobre si misma abrazándose y cerrando los ojos con fuerza para no ver nada, pero aun así la visión la atormentaba en su cabeza, veía la traición, su locura, su carnicería y su propia demencia, quiso quitarse la vida así que buscó el arma más cercana a ella y apuntó con ella a su cuello lista para salir por la puerta fácil, pero algo la detuvo, un viento fuerte y potente arrebato el arma de sus manos e hizo que el arma cayese cerca de los cuerpos apilados.
— ¡Estoy loca! — dijo aterrada, —no soy diferente a ellos… ¡no merezco vivir! — gritó al final sintiendo una gran desesperación.
Agachó la cabeza provocando que algunos mechones de cabello le cubrieran el rostro, — ni siquiera puedo morir por esto— acto seguido la guerrera rompió en llanto por horas, hasta que poco a poco fue recuperando el sentido y la cordura.
—Tengo que salir de aquí, tengo que entregarme a Jonia pero no sé si son iguales a nosotros… necesito despejarme— sintiéndose vacía por dentro se puso de pie y se alejó de la peste que desprendía la muerte que rodeaba el lugar.
Tiempo después, recobrada casi en su totalidad, buscó su espada por los alrededores evitando el contacto visual con los cadáveres, al encontrarla vio estaba manchada con un rojo muy oscuro. Riven no pudo resistir otro segundo más en ese lugar así que cogió su espada y salió corriendo de ese poblado, corrió tanto que perdió el rumbo, no sabía a donde se dirigía, sólo se detuvo para vomitar, cosa provocada por sus acciones y por ser ella misma, no pudo aguantar ese remordimiento dentro de ella, se alejó un poco más y se sentó junto a una roca que había por sus alrededores.
— ¿Dónde demonios estoy?, ¿qué hago?, ¿qué destino me espera?... antes al menos tenía las cosas claras, pero ahora sólo tengo preguntas sin respuestas— levantó la vista al cielo azulado y colorido, —… yo las destruí y no me arrepiento— soltó una pequeña risa desesperanzada, —creo que ahora estoy tan loca que estoy hablando sola— dijo al final completamente abstraída.
—No lo estas— escuchó una voz masculina detrás de ella de forma sorpresiva.
Riven se levantó enseguida y empuñó su hoja delante de la persona que había mencionado aquellas palabras, pero aún seguía aturdida y cansada por lo que tambaleaba mucho. El desconocido aprovechó el estado de Riven para someterla a un agarre de brazos cruzados para después ponerle una pequeña daga en su cuello.
— ¡Hazlo! — gritó Riven con los ojos cubiertos ligeramente de lágrimas, — ¡por favor hazlo, mátame y acaba con mi maldito sufrimiento! —
El desconocido giró Riven mientras todavía la sujetaba con fuerza para no que escapara, poniéndose delante de ella, mirándola fijamente a los ojos. Riven se fijó en que por sus ropajes y armas era un jonio, para ella resultó mejor perder la vida ante alguien que merecía quitársela. Riven notó que el hombre tenía una larga melena y una gran katana, en esos casos gracias a su entrenamiento militar podía liberarse fácilmente de esas llaves, pero había decidido no hacerlo, no podía, pues estaba demasiado agotada como para ello.
—Lo haría encantado, asesinar a una noxiana me acercaría más a mi objetivo—
—Pues a que esperas… ¡hazlo, acaba conmigo! — dijo con desesperación.
El desconocido le dirigió una mirada indiferente, —no lo haré— dijo al final mientras retiraba la navaja de su cuello y soltaba a Riven de su agarre, con gran serenidad guardó su arma y comenzó marcharse del lugar.
La guerrera abrió los ojos como platos completamente sorprendida, — ¡espera!— sentía nauseas, —maldito… ¿Por qué no me matas?— su voz estaba débil y quebrada, —soy tu enemiga, he matado a miles de los tuyos, ¡mátame!— temblaba por la impotencia que sentía, —he visto tu aldea arder, a tus ciudadanos sufrir y a muchas más…— su voz se crispó, las náuseas que sentía sólo la hicieron vomitar al venirle a la mente la imagen del templo y el pueblo.
—No lo haré— repitió con gran tranquilidad.
— ¿Por qué?— dijo con voz baja y cansada por haber devuelto.
El desconocido le dirigió una mirada misteriosa, —porque… verte sufrir desando la muerte es mejor que matarte y porque… aún veo esperanza en tus ojos—
Riven entrecerró un poco los ojos, — ¿esperanza?— dijo sintiéndose vacía por dentro, —no sabes nada de esperanza, estoy muerta por dentro— apretó los puños con fuerza mientras cerraba los ojos y negaba con la cabeza, — ¡no deseo más de esto por favor!, ¡mátame!—
El desconocido suspiró, — ¿tantos deseos de muerte tienes?— preguntó serio.
—Mátame por favor…— lo veía con gran tristeza.
—Hazlo tú misma— respondió rápidamente.
—No puedo— bajó la mirada sintiendo una gran pena.
El desconocido se dio media vuelta, —entonces vive y suprime tu dolor, busca algo mejor que hacer en lugar de matar, noxiana— dicho eso prosiguió con su marcha.
—Espera, déjame verte— dijo Riven de forma sorpresiva, provocando que aquel hombre se detuviera y se girara para verla. La noxiana se quedó viéndolo a los ojos por un rato que pareció eterno. —Te seguiré— dijo aún pérdida en los ojos de aquel desconocido.
El desconocido bufó un poco, —haz lo que quieras… pero debo saber tu motivo, no quiero ser asesinado por la espada de una muerta viviente— le dijo de forma certera.
—Tú lo notaste en mí y yo lo noté en ti, tienes los mismos ojos que yo… los ojos de alguien que tiene esperanza y remordimientos— frunció un poco el ceño, —te seguiré quieras o no—
El desconocido soltó una risa corta, —como quieras— lo veía divertido por sus palabras, — ¿Cómo te llamas noxiana?—
—Me llamo Riven…— su mirada cambió a una de tristeza, —y… no me llames noxiana por favor, me da nauseas ese nombre—
—Debiste haberlo pensado mejor antes de unirte a su ejército— el desconocido comenzó a seguir su rumbo, tomando un camino de tierra que había cerca. La guerrera noxiana no perdió el tiempo y lo siguió.
Las pisadas de ambos resonaban el terregoso sendero, — ¿y cómo te llamas tú jonio?— preguntó mientras le veía la espalda.
—Comienzo a pensar que no merezco el honor de ser jonio… me llamo Yasuo— tomó su frasco de bambú y lo destapó, —y… no me llames jonio— le dio un gran trago al líquido etílico que contenía el frasco.
—Como quieras Yasuo— observó por unos momentos los alrededores, — ¿puedes decirme a donde te diriges?—
— ¿Qué más te da?— limpió su boca con su brazo y guardó su frasco de bambú, —me vas a seguir igualmente— dijo de forma elocuente.
—Cierto— dijo decidida a no ceder en su objetivo.
Una brisa fresca sacudió el cabello de ambos, —voy a donde me lleve el viento, a donde me acepten otra vez— dijo con cierto tono de melancolía.
La guerrera observó como el aire removía la tierra a su alrededor, —entonces tenemos el mismo objetivo— la noxiana dejó de caminar, llamando la atención de Yasuo, —espera un momento— le dijo mientras empuñaba su espada rúnica y la alzaba al viento para después bajarla contra el suelo, estrellándola fuertemente provocando que el arma se rompiera por mas de la mitad quedando un trozo de la enorme hoja que fue antes.
—Pero… ¿por qué semejante acto? — preguntó sorprendido.
—Para librarme de mi pasado—
