Prólogo: Buscando empleo

Nora Parks suspiro pensativa frente la puerta de la oficina de colocación de empleos, era la quinta vez en el año que necesitaba ir allí y no era porque estuviera del todo desempleada. Apenas ayer la habían despedido de su trabajo como mesera por la excusa de recorte de personal. No era tonta, la habían sustituido por una mesera mucho más joven y con atributos físicos mucho más grandes que los de ella. Realmente era difícil ser una mujer promedio de 27 años en New York, sin una carrera académica completa, tenía que mantenerse con tres trabajos llenos de horas extras y malas pagas, perder un trabajo no era nada bueno. Paso el peso de su cuerpo de una pierna a otra al tiempo que miraba su reflejo en la puerta de cristal, sus abuelos habían sido latinos pero no le habían heredado nada extraordinario en ella, estatura promedio, piel morena, su molesto cabello rizado que era imposible peinar en su redondo rostro y sus ojos claros color miel.

Aunque en el fondo sabía que su apariencia no tenía nada que ver en su situación actual, era su personalidad tímida lo que siempre la detenía de poder prosperar. No era capaz de mantener una buena relación con sus compañeros de trabajo o sus jefes que aprovechaban su buena voluntad al hacerla pasar horas extras sin paga. Por esa misma timidez nunca había tenido un novio que le durará más de un año, de hecho que logrará durar más de un mes. Necesitaba un nuevo trabajo algo que pudiera ayudarla mejor, que no tuviera que estar corriendo de un extremo de la ciudad a otro con tal de llegar temprano y comer comida rápida entres esos tiempos, extrañaba cocinar algo decente pero no era capaz de mantener la cuenta de gas y electricidad al mismo tiempo. Con suerte lograba pagar la cuenta del modesto calentador eléctrico que tenía para los crueles inviernos de la gran manzana.

Se tragó todo el nerviosismo que pudo antes de empujar la puerta de la oficina. Tenía que encontrar un nuevo trabajo a como diera lugar.

Una vez que entró sintió que todo el color de su cara había desaparecido, la oficina estaba repleta y la lista de espera era enorme. "No debí de haber esperado tanto" se regaño mentalmente apuntándose en la aparentemente interminable lista . Una vez más suspiró, iba a sentarse para realizar la larga espera cuando una voz le llamó la atención.

"¿Nora?"-la mujer se giró para toparse con Debbie, la misma mujer que le había conseguido cada uno de los empleos que había perdido. –"Déjame adivinar"- habló la mujer mayor agitando la mano derecha y con la otra sujetando una taza de papel con humeante café –"Volvieron a despedirte"- Nora asintió al tiempo que empezó a sentir un nudo en su garganta –"Vuelvo a adivinar, ¿Del trabajo de mesera?- Nora sintió un ardor en los ojos al volver a asentir –"¡Ay Cariño!"- el tono en que lo dijo provocó una ansiedad en la joven mujer, tenía ganas de llorar pero por experiencia sabía que no debía hacerlo en la oficina, a nadie le gustaba eso. –"Sígueme"- dijo Debbie indicándole a Nora un pasillo, sin replicar y sintiendo que su ansiedad crecía por las miradas de la demás gente la mujer siguió a Debbie.

Debbie la guió a una sala de descanso con máquinas expendedoras y una máquina de café, en ese momento estaba totalmente vacio. La mujer mayor dejo su taza de café en una mesa indicándole a Nora que se sentará en el otro extremo mientras iba por una taza de agua caliente y una bolsa de té.

Nora aprovechó para controlar sus respiración y evitar a toda costa el llorar. Debía ser fuerte, tenía que superar todo esto, comenzó a tranquilizarse al momento que Debbie le ofreció la taza con té con un sobre de azúcar.

"¿Crema?"- preguntó.

"No, gracias"- respondió Nora sorprendiéndose de escuchar su propia voz, sorbió un poco del té, el agua estaba muy caliente pero le ayudó a disipar más el nudo en la garganta. Debbie asintió sentándose frente a ella.

"Cariño, voy a ser sincera contigo"- comenzó Debbie –"Tu currículum no es malo, eres buena trabajadora, tienes buenas referencias pero esta actitud tímida tuya te tiene estancada" –Nora asintió sin mirarla a los ojos, Debbie suspiró apesadumbrada, tenerla allí ya era un acto de bondad, ya la hubiera dado por perdida de no ser porque le daba lástima, sabía que la mujer era lista, que tenía posibilidades de hacer más y mejores cosas pero esa timidez que mantenía no la dejaba avanzar. "¿Qué puedo hacer contigo?" pensó mirándola, Nora seguía tomando su té sin quejarse de lo caliente que estaba el agua pero de repente dejo la taza en la mesa y se frotó las manos para aminorar el calor que la taza le proporcionaba, parecía que estaba allí cuando Debbie sintió una conexión, y recordó a alguien de hace un par de años. Sonrió sin darse cuenta.

"Creo que tengo un trabajo para ti"- dijo Debbie llamando la atención por primera vez de Nora que la vio directamente a los ojos –"la paga es decente y ofrecen un servicio médico básico".

"¿En serio?"-preguntó curiosa Nora, un empleo en donde podría ahorrarse los gastos médicos, era algo que no podría permitirse perder.

"Es un poco pesado, necesitas tener la noche libre"- continuó la mujer mayor.

"¿En la noche?"-

"Si"- contestó Debbie sorbiendo un poco de café, el agua ya estaba lo suficientemente tibia para tomarla –"Es la guardia nocturna del Museo de Historia Natural, tengo el presentimiento que ese lugar te ayudará, quien sabe, tal vez pueda quitarte esa timidez tuya con un mágico chasquido de dedos" terminó chasqueando los dedos.

Nora no tuvo idea de como responder a eso.