Calor
Rosalie siempre había odiado ser un vampiro no solo porque no podía tener hijos o eso pensaba hasta que conoció a Isabella "Bella" Swan, una chica aparentemente normal pero sin ser normal, el poder transformarse en un enorme tigre blanco, lo normal dejaba de existir. Rosalie había sabido desde la primera vez que vio a Bella que era su mate. La sorpresa fue más grande cuando fue correspondida, desde entonces Rosalie había empezado a dejar de odiar el hecho de ser un vampiro.
Una de ellas era el hecho de que Bella podía dejarla embarazada, cuando la rubia se había enterado que su Bella era intersexual le había dejado en un gran shock. Otra de las razones era que podía sentir el contraste entre su piel y la de la morena, el calor de Bella le hacía sentir segura.
A pesar de que no necesitaba dormir como Bella, a Rosalie le gustaba acompañar a la peli-castaña en las noches, solo para poder sentir el calor de esta en su frio cuerpo. Los abrazos por la espalda pasaron a ser sus favoritos pero lo que más amaba era poder depositar sus rostro en el pecho de la tigresa y escuchar los latidos de su corazón.
Thump, Thump. Thump, Thump.
Ese era su ritmo favorito. Estar en los brazos de Bella le hacía sentir a salvo, le hacía sentirse segura y amada, ese era su lugar favorito. Amaba todo de Bella, su piel morena, sus cabellos castaños, su complexión delgada, su suave voz, si caballerosidad. Amaba todo. Nunca creyó poder amar a alguien en la manera en la que a la tigresa que en esos momentos la sujetaba por la cintura, con cuidado de no lastimar al bebe que llevaba en el vientre. Ahora podía sentir el calor de tener una familia. El calor de sus seres amados.
