Disclaimer: Si la saga fuera mía, Seth no sería inocente, srsly.
Claim: Bree/Jane. Oh yeah, a new femslash pairing girls.~
Advertecias: Femslash, lime, limón, uno nunca sabe xD
Notas: Para Muse-at-dawn. Preparaos, y disfrutad.
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Get used to the pain
Era... curiosa aquella neófita. Sí, curiosa.
Quizá a Jane le atraía todo lo que no conociera, le llamaba la atención lo salvaje. Porque Bree era salvaje.
Le atraía aquel cuerpecito congelado en los quince años, unos dos más que ella. Pero, ¿qué eran dos años entre vampiros? Nada.
En cierto modo, ellas eran muy similares; ojos rojos, cuerpos pequeños y menudos, rebeldes, aventureras. Jane adoraba todo lo nuevo, para ella Bree era como un juguete, una muñeca que se movía por cuenta propia (no estaba viva, pero respiraba, y sentía).
Sentía.
Los gritos desgarrados que la neófita lanzaba al aire cuando Jane le sonreía, sólo para ella, le eran como una sinfonía compuesta solamente para ella. Era... excitante. Se relamía los labios cada vez que la veía en aquella habitación, sufriendo, con cada grito emitido como si le estuviera cantando. Después de todo, Jane había decidido conservarla para que ella sea su juguete (estaba aburrida últimamente).
Pero a Bree, siendo como era su naturaleza, no le agradaba. Quería vivir —existir—, sí, pero no de esta manera. Por ello no dudó en lanzarse sobre la Volturi. Mala idea.
Un quejido, muy distinto a los otros que venía gritando hace semanas, escapó de sus pulmones cuando sintió la pared de rocas irregulares bajo su espalda, y la rodilla de Jane contra sus piernas sólo la hizo gritar más fuerte.
— Niña, si quieres sobrevivir aquí, mejor me respetas, porque, ¿sabes? Te dolerá —relamió sus labios y apretó su cuerpo al de la neófita—. Nunca, repito, nunca me ataques, ¿oyes?
Bree no respondió, demasiado enloquecida queriendo escapar como para emitir palabra.
— ¿Oyes? —el pequeño brazo de la Volturi presionó aún más fuerte, y Bree exhaló bruscamente.
— S-sí, sí, sí.
Una sonrisa gatuna atravezó el joven rostro de la vampiro, y se relamió los colmillos que no tenía mientras quitaba espacio entre ambos rostros.
No había delicadeza, por ninguna de las dos. Bree era salvaje, y Jane agresiva. No eran besos, eran mordiscos llenos de veneno, destinados a descargar toda la tensión que habían acumulado y no a demostrar afecto por la otra. Porque ese afecto no existía.
Bree era sólo un juguete allí, algo con lo que Jane se entretenía en sus ratos libres. Y Bree... ella sólo tenía la opción de ceder, porque todo lo que quería hacer era subsistir.
El gemido de la recién nacida rompió el silencio, y Jane sonrió.
— ¿Sientes el dolor? Contesta.
Bree asintió, con el rostro contraído, sacudiéndose levemente.
— Pues, querida, acostúmbrate —relamió el lóbulo de Bree, y luego susurró—: Lo sentirás siempre.
Una nueva ola cruzó su cuerpo mientras Jane la tiraba al suelo.
