La sonrisa de Chat Noir era deslumbrante por lo que acababa de suceder. En el día de hoy, catorce de febrero (San Valentín) su Lady le dio chocolates. Aja, fueron entregados sin un sentimiento especial, romántico u oculto. Pero... ¿Que importaba si estos solo eran por agradecimiento, compañerismo o amistoso?
Los chocolates que le había dado la heroína de París y que estaban envueltos en una adorable bolsa con un listón rojo, eran suficientes para que su corazón se acelere y una sonrisa se instale en su rostro. Volviéndose mucho más feliz -si es que se podía- cuando le dijo que eran caseros. Eso, que revelaba que no eran comprados y que ella lo había hecho con sus propias manos, a pesar de que lo único que había hecho fue derretir y decorar. Aunque ella también, le había agregado nuez, menta y almendras para que tenga diferentes sabores y que no se limite a que sean chocolate amargo, blanco o común.
"¡Estaba tan feliz!"
Y los hubiera probado en su presencia si ella no hubiera tenido que irse enseguida. Y al irse, las ganas de probarlo se fueron, después de todo, él no quería abrirla ¿Cómo podía? Era un regalo de ella, no quería hacerlo desaparecer. Sin embargo, al llegar a su habitación, ya destransformado, siguió mirando esa bolsa completamente embelesado, sabiendo que tenía que hacerlo y el agua que se le creaba en la boca, se le hacía imposible seguir resistiendo a la tentación. Lo que al final, le ocasiono que deslizara el listón y abriera aquella bolsa con esas deliciosas.
Por eso, no tardó en tomar uno y al hacerlo, notó que eran muy parecidos a los chocolates que le había dado Marinette; y a todos en el salón. Por cómo estaban decorados pero, no le dio importancia a ese hecho, como tampoco que la envoltura era parecida. Sin atar cabos, se llevó uno a su boca donde al tenerlo, lo mastico, deleitándose con su dulce sabor.
"¡Estaban deliciosos!"
No obstante al probar otro, tuvo como un deja-vu, pero pensó que era su imaginación al probar de nuevo un chocolate con menta. Sin embargo al tener esa sensación de nuevo, al probar otro, alzó una ceja y vio confuso al pequeño chocolate -ya mordido- sabor almendra. Entretanto se quedaba un rato examinándolo, sosteniéndolo mediante su dedo índice y pulgar.
— Estos chocolates —Inició lentamente, denotando sorpresa y extrañeza— Saben igual a los de Marinette.
Plagg al oír eso, dejó de prestar atención a -su cita por San Valentín- su queso y levantó una de sus orejas poniendo atención a su dirección.
"¡No lo puedo creer!"
Esas palabras ocasionaron que Plagg gire su cuello y sus ojos miren fijamente a su portador.
— Ladybug... —El Kwami se quedo inmovil— Cocina tan bien como Marinette.
Concluyó con una sonrisa. Plagg volvió a girarse, para de nuevo mirar a su queso y no a su ciego y tonto portador que seguía comiendo con alegría los mismos chocolates de antes.
