Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD

Claim: Gianna. Menciones Félix/Gianna, Jane/Gianna, Heidi/Gianna.

Advertencias: Bien, empecemos. Tenés: algunas indirectas bastante directas de femslash, limme, asesinato y -duh- muerte de un personaje. Todo lo que querías :D (?).

Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.


Ilusa

(51# Disfraz)


Gianna.

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Muchas veces, a Gianna le gustaba soñar que era un vampiro, que le concedían su principal anhelo y que ella era igual de hermosa que todos los seres que la rodeaban. Con sus ojos de un rojo llamativo, su tez blanca como el alabastro, siendo el ser más hermoso, fuerte, rápido y poderoso en el mundo, con una piel de roca que brillaba hermosamente a la luz, alimentándose de humanos que eran demasiado egoístas y tenían la sangre para sí mismos, moviéndose principalmente por aquel hecho, por intentar apagar la sed que atacaba su garganta constantemente.

Le gustaba creer que no faltaba mucho para que fuera parte de ellos, para que pudiese estar con Félix escondida en algún rincón oscuro golpeando la pared con fuerza mientras ella jadeaba como si fuera lo único importante en su existencia (o quizá dejando que Jane le mordiese con fuerza los labios y le ordenase desnudarla con rapidez, o Heidi con sus endemoniadas piernas largas que se enredaban con las suyas y le hacían querer que ella se dejase de vueltas). Le gustaba pensar que no faltaba mucho para que Aro le mirase y le sonriera, aceptándola en vez de pensar en si podría ser un aperitivo de media tarde. Le gustaba pensar en la simple idea de verse gloriosa, de tener todo el tiempo de la maldita existencia para poder hacer lo que le diera la gana con quien le diera la gana, para poder alimentarse y ser lo que en realidad debía ser, porque ella había nacido para ser vampiro. Se había puesto el disfraz de vampiro mucho tiempo antes del debido, y le gustaba demasiado como para quitárselo.

Pero cuando vio los ojos excesivamente oscuros de Aro y aquella sonrisa que mostraba sus afilados dientes (y hasta creyó que veía allí unos colmillos largos), cuando lo vio acercarse a ella, acariciarla y leer todos sus pensamientos, riendo ante los más recientes y contestándole con un «Lo siento querida, no será» que estaba lleno de fingido dolor y preocupación, cuando la sujetó con fuerza del brazo y le olisqueó el cuello demasiado cerca, ella supo que se había engañado demasiado tiempo, que había confiado mucho y que había creído que realmente harían algo por lo que nunca habían prometido. Que el cierre de su disfraz se había atorado y que habérselo puesto había sido su error más grande.

Cuando sintió los dientes de Aro perforar la piel de su cuello, cuando la ponzoña entró en contacto directo con su sangre y el dolor y los gritos comenzaron, supo que se había vuelto en una completa mentira, que se había metido en un disfraz de vida que le agradaba más, que se había vestido de una Gianna que no le temía a los vampiros y que sería como ellos en un futuro cercano.

Y cuando cayó al suelo de bruces, seca y muerta, con la última molécula de aire escapando de entre sus dientes y la última de las gotas de su sangre siendo absorbida y degustada por Aro, fue cuando se dio cuenta de que el disfraz con el tiempo la había consumido y ya no se podía quitar, que le había llevado a su muerte, y de que había sido demasiado ilusa; ilusa y estúpida.


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