HARRY POTTER Y LA PLANTA DE LA VIDA

Capitulo uno: Volver a empezar

Hogwarts ya no es el mismo de antes. Más de la mitad del colegio está destruido, y muchos de sus habitantes no regresarán más. Pero ante todo, la vida sigue adelante, y con esa filosofía la profesora McGonagall intenta sacar la fuerza interior de todos, especialmente de sus alumnos. Ahora mismo están reunidos en el salón comedor, donde el pesado manto del silencio habla por sí solo del dolor que sienten todos los presentes.

— Queridos alumnos y profesores — inicia la maestra deshaciendo el nudo de su garganta —. Todos sabemos que lo que ha pasado ha sido catastrófico para la comunidad mágica. Sé que muchos de ustedes se han guardado su dolor en apoyo de sus compañeros, y eso es un sacrificio notable de su parte, y desde aquí les presento mi admiración y respeto. Ahora, como directora interina, es mi deber organizar de nuevo las actividades de este honorable colegio, por lo que la participación de todos es bienvenida. Quienes deseen colaborar para que nuestra escuela vuelva a brillar y obtenga una vida nueva, puede pasar a mi oficina para que le sea asignada su misión. Gracias y buen día.

El mensaje de la maestra tardó un poco en surtir efecto, pero pronto varios alumnos se sobrepusieron, y demostraron su amor por el colegio ayudando en lo que mejor supieran hacer. Los chicos no fueron la excepción; Hermione Granger se unió a la brigada de la biblioteca junto con Luna Lovegood y Neville Longbottom, rescatando todos los manuscritos y libros que se salvaron de la destrucción, Ron Weasley y sus hermanos Ginny y George, sobreponiéndose a la pérdida de Fred, organizaban y supervisaban la limpieza y arreglos de las instalaciones externas, entre ellas el campo de quidditch, y Harry Potter apoyaba personalmente a la profesora McGonagall en la selección y asignación de tareas para los interesados. Mientras trabajan, intentan charlar para sacudirse un poco los amargos recuerdos.

— Ojalá y cuando terminemos, podamos reiniciar las clases — decía Hermione —. Creo que eso es lo que necesitamos para seguir adelante, ¿no creen chicos?

— Sí es verdad — contestó Luna —. Ahora que nos necesitamos, es cuando debemos unirnos más. Yo quisiera continuar con las clases de Defensa contra las Artes Oscuras.

Neville escuchaba en silencio los comentarios de las chicas, mientras revisaba el estado de unos libros de herbología que estaban un poco maltratados, pero que aún se podían leer. Hermione lo sacó de sus pensamientos.

— Y tú Neville, ¿qué piensas?

— ¿Eh? — contestó el chico, un poco distraído —. B-bueno, yo… yo pensaba en algo tonto… como siempre…

— No digas eso Neville — lo confortó la castaña —. Todos somos buenos en algo, lo demostraste con tu valor peleando al frente del E.D. Además, siempre has sido excelente en Herbología. Quizá puedas ayudar a preparar medicinas para los heridos…

— Sí, sí, lo sé — dijo Neville —, pero la verdad, quisiera poder hacer más que eso. Si tan sólo existiera la planta de la vida…

— ¿Cómo dices? — dijo Hermione, repentinamente interesada — ¿De qué estás hablando Neville?

— Bueno — comenzó a explicar Neville —, una vez, mientras buscaba textos para mis tareas de Herbología, encontré un pedazo de pergamino en uno de los libros más viejos, y de lo que pude leer (porque esta escrito en un lenguaje muy raro), entendí que hablaba sobre una rara planta que se cree extinguida, y que tiene el poder de generar vida en cualquier cosa orgánica que esté agonizante o muerta. Pero nadie la ha visto, ni siquiera hay una taxonomía de ella.

— ¡Neville! — gritó la castaña, asustando a Luna — ¡Esa es una excelente noticia, imaginen si podemos encontrar una muestra de esa planta, lo que haríamos por Howarts!

— Pero Hermione — dijo la rubia —, Neville dice que quizá esa planta no exista más, ni siquiera sabemos cómo es, o cómo era.

— Eso no me va a detener — dijo la castaña decidida —, si hay una esperanza para que nuestros amigos muertos regresen, hay que aprovecharla. No voy a descansar hasta dar con una pista de esa planta, ¿me ayudarán, verdad?

— Bueno, está bien — dijo Neville — pero sinceramente, creo que vamos a perder el tiempo.

— Entonces vamos Neville — dijo Hermione levantándose del piso —, dime dónde encontraste ese pedazo de pergamino.

Neville las llevó hasta el área donde estaba la estantería que consultó aquél día, pero se llevaron la sorpresa de que todos los libros estaban desperdigados por el piso, algunos se habían desencuadernado y sus hojas estaban dispersas por tosa partes. Sin amilanarse, Hermione comenzó la tarea de reunir las páginas de los libros deshojados, mientras Neville y Luna revisaban los que estaban en buen estado, para ver si localizaban el pergamino perdido.

Por fin, luego de un buen rato de trabajo, Hermione dio con un viejo pedazo de pergamino, el cual le mostró a Neville.

— Sí, parece que sí es ése — dijo Neville inseguro — pero está muy borroso, no puedo saber con seguridad si es el mismo.

— Por favor Neville — suplicó Hermione —, míralo bien, trata de leerlo a ver si lo reconoces.

— Lo siento Hermione. Ese pergamino está ilegible. Yo solo recuerdo que decía, además de lo que les dije, algo así como " vita anim…" y algo más.

— Vita animaherbae — dijo Luna de repente.

— ¡Sí, así decía! — confirmó Neville —, gracias Luna.

— ¡Un momento! — gritó la castaña — Luna, ¿cómo supiste eso?

— Porque lo dice aquí — contestó la rubia, mostrando un viejísimo libro abierto, leyendo una página a la que le faltaba un pedazo —, en este libro de plantas magi… ¡Oye!

Hermione le había arrebatado el libro, y leía tan rápido como podía. El texto estaba en latín antiguo, pero eso no parecía suscitar ningún problema para ella. Así, se enteró de que el pedazo faltante, que era el que había encontrado Neville en otro libro, contenía una descripción somera de lo que otros magos antiguos habían creído descubrir en un medio ambiente muy parecido al que se daba en los linderos del bosque prohibido, ya que uno de ellos había logrado crear vida a partir de dicha planta, a la que llamaron provisionalmente Vita Animaherbae, o planta del alma o esencia de la vida.

— Increíble — dijo Hermione, sin dejar de leer —, esto lo deben saber los chicos. ¡amigos vuelvo más tarde, y gracias a ambos!

Luna y Neville se quedaron viendo cómo se retiraba, para luego volver a su labor. Neville estaba convencido de que era una búsqueda en vano.

Hermione se apresuró a encontrar a sus amigos, y en cuanto estuvieron juntos les comunicó su hallazgo. Más que con alegría, los chicos recibieron la noticia con estupefacción y escepticismo.

— Eso no puede ser posible Hermione — decía Harry —. Debes estar equivocada. Probablemente lo que leíste es pura ficción.

— Sí Hermione — recalcó Ron —, por favor, no nos des falsas esperanzas. Sobre todo a mí, todavía me estoy haciendo a la idea de que Fred ya no está…

— Pero chicos — les dijo la castaña, esforzándose por convencerlos —, si esto es verdad, y si podemos encontrar esa planta, podríamos hacer que Hogwarts volviera a ser como antes. Y volveríamos a ver a nuestros amigos y profesores que se fueron… Piénsenlo, ellos no merecían morir así.

— Ellos dieron su vida por todos Hermione — refutó Harry —, estaban conscientes como nosotros que podían morir por defender a los nuestros, por defendernos a nosotros. Yo mismo estaba dispuesto a morir, pues no sabía hasta dónde podía llegar la batalla con Lord Voldemort.

— ¿Y si hubieras muerto Harry? — le preguntó Hermione, mirándolo a los ojos — ¿O si hubiera muerto Ginny, o Ron, o yo? ¿No harías cualquier cosa, por disparatada que fuera, para salvarnos? No hago esto por mí Harry, lo hago por todos.

Ambos chicos pensaron en quienes habían muerto a manos de Voldemort. Quizá Hermione estaba en lo cierto, ellos no pidieron morir así. Y aunque Dumbledore les había recalcado muchas veces que no era posible hacer que los muertos regresaran a la vida, ahora había una posibilidad que se contraponía a eso. Quizá Dumbledore no lo sabía todo. Y Ron aún tenía sensible el recuerdo de su hermano, y era muy doloroso verlos a Ginny y a él llorar en silencio.

— Está bien amiga — dijo el moreno —, te ayudaré con la búsqueda, aunque sigo pensando que buscaremos en vano.

— Yo también lo haré — dijo Ron algo más decidido —. Aunque sea una posibilidad remota, es mejor que nada.

Hermione sonrió y abrazó a sus amigos, una vez más quedaba demostrado que su amistad nunca se rompería. Primero que nada, había que saber cómo era la planta que buscaban, así que regresaron a la biblioteca a ver si localizaban alguna ilustración de la mítica planta. Buscaron durante mucho rato, sin éxito. Sin embargo, se pusieron a pensar en qué otro lugar podrían encontrar alguna pista de la misteriosa planta, y a Ron se le ocurrió una idea.

— Oigan — les dijo a sus amigos —, ¿y si buscáramos en el despacho de Snape? Al fin y al cabo, él ya no está con nosotros tampoco.

— ¿Y por qué ahí? — preguntó Harry.

— ¡Es cierto! — exclamó Hermione —. Tal vez la planta haya sido utilizada en pociones en el pasado, y si es así, nadie mejor que Snape para tener información sobre ella, o tal vez…

Hermione calló por la emoción, pues pensaba que tal vez el profesor Snape tuviera algún espécimen de la planta en sus pertenencias. Pero antes, tendrían que ver la forma de entrar al despacho, pues desde su muerte había sido cerrado con magia, para seguridad de los alumnos. Se pararon delante de la puerta, para analizar la situación, y Harry se recargó en la pared para pensar, entonces una de las piedras que sostenía las bisagras de la puerta cedió, al parecer se había fracturado en el fragor de la batalla, y terminó de resquebrajarse bajo el peso del chico.

— ¡Qué suerte! — dijo Hermione —. Ahora vengan, ayúdenme a encaramarme.

Ambos cargaron a la castaña para que alcanzara a meter la mano con la varita por el hueco dejado por la piedra, y luego invocó "aloho mora". La puerta rechinó un poco, abriéndose suavemente.

— ¿C-cómo hiciste eso? — preguntó Ron asombrado.

— La puerta está hechizada por fuera, no por dentro — contestó Hermione con satisfacción —. Piensen en eso cuando tengan que esconder algo o esconderse de alguien.

Los chicos entraron al despacho lentamente. A pesar de que sabían que Snape no los esperaría adentro, su aposento infundía una mezcla de temor y respeto. Mientras Ron vigilaba, Harry y Hermione revisaban cada papel y cuaderno que encontraban en el escritorio y los estantes del profesor. Ya estaban por los últimos, cuando la castaña gritó.

— ¡Lo tengo, lo encontré! — dijo eufórica, mientras alzaba un viejo pergamino, que tenía engarzado en el lazo que lo sujetaba un frasco pequeñito muy sucio. Tenía una etiqueta con la letra de Snape, que decía "V. Animaherbae, uso y muestra"

— Vamos a verlo — dijo Harry, mientras Ron se acercaba a verlo también. Lo abrieron con mucho cuidado, y vieron que estaba escrito en una lengua parecida a las runas. Hermione trató de traducir lo que pudo leer, pero varios párrafos estaban casi borrados por el tiempo. En cuanto al frasquito, cuando lo abrieron pudieron ver con tristeza que sólo contenía polvo.

— Aquí dice la forma en que debe utilizarse la planta — dijo Hermione —, pero faltan textos, no puedo leerlos por lo borrosos que están.

— Entonces no podemos hacer nada — dijo Harry con resignación —. Ni siquiera tenemos la muestra de la planta, seguramente eran semillas lo que Snape tenía aquí.

— Aquí también dice que esa planta es delicadísima — siguió diciendo Hermione —, pues debe cuidarse como si fuera una persona viva, o en este caso como un bebé. Hay que mimarla, prodigarle cariño, hablarle y tener muchos cuidados con ella, si no, podría marchitarse y morir de tristeza. Cuando crece silvestre, la naturaleza se encarga de cuidarla, pero hay muchos animales y criaturas que la consumen sin medida, por eso es tan difícil de encontrar. Sin embargo…

— ¿Qué Hermione? — dijo Ron, pues la castaña se le había quedado mirando — ¿Qué es lo que pasa?

— Sin embargo — continuó ella —, dice aquí que aún se le puede encontrar en cierta época del año, en los alrededores de la madriguera de… de… una agromántula.

A Ron se le fue el color, y casi se desmaya de la impresión si no es porque Harry lo detuvo a tiempo.

— ¿C-cómo dijiste? — dijo el pelirrojo sofocado de espanto — ¿D-di-dijiste agr… agro…?

— Agromántula — completó la castaña —. Sí Ron, dije agromántula. Tendremos que ir allá a buscar esa planta. Según recuerdo, ustedes saben dónde vive una.

— S-sí — dijo Ron temblando —, y de verdad quisiera olvidarlo.

— Ay Ron — dijo Hermione resignada —, está bien, no te obligaré a ir, sólo díganme dónde está y yo iré.

— De ninguna manera — dijo Harry — es muy peligroso, tenemos que idear algo para esquivar a las arañas, si no, no saldremos vivos de ahí.

— Está bien — replicó la castaña —. Mientras se nos ocurre algo, veré si encuentro en el pergamino de Snape una descripción de la planta. Vámonos chicos.

Salieron del despacho en silencio, en dirección a la torre de Griffyndor. Hermione iba leyendo en voz alta fragmentos del pergamino, y se detenía en los puntos donde el texto estaba más ininteligible. Por fin, mientras cruzaban el corredor que llevaba hacia el Gran Comedor, La castaña leyó algo interesante.

— Ajá… parece que lo encontré — les dijo a sus amigos —. Aquí dice que "es una planta de tallos largos, de flores como cúpulas invertidas, de semillas pequeñas y hojas largas, muy parecida a los tulipanes…"

— Hermione — dijo Ron, tratando de llamar su atención, pero solo Harry le hizo caso.

— Ahora no Ron — dijo ella sin mirarlo —, déjame seguir leyendo…

— Hermione — dijo ahora Harry, tomándola de un hombro.

— ¡Bueno pero qué pasa! — dijo la castaña exasperada — ¿Qué no ven que estoy tratando de…?

La chica se quedó callada, al ver hacia dónde le señalaban sus amigos. Cruzando en dirección al patio venía caminando Luna Lovegood, quien traía en las manos una pequeña maceta, con una planta muy parecida a la que Hermione describía. Al verla, corrieron a su encuentro.

— ¡Luna, Luna! — le gritaron — ¡Espera Luna, por favor!

La rubia se detuvo al ver a los chicos correr. Cuando la alcanzaron pudieron ver la planta de cerca, y notaron que estaba marchita, con la tierra seca.

— ¿Luna (puf) de dónde (puf) sacaste esa (puf) planta? — le dijo Hermione, tratando de recobrar el aliento.

— ¿Ésta? — dijo Luna, con su natural tono distraído —. Bueno, la encontré por ahí, un día que fui a caminar. Me gustó y la traje para adornar mi mesita de noche, pero creo que no la cuidé bien, pues ya se murió.

— ¿Oye Luna (puf), nos la (puf) puedes obsequiar (puf) por favor (puf)? — dijo Harry jadeando.

— Bueno, si la quieren… Yo ya iba a tirarla, para poner otra — dijo Luna entregándole la maceta.

— Gracias Luna — dijo Ron, era el más repuesto de los tres —, si vemos otra flor bonita por ahí, te la traeremos.

— Ay, gracias Ron — dijo Luna retirándose —. Ahora sé por qué le gustas a las de primer año.