MI VIDA CAMBIÓ CON TU AMOR
CAPITULO I: UN DÍA NORMAL EN EL SANTUARIO
Era una hermosa y tranquila noche. Mu y yo estábamos en el techo de nuestro Templo Aries, recostados en un camastro y en silencio, sólo observando las estrellas, abrazados como los dos enamorados que somos. Yo recordaba aquel viaje de boda y luna de miel, que tuvimos tiempo atrás. La noche estaba despejada, con una gran luna y un ambiente cálido, por lo cual ambos vestíamos short, playera y yo, un par de huaraches y él, unos tenis playeros.
Estuvimos ahí por un largo rato, sólo hasta que un ruido nos hizo reaccionar y al asomarnos hacia el frente de nuestra casa, vimos como la silueta de alguien se tambaleaba, para después caer al piso…
– Mu… qué hacemos? – preocupada y a la vez asustada
– Espérame dentro de la casa, yo iré a ver quién es!
– Ten cuidado! – y trasportándonos ambos; yo dentro del Templo y él, delante del mismo
Mu se acerca lentamente e invisible a los ojos del extraño, frente a los pies de la escalera de Aries. Yo nerviosa y al pie de la puerta de nuestro hogar, esperaba y rezaba por que no fuera algún intruso malintencionado y con deseos, de comenzar una Nueva Guerra Santa. Justo a mis ojos, apareció Mu cargando a un hombre, al cual pude visualizar con la tenue luz de la luna que se dejó entre ver, de una nube que pasó justo en el momento, de la aparición del extraño…
– Aurea pronto, Milo está herido…
– Qué… Milo? – ya con la luz de nuestra casa, pude claramente ver la herida en su costado derecho, el cual le sangraba notablemente – Pero qué es lo que le habrá pasado?
– No lo sé, pero tienes que curarlo pronto!
Mu recostó al peliazul en el sillón mientras yo, sacaba mi maletín de primeros auxilios y una buena dotación de gasas, trapos y vendas, para curar al Santo.
Comencé por limpiar la herida con algo de alcohol y agua oxigenada, para evitar infección en la laceración. Ya una vez limpia, utilicé vinagre para detener la hemorragia y justo en ese momento, fue cuando de nuevo el joven de Escorpión, abrió sus ojos y levantándose súbitamente, quedando nuestros rostros muy cerca y al vernos a los ojos, la mirada de él era notablemente de confusión y a la vez, se le veía que había tristeza en la misma…
– No te muevas! – le dije y viendo si la sangre, ya empezaba a cesar o continuaba saliendo sin parar – Recuéstate! – le indiqué
– Perdón… no quise molestarte! – respondió con suavidad – Pero me fue más fácil llegar aquí, que hasta la Fuente de Athena, para que Mark me curara!
– Pero qué fue lo que te pasó? – talvez algo intrigado, pero creo que más bien Mu estaba atónito, al ver que tuviese una herida de esa índole
– Es una larga historia que preferiría no repetir!
– Pues lo quieras o no, creo que sería bueno que me dijeras como fue que te apuñalaron!? – le dije a lo que él, se sorprendió – Vamos Milo!? – con tono de "es obvio para mí!" – No me digas que creíste que no me daría cuenta… soy la Comodora del Santuario!
– Cierto! – recomponiendo su postura
– Lo que no entiendo, es que tú siendo uno de los más fuertes del Santuario… – le expresa el Carnero – Pudieron herirte de esa manera?
– Como lo dije antes… es una historia que preferiría no repetir!
– Como quieras! – insistí – Pero tendré que recomendarte, por lo menos dos días de descanso; ya que necesito suturarte, para que la herida no se vuelva abrir y se complique tu situación!
– Pero… – sentándose en el sillón, mientras yo le aplicaba lidocaína para coserlo
– No te preocupes, yo le avisaré al Patriarca…
– No! – muy decidido él – Yo seré quién se lo diga… – y poniéndose de pie – Por la mañana!
– A dónde crees que vas? – molesta y frente a él, quién algo asustado me responde al ver mi expresión así
– A mi casa a descansar… – y verme con los brazos cruzados y con la mueca en la boca – Qué no es lo que me dijiste? – y Mu sólo nos veía confundido y en silencio
– Aún no termino contigo y además, lo siento… pero ésta noche te quedarás conmigo!
– QUÉ?, quedarme(se) aquí contigo? – los dos al mismo tiempo
– Por supuesto! – respondí indignada
– Pero… Aurea… – mi Lemuriano más que confundido, me cuestiona – Contigo?
– Por más que quisiera aceptar la invitación… – responde Milo y es cuando me doy cuenta, de qué es lo que esos dos, están pensando
– Un momento! – sonriendo y acercándome a mi marido y abrazarlo – Milo, necesito que te quedes ésta noche, para observación… dormirás en nuestro cuarto de invitados; así que no malentiendan! – dándole un beso en la mejilla a mi amado – Ahora déjame terminar de curarte! – así lo hice y tras ponerle una gasa – Amor… llévalo a su recámara, mientras yo… levanto todo de aquí y te alcanzo en… – guiñándole el ojo
– Claro! – y acercándose al Escorpión – Puedes caminar?
– Sí! – y aunque es ayudado por Mu para levantarse, camina lentamente detrás de éste al cuarto que le indica, a descansar
Yo levanté y tiré todo lo que no puede volver a ser usado y limpié, la sangre del piso y poco antes de irme acostar, recordé no haberle dado ningún analgésico para el dolor y una vez, que se le pasara el efecto de la lidocaína, le volvería y no podría descansar. Toqué la puerta suavemente, antes de preguntar…
– Se puede?
– Adelante!
– Vine a traerte algo para el dolor! – acercándome con las pastillas y un vaso con agua
– Gracias! – Milo todavía continuaba como molesto o no sé, pero no era la clásica actitud que suele tener; aún así, tomó el analgésico y dio un par de tragos de agua. Yo sólo me quedé mirándolo por unos momentos en tanto lo hacía – Buenas noches!
– Buenas noches! – la forma en que lo expresó, más que un deseo de buenas noches, pareciera una forma muy amable de correrme y así, quedarse solo con sus pensamientos – Qué descanses! – a punto yo de abrir la puerta
– Aurea!? – su tono de voz cambió notablemente – Te agradezco mucho lo que hiciste por mí! – volteé a él y sólo vestía un pantalón, de una de las pijamas de mi esposo y con todo su musculoso torso al descubierto y muy cerca de mí. Por un momento me sentí abrumada, pero la tristeza en su mirada me estremeció
– No tienes por qué agradecer… aunque es mi trabajo, lo hago con gusto! – girando la perilla, abrí la puerta para salir de ahí y evitar alguna tergiversación
En mi recámara, aguardaba por mí el amor de mi vida y al entrar a ella y verlo ahí recostado, esperándome… sin decir palabra, nos entregamos en una cálida luz Dorada, llena de amor.
Ya por la mañana y con los primeros rayos del sol entrando sigilosos por la ventana, acarician mi rostro delicadamente, despertándome del sueño en el que me encontraba. Volteo a mi derecha y Mu no estaba; sólo hay una rosa y una pequeña nota en la almohada. Despacio tomo la flor y aspiro su fresco aroma y mientras, acaricio mi mejilla con la misma, leo la nota…
Buenos días preciosa amada mía:
Siento no estar a tu lado cuando despiertes, ya que has de recordar que Shion me encargó mandar a primera hora, el paquete solicitado por Saori…
Regresaré en cuanto pueda…
Te amo!
Mu
Suspiré sólo de sentir su amor y su cosmos en esa pequeña nota. Después de tomar mi bata, me dirigí toda feliz a la cocina, para preparar el desayuno para nuestro invitado, Kiki, Pchan y yo.
Tras unos quince minutos y debido al olor del café, el peliazul se apareció con la misma ropa con la que durmió, además de una camiseta blanca de tirantes, que añadió a su vestimenta…
– Buenos días Aurea!
– Buenos días Milo! – con una gran sonrisa, ya que no podía evitar sentirme feliz y más aún, cuando Mu me sorprendía con esos pequeños detalles, que yo siempre guardaba en un cofre que él mismo hizo para mí – Cómo te sientes?
– Mejor gracias… ya casi no me duele, pero aún tengo un poco de dificultad para moverme!
– No te preocupes eso es normal; ya para mañana podrás hacerlo igual que siempre!
– Claro! – la seriedad no era algo que fuese con la personalidad de ese Santo
– Gustas café?
– Sí gracias! – le serví en una taza y acercándole la cesta de pan dulce
– Ahí hay azúcar y crema, por si gustas!?
– Me agrada solo, gracias!
– Claro! – y quitando la sartén del fuego, serví las porciones en cada plato – Toma!
– Huevos revueltos con jamón! – emocionado Kiki de ver su desayuno favorito, esperando a ser devorado por él; de un brinco cae sentado en su silla – Gracias Fantito! – con una gran sonrisa que saca de onda al octavo Dorado – Y tú qué haces aquí tan temprano, eh Milo!? – yo vertía la comida de mi hermoso Pchan, para que él también desayunara con nosotros
– Kiki? – le reclamé
– Y dónde está el Señor Mu? – cosa que hizo que me llevara la mano a la cara y moviéndola terminé sólo por decirle
– Sólo come, quieres!?
– Veo que es toda una odisea tus días por la mañana, con él aquí con ustedes!? – riéndose de la situación
– Ni que lo digas!
– Y por cierto, dónde está tu marido!?
– Shion le encargó llevar un paquete para Saori…
– Harsta Jamrpón!?
– Kiki, ya te he dicho que no hables con la boca llena!
– Lor sienrgto! – sólo moví mi cabeza otra vez
– No, por mensajería aérea y por consiguiente tuvo que ir al aeropuerto! – suspiré y me llevé algo de comida a la boca
– Créeme que no envidio en eso a Mu… – comenta Milo – Ya que yo no podría levantarme tan temprano, para cumplir con los encargos del Gran Maestro!
– Por supuesto que no! – reclamé yo – Y menos después de todas las parrandas, que tienes constantemente! – sonrojando al joven – Y por cierto… ahora sí me vas a decir, qué fue lo que te sucedió!? – con el tono suave
– Es algo realmente muy vergonzoso… que es preferible olvidar!
– Como quieras… – contesté de nuevo – Pero esperaba que me tuvieras un poco más de confianza, como para contarme lo sucedido! – él no respondió nada
– No es que no confíe en ti… pero de todas las personas del mundo, eres la última que quisiera que supiera lo que me sucedió! – pensaba él sin dejar de mirar a la chica frente a él. Continuaron comiendo en silencio y poco después, al terminar con éste – Gracias por el desayuno, estuvo muy rico! – sonriéndole, cosa que no había hecho para nada desde el día anterior, después del entrenamiento – Si no te molesta, quisiera recostarme un rato más, antes de regresar a mi Templo!
– Claro… no te preocupes, le daré una nota de doctor al Patriarca y disculpar tu ausencia, en el entrenamiento de hoy!
– Eres muy amable! – con algo de trabajo para levantarse de la silla, caminó despacio de vuelta para dormir
– Qué tiene? – bastante intrigado el niño
– Tuvo un percance anoche! – respondí sin quitar la mirada de la puerta de la cocina – Bueno, si ya terminaste… lava los trastes!
– Otra vez?
– Recuerda que esa es una de las obligaciones, que tienes en nuestra Casa!
– Ya sé… ya sé…
Con fastidio y resignado, hizo lo que le correspondía y yo, después de cambiarme y ponerme mi ropa de entrenamiento, salí de mi Casa. Seguida por mi mascota, me fui a la Fuente de Athena para hablar con Mark. Llegué como siempre lo hago, con una canasta donde le llevo el desayuno y el almuerzo, ya que hay veces que está tan ocupado curando las heridas, de los nuevos aspirantes a Caballero, que se olvida de comer o de tomarse un descanso, si yo no estoy ahí con él, para recordárselo…
– Hola, hola! – aún no eran ni las 10 de la mañana, cuando 4 chicos ya tenían que ser atendidos con premura
– Qué bueno que llegas! – tomándome por los hombros y cómo si yo fuese la respuesta, a todas sus plegarias – Necesito que te pongas el uniforme y me ayudes… – la mirada de inquisición de mi parte, lo hizo darme más información de la que pretendía él hacerme saber, en ese instante – Tengo a un chico al borde de entrar al Hades; a otro con una severa herida en el brazo, que podría perder si no me ayudas y dos más, con fracturas de brazo y pierna!
– Está bien, está bien! – dejando la canasta encima de la mesa más cercana – Quieres que revise al chico de la herida en el brazo!?
– Ay gracias! – besándome en la mejilla – Eres un ángel!
Me dejó ahí y regresó al cuarto del chico más grave. Yo me puse una bata y entré a ver a los dos chicos de las fracturas y vi, que ninguna era expuesta y ya les habían colocado compresas de hielo, para evitar la inflamación. Más tranquila me dirigí al chico de la herida en el brazo y me di cuenta, de que sólo por un par de nervios, venas y algo de piel, aún mantenía su brazo unido; así que al acercarme a él, éste se puso como loco y apenas entre las enfermeras, una asistente y yo, podíamos controlarlo…
– Denle 10 miligramos de activan! – pero éste aventó a la asistente que trataba de amarrarlo a la cama, a la otra enfermera la pateó en el estómago, mientras gritaba desesperado y yo por supuesto, antes de dejar que éste me hiciera algo, le golpeé tan fuerte como pude en el rostro, que lo noqueé en el acto – Ay cañón!? – dando la vuelta y doliéndome de la mano, con unos saltitos por el dolor y agitándola – Amárrenlo y olviden el activan; mejor administren 10 de morfina, no quiero que despierte y se ponga igual!
– Sí Señorita! – así lo hicieron, mientras me sobé mi mano y ver si no me la había roto
Ya con el chico inconsciente, pude coser los nervios destrozados y revisar, que hubiese circulación normal de la sangre. Procedí a unir de nuevo la parte del brazo que fue cortada, además de aplicar el vendaje necesario, para completar el procedimiento…
– Listo… – quitándome los guantes y poniéndome otro par limpio, revisé la quijada del muchacho y asegurarme, que no estuviera zafada, rota o algo por el estilo – Háblenme cuando despierte y apliquen 3 miligramos de morfina cada hora y revisen, su pulso cada media hora!
– Cómo ordene! – comentó la enfermera a cargo, apuntando en el historial cada indicación como suele hacerse normalmente, en cualquier respetable hospital del mundo
– Veré a los otros dos chicos! – cuando llegué, Mark ya estaba colocando el yeso en el brazo del muchacho
– Cómo te fue con el semiamputado!? – preguntó el sin dejar de hacer lo que hacía – Supe que se te puso un poco loco!
– Ni me digas… porque creo que me lastimé de más, mi pobre manita! – con mis ojitos llorosos; pero aún así, chequeé que el hueso del chico estuviese correctamente en su lugar, antes de comenzar con el enyesado de la pierna de éste
Después de averiguar lo que había sucedido con esos cuatro y pasarlos a un cuarto, para que descansaran por un rato, antes de mandarlos de regreso a donde quiera que estos vivieran, Mark revisó mi mano y cerciorarnos que no fuera más que el golpe. Me sobó con ungüento y vendármela, al fin tuvo el tiempo para sentarse a comer lo que le había llevado…
– Me muero de hambre!
– Lo sé… – sin dejar de tomarme la mano por que todavía me dolía
– Sabes qué creo?
– Que necesitamos al menos un doctor más…
– Así es! – dando una buena mordida al sándwich
– Sé que tienes toda la razón… – dije sentándome a un lado de él – Pero siempre ha sido de ésta manera! – sobándole el lomito para reconfortarlo – Bueno no siempre… antes de mí, no hubo nadie en mucho tiempo… pero bueno; antes di que ahora tú, tienes alguien que te ayude! – sonriéndole
– Lo sé! – limpiando un poco su boca y dando otra buena mordida – Pero qué pasará el día que sólo esté yo o peor aún, el día que entre los dos, no nos demos abasto con tantas emergencias que haya!
– Pues ese día haremos lo mejor que podamos… – aunque se oía bastante cruel, la realidad era así; me levanté y caminé hacia la ventana – Sé que es muy duro para ti entender ésta situación… pero todos estos hombres que vienen aquí, a entrenar y ganar su Armadura como Caballeros al servicio de Athena, saben de antemano que están arriesgando sus vidas y que sólo un puñado de ellos, lograrán alcanzar el objetivo! – volteando hacia él – Aquí sólo los más fuertes, son los que pueden ser honrados con un Manto Sagrado, ya que de nosotros depende mantener la paz, el amor y la justicia en la tierra! – suspiré ya que a pesar de ser parte de ellos, fui una de las pocas que lo logró de manera muy diferente al resto
– Lo siento, pero trabajé varios años en un hospital con tanta gente… que esto pareciera lo más rústico de lo rústico, a pesar de que contamos con el mejor equipo de punta, en la medicina moderna!
– Después de todo no somos tan pasados de moda! – con una gran sonrisa – Por cierto, ya se me andaba olvidando… – acercándome a él para no hacer un gran escándalo de eso – Ayer por la noche, Milo llegó hasta mi Templo con una puñalada en el costado del abdomen…
– Cómo? – un poco subido de tono
– Shhh! – él sólo con gesto de "Lo siento!" – No es grave, ya que afortunadamente no daño ningún órgano; sin embargo, aún tiene un poco de molestias para moverse!
– Y por qué no viene para que lo revise?
– No es necesario… – toda apenada le expresé – Sólo necesito que le hagas un comprobante, para que pueda descansar un par de días sin entrenamiento!
– Claro! – sacando su recetario – Y cómo es que le sucedió eso!? – bastante extrañado
– Lo mismo quisiera yo saber… – ¬.¬ – El muy jijo, no me quiso decir!
– Está bien! – extendiéndome el papel – Aún así, más tarde pasaré a revisarlo!
– Ok! – doblando el papel – Bueno, te dejo por que tengo que ir a entrenar!
– Ahhhhhh no, eso sí que no! – me extrañó tanto el comentario y de nuevo en su recetario, escribió otra nota para mí (pena) – No quiero que vayas a lastimarte de más, en eso a lo que ustedes "llaman" entrenamiento y después, no puedas ni mover la mano para ayudarme atender a los pacientes!
– Pe…
– Pero nada Señorita! – dándome el papel – Órdenes del doctor!
– Está bien! – tomé a mi cerdito – Bueno, ahora tengo que irme para hablar con el Patriarca y cómo no voy a entrenar, me mandará de regreso aquí, para ayudar en lo que se necesite, así que regreso en un rato más!
– Ok, nos vemos luego!
Salí de la Fuente y resignada, me dirigí a mi Casa y pues como ya no iba a entrenar, era hora de darnos una buena ducha, antes de ir hablar con Shion y que me pusiera como chancla, por haberme lastimado de manera tan boba la mano; pero la verdad es que el fulano ese, sí que tenía la quijada más dura, que el mismo acero… o será que el muy bruto alcanzó a moverse para que no lo noqueara!?... bueno como sea, la cosa es que de todas formas me iban a regañar, buaaaaa!
Al llegar a mi Templo lo primero que hice, fue ir a revisar a mi paciente el cual dormía placidamente, como un hermoso angelito… ojalá y fuera así de igual, cuando está despierto:ui Mientras le admiraba y revisaba delicadamente que no tuviese fiebre o que su pulso fuese irregular, Mu se quedó detrás de la puerta observando lo que yo hacía, hasta que sentí su presencia y voltee algo asombrada, pero al mirarlo sonreí y en silencio, dejé a nuestro invitado…
– Qué bueno que ya regresaste! – le abracé por el cuello, dándole un buen beso en la boca – Te extrañé mucho en la mañana! – poniendo mi cara triste, para enternecerlo
– También yo! – besándome ahora él profundamente – Cómo sigue?
– Pues mejor, sólo hay que dejarlo descansar por un rato más, ya que creo que a pesar de los analgésicos que ayer le di, la molestia de las puntadas, no lo han de haber dejado que durmiera bien!
– Ya veo! – soltándonos y dando la vuelta para alejarse de ese cuarto – Sólo te cerciorabas que todo estuviese en orden con él!?
– Claro! – me extrañó tanto el comentario, que lo detuve de pronto, para verlo de frente – Qué pasa?
– Nada… – tomando mí barbilla y con una media sonrisa – Sólo es una tontería mía!
– Y por qué no me la dices? – poniendo mi mano izquierda en su pecho
– Nada…
– Por favor Mu!?
– Bueno… es que tú sabes cómo es Milo… que pues… yo…
– No me digas que sentiste celos!? – algo feliz por el hecho, ya que hacía mucho que no los mostraba y de vez en cuando, es bueno saber que aún los sienten – Sentiste celos!
– Claro que no! – caminando en dirección de su taller
– Claro que sí! – detrás de él – Pero no seas tontito, tú sabes bien que yo, nunca te haría algo así!
– Lo sé… – deteniéndose en seco y abrazándome seductoramente por la cintura – Pero hay veces que no puedo evitarlo… ya que con tantos hombres en el Santuario…
– Para mi suerte! – con una pícara sonrisa
– Qué quieres decir con eso? – soltándome, pero yo no a él
– Lo que quiero decir con eso es que, de haber más mujeres en el Recinto, creo que yo estaría peor que tú! – besándolo tan profundo, que las cosas se estaban poniendo un poco más calientes de lo debido, cuando para nuestra mala suerte, el querido Ticherito llegó a interrumpir
– Ya veo por qué no están en su entrenamiento!? – molesto, pero a la vez divertido de vernos sonrojados y cómo nos separamos el uno del otro
– Gran Maestro! – expresamos ambos al mismo tiempo – Lo sentimos!
– Déjense de tonterías! – nos dice como si no se tratara de nada importante – Y dime Mu, cómo te fue?
– Bien Maestro…
Sacó de su bolsillo un papel, comenzó a explicarle todos los pormenores de lo sucedido con su "misión". Yo por mi parte, esperé paciente a que terminara de hablar y comentarle, la situación de Milo y la mía propia, dándole nuestros comprobantes de falta al entrenamiento (todo bien escolar, jajajajaja!). De mi parte no hubo problema pero al enterarse de lo de Milo, decidido abrió de sopetón la puerta de la habitación dónde él descansaba, despertándolo en el acto…
Hola!
De nuevo, éste fic es como una especie de seguimiento de tres de mis fics anteriores... Mu, Te Amaré por Siempre, El Día que mi Corazón se Rompió y Adiós, Mi Querido Principe Lemuriano... Aunque en este eliminé algunos personajes (por razones que prefiero no mencionar) no deja de ser seguimiento de éstos mismos...
Espero sus reviews n.n
Salu2
Tschüs!
