Un poco más.
—Naruto…—dijo en apenas un susurro —un poco más, tan sólo un poco.
El rostro del aludido-totalmente rojo y sudado por la presión que ejercía su cuerpo en el momento-esbozó una débil sonrisa, inclinó su cabeza levemente hacia atrás y de sus labios escapó un gruñido—Sí—.
Volvió a gruñir, esta vez más sonoramente, y aprovechándose de la posición superior que tenía en el momento en comparación con Hinata, embistió con más fuerza.
—Más…—pidió nuevamente la Hyuuga—mételo, tan sólo…un poco más—. Estaba exhausta, su tez colorada y sus manos temblorosas lo denotaban, pero aun así no se rendiría. No pensaba decepcionarlo, ella podía hacerlo. Daría lo mejor de sí para complacerlo, es que él había insistido tanto…
—No…puedo más. No entra—confesó el rubio, ya casi en su límite.
—Mételo, Naruto-kun—. Hinata alzó la mirada para ver mejor el rostro acalorado de su novio. — ¡Ahora!—exclamó y el sonrojo se acrecentó aún más apenas se hubo escuchado. Pero es que ya le estaba desesperando.
Como respuesta, el chico dio su última y más potente embestida, mientras ella soportaba todo su peso y presionaba a su vez, para que pudiese entrar por completo de una buena vez.
Dos gruñidos al tiempo. Uno, dos, tres.
Naruto suspiró, separándose completamente y se dejó caer pesadamente sobre la superficie acolchonada; cansado, sudado y con la respiración algo agitada.
—Te lo dije…—se inclinó nuevamente y observó a Hinata, sentada en el suelo, en condiciones similares a las suyas. Debía estar cansada. Estuvo todo el tiempo allí abajo, ayudándolo y soportando su fuerza. No era para menos. Él en el sofá del almacén y ella en el suelo, no era muy justo.
—Perdón—se disculpó mirando los aperlados ojos de su agitada novia—pensé que era mi número—sonrió estirando la mano para ayudarla.
—Tú calzas más—comentó la fémina, tomando de la mano del rubio para levantarse.
El Uzumaki la miró travieso, y en un ágil movimiento hizo que se sentara cómodamente en sus piernas, le rodeó delicadamente la cintura con los brazos, quedando ambos a una distancia tan corta que sus narices se rozaban.
—Hinata…—susurró, causando un fuerte sonrojo en el rostro de la aludida y sonrió.
Ella pudo sentir el aliento del chico chocar en su rostro. Sonrojada, pasó una de sus manos tras el cuello del muchacho, y la otra la usó para cubrirle por completo la mejilla, acariciándolo mientras le rozaba los labios en un suave beso, que luego él se encargó de profundizar, estrujándola un poco de la cintura.
Fue un beso relativamente corto. No podían dar un espectáculo en plena zapatería.
Separaron lentamente sus labios, juntaron sus narices, hasta finalmente recargar una frente con la otra, mirándose fijamente.
Naruto sonrió: —Entonces… ¿intentamos con el número que sigue?
Fin.
