Aquel día, la guardiana de la niebla del Varia había reunido a todos sus compañeros en una asamblea extraordinaria de vital importancia, o eso decía ella.
Bajo aquella capucha que cubría sus ojos, observaba desde lo alto de la sala llegar a los demás, e ir sentándose. Bel, por una vez, no sonreía. Quizás estaba preocupado por su querida Mammon, ¿y si había decidido dejarles? Pero la cara de póker del bebé no dejaba entrever qué era lo que pasaba por su mente… como siempre.
Una vez Squalo terminó de empujar la silla del jefe hasta el salón, Mammon bajó hasta una mesa y se quedó allí, de pie, mirándoles a todos.
— ¿Y qué es lo que quieres, Mammon? – habló Leviathan.
— Hu~ —suspiró la pequeña—. Desde que llegué aquí, me han llamado niña. Me han comprado vestidos. Me han hecho coletas. Me han tratado de meter mano —con todo eso, obviamente, se refería a Lussuria.
Los Varia parpadearon al unísono, sin comprenderla.
NO SOY UNA CHICA.
Lussuria pegó un grito. Leviathan la miró fijamente, incrédulo. Squalo gritó un "qué". Xanxus ni se inmutó. Bel abrió tanto la boca que le habría cabido un tren por ella. Gola Mosca hizo algunos ruiditos.
— Venga, Mammon, deja la coña —habló el guardián de la lluvia.
— No estoy de coña —le contestó el guardián de la niebla.
A su lado apareció una ilusión del Mammon adulto. Realmente era bastante andrógino también, pero… o era una tía muy plana o era un hombre muy femenino. Mammon suspiró antes de quitarle la capucha a la ilusión.
Todos comenzaron a murmurar entre ellos, menos Belphegor, en cuyas mejillas se podía distinguir un leve rubor.
Entonces… ¿era gay y no lo sabía?
