Byakuran tiene un gatito. Lo ha llamado Xanxus.

Es un gato adorable, pero con verdadero mal humor. Byakuran se desespera cuando el gatito se sube encima de su ropa perfectamente blanca y la llena de pelos negros. Byakuran se desespera cuando el gatito se encapricha con ser el décimo Vongola y la toma con él a arañazos. Byakuran se desespera cuando el gatito se enfada y le quema los marshmallows, porque a él le gustan blanditos, no tostados. Igual que le gustan las sedosas orejitas que asoman de la cabeza de su gatito. Igual que le gusta esa alegría cuando juega con su tiburoncito de plástico, y también el mal genio que se gasta justo después. Igual que le gusta como mueve la cola esperando a que le dé de comer. Por suerte, Byakuran tiene cantidad de subordinados, de los que buena parte se dedican a buscar la comida que su gatito quiere para que la tenga enseguida en su platito.

Byakuran cuida a su gatito con mimo, le peina con cariño y le baña todos los días, aunque siempre termine empapado por los intentos del gatito de no tocar el agua. Y cuando su gatito pone esa expresión de estar a punto de arrancarle la cabeza que, sin embargo, en versión chibi con orejitas, es adorable, Byakuran ríe y le abraza hasta espachurrarle. Y el gatito, a veces, sonríe. Solo cuando ha tenido la oportunidad de rasgarle el uniforme con las uñas para poder deleitar sus ojos de gato con las vistas.