Capítulo 1: La canción de despedida.
Esperó y les guste, es uno de las mil y un cosas que se me imaginan.
Atención, contiene OoC.
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—Sabes, eres un chico demasiado raro. Nada más me traes un flan y observas en silencio como me lo como, ¡Pero nunca me dices nada! ¡Ni un hola! — a pesar de esto, él se quedó en silencio. Como siempre. —, ¿A caso crees que me intentaré suicidar de nuevo?— al fin reaccionó.
— ¿¡Qué!? ¡No! Eso es lo único que no quiero que pase — tomó un poco de aire y me dijo más tranquilo —Me importas pero... No creo que... Yo — ¿Por qué actúa de esa manera? ¿Todo estará bien? —, yo me tengo que alejar de ti. Perdón. Adiós.
Se dio la media vuelta. Yo seguía sentada en la camilla con el plato vacío. Él estaba a punto de salir de la habitación pero me levante lo más rápido y lo agarre con fuerza de su brazo derecho— No te vayas por favor, no te vayas — las lágrimas de mis ojos caían al piso haciendo que la suciedad se removiera un poco, aunque era muy poca —, yo... — lo solté. Me pare derecha, me seque mis ojos y con una sonrisa llena de tristeza le dije — pero antes de que te vayas ¿Tocarías conmigo una última melodía? — por lo que me había platicado una persona solamente me quedaría muy poco tiempo de vida, pero quería estar cerca de el en estos momentos.
— Esta bien — su tono de voz se escuchaba un poco de tristeza y resignación.
Los médicos decían que las pastillas que toma para suicidarme eran muy potentes y no pudieron reaccionar a tiempo, aunque seguiría con vida. Pero no por mucho tiempo. Los dos meses de esperanza se acabarían hoy.
Les había rogado a mis padres que no le dijeran nada a los demás, no quiera que supieran mi estado y mi final, todavía me interesan.
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Afortunadamente en el hospital había un piano en la sala de espera, y mi violín estaba en la parte de abajo de la camilla de mi cuarto del hospital. Lo agarre, mis manos temblaban.
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Como mis pies estaban demasiado débiles el me cargo en su espalda.
Nunca olvidaré ese delicioso aroma a café que despedía su cálido cuerpo.
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Cuando llegamos, el buscó una silla para que me pudiera sentar y así poder tocar cómodamente.
— Siéntate aquí — me dijo señalando la silla.
— No quiero. Me verás débil físicamente, pero soy fuerte en alma — le dije de forma decidida y como pude, me puse erguida. Yo ya estaba lista para tocar. Tenía mi violín en manos. Mis piernas me temblaban, pero no me demostraría débil ante él. Nunca lo volvería a hacer.
— Muy bien cual tocaremos — su tono de voz se escuchaba neutral.
— Balada número uno opus veintitrés de Chopin.
— ¡Pero si esa no lleva violín!— era cierto pero esa... Esa sería mi canción de despedida.
—Tú solamente toca, yo sé lo que tengo que hacer.
Cuando empezó, me di cuenta que por fin le había puesto más sentimiento a la melodía. Ya demostraba la frustración, la melancolía, la intriga, y la paz que reflejaba Chopin en la mayoría de su música.
Yo, ya tenía que hacer mi aparición como violinista.
Él, se sorprendió al principio por la forma que estaba tocando.
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Al final mis mejillas estaban húmedas y mis ojos llenas de lágrimas.
— Tocaste hermoso — me dijo. Se acercó a mí — ¿Te sientes bien?
—Adiós, Te Amo. Ichigo — y por fin. Yo, ya había muerto.
— ¡No, Hisana!
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¡Hola!, aquí les dejó otra de mis cosas que se me imaginan de repente. Ya saben cómo soy de temperamental.
El primer capítulo es algo corto, pero esperó que los demás sean un poco más grandes. Jijiji.
En el siguiente capítulo aparecerá Rukia.
Esperó y les guste. No olviden votar y poner comentarios.
Los que me quieran seguir en Facebook es, Kia Kuchiki Lol y mi sobrenombre es, Rukia Kuchiki Lol.
Saludos.
