Disclaimer: La obra llamada "Naruto" no me pertenece, es creación total de Masashi Kishimoto, pero sus personajes quisieron aparecer en esta historia y no pude negarme a tan bonita petición.
-letra normal- diálogos.
-letra cursiva- pensamientos.
-letra en negritas- nombre de técnicas especiales.
¡Holaaa! Espero que estén super bien y que estén teniendo un rato ameno buscando historias que los entretenga en ese momento de descanso. Les platico, una nueva idea venía rondando ya hace varias semanas mi cabeza y no pude resistirme a plasmarla en palabras. Espero que la idea sea de su agrado y disfruten la lectura tanto como yo disfruté en escribirla.
–¡Maldita sea! ¡No-no logro ver nada! ¿Qué demonios significa esto? Se supone que es este el lugar, pero… –Sasuke se encontraba agitado, cansado y enormemente angustiado. Su respiración demandaba todo el aire que sus pulmones fuesen capaces de almacenar, pero por más que les daba lo que necesitaban, estos parecían no saciarse.
El pelinegro olvidándose casi en su totalidad del peligro que representaba transitar sin cautela por el territorio enemigo, corría sobre el ancho pasillo que parecía no tener fin. Era una tortura, una real y sofocante tortura recorrer las instalaciones sin saber qué dirección tomar. Aquel lugar, oscuro, frío y cerrado, mantenía unos estructurados y fortalecidos pasillos enredados que desubicaban con facilidad al Uchiha que luchaba por salir de prisa de esa endemoniada zona. No tenía tiempo que perder. No podía fallar en esta misión. No había margen de error. Si llegaba aunque sea un segundo tarde… todo estaría perdido.
Unos de los rasgos característicos de Sasuke Uchiha eran la serenidad e inteligencia con los que resolvía cualquier tipo de problema que se presentaba, sobre todo si se trataba de misiones, lo que garantizaba el éxito de las mismas al tener entre sus filas a un shinobi tan capaz como él, pero después de mucho tiempo sin obtener el resultado esperado, en esta ocasión perdió la calma.
–Esto no está bien. No sé dónde me encuentro y podría jurar que estoy perdido. ¡Mierda!
Pocos metros más adelante se detuvo. Algo inusual se presentó en su camino y logró detener el rápido avance del ninja prodigio. Todos los pasillos formaban un perfecto e inequívoco ángulo de 90°, lo que garantizaba la rectitud de éstos. No obstante, lo que logró hacer que el azabache se paralizara fue justamente lo diferente que estaba el pasadizo que recorría en ese instante. Frente a él, el callejón sobre el que transitaba se dividía en dos.
Si se viera desde otra perspectiva, digamos… una vista aérea, se podría apreciar una perfecta 'Y' dibujada en el suelo, en la cual Sasuke se encontraba en la interjección de los tres pasillos.
–¡Es aquí! –se dijo completamente seguro de lo que presenciaba.
Esto, lejos de tranquilizarlo por encontrar el inicio de lo que desde el principio estaba buscando, lo alteró más.
–¿Cuál será? ¿Qué camino debo tomar? ¡¿Qué maldito camino es el correcto?! –su corazón latía incesantemente amenazando con abandonar su pecho en cualquier momento. Sus labios entreabiertos inhalaban y exhalaban con fuerza y rapidez oxígeno y dióxido de carbono respectivamente. Sus ojos viajaban de un pasillo a otro sin poder vislumbrar otra cosa que no fuera una profunda oscuridad que le impedía ver qué había más allá de cada uno. Su sien se hallaba perlada en sudor, el cual continuaba su recorrido por el costado de su atractivo rostro, viajando por sus mejillas y encontrando su fin al caer de su fino mentón y estrellarse contra el suelo.
–¿Qué camino tomarás, Sasuke? –escuchó una serena y fría voz que le hablaba a su derecha.
El usuario del Sharingan se tranquilizó. Había olvidado por completo que no estaba solo, por lo que recobró en un segundo la compostura. Él era el líder de la misión, así que su deber era estar calmado para evitar que hubiese heridos, o peor.
–Neji, tú irás por la derecha. Yo tomaré el camino de la izquierda –respondió a su compañero de misión sin moverse aún de su sitio.
–¿Estás seguro de eso? –respondió con una media sonrisa de lado. Sí, el Hyuga mantenía una sonrisa arrogante en sus finos labios y tenía una ceja enarcada. Sus opalinos ojos miraban penetrantes los ojos del Uchiha, los cuales denotaban soberbia pura.
Sasuke lo miró con los ojos abiertos. Un miedo invadió su pecho y sintió una desagradable oleada de calor justo en el corazón.
–¡No! Ve por la izquierda. Seré yo el que vaya por la derecha –cambió de opinión el azabache.
El castaño lejos de modificar su expresión facial, afirmó sus rasgos. Su sonrisa ladina se ensanchó y sus ojos se entrecerraron pícaros mientras caminaba hacia la izquierda de Sasuke. Al verlo moverse, el hermano menor de Itachi sintió nuevamente esa desagradable sensación en su pecho, justo en la misma intensidad, en la misma proporción y en la misma temperatura que el anterior. A punto estuvo de alegar y retractarse, pero el Hyuga lo interrumpió antes de que pudiese decir algo.
–Esto no es un juego, Sasuke. Si vas a decidirte por un camino, hazlo de una vez.
Sudó frío ante las palabras del usuario del Byakugan.
–Decidir ¿un camino? –se preguntó estático. Jamás en toda su vida de mierda y oscuridad tuvo que tomar una decisión tan difícil como la que estaba a punto de elegir. Él, el único miembro vivo del clan Uchiha, cerró los ojos con fuerza.
De pronto los abrió. Miró sus manos temblorosas y sintió su cuerpo estremecerse. Pasó la palma de su mano por su frente para limpiar el exceso de sudor que se había acumulado y limpió el resto de su rostro. Sasuke se sentó en su cama y observó por la ventana que aún estaba oscuro. Bufó molesto.
–Fue un sueño –se dijo pensativo.
Clavó sus ojos negros en las sábanas azules que envolvían el resto de su cuerpo y no los movió de ahí.
–Es la tercera vez que tengo este sueño –el azabache empuñó sus manos sobre sus piernas, aprisionando la sábana y arrugándola entre sus dedos –Al menos en esta ocasión pude saber quién era el que estaba conmigo –desarrugó la sábana y extendió sus puños, colocándolos nuevamente sobre sus muslos –Neji Hyuga. No entiendo por qué lo veo en mis sueños, se supone que él ya está muerto.
Sus ojos somnolientos miraron el reloj que se encontraba en un mueble a un costado de su cama. Las cuatro de la mañana. El sueño recurrente que había estado teniendo la última semana siempre lo despertaba a la misma hora. Las dos veces anteriores había tratado inútilmente de dormir dos horas más antes de iniciar con su rutina diaria, pero en esta ocasión estaba decidido a evitarse el mal rato de no conciliarlo.
Se levantó, se dirigió a la ducha y se dio un necesario baño de agua caliente para finalmente darse un despabilador chapuzón de agua fría al final. Después de vestirse y alistarse, se dirigió a la cocina con toda la intención de preparase un buen desayuno. No era el mejor cocinero del mundo, ese título lo merecía con creces su hermano mayor Itachi, al cual deseaba fervientemente con vida compartiendo el departamento con él, pero ¿qué se le puede hacer? Los muertos no reviven. O sea, sí se pueden revivir, pero es una blasfemia y un insulto a la muerte resucitarlos con el Edo Tensei, así que no, nadie es capaz de volver a la vida, desgraciadamente.
Lo único que pudo encontrar en su vacía alacena fue un par de rebanadas de pan, en el refrigerador tomó jamón y queso y se preparó un emparedado. Tomó un plato y se sentó en el pequeño comedor de su departamento. El sándwich sabía terrible, bastante insípido, pero no le importó.
La primera vez que tuvo ese sueño no le tomó importancia, pues se trataba de uno entre tantos que había tenido, aunque de cierta manera llamó su atención por ser el único del que se acordaba perfectamente.
Le tomó más tiempo del esperado terminarse su insignificante desayuno, así que con algo de prisa lavó, recogió su desastre y salió de su departamento encaminándose al campo de entrenamiento del equipo Kakashi.
Después de la Cuarta Guerra Ninja, su exoneración de todos los crímenes que había cometido en contra de la Aldea y, lo más importante, en contra de sus seres queridos, decidió permanecer en Konoha. Por primera vez en su vida fue capaz de reconocer todo lo que Naruto había hecho por él, todo lo que había sufrido por él, todo lo que había soportado por él hasta conseguir sacarlo de la oscuridad. Salir no fue nada fácil, debía admitirlo. Una pequeña parte de él había encontrado un retorcido gusto por matar y hacer sufrir a todos los que le amaban, evitando así formar lazos estorbosos que le impidieran continuar con su vida de vengador, pero ahora todo era diferente. Salir de la oscuridad implicaba ver con otros ojos lo que la vida le había negado desde el asesinato de su clan.
No.
Mejor dicho, ahora podía ver todo lo que él mismo se había negado a ver y que la vida le había ofrecido reiteradas ocasiones esperanzada de que por fin abriera los ojos. Sasuke reconocía y rescataba los lazos afectivos que tenía con la Aldea. Naruto, Sakura y Kakashi eran su familia, siempre lo fueron desde que el equipo se formó y comenzó a convivir con cada uno de ellos, descubriendo así que debía competir contra Naruto para crecer a la par, aprender de Kakashi y su sabiduría para tomar las mejores decisiones tanto el misiones como en la vida personal y, no menos importante, proteger a Sakura de cualquiera que quisiese hacerle daño.
Pero su familia no se limitaba al equipo siete. Al formar a Hebi y posteriormente renombrado Taka, se dio cuenta de lo imposible que le fue evitar formar lazos con los que le rodeaban. Suigetsu, Juugo y Karin fueron para él otro elemento importante para mantener una pequeña parte de él aún aferrada a la luz. No pudo evitar soltar una pequeña risita melancólica al pensar justamente en Taka. A ellos sí que les tocó la peor parte de él, sin duda. La cumbre de su odio fue en la invasión a la reunión de los cinco Kages, donde perdió el contacto con sus compañeros antes de la Guerra. No tuvo ningún remordimiento al dejar atrás a Suigetsu y Juugo sin saber si ellos seguían con vida, si estaban heridos o si habían perecido. En esa ocasión a la única que salvó fue a Karin, no teniendo reparo alguno en demostrarle que la había salvado con el único propósito de usarla para encontrar a Danzo, nada más. Luego de eso, sus ojos se cegaron y su alma se tornó aún más podrida de lo que ya estaba cuando atravesó a Karin con su Chidori. Lo que la salvó de morir al instante fue su baja estatura en comparación a la de Danzo, pues de esa manera evitó atravesarle el corazón, aunque saliera gravemente herida.
A punto de matarla estuvo cuando la pelirrosa llegó. En ese momento lo recordó todo. Ella había sido un lazo fuerte que le estorbaba para cumplir su objetivo, así que, junto con la inútil vida de Karin, perecería la inútil vida de Sakura. Ambas debían morir. Ambos lazos debían morir en ese preciso instante.
Pasó un año desde la Guerra sin que pudiera volver a ver a sus compañeros de equipo de venganza, sin embargo, tras una misión encomendada al equipo siete y un Naruto bastante insistente, los miembros de Taka fueron aceptados en Konoha.
Tener a su familia reunida en el mismo lugar era grato para Sasuke, aunque se empeñara en esconder lo que realmente sentía por ambos equipos, sin embargo, nunca llegó a imaginar que la presencia de dos chicas en el mismo lugar llegaría a causarle tantos conflictos, sobre todo, porque ambas kunoichis eran importantes para él, justo en la misma medida. Ni una más importante que la otra, porque, a final de cuentas, tanto Sakura como Karin jamás se rindieron con él.
¿Algo corto? No se preocupen, los capítulos serán más largos, este solo fue como una pequeña introducción para adentrarlos a la historia y a su temática. ¿Qué habrá sido ese extraño sueño de Sasuke? ¿Alguien sabe qué rayos significa? ¿Alguna idea? Conforme avance la historia se descubrirán más elementos de este sueño y se verán muchas más cosas que poco a poco irán revelando qué diablos significa eso y con quién o quiénes está relacionado.
Cuidense mucho y nos estamos leyendo.
