Hola. Este es un fan fic que hice para el foro "Las tres escobas" concretamente; para el concurso de San Valentín. Yo no iba a subirlo, pero debido a una cierta insistencia; aquí lo tienen. Espero les guste.

-Género: Angst/Romance
-Observaciones: Ningún tipo de contenido que no se pueda leer, nada de spoiler, violencia o contenido adulto.
-Pareja: Severus Snape/Hermione Granger


La última tonada:

Capítulo 1: Notas de sangre.

El sonido de una vieja caja de música, la ya desgastada bailarina gira torpemente en círculos bajo el triste tocar de piezas sueltas que rechinan en su interior.

Los minutos siguen pasando y el recuerdo se mantiene vivo conforme éstos se van esfumando. Pasa sus manos a través de las polvorientas paredes y rememora hechos felices con los que trata de mantener su calor.

No podía entenderlo, no podía entender por qué el destino le arrebató lo que más amaba y lo que necesitaba para poder vivir. Su vida desde aquél entonces se había convertido en un manojo de inseguridades y de tristezas que amenazaban con acabar con ella; en una muerte tan lenta y dolorosa como la que había sufrido su espíritu.

Todo seguía igual, aunque él ya no estaba, todo seguía como lo había dejado. En el aire podía sentir su olor y el susurrar de sus palabras a través del viento. Él estaba allí, él había vuelto; había vuelto para bailar el último vals con ella.

Lo recordaba, recordaba haber descubierto el rostro del más profundo y apasionado amor.

- Esto es para ti- susurró él alegre, como si en aquella caja hubiera depositado el tesoro más grande del mundo- Es algo quizás muy simple, pero como te oí decir que no querías algo del entorno mágico ya que eso no iba a sorprenderte; te traje esto.

Era una caja de música, estaba finamente envuelta en un brillante y colorido papel. Hermione no pudo esconder una suave sonrisa y el brillo en sus mejillas que sólo él sabía despertar en ella.

- Estoy seguro de que a Cathrina le encantará en cuanto nazca.

Hermione siguió sonriendo mientras deshacía con suavidad aquel papel, el regalo por el sólo hecho de serlo le era especial y no quería dañar todo lo que lo conformaba. Cuando terminó de abrirlo bajo la expectante mirada de su esposo, su corazón se llenó de alegría y una especie de emoción incontenible se formó en su interior.

- ¡Oh Severus, es preciosa!- dijo y él respiró aliviado, como si en algún momento hubiera dudado de que si iba a agradarle o no.

- Es algo antigua, era de mi madre y solía dormirme con ella. Debo admitir que a veces los Muggles inventan cosas interesantes.

- Es magnífica, y está en perfecto estado. Muchas gracias, es el mejor regalo de cumpleaños que he recibido.

- Lamento ser insoportable, espero que esto remedie un poco los malos momentos.

Hermione rió con suavidad y por un momento él compuso su rostro de enojo característico; pero no le duró mucho.

- No eres insoportable, eres el hombre más maravilloso del mundo y me alegra ser tú esposa.

- No tienes que mentirme, sé que hay días en los que desearías que yo sea Weasly.

- Lo había deseado- ella guiñó un ojo y el hombre despegó los labios para hablar, pero dejando un dedo ellos; ella no se lo permitió- Pero en ese mismo instante me he dado cuenta de que sería una tonta si te cambiara por él.

No pareció convencido ante lo que ella contestó pero supuso que se lo merecía por haber sido cruel en el pasado.

- Pues, yo también me siento feliz de que seas mi esposa y a modo de acotación; jamás he deseado no estar contigo o que seas otra mujer.

Hermione siguió riendo y por un momento y sintió como su hija había pateado su vientre. Se llevó una mano al mismo y comenzó a acariciarlo mientras lo miraba.

- No puedo esperar a que Cathrina nazca, me encantaría que ella se pareciera a ti; así al verla los vería a ambos- dijo ella con una dulce voz.

- A mí me encantaría que tuviera tus ojos, tu rostro; que al levantar la mirada pueda volverme a conquistar.

Suavemente la mano que tenía en su vientre fue cubierta por la de su esposo. Hacía ocho meses y medio que Hermione le había anunciado que estaba esperando un hijo suyo; y desde ese momento la oscuridad que lo rodeaba paulatinamente dejó de existir.

Ya no le temía a Voldemort en cierta forma, ya no temía que su vida únicamente fuera el servirle y el preguntarse si estaría vivo al día siguiente. Ahora tenía una razón para sobrevivir, y eso era lo único que le importaba.

- Severus, tengo miedo; temo por ti y lo que pueda suceder. Dumbledore amablemente nos ha puesto bajo su protección, pero no puedo mentirte; no puedo dormir con tranquilidad sabiendo que el ministerio y el propio Quien tú Sabes quiere tú cabeza.

No era un tema fácil, sabía perfectamente lo que era y no iba a negar que inclusive él mismo temía por la misma razón. No por su ser, sino por lo que pudiera sucederle a Hermione.

- Descuida, todo estará bien. Por veinte años he sido el espía de Dumbledore, y nadie jamás notó la diferencia.

Besó su frente suavemente acariciando su cabello. Hermione trató de encontrarse en paz, pero le fue muy difícil; tenía un mal presentimiento.

- Te amo Hermione, y jamás dejaría que te sucediera algo.

La besó suavemente, bajo sus caricias su cuerpo se fue relajando lentamente.

- Te lo prometo.

Lo sabía, sabía que tras sus palabras había algo más. Muchos meses después él no volvió a ser el mismo, vivía solo y casi siempre se encontraba dispuesto a pelear con ella; algo le incomodaba y a ella le resultaba imposible abrirlo hacia sí.

- ¿Dices que Severus está extraño?- preguntaba Dumbledore en su despacho.

- Sí Albus- contestaba Hermione sentándose lentamente debido a su abultado vientre- Creo que me está escondiendo algo.

- ¿Pero que podría ser? Severus de tener algún tipo de inconveniente conversaría conmigo.

- Me temo que conversar no es su especialidad- suspiró la joven con pesar- temo que suceda algo muy grave.

Pero nadie lo entendía, nadie entendía que ella tenía una razón para preocuparse, una razón que llegó muy pronto en vísperas de su noveno mes de embarazo.

- ¡Vete Hermione, yo los contendré antes de que sigan!

- ¡Pero no puedo dejarte! ¡Si ellos te han descubierto, deberán descubrirme a mí también!

- No permitiré que luches contra ellos, debes salvarte y salvar a Cathrina.

- ¡No voy a irme y dejar que te maten!, no soportaría si algo te pasara.

Snape se giró hacia ella, un enorme bullicio se escuchaba bajo ellos y era signo de que los enemigos se aproximaban cada vez más.

- Hermione escucha, ¡No, escucha!, no hay nada que temer; confía en mí.

- No voy a irme Severus, te amo y por ello voy a luchar a tu lado.

- ¡Estás embarazada Hermione! ¡Pueden herirte!

- Pues entonces sabrán lo que es luchar con una mujer en estado.

Snape cerró los ojos y una suave sonrisa se posó sobre sus labios. Hermione enmarcó una ceja en clara interrogante a sabiendas de que cuando él sonreía de esa forma era por que tramaba algo que a ella no le gustaba.

- Ve con Dumbledore, avísale que estoy en dificultades y que me espere.

- ¿¡Pero como va a esperarte!? ¿¡Y si te matan!?

- Él sabe de qué estoy hablando Hermione, ve con él y protégete.

Hermione se mordió el labio y dió un brinco cuando la puerta era sometida a millones de embrujos.

- No tardarán en subir, por favor; vete. Yo regresaré por tí.

Cuestiones de segundos, muy pronto iban a entrar en aquella habitación y sería el fin de ambos. ¿Qué hacer? ¿Desaparecer?

- Está bien, me iré- habló Hermione y las lágrimas no se hicieron esperar- Cuídate, y por favor; regresa.

- Te lo prometo- dijo besándole la frente- cuida muy bien de nuestra hija.

Todo lo demás era un vago recuerdo. Lo único que saltaba a su mente al emular tan triste historia, era la larga lista de promesas incumplidas por él.

Y jamás volvió, Dumbledore nunca supo darle una respuesta coherente
y fue enmarcado en el más alto pedestal. No por lo que era, si no por una gloria que le pertenecía y que tardaron años en reconocérsela; el espía de Dumbledore.

Pedazos de papel, páginas enteras con su nombre; su rostro que brillaba sobre emblemas, brillantes togas y colores en honor a él y a su casa. Nada de eso la llenaba, no la satisfacía; por que el muerto por así decirlo ella lo llevaba por dentro.

Pocos se presentaron a un entierro simbólico, nadie sabía donde estaba su cuerpo y a pocos le importaba. Nadie sabía si estaba muerto y era mucho más interesante hacer teorías sobre como el traidor había sido tracionado.

- Te amó Hermione, eso debería bastarte- musitó una afligida Ginny que a su lado respetuosamente velaban un sarcófago vacío.

- ¡No me es suficiente! ¡Me engañó, tenía un problema y jamás me lo comentó! ¡Se atrevió a abandonarme a mí y a mí hija!