Hola! Mi nombre es Marie McHale y antes de que se robaran mi cuenta solía andar mucho por aquí. Con esta nueva cuenta quiero darle la bienvenida con esta historia que ha estado rondándome por un tiempo la cabeza. Gracias a todas las que me escribieron en facebook cuando se enteraron de lo de mi cuenta, espero en algún punto volver a subir Mira en tu corazón y las demás historias. No siendo más, espero que lo disfruten.
NUEVOS COMIENZOS
¡Oh, rencor! Demasiada vejez para juventud tan tierna… (William Shakespeare)
Hay dos cosas que puedes hacer con el desastre, puedes superarlo o puedes sumergirte en él. Bella sabía que a lo largo de su existencia ella había hecho un poco de las dos.
Por años se había sumergido en el desastre que era su vida, en el que ella creó y en el que le dieron, pero luego se había levantado de las cenizas y el fango que habían amenazado con ahogarla y no volvería a ello nunca más, nada ni nadie podría lograr que ella regresara a una vida que había dejado atrás, ni siquiera ÉL.
Con esa fuerte determinación cerró su laptop y finalizó un agotador día de trabajo. Miró a su alrededor y se recordó quien era y lo que había logrado sola, sin un amante millonario, sin un socio machista, sin tomar nada de nadie. Había sido solo ella, su cerebro, una actitud impasible y un puñado de sueños; por eso ahora no tenía tiempo para el pasado, trabajar duro y superarse a ella misma era su meta principal y no podía distraerse de ello.
Se puso de pie y salió de su oficina, cerrando con llave tras ella y taconeó hasta el escritorio de su secretaria. -Katherine, si Edward Cullen vuelve a llamar, dile que he recibido su mensaje, que no me interesa y que se abstenga de llamar en una próxima ocasión. ¿Claro? –
-Si, señorita Swan. Más que claro- Respondió la diligente secretaria.
-Gracias Katherine, nos vemos mañana. Si has terminado lo que tenías que hacer por hoy, puedes irte- dijo en la manera parca pero respetuosa en la que les hablaba a todos sus empleados. No esperó respuesta y con el andar fuerte que la caracterizaba, caminó fuera de Bloomdale, su lugar de trabajo, su creación y su vida.
Condujo a través de una atestada New York, con un sentimiento extraño apoderándose de ella y cada minuto que pasaba en el tráfico, se le hacía más difícil no pensar en el momento en el había recibido la primera llamada. Esa que al igual que todas las subsiguientes, eran las causantes de la nostalgia y desespero que aparecían en el mismo segundo en el que se quedaba sola en cualquier espacio.
Antes de eso y por los últimos años, Bella no había experimentado nada similar, pero entonces el intercomunicador de su oficina había sonado y Katherine había informado que en la línea había una llamada de un "viejo amigo". Ella de inmediato supo que algo iba mal, ella no tenía viejos amigos tampoco nuevos, así que de inmediato exigió a su secretaria conocer el nombre del sujeto. No obstante, nunca imaginó que el nombre "EDWARD CULLEN" fuera a sonar reverberante por la bocina telefónica.
Edward Cullen no era un viejo amigo, él era un viejo fantasma, un viejo dolor. No había escuchado su nombre en años y nunca pensó que el hacerlo le fuera a causar cierto matiz de dolor que se intensificó cuando al cuarto día dejó el mensaje: "Es Alice, ella quiere hablar contigo. Eres su hermana y te necesita". Se trataba de ella por supuesto, de quien más se trataría sino de la dulce y preciosa Alice, quien evidentemente no la había necesitado tanto cuando se había acostado con su novio, el hombre del que Bella le había confesado estar enamorada, que lo veía como su futuro, "El único que amaré" le había dicho a su hermana con lagrimas en sus ojos y voz emocionada. Dos semanas después la verdad le había caído encima como si se tratara de diez toneladas de concreto. "Lo siento" había dicho él tratando de alcanzar su mano, "No pude evitarlo, sólo pasó". Fue ahí cuando ella se rompió, cuando todo lo que había soportado se volvió insoportable y ella dejó de ser un ser humano de carne y hueso para convertirse en un ser inanimado hecho de papel. La frase "Los humanos somos frágiles criaturas hechas de corazones y promesas rotas" nunca tuvo tanto sentido.
Sacudió su cabeza en un intento de enfocarse en sobrepasar el tráfico y poder llegar a la seguridad de su hogar, a sus paredes limpias y lujosas, a su privacidad, a su olvido. Y cuando llegó a ella fue metódica en sus acciones, preparó su cena en un intento de ocupar su mente. Una vez estuvo lista y cenó, limpió meticulosamente la cocina para finalmente dedicarse a su ritual higiene y comodidad de antes de dormir, pero cuando llegó a su enorme y usualmente cómoda cama, descubrió que esa noche no era cómoda sino que se sentía ajena, dura y fría; la hizo sentir abandonada y miserable, la hizo añorar la cama semi-doble y compartida que vestía un brillante edredón hecho por su madre, era de color amarillo y daba la sensación de estar en un clima cálido, tal vez la soleada california o fénix que tanto había soñado visitar de niña.
Dio vueltas sobre la cama y puso su cara contra una almohada para después dar un grito exasperado. No necesitaba eso ahora, no podía permitirse recordar ni sentir dolor. Quería adormecer todo, encerrarlo en la caja fuerte en la que estuvo los últimos años, así que visualizó, se vio a ella misma siendo feliz sin volver a saber nada de quienes la habían lastimado y en algún momento de su ensoñación, logró el anhelado descanso que representaba dormir.
Cuatro horas después, la alarma sonaba insistente en el buró y por mucho que presionaba el botón en la parte superior de su despertador, no se apagaba. Fue ahí cuando a través de su estupor de sueño, se dio cuenta que no era su alarma sino su teléfono celular. Se estiró con muy poca gracia hasta tomar su teléfono y se paralizó un poco cuando la pantalla le indicó que era su padre llamando.
En otro día cualquiera, Bella hubiera contestado sólo con ver quien era, pero esta llamada sumada a las de Edward significaba algo. Había hablado con su padre, máximo cuatro veces por año desde que se había marchado; él no era del tipo de persona expresivas que necesitaba alimentar sus vínculos permanentemente para que no murieran, además Bella sabía que él aún no le había perdonado que se marchara del hogar que había construido junto a su madre para ellas. Para ser sincera una parte de ella siempre se odiaría por dejarlo.
Por todos los años de su infancia y posteriores, él había sido su Dios, pero a pesar de amarla y compartir un vínculo tan especial, nunca había sido capaz de interponerse entre el mundo y ella, entre el dolor y ella. Lo había justificado tantas veces, diciéndose a si misma que era así como él era, que era parte de su personalidad tranquila, "Los sabios, no son guerreros" se había repetido tantas veces, hasta que un día simplemente se dio cuenta que era ella quien debía defenderse, quien debía procurar su bien porque su silente padre no lo haría.
Cuando no contestó las primeras dos veces, pensó que el teléfono dejaría de sonar, pero no lo hizo así que dejo de mirarlo y lo levantó para contestar - ¿Aló? – dijo sonando ligeramente nerviosa.
-Que tal Bells, es papá. Es bueno que hayas contestado, pensé que no lo harías-.
Ella tampoco pensó que lo haría y sin embargo ahí estaba -Lo lamento, estaba tomando una ducha- Se excusó falsamente.
-Si, claro. No hay problema- Dijo con calma, pero en su voz ella pudo escuchar que no le creyó. – Mira Bells, se que no quieres saber nada de casa y la mayoría del tiempo puedo comprender, pero han pasado años y necesitas dejar todo eso atrás-
Bella se sintió irritada, era fácil para él decirlo, todo era simple de hacer en su mente - ¿Eso es todo? ¿Necesitabas decirme algo más o puedo colgar? – soltó exasperada.
Al otro lado de la línea, Charlie Swan bufó en signo de estrés -Suficiente, no voy a discutir contigo, pero ya que a Edward claramente no le ha funcionado ser paciente y andarse por las ramas, yo iré directo al grano- suspiró y pasó saliva para que la voz no se le quebrara. -Tu hermana está muriendo, los médicos la han enviado a casa para que pase sus últimos días en comodidad, dicen que no hay nada que puedan hacer por ella. Ha luchado demasiado y ya no puede hacerlo más, cada día que espera a que vengas a hablar con ella, es una batalla. Quiere hablar contigo y no puedes negárselo, dale esa última concesión-
Bella se mantuvo en silencio procesando lo que acababa de oír. Su cerebro lo pasaba en repetición una y otra vez, sin silenciar el turbulento sollozo de su padre al otro lado de línea. - ¿Vendrás? – preguntó de repente con voz ronca y afectada.
-Estaré ahí para esta tarde- dijo y colgó. Sabía que debió haber dicho algo, que su padre estaba sufriendo, pero su mente no pudo generar una sola frase de consuelo, no pudo salir nada de ella porque lo único que podía hacer era ver a una niña pequeña con un precioso vestido rosado y pelo brillante que corría a su alrededor con risa en los labios y ojos de duende, mientras ella enfundada en un traje verde horroroso, la admiraba como si pudiera hacer salir la luna de día y hablar con los animales. Trataba de trotar a su paso, pero era torpe y le gustaba mirar como los pliegues rosas se movía con la brisa, como el sol parecía adorarla, como ella y como todos los demás. – Ali- susurró y fue todo lo que necesitó para quebrarse.
Es sólo el comienzo y espero poder actualizar con una frecuencia d días.
Déjenme saber que les pareció
Marie McHale
