Un bello odioso y un bestial idiota

Nota de autora: ¡Buenas! Este es uno de mis primeros trabajos de Inazuma y realmente espero que les gusten. No está basado completamente en el libro pero quizás reconozcan varia partes de la película. Pero, Suzuno y Nagumo no son exactamente una bella y una bestia (Aunque quizás Suzuno sea hermoso y Nagumo un bruto) Quizas sientan un poco de OOC en Suzuno, pero tiene sus motivos y se arreglara con el tiempo ¡Por favor, dejen reviews y disfrútenlo!

Disclaimer: Inazuma Eleven no es mio. Si lo fuera, Kirino apareceria mucho mas en Go T.T

Capitulo 1

Todas las mañanas son iguales en ese pequeño pueblito al que es fácil llegar si vas hacia la izquierda después de pasar el rio. La gente se levanta, desayunaba en familia, luego los hombres de la casa salían a ganarse el pan de cada día, las mujeres se quedaban a cuidar de los pequeños y los niños mas grandes iban al colegio.

Para Suzuno era diferente. El solo veía gente levantándose de mala gana, manteniendo sonrisas falsas en el desayuno y hombres no dando besos de despedida a sus mujeres diciendo que "Están atrasados". Mujeres tontas que sueñan con algo más que el pueblo mientras tienen su vista perdida en la ventana frente al fregador y le sacaban la mugre a los platos, pero estaban tan distraídas pensando que eran princesas de un cuento de hadas con un semental como príncipe que no se daban cuenta que sus mocosos se estaban matando a golpes, por estar sacándole lo limpio a un plato. Niños que van a la escuela del pueblo a molestar al pobre profesor que si se esfuerza, pero en que se acabe el día e ir al bar cuando caiga la noche a beber para morir o intentar acostarse con mujeres que podrían ser sus estudiantes adolescentes, o ambas cosas.

Y todo eso le daba risa al antipático de Suzuno.

Claro, si tu hubieras una vida como la suya también te reirías de las desgracias de otros. Tenía solo 4 años cuando tuvo su primer recuerdo, el recuerdo de su madre dejándolo frente la puerta de una casa y yéndose de brazos con un borracho que, según se decía, había matado a su padre a golpes cuando apenas tenía meses de edad. Ambos dejaron la villa donde vivían porque eran una viuda busca fiesta y un borracho abusador, y ese lugar era demasiado conservador para algo así de escandaloso. Cuatro años de abusos de un padrastro que le odiaba fueron cambiados por una familia que recolectaba niños y los hacía trabajar como lacayos en su granja. Los primeros amigos que conoció, o escaparon sin él, o murieron debido a los pocos cuidados que el viejo dueño de la granja y su desagradable esposa les proveían. Tenía 12 años cuando pensó que también iba a morir debido a que, si descansas, te encontrabas con el látigo, el mejor amigo de ese viejo. Pero eso es si eres niño, a las niñas les tocaba visitar el cuarto de ese hombre en las noches, y Suzuno desearía no saber lo que pasaba allí adentro.

Casi moribundo escondido dentro del granero, tapando su boca para que los pequeños gritos de dolor debido a la golpiza que le habían dado no se escucharan, escucho dos grandes explosiones y gritos de todos los niños que quedaban dentro de la casa. Suzuno asomo su cabeza por encima de la valla y pudo ver como todos corrían fuera de la casa, despavoridos salieron de la granja y fueron al camino, perdiéndose mientras corrían y esa fue la última vez que Suzuno los vio a todos. Se levanto y fue silenciosamente hasta la casa, todos los animales estaban en silencio, viendo hacia la casa y Suzuno empezó a dudar si debería entrar en ella.

No escucho a su cabeza y lo que vio al estar frente a la puerta seria otra de las cosas que nunca olvidaría. Al parecer el viejo se había cansado de su mujer a tal punto que saco su escopeta y disparo directo a la mesa a donde estaban todos comiendo. Todos se asustaron y el viejo solo disparo. Mato a su esposa, a tres niños, y alguien buscando venganza clavo un cuchillo en su espalda.

Suzuno estaba listo para correr y perderse como los demás niños, pero vio que alguien empezó a moverse. Corrió hacia la joven de cabello verde como el pasto y la puso en su regazo.

-¡Miki! ¡Aguanta!- Dijo tomando su cara en sus manos.

-Suzuno… Se acabo, ellos ya no están- Unas pequeñas risas salieron de su boca y lagrimas rodaron por sus mejillas.

-Sí, ellos murieron y ya no nos harán nada. Ya no trabajaremos, ya no nos golpearan… Ya no tendrás que ir a su cuarto 3 veces a la semana Miki.

Suzuno no pudo evitar llorar con su amiga en sus brazos, ellos dormían en la misma habitación y ella estaba en la granja desde antes que llegara el. Ella tenía siete años cuando el llego y tan rápido lo vio ella decidió que iba a cuidar de él. Le enseño a leer, a escribir, a todo lo necesario para sobrevivir fuera de la granja. Miki siempre decía que algún día todos saldrían de la granja. Suzuno no deseaba este final para ella.

-Miki, no sé como lo hare, pero te llevare al pueblo más cercano-Decía el niño entre lagrimas.

Miki tomo la cara de Suzuno y la acaricio- Vas… a ir al pueblo más cercano.

Suzuno no podía hablar, no encontraba organizar bien las palabras en su mente para luego pronunciarlas.

-No te mueras- Fue lo que salió con naturalidad.

Miki sonrió, aun con su vestido azul lleno de sangre en el vientre y sangre saliendo de la comisura de su boca, con su cabello largo y verde como el pasto y ojos marrones tan profundos que parecerían negros, aun era hermosa.

-Toma mi libro favorito.

Suzuno sabía que no podía pelear con ella, dejo su cabeza con cuidado en el piso y fue hasta una pequeña estantería de madera que estaba a punto de romperse, saco libros con cuidado y al fondo había un libro azul oscuro con letras en dorado en la tapa que decía " El rio dorado"

Fue hasta donde estaba Miki, ella seguía respirando y abrió sus ojos, vio a Suzuno con su libro en manos y puso su mano sobre la que sostenía el libro.

-La protagonista… No tuvo a nadie cuando era pequeña, y un día rondando el bosque… encontró este rio que brillaba tan azul. Lo que la sorprendió era que después fuera tan verde y luego tan rosado…

-Sí, fue varias veces a ver el cambio de colores del rio-Continuo Suzuno al ver como Miki perdía el aliento poco a poco- Un día vio que el rio no brillaba y se preocupo, vio hacia el otro lado del rio y vio a un chico de su edad. Sus ojos se juntaron…

-Y el rio se volvió plateado-Interrumpió Miki sacando fuerzas para terminar de contar la historia- Se hablaban todas los días, cada uno a un lado del rio. No lo cruzaban por miedo a que el rio encantado los maldijera. El también era huérfano pero había sido acogido por una pareja que lo amaban como si fuera su hijo, el…

-Yo puedo seguir contándola…Descansa Miki. Él le dijo que quería saber más de ella "Sigámonos encontrando aquí todas las noches antes de dormir y deseémonos buenas noches" y así fue durante 2 años siendo amigos, encontrándose todas las noches bajo las estrellas. Un día ambos deseaban saber como era estar el uno al lado del otro que no pudieron esperar más. Al mismo tiempo pusieron cada uno un pie en el agua, sin temor a morir. El agua bajo sus pies cambiaba de color y se acercaron aun más el uno al otro, ambos tocaron sus manos y el agua se volvió dorada.

-Suzuno, eso era el amor entre ambos. Se conocían tan bien que eran los mejores amigos, pero no supieron que se amaban hasta que sus manos se tocaron.

Miki apretó aun más la mano que tomaba el brazo de Suzuno y sonrió aun más.- Tómalo y vete… Consigue a alguien que te ame.

Suzuno supo que ya no podía hacer mas nada, se levanto y fue hasta la puerta apretando con fuerza el libro contra su pecho. La voz de Miki mencionando su nombre hizo que la viera, recostada con su cabeza viendo hacia el….

-Suzuno… Los finales felices si existen.

Y esto fue lo último que ella le dijo antes de que el saliera corriendo, Suzuno no era tan fuerte para verla morir y ella lo sabía.

Corrió por el largo camino hasta que anocheció, consiguió un rio y lavo su cara, sus manos tenían la sangre de Miki al igual que su pantalón, pero al menos no se vería en la noche. Limpio sus brazos y fue hacia la izquierda, a los pocos minutos consiguió llegar a un pueblito al cual no le vio el nombre. Después de descansar de tanto correr sintió como sus heridas empezaban a arder. Evito a todos en el pueblo y se lanzo en un callejón a esperar a que el dolor pasara, ya que eso era lo que siempre hacia en la granja. Apretó el libro con fuerza entre sus brazos y pensó algo que lo cambiaria para siempre.

"Si existen los finales felices, ¿Por qué Miki no tuvo el suyo?"

Su mirada se quedo perdida en la pared frente a él y durante una hora reflexiono, toda su vida Miki estuvo allí metida. Y ya vieron lo que le paso. Ella era mejor que él en muchos aspectos, ella se merecía su final feliz, y no lo tuvo. ¿Por qué Suzuno se merecía un final feliz?

El sonido no llegaba a sus oídos, su visión se volvía borrosa y deseo no tener muchas fuerzas para morir rápido. Pero Dios quería otra cosa.

-¿Estás bien niño?- Estas palabras fueron lo único que llego a él, levanto su cabeza, aparto sus níveos cabellos y vio la larga cabellera de una chica que no sería mucho mayor que Miki. El no pudo hablar y solo se desmayo frente a ella.

Cuando despertó estaba en una pequeña pero muy cómoda y caliente habitación alumbrada por una vela en una mesa frente a la cama, miro a su lado y ese cabello negro estaba allí. Leyendo un libro.

"Un libro…"- Pensó Suzuno y se levanto de golpe, asustando a la joven quien se lanzo sobre él para calmarlo.

-¡Cálmate! ¡Vuelve a la cama!- Ella lo tomo por los hombros con cuidado y lo recostó aunque el peleara, logro calmarse al ver lo penetrante de esos dominantes ojos azul oscuro que ella tenía.

-¿Ya estas mejor?

Suzuno solo asintió un poco.

-No hablas mucho… Me imagino que deberás de haber pasado por algo horrible. Mi nombre es Hitomiko Kira. Al menos me gustaría saber el tuyo.

-…Suzuno… al menos…. así me decían.

Hitomiko sonrió un poco y sentó al chico en la cama. Salió un momento y regreso con comida y bebida.

Suzuno no tomo la comida al principio pero si llevaba casi dos días sin comer. Tomo el pollo y lo comió de un solo bocado, al igual que el puré. Tragó su agua como si nunca antes hubiera bebido agua en su vida y pensó, esta era la primera buena comida que había tenido en su vida. Nunca se había percatado, pero el agua sabia tan bien, aunque no tuviera sabor.

Hitomiko se levanto de su asiento y tomo un libro que estaba a los pies de la cama y se lo entrego al chico-¿Buscabas esto?

Suzuno lo tomo despacio, su mirada perdida en la tapa del libro y respirando con dificultad. Vio sus brazos, habían sido tratados y vendados. Vio al espejo en frente de la cama y su cabeza también tenía vendajes. Sus heridas nunca antes habían sido sanadas.

-…Gracias…Por cuidar de mis heridas y mi libro.

Hitomiko se acerco con cuidado su mano al cabello de Suzuno y acaricio su cabeza. Suzuno no pudo evitar llorar al sentir el contacto cariñoso de otra persona.

-Sé que es difícil…¿Me quieres decir que te paso?

-No me hagas daño… Por favor.

-Nunca lo haría.

Y con esto una larga charla sobre todo lo que recordaba Suzuno llego hasta Hitomiko, quien no podía creer lo que estaba escuchando. Se levanto al escuchar el final de la historia, arreglo la falda de su vestido verde y se sentó en el borde de la cama, frente a Suzuno.

-¿Quieres un abrazo?- Dijo sin rodeos.

Suzuno se sorprendió y retrocedió un poco.

-No va a borrar todo lo que has vivido estos años… Pero te ayudara aunque sea por un momento.

El pensó en Miki, ella era la que siempre lo abrazaba antes de dormir, y la necesidad de que ella estuviera junto a él ahora le hizo aceptar.

Hitomiko se acerco con cuidado a él y lo abrazo. Suzuno no hizo ningún movimiento al inicio pero no supo cuando fue que puso sus brazos alrededor de la cintura de esa mujer.

El tiempo pasó y él se entero de varias cosas. Hitomiko era la única propietaria de una pequeña granja cerca del pueblo, se encargaba de varios niños y les encontraba un hogar a todos. A todos excepto a Suzuno. Realmente nadie querría a un chico como Suzuno cerca, tan antipático, respondón, un completo odioso que no se molestaba mucho en pensar en los demás. A los dos años de buscarle un hogar Hitomiko se rindió y decidió quedarse con él, al menos a ella si la respetaba. Así que aun después de leer este largo resumen de la vida de Suzuno, espero que entiendan porque es así.

El día empezó como siempre empezaba desde que Suzuno había llegado a esa casa hace ya 12 años, Suzuno se levantaba, se estiraba, recogía cualquier libro con el que se hubiera quedado dormido y lo guardaba en la estantería al lado de su cama. La estantería iba del piso al techo y estaba casi llena.

"Tendré que pedirle a Saginuma que me ayude a hacer otra"

Organizo algunos libros que estaban regados en su escritorio y su mesita de noche, hasta en el piso al lado de su cama y se topo de nuevo con su libro favorito. "El rio dorado". Sonrió un poco y lo saco. Lo leía al menos una vez a la semana, leerlo todos los días seria masoquismo y Suzuno no era un idiota para infligirse daño el mismo, y menos para recordar siempre cosas desagradables. Puso el libro sobre su almohada y salió de la habitación. Bajo las escaleras y fue hasta la cocina, allí se encontraba Hitomiko preparando el desayuno para ella y un visitante.

Saginuma Osamu, lo conoció a los tres años de estar viviendo con Hitomiko ya que ella también lo acogió en ese momento, era un chico que parecía un adulto, con un sentido del humor que murió antes de nacer y loco por Hitomiko, o al menos todos creen eso. Saginuma no era tan molesto como otras personas para Suzuno, era callado, si debía decir algo lo decía y siempre tenía bases para todo. Aunque el hecho de que era tan correcto era lo único que le fastidiaba a Suzuno, y eso que ambos tienen la misma edad.

Entro a la cocina y saludo a todos mientras se sentaba a la mesa, acomodo las mangas largas de su camisa blanca hasta sus codos para no mancharlas y arreglo el chaleco marrón que llevaba sobre ella.

-Te ves bien hoy. ¿Para quién te arreglas?- Esa voz entro a la casa y Suzuno se quería escapar por la ventana.

Reina Yagami, otra chica a la que conocía desde hace tiempo, llego a su vida poco después de Saginuma, cabello azul con interesantes mechas blancas, hermosas facciones, era una de las bellezas del pueblo, pero esa fuerte personalidad siempre chocaba con la de Suzuno.

-Para mí, Reina, de vez en cuando me pongo bonito para quererme más.

Reina rio un poco y se sentó junto a él.-Anda dime, ¿Alguna del pueblo robo tu corazón?

-Pues sí, me he sentido atraído por la bibliotecaria, esos 80 años no le quedan tan bien a todas.

Saginuma rio un poco mientras tomaba de su bebida. Suzuno hizo una nota mental de poner otro palito en la lista de "Veces que he hecho reír a Saginuma desde que le conozco". Hasta ahora llevaba 10.

-Bueno, quizás deberías buscar a alguien-Hitomiko entro en la conversación mientras dejaba un plato con huevos y salchichas frente a Reina y Suzuno-Ya tienes 24 años y creo que te quieres morir aquí conmigo.

-Y tú tienes 35 y pareces de 26 señorita Hitomiko. Falta mucho para que muramos juntos.

-Además de que eso molestaría mucho a Saginuma- Susurro Reina a Suzuno y ambos rieron frente a la expresión confundida de Saginuma.

-Bueno, tu vives tu vida como quieras. Mientras la vivas bien, yo estaré feliz-Hitomiko revolvió un poco el cabello del chico el cual se molesto un poco y empezó a peinarlo otra vez.

Todos comieron juntos y Suzuno vio hacia afuera, la posición del sol daba que ya era el mediodía, lo que significa que se le hacía tarde.

-Me retiro, regresare en la noche.

-¿Qué vas a hacer?-Pregunto Reina.

-Hoy me toca trabajar en la biblioteca del pueblo. Además voy a cambiar algunos libros.

Suzuno tomo un bolso terciado de piel marrón de una mesa en el pasillo y se despidió de todos.

-¿Es que él nunca deja de leer? Por eso es que tiene que usar lentes de vez en cuando-Dijo Reina algo obstinada.

-Bueno, eso lo hace feliz-Continuo Hitomiko con una sonrisa-Ahora come, o se va a enfriar.

El camino al pueblo era el de todos los días que debía de ir a trabajar, saltaba ese pequeño y delgado rio evitando mojar sus botas de piel y seguía caminando hasta llegar al puente y luego entrar por la parte trasera del pueblo. Las carretas iban y venían, la gente en el mercado gritando, peleando y hasta regateando para comprar comida. Vio por un momento al gran tumulto de gente y se burlo de su desgracia. Siguió su camino hasta la plaza principal y fue a la biblioteca, llego y esta vez no estaba la misma anciana de siempre, ahora estaba su nieta.

-Buenos días, Aki-Dijo Suzuno sacándola de su lectura.

-Buenos días, Suzuno- Sonriendo un poco, salió del mostrador. Hoy llevaba un vestido rojo de mangas largas y su típica sonrisa

- ¿Tu abuela no te dijo que hoy me tocaba ayudarle con el inventario.

-Si, Justamente ahora Ichinose me estaba ayudando a sacar los libros de los estantes para organizarles otra vez.

Y tan rápido como lo nombraron apareció Kazuya Ichinose, bajando una pila de libros por la escalera, saludo a Suzuno y pregunto donde debía poner los libros.

-Ponlos con los demás, luego Suzuno ayudara a organizar.

-Si no me necesitan yo estaré en la fuente-Dijo con su monótona expresión mientras de salía de la tienda- No hagan nada raro.

Y salió antes de que Aki pudiera regañarle por tal comentario.

Aki era otra persona más o menos aceptable en su vida, no molestaba, si le pedias ayuda en algo ella te la otorgaba y no se metía en tus problemas si no la llamabas, aun el hecho de que fuera tan feliz era algo a lo que te acostumbras con facilidad. Pero como con todos, Suzuno tenía una crítica para ella, que era mas una critica para su "amigo". Ichinose ni siquiera es bibliotecario, es herrero. Pero el siempre ayudaría a Aki. Ese amor secreto de su parte y la estupidez de Aki de ignorarlo repugnaba a Suzuno, pero eso no era un asunto suyo.

En la plaza principal hay una gran fuente en el medio y que estuviera tan cerca de la biblioteca era algo que Suzuno siempre agradecería. Siempre salía en su descanso a leer y comer alguna manzana que compraría en el puesto de fruta de enfrente. Prefería leer y hacer caso omiso a la gente del pueblo, que aun después de tantos años solo sabían hacer comentarios estúpidos como "Es un chico tan lindo, pero esa personalidad…". Suzuno sabía que era bien parecido, pero nunca se tiene el paquete completo, su personalidad odiosa evitaba que muchas personas se le acercaran. Y eso lo hacía feliz.

Se sentó donde siempre, donde el sonido del agua cancelaba el sonido de las ruedas de madera sobre los adoquines y los gritos de los pueblerinos. Saco una manzana que compro antes de entrar a la biblioteca, unos lentes redondos y un libro de cuentos.

"Y vivieron felices para siempre" es lo que siempre se escucha en los cuentos de hadas. Pero Suzuno adoraba jugar con los finales.

"Y fueron felices hasta que llego una guerra que destruyo a ese reino" " Y fueron felices hasta que su primogénito no vio la luz del día" "Y fueron felices hasta que llego un macho con unos grandes músculos y también algo grande entre las piernas y la princesa abandono al príncipe antes de la boda"

Para Suzuno, estos eran los finales que si llegarían a pasar, por muy absurdos que suenen. Paso una hora sentado allí hasta que Aki le llamo. Guardo su libro y entro a la biblioteca. Se sentó a la mesa donde estaban gran parte de los libros apilados y empezó a trabajar. Tenía en un pergamino una lista de todos los libros de la tienda, tomo una pluma que mojo en tinta y empezó a pasar una por una. Cuando un lote ya estaba revisado, Suzuno contaba con el caballero de Ichinose que estaba de vacaciones para que le ayudara a subir los libros. Siempre encontraba títulos que no había visto antes y en un pergamino de bolsillo escribía los nombres para buscarlos después. Ya tenía varios desconocidos cuando a sus manos llego "La bella y la bestia". Era de sus favoritos, sobre todo porque en su mente, al final bestia se como a bella y luego se prende fuego el junto a su castillo. Puso el libro aparte para llevárselo de nuevo a casa esa noche, y así continuo toda la tarde. Termino su trabajo casi a las nueve y tanto Aki como Ichinose estaban muertos de sueño, terminaron de cerrar la tienda y Suzuno se despidió de ambos.

-Duerman bien y temprano chicos.

Ichinose se sonrojo y Aki respondió lo mismo preguntándole a Ichinose a que se refería con temprano.

"Un par de idiotas, pero idiotas aceptables"-Pensó mientras se iba de la plaza.

Su camino a casa era cómodo, por que caminaba bajo el cielo estrellado y eso hacía de la vida menos dura de vivir. Llego a la granja Kira pero sintió todo diferente esa noche. Por alguna razón sintió que esa noche no podía alentar el paso. Llego algo agitado a la casa para encontrar que estaba solo esa noche, recordó que Hitomiko le había dicho que iba a viajar fuera por dos días a buscar algo a la capital. Pero aun con eso en mente Suzuno se sentía intranquilo.

Subió a su habitación y siguió en lo que siempre hacia cuando solo estaban él y Hitomiko en casa, leer en su cama hasta quedarse dormido, si ella estuviera en casa le obligaría a bajar a comer, hablarían de su día y luego cada uno se encargaría de lo suyo, esto es lo que pasa cuando pones a dos personas calladas a vivir juntas, aunque ambos eran felices y se sentían cómodos así. Suzuno se olvido de que era una persona que necesitaba comer y solo siguió leyendo hasta que pasase su hora de dormir. Termino su libro y tomo el que estaba sobre su almohada.

"El rio de oro", su libro más antiguo y mejor cuidado. Suzuno pensaba que si lo leía todas las noches solo se recordaría lo miserable que era, pero si fingía que no estaba allí, al fondo de su librero, se atormentaría con los recuerdos todas las noches antes de enloquecer. Por eso su condición de leerlo una vez a la semana le agradaba. Pensar en Miki una vez a la semana no era tan doloroso.

Leyó ese gran libro en cuestión de dos horas y termino con una sonrisa melancólica mientras ponía el libro en su pecho. Bajo las escaleras con el libro aun en mano, fue por agua, no soltó el libro mientras bebía su agua, pero casi lo soltó cuando escucho los relinches asustados de un caballo que se acercaba mas y mas hasta que paso frente a la ventana de la cocina. Suzuno soltó el vaso de vidrio que se destruyo en millones de pedazos, pero el libro lo dejo en la mesa de la cocina antes de salir corriendo de la casa. El sabia que ese caballo negro era el caballo de Hitomiko.

Al verle, la yegua se calmo un poco pero iba de un lado a otro, confundida y asustada, hasta que Suzuno puso sus manos en su cabeza y le susurro para calmarle. La yegua quedo estática y Suzuno vio sobre la silla de montar un pedazo del vestido de Hitomiko rasgado y con un poco de sangre, Suzuno pensó en lo peor. Tomo a la yegua por la trompa y pego su cabeza con la de ella.

-Alice, Me vas a llevar a donde fuiste con la señorita Hitomiko.

La mirada helada de Suzuno no le daba otra opción a la yegua que regresar por donde había venido. Suzuno entro a la casa corriendo, tomo un saco que estaba recostado en un pasillo al lado del armario que contenía manzanas, sacó su abrigo del armario y se detuvo un momento antes de salir, regreso al armario y de una caja que estaba en el piso saco un sable plateado de empuñadura de oro, lo saco de su vaina y reviso que tuviera filo cortando un poco su dedo. La guardo y la amarro en su cinturón y se puso su gran abrigo marrón. Antes de salir tomo su bolso terciado de cuero y guardo su libro allí, escribió una nota en la mesa y se fue de la casa. Monto a Alice con cuidado, poniendo el saco tras de él, se puso sus guantes y sin mirar atrás pateo el costado de Alice y esta salió galopando a toda velocidad, cruzo el puente que separaba la granja del bosque. Nada detuvo a Suzuno de acelerar todo lo que la yegua pudiera acelerar. Pasaron las horas y Suzuno siguió por el camino hasta que tuvo que frenar para escoger una dirección que le indicaba un cartel con muchas flechas en el.

-Alice ¿A dónde fuiste?- Suzuno vio a la yegua y esta movió su cabeza hacia la izquierda. El chico pateo suavemente los costados de la yegua y ella continuo con cuidado en el oscuro camino que estaba frente a ella.

Mientras más avanzaban más oscuro se volvía el camino, la luz de la luna había abandonado este lugar, y el frio incrementaba aun mas. "Es extraño que nieve si estamos en la falda de la montaña", pensó al ver la nieve acumulada sobre la tierra y la nube que era su aliento al respirar. Suzuno sintió como Alice temblaba bajo el, eso significa que estaban cerca de donde había perdido a Hitomiko. Siguió el camino y nunca pensó que un camino oscuro y frio habría escondido el imponente castillo que apareció frente a él. Los temblores de Alice se detuvieron y Suzuno supo que en ese tétrico lugar se encontraba Hitomiko. La reja estaba levemente abierta, lo suficiente como para que Suzuno y la yegua pasaran. Suzuno se bajo de Alice y la dejo descansando con una manzana en su boca. Vio la gran entrada que estaba pasando las escaleras y trago un poco de saliva. Piso con dificultad el piso lleno de nieve y tenía su mente llena de pensamientos.

"¿Por qué estoy haciendo esto?, Podría llamar a los hombres del pueblo y venir con mas personas. Pero todos son unos idiotas que solo piensan en ellos mismos y no se arriesgarían por una sola mujer."-Pensó al estar frente a la gran puerta "Solo vine por un impulso… Y por qué no podría vivir dejando morir a alguien más"- Con esto en su cabeza empujo una de las puertas la cual hizo un gran sonido que hizo eco en todo el salón principal.

Lo primero que vino a la mente de Suzuno fue lo abandonado que estaba el castillo, lleno de polvo, el mármol se resquebrajaba bajo sus pies como si tuviera siglos sin ser pisado. Tomo un candelabro con una sola vela y la encendió, subió las grandes escaleras que estaban en el centro de la habitación y fue hacia el pasillo que tenía una gran alfombra roja que se veía vino tinto debido al polvo, la alfombra callaba los pasos de sus pies, cosa que Suzuno agradeció, empezaba a creer que esto era como una de esas historias de terror que leía de vez en cuando, y si de verdad lo era, no quería hacer ningún sonido.

"Si esto fuera un cuento de hadas, ella estaría en una de la torres"-Se dijo a sí mismo y decidió ir a ver a las torres, pero deseaba que fuera un ficticio cuento de hadas. Allí Hitomiko tendría un buen final.

Lo más espeluznante eran las estatuas que parecían seguirte con los ojos, y el hecho de que todos los cuadros estaban, o quemados en las caras, volteados, o rasgados por algo parecido a unas grandes garras. Suzuno pensó que quizás si habría un monstruo viviendo en el castillo y eso casi hace que perdiera su calma, aunque se había ido desde que entro al castillo. Camino otro rato viendo a través de las puertas que estuvieran abiertas, no se atrevía a abrir las cerradas, pero encontró una reja que daba a una de las torres, la abrió despacio y subió las escaleras en forma de caracol de piedra, mientras subía, un peldaño de la escalera se rompió y el cayo, lastimándose la mano. Estuvo a punto de gritar pero tapo su boca, estaba muy nervioso de no ser el único en el castillo para cometer alguna estupidez. Vio la herida en su mano y solo siguió subiendo. Llego a la cima de la torre y había un pasillo de piedra lleno de mazmorras, completamente vacías excepto por una donde había alguien tirado. Suzuno fue directo hacia esa celda y por suerte estaba abierta. Dejo el candelabro en el piso y con cuidado toco el cuerpo tapado por una capa. Respiro profundo y retiro la capa. Si era Hitomiko, y aunque no fuera propio de él, agradeció a Dios porque ella seguía respirando.

-Hitomiko. Despierta- Dijo algo asustado pero la mujer abrió sus ojos y no podía creer que ese chico estuviera frente a ella.

-Suzuno…¡Suzuno! ¡Vete de aquí!.

Suzuno no supo que pensar sobre eso pero soltó a la mujer quien se levanto de golpe.-¿Qué quieres decir con eso? ¡Vámonos juntos!

-¡No tu vete! ¡Seria jugar con el destino si nos intentamos ir ambos!- Hitomiko tomo de los brazos a Suzuno y clavo un poco sus uñas en ellos. Suzuno nunca la había visto alterada o asustada en todo el tiempo que él vivía con ella.

-¡No te dejare aquí!- Grito Suzuno haciendo que Hitomiko se calmara.

-…Lo mejor es que lo hagas, niño.

Esa voz tan profunda salió de tras de Suzuno, este se volteo a ver quien había sido, pero solo vio una mancha negra y lo siguiente que supo era que estaba siendo alzado del piso por una mano en su cuello.

Los gritos de Hitomiko llegaban a sus oídos, pero la fuerza de esa mano era tan fuerte que le quito el aire en un segundo. Intento pelear, arañando el brazo que salía de esa capa, pateando al aire, pero se detuvo al ver que bajo la capucha habían dos ojos dorados con un brillo sobrenatural. "Ojos de gato" Pensó Suzuno, dejo de clavar sus uñas en ese brazo y sin pensar mucho saco su espada de su vaina y la blandió justo en frente de la cara del hombre. Este lo soltó al ver que le había cortado una parte de su capucha y Suzuno empezó a toser cuando cayó bruscamente al piso.

-¡Suzuno!-Grito Hitomiko y se lanzo sobre él.

-Estoy bien… ¿Qué está pasando?-Dijo con dificultad debido al poco aire, pero no bajo la espada en ningún momento, señalando al hombre de la capucha.

-Déjale ir- Dijo Hitomiko hacia el hombre frente a ellos- El no tiene por qué estar aquí.

El hombre sonrió- El invadió mi propiedad, es un prisionero como tú.

-¡Entonces déjame que me quede por el! ¡Aumenta mi castigo pero déjalo a él!-Gritaba la mujer decidida sin temerle a esos ojos.

Suzuno no entendía que pasaba, como paso de haber encontrado a Hitomiko a ser atacado por un tipo con una fuerza sobrehumana. Pero solo sabía que ella se estaba sacrificando por él. Y él no fue hasta ese castillo para sacrificar a alguien otra vez. Bajo su espada y la dejo en el piso, quito las manos de Hitomiko de sus hombros y se levanto.

-Haz lo que ella dice, pero conmigo.-Hitomiko no pudo hablar, solo observar la sonrisa retadora en la cara de Suzuno.-Vamos, yo soy joven y hombre, aguantaría mas torturas que ella, y por más tiempo.

-¡Suzuno!-Grito Hitomiko al levantarse pero Suzuno la detuvo poniendo su brazo frente a ella.

-No seas cobarde y tómame a mí.

El hombre rió un poco pero Suzuno mantenía su mirada en el- ¿En serio quieres quedarte conmigo, niño? Deberías temerme.

-Sí, quizás tengas una fuerza increíble, pero eso no me asusta. Quizás si dejaras ver tu rostro te diría como me siento.

Suzuno mantuvo su sonrisa de superioridad pero sintió el dolor en su brazo cuando Hitomiko clavo sus uñas en el. Sintió al hombre reír un poco mientras se acercaba a la luz, vio su boca curvarse en una sonrisa y no esperaba ver colmillos en ella. Se quito la capucha negra que Suzuno había cortado y allí Suzuno no podía fingir mas y sus ojos se abrieron lentamente para la sorpresa. Cabello rojo abundante, dos grandes cuernos enrollados a los lados de su cabeza, ojos grandes y penetrantes que brillaban cada vez más, colmillos que sobresalían un poco por las comisuras de sus labios, sus orejas puntiagudas y dos grandes cicatrices que bajaban como una línea cada una de un parpado inferior de los ojos de ese hombre. Levanto lentamente su mano y le señalo con su dedo y su uña tan larga que parecía una garra. Sonrió y mostro sus otros colmillos.

-¿Te asuste?

Suzuno se quedo sin habla y no podía poner una cara falsa. Tú tampoco podrías si tuvieras al diablo en frente.

-¡Tu reacción es mucho mejor que la de esta mujer! ¡Te quedaras conmigo!- El hombre tomo a Hitomiko del hombro y la saco de la celda. Cerro la reja antes de que Suzuno pudiera ir con ella, el hombre la jalo y Hitomiko termino de soltar la mano de Suzuno, y esa fue la única despedida que hubo entre ellos.

Suzuno no podía hablar, solo vio como se llevaban a Hitomiko. Pensó que ella era increíble, aun estando en las manos de ese monstruo ella seguía peleando. Y él no podría verla otra vez. Se sentó en la celda con una expresión un poco más tranquila ahora pero escucho los gritos de Hitomiko y vio por los barrotes de una ventana que estaba muy alta para él. Pudo ver como el lanzaba a Hitomiko dentro de un carruaje con dos caballos muy extraños y sin conductor y se iba del castillo. Apretó los barrotes entre sus manos y luego los soltó, se sentó al piso y golpeo la parte trasera de su cabeza contra la pared de piedra. Repitió esto varias veces hasta que se sintió mareado y cayo desmayado justo allí en el piso.

El hombre camino por el salón principal del castillo, daba vueltas en él y se sentía el sonido de sus pies descalzos sobre el mármol. Se detuvo y vio hacia las escaleras.-¿No piensas acercarte?, Idiota.

Un hombre vestido elegantemente en pantalones negros, botas altas de montar negras, camisa de vestir blanca y un chaleco Azul se acerco al hombre con una pequeña sonrisa- No me digas idiota, no creo serlo.

El otro le vio y rodo sus ojos-¿Qué quieres?

-Nada, solo que yo y los demás nos preguntábamos… ¿Por qué dejaste ir a la señorita? Y lo que piensas hacer con el chico, claro.

-Hiroto, siempre te digo que no dudes de mí. Pero hoy si deberías hacerlo.

Hiroto rió y puso su brazo alrededor de los brazos del otro, por muy incomodo que este se pusiera.-¿Cometiste una estupidez Nagumo?

-…No fue mi intención. Solo quería ver su expresión de pánico, y valió la pena.-La risa de Nagumo hizo que Hiroto se alejara un poco de él. Aun si estuviera feliz.

-Tenía tiempo que no te veía sonreír primo, aun si es por malas razones.

Nagumo borro su sonrisa y se dirigió hacia las escaleras- Voy a ver al prisionero.

-Nagumo, ¿Qué te traes tu con ese muchacho?-Dijo Hiroto confundido.

Nagumo se detuvo, volteo e hizo una expresión que Hiroto no había visto en muchos años, una complacida.

-No lo sé. Solo me intereso.