Disclaimer: Los personajes de Frozen no me pertenecen.
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La Bruja de las Nieves
Prólogo
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—Elsa…Psst…¡Elsa!
—Umm…
— ¡Elsa, despierta, despierta! ¡Ya no duermas!
—Anna… Duérmete, ¿sí?
— ¡Yo no quiero! El cielo despertó, y yo también. ¡Ahora debemos jugar!
Elsa se movió con pereza, gruñendo entre sueños.
—Pues vete a jugar sola.
— ¿Y si hacemos un muñeco?
La princesa abrió los ojos y le sonrió a su hermana, que tomó su manos para sacarla de la cama y correr de cuclillas fuera de la habitación hacia el salón, cerrando la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido.
— ¡Haz la magia!
— ¿Estás lista?— la princesa Anna sonrió afirmativamente; Elsa sonrió también y golpeó el piso con uno de sus pies, congelándolo.
Elsa movió sus manos e hizo aparecer montículos de nieve, haciendo reír a su hermana.
Jugaron en la nieve durante horas; Elsa hacía que nevara dentro del palacio con sus poderes; ella y Anna se deslizaron, hicieron muñecos de nieve y patinaron sobre el hielo, dejando de contener sus sonrisas y carcajadas.
— ¡Sí!— Anna subió por un montículo de nieve a otro más alto, sin dejar de reír— ¡Elsa! ¡Atrápame!— gritó, subiendo aún más; Elsa rió y dirigió sus poderes en dirección a ella para crear más nieve e impedir que cayera, tan concentrado en hacerlo que no prestó atención a nada más.
— ¡Anna, espera!
— ¡Elsa, ¿pero qué…?!
La princesa se sobresaltó, girándose por la sorpresa y desviando la trayectoria de sus poderes. Anna cayó sobre el hielo, y el rey miró a su hija al mismo tiempo que los poderes de Elsa lo golpearon en el pecho, lanzándolo al suelo.
— ¡Papá!— gritó la niña, corriendo hacia él de inmediato; su padre yacía inconsciente y frío sobre la nieve— ¡Papá, despierta!
— ¡Elsa! ¡¿Qué has hecho?!— el grito desesperado de su madre la hizo apartarse con terror.
— ¡No quise hacerlo! ¡Fue un accidente, lo juro!— gritó, desesperada; su madre tocó la mano del rey y abrió los ojos con horror.
—Está helado— susurró, aterrada, enfocando la mirada en el pequeño cuerpo de Anna— ¡Por todos los Cielos! ¡Anna!— la reina corrió hacia su hija menor y la tomó entre sus brazos.
— ¡No quiser hacerlo! ¡Lo siento mucho!— reiteró la princesa, llorando a mares junto al cuerpo del rey— ¡Despierta, por favor, papá!
— ¡Kai! ¡Gerda!— exclamó la reina, tomando el cuerpo de Anna entre sus brazos; los dos sirvientes no tardaron en aparecer, ahogando sus exclamaciones de sorpresa y temor ante la escena— ¡Preparen un carruaje y suban a mi esposo y a mi hija!— exclamó la mujer, dándole el cuerpo inconsciente de Anna a Gerda— Ven conmigo, Elsa— tomó a su hija mayor del brazo y la sacó de la habitación, llevándola hasta la biblioteca de su padre, en donde comenzó a revolver libros con desesperación.
— ¡Lo siento mucho, mamá!— repitió la niña entre lágrimas, pero su madre parecía no escucharla.
— ¡Aquí está!— exclamó la reina Idun con presteza, colocando un enorme y viejo libro sobre la mesa; arrancó un mapa de él y sujetó a Elsa del brazo para sacarla del castillo a toda prisa.
— ¿Adónde vamos?— preguntó Elsa mientras el carruaje se internaba en el bosque.
—Vamos a buscar ayuda— declaró su madre con voz temblorosa, arriando a los caballos hasta que llegaron a un claro— ¡Oohh!— clamó, deteniendo a los animales— ¡Por favor! ¡Necesitamos ayuda! ¡Es mi hija!— gritó en medio del claro, todavía cargando a Anna consigo.
—Mamá…— Elsa se aferró a las faldas de su madre en cuanto las rocas del claro comenzaron a girar hacia ellas. De pronto éstas se convirtieron en trolls, sorprendiéndola a ella tanto como a su madre.
—¡Necesito su ayuda, por favor!— comenzó la reina— Mi hija, y mi esposo…
—Acérquela aquí— indicó un troll anciano que estaba parado sobre otro, haciendo resonar los cristales que colgaban de su cuello de roca— ¡Traigan al esposo! ¿Sus poderes son a causa de un embrujo o de nacimiento?— preguntó, inspeccionando las manos de Elsa.
—De nacimiento— respondió Idun con rapidez. Elsa observó al troll revisar a su padre, luego trabajar en Anna— La niña estará bien; los poderes de Elsa no la han tocado, pero será mejor que olvide… Borraremos toda la magia de sus memorias, así no recordará nada de lo sucedido. No se preocupen, no olvidará la diversión— indicó, mostrándoles como modificaba los recuerdos de Anna— Pero el Rey…— dijo con pesar, bajando la cabeza repleta de tierra y musgo— Lo siento mucho, Alteza…
— ¡No!— sollozó Elsa, soltándose del vestido de su madre mientras ésta comenzaba a llorar también— ¡Hágalo regresar! ¡Cúrelo con su magia!
—Lo siento mucho, pequeña— contestó el troll con calma, bajando al suelo de un salto— Congelaste su corazón. Él ya no puede regresar.
— ¡No!— lloró con más fuerza y se abrazó a su madre.
—Escúchame, Elsa— dijo el anciano troll— sé que todo es muy doloroso, pero hay algo que debes entender: tu poder seguirá creciendo; hay algo muy hermoso en él, pero también muy peligroso. Tienes que aprender a controlarlo. El miedo será tu enemigo…
Los funerales del Rey Adgar no tardaron en llevarse a cabo. Decenas de barcos de todas las naciones arribaron a Arendelle para presentar sus condolencias a la viuda y a la futura heredera, quien en ningún momento abandonó su habitación en el castillo, pasando sus días recluida del mundo exterior.
— ¡Está creciendo! ¡Tengo mucho miedo!— exclamó la princesa, horrorizada, mientras su habitación empezaba a congelarse.
—Elsa, hija, tienes que controlarlo…
— ¡Aléjate de mí!— gritó Elsa mientras agitaba una mano de forma intempestiva, provocando una hilera de picos de hielo que obligaron a retroceder a su madre; la reina miró a su hija mayor completamente atemorizada, y Elsa le regresó el gesto, tan asustada como ella— Debes irte…— susurró, temblorosa— ¡Vete y llévate a Anna si no quieres que les haga daño!— exclamó, apresando las manos contra su pecho mientras daba un paso hacia atrás.
—Elsa…
— ¡No te acerques!— la niña se pegó a la pared, atemorizada, pero alzó una mano en señal de advertencia— No te acerques.
—Hija, escucha. No puedes alterarte tanto o provocarás otra tragedia— explicó con calma, colocando las manos delante de su cuerpo— Nada de lo que pasó es tu culpa, pero debes tranquilizarte y controlar tus poderes…
—No quise hacerlo— sollozó Elsa, bajando la guardia lentamente— Mamá, tengo mucho miedo…— se rindió, dando un tembloroso paso hacia adelante.
—Lo sé, cariño, lo sé— la reina dio un paso más hacia ella y extendió sus brazos; Elsa avanzó un poco más, pero cuando quiso dar el segundo paso congeló todo el piso con la punta de su pie, provocando que su madre retrocediera, soltando un grito de sorpresa.
La niña se paralizó en su lugar con los ojos llenos de lágrimas, volviendo a correr hacia la pared, congelándola al tocarla con sus manos.
— ¡Elsa!— exclamó la Reina Idun, nuevamente con temor— Elsa, por favor no te alteres.
— ¡No!— la princesa corrió hacia el otro extremo de la habitación, acurrucándose contra una esquina— Vete, llévate a Anna y a todos los sirvientes del castillo— rogó— ¡No quiero dañar a nadie más!
—Elsa, hija…
— ¡Reina Idun!— los guardias empujaron la puerta y entraron con sus lanzas en alto, asustando a Elsa, que soltó otra hilera de amenazantes picos de de hielo— ¡Atrás, Su Alteza!— Kai hizo retroceder a la reina mientras todos los demás miraban a la princesa con terror.
— ¡Es brujería!— exclamó alguien; Elsa solo se encogió aún más en su lugar.
— ¡Váyanse todos!— alzó la voz nuevamente, levantando las manos para obligar a todos a retroceder con sus poderes— ¡Abandonen el castillo! ¡Déjenme sola!
—Princesa…
— ¡Largo!— la habitación entera comenzó a congelarse, y los guardias corrieron lejos, llevándose a la reina a pesar de sus ruegos.
— ¡Elsa!
— ¡Mamá!— gritó la niña como acto reflejo, extendiendo una mano que retrajo de inmediato, apresándola contra su pecho— Perdónenme— susurró mientras se dejaba caer de rodillas al suelo congelado, provocando que hielo comenzara a extenderse por todos el castillo mientras lloraba, presa de la desesperación, abrazándose a sí misma con temor.
Todo mundo corrió fuera de Arendelle antes de que el hielo se propagara, apenas llevándose sólo lo puesto. La Reina Idun sujetó a su hija menor contra su pecho y las dos fueron escoltadas fuera del reino por la Guardia Real, deteniéndose para eludir a los gigantes de nieve que custodiaban la entrada, listos para cerrar las enormes puertas de Arendelle, cosa que hicieron apenas ellos estuvieron fuera.
— ¿Su Majestad, se encuentra bien?
Aturdida, Idun sólo se aferró con más fuerza al pequeño cuerpo de Anna y sollozó, viendo como su reino se convertía en un enorme palacio de hielo.
Elsa se abrazó con más fuera y lloró cuando escuchó las puertas cerrarse.
—Lo siento tanto…— gimoteó, cerrando los ojos con más fuerza mientras se encogía sobre el suelo, sin consuelo— Anna, mamá… Yo no quería dañar a nadie; mucho menos a papá— lloró con más fuerza— Estoy sola… Sola.
—Hola.
La pequeña Elsa se sobresaltó y alzó la cabeza, dejando de llorar por un momento mientras se ponía en pie lentamente.
— ¡¿Quién está ahí?!— preguntó entre temerosa y molesta— ¡Váyase!
—Hola— repitió la voz, haciéndose más cercana— Mi nombre es Olaf, y me gustan los abrazos…
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Continuará...
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N del A:
Hola!
Es la primera vez que escribo sobre Frozen. Ni siquiera había visto la película, pues odio las comedias musicales de Disney y sobre todo si se trata de princesas; vi a los personajes por primera vez en la serie Once Upon a Time (recomendable, por cierto) y llamaron mucho mi atención, así que esto salió de eso.
Muchas gracias por leer! Esperaré sus comentarios.
H.S.
