Había vuelto a la nación del fuego después de mucho tiempo, dejo la balsa que había usado en la orilla y entro a la capital. Todas las calles le traían viejos recuerdos y formas fantasmales se aglomeraron en su memoria.

El cielo nocturno pronto apareció y debido al frío de la estación del año tomo su capa y se oculto bajo ella, camino por la ciudad y la encontró bastante maltrecha, del esplendor que recordaba no quedaba nada. Llego pronto a la parte noble de la ciudad y todo era igual allí, no se atrevió a ir al palacio y mejor busco un lugar donde quedarse, tal vez alguna casa abandonada pero pronto una silueta conocida apareció frente a él, la siguió y esta entro en lo que parecían ser las ruinas de una casa noble.

-¿Por qué me ha seguido señor?-preguntó la mujer de largo cabello dándole la espalda-

-Me eh perdido y acabo de regresar después de mucho tiempo, pensé en que tal vez podría darme asilo una noche para mañana continuar mi camino-le respondió y la mujer volteo a verlo, él se cubrió la cara y ella no lo pudo ver, más aun así accedió a ayudarle-

Entraron a la casa y pasaron por dos jardines antes de llegar a una zona que claramente era habitada por ella, preparo té y se sentó a esperar a que estuviera, el hizo lo mismo y en todo el tiempo la estudio discretamente, a pesar de los años se veía casi como antes, excepto que su cabello estaba suelto y sus ropas estaban casi completamente inservibles y viejas, su cara también tenia pequeñas arrugas y los pómulos se le notaban mas por lo flaca que estaba.

Entraron a otra habitación de la casa, ella traía una pequeña vela para iluminar el camino y abrió una gran ventana para que la luna iluminara la habitación que en antaño debió haber sido muy fina y hermosa observo al entrar.

-¿No es hermosa? La mejor vista de toda la ciudad-menciono alejándose para servir té-aunque no hay mucho que admirar

-Si la guerra ah terminado ¿Por qué todo en la nación del fuego esta tan deteriorado?-se acomodó cerca de la ventana de la destartalada casa-

-La paz y el gozo rodean a todo el mundo, pero hace años que eso nos fue negado-miraba su taza de té como recordando tiempos mejores-

-¿Negado?-volteo a verla extrañado-

-Sí, por el mismo que los trajo en antaño, es una triste historia-se explico-sobre un rey y un traidor que nos trajo la miseria a todos en este lugar

-Cuéntamela-le exigió ahora posando toda su atención en ella quien comenzó a relatar-

Había un Rey y su esposa

Y él era hermoso

Un gran maestro al pelear

Pero traicionado al exilio fue a parar

Él era hermoso

-Zuko era su nombre, Señor del Fuego Zuko

-¿Cuál fue su error?

-Confiar de más

Su esposa bella era

Una verdadera guerrera

Poderosa maestra

Pudo haber tenido una gran vida

Pobrecita

Pobre chica

Aunque siempre sintió algo muy fuerte por Zuko se alejó para que su amiga pudiera ser feliz con él y cuando él fue exiliado ella fue la única que acompaño a Katara durante todo ese tiempo, pues nunca le guardo rencor ni celos. Ella sabia el por que la había elegido Zuko, era perfecta para él.

Había un avatar verá

Enamorado de ella estaba

Todos los días le mandaba un collar

Pero ella no usaba ninguno

Esperaba a su rey exiliado

Pobre

Y aun viene lo peor, pobrecilla

Fueron tiempos difíciles para todos, en especial para Katara que no apartaba su mirada del horizonte esperándolo mientras acariciaba su abultado vientre. En su habitación junto al espejo del tocador había una pequeña caja de madera fina llena de collares hechos por el avatar para ella, todos los días le daba uno con diseño diferente esperando que ella los usara para que así se comprometieran y lo eligiera para desposarla, mas eso nunca paso. Katara después de dar a luz a una hermosa y pálida hija se centro solo en ella y en el bienestar de su ahora nación, el ser madre y la señora del fuego era lo único que ocupaba su tiempo.

La princesa Bei Fong le fue a visitar

Pobrecita

Pobre chica

El avatar se siente muy mal

Por su culpa el rey lejos esta

Deberá aceptar su invitación a cenar

Pobre chica

Uno de los tantos días en que Katara no salía de la sala del trono por asuntos de la nación llego sin levantar sospecha alguna su amiga Toph, diciéndole que perdonara a Aang quien arrepentido buscaba una forma para que Zuko regresase y todo ese lío quedara en el olvido, ella no le creyó pero Katara sí y acepto hacerle una visita a Aang para ayudarlo a encontrar una solución.

Por supuesto cuando llego

El templo entero bailando encontró

Ella no sabia que hacer

Pobrecita chica

Ella confundida toma

"Él se arrepiente" es lo que piensa

"¿Donde estas Avatar Aang?" se pregunta

Él estaba allí

Pero no se arrepentía de nada

Aunque ella le pidió que no fuese Katara se fue junto con Toph dejándole encargada a su pequeña hija de seis meses, a su regreso se entero de lo que había pasado allá. El día de su llegada encontró todo normal, pero al anochecer una fiesta casi carnaval se celebraba, gente del reino tierra y la tribu agua festejaba en grande y entre tantas personas no encontraba a Aang, entre tanto ajetreo tomo un liquido que un tipo con mascara le obsequio y mientras pensaba que Aang se arrepentía este la veía de lejos, sin remordimiento ni arrepentimiento alguno por lo que había hecho y estaba por hacer.

Ella no pudo contra el malvado plan

A todos les pareció bien

La fortaleza de ella él venció

El viento al agua le gano

Pobre chica

Deshonrada alma

Mareada por la sustancia se sentó en el borde de una de las fuentes del lugar, pronto su vista borrosa se volvió y frente a ella Aang llego, sonriendo de una forma parecida a la de Ozai. La tomo de la cintura a pesar del forcejeo de ella y la llevo al centro de la pista donde rostros desconocidos y conocidos le veían en manos del avatar con burla. Sabía bien que no todos querían perdonar después de la guerra y sabía bien que casi nadie excepto los de la nación del fuego aceptaban su matrimonio con Zuko cuando rechazo a Aang. Por ello no le extraño que no le ayudasen cuando este comenzó a besuquearle el cuello y la tocaba de forma inapropiada frente a todos, por ello no le extraño que nadie le ayudase cuando entre gritos y lagrimas pidió ayuda estando dentro de esa habitación donde su honor fue profanado por el avatar. Cuando lo escucho entre el llanto de la maestra agua no pudo hacer mas nada que abrazarla y consolarla mientras le curaba los rasguños y moretones que tenia por todo el cuerpo.

-¡NO! ¿Nadie tuvo compasión?-estaba horrorizado, jamás pensó que Aang llegara a ser tan cruel, pero por el movimiento tan bruco que hizo al levantarse la capucha se le cayo y su maduro rostro con la cicatriz del lado derecho quedo al descubierto-

-Sí eres tú, Zuko al fin regresaste-le miro alegre, eran ya muchos años sin verle ni saber nada de él-

-¿Dónde esta Katara? ¿Dónde esta mi hija?-quiso saber si podría ir a verlas, tenia aun esa pobre esperanza de abrazar a Katara y conocer a su hija al fin-

-Ella después de ello viajo lejos, al desierto donde antes estaba la biblioteca, intente detenerla pero no escuchaba… y él tiene a tu hija-le dio la noticia sin mirarlo a los ojos, era demasiado para ella recordarlo-

-¿Él? ¿El Avatar Aang?-pregunto incrédulo y molesto a la vez, no se esperaba esa respuesta-

-La adopto, es su padre ahora-le informo con mirada triste, sabia cuanto le había alegrado a Zuko enterarse de que iba a ser padre-

-15 años, sufriendo en un lugar congelado a trabajos forzados-se recordó al quitarse la capa-15 años soñando con volver a mi trono con mi esposa e hija

-No puedo decir que te halla ido muy bien en este tiempo Zuko-se acercó a él y le tomo del hombro-

-Nada de Zuko-se volteo alejándose de ella- el Señor del Fuego Zuko esta muerto soy Almon ahora, recuperare a mi familia y salvare a mi nación, la paz ya no es una opción-el fuego ardía en sus dorados ojos, sabia que ya no era el mismo que se había ido-

Ty Lee estaba segura que el Zuko que ella conocía se había ido para no volver y que ese hombre frente a ella era totalmente diferente. Pero no pudo reprimir una sonrisa ya que después de todo, diferente o no él era el hombre al que amaba desde niña y con Katara desaparecida aun tenia una oportunidad que no pensaba desaprovechar.