He vuelto como prometí. Ahora me voy a meter en un cuarto oscuro porque lo que vais a leer a continuación es cursi no, lo siguiente. ¿Lo mejor de todo? Lo escribí nada más ver The Walking Dead. Parece ser que los zombies me animan a escribir fics rosas y, en fin, no me matéis. Si no queréis leer a un ruso y a un prusiano más adictos al dulce que el 2P!England ya os podéis dar la vuelta. Y me callo ya que si no voy a escribir más que lo que es el fic en sí. Espero que os guste.


Era 18 de enero y parecía que trabajabas en una operadora telefónica.

Llevabas toda la mañana pegado al teléfono, con la barbilla apoyada sobre la mano que se encuentra sobre el alféizar de la ventana, mirando la nieve del exterior.

Se te notaba en la voz, los innumerables bufidos que soltabas cada vez que sonaba el aparato te delataban, querías colgar y que te dejasen en paz pero se hacían de rogar.

Mientras tanto yo te observaba con las manos tras la espalda y una tímida sonrisa. Quería dártelo cuando estuvieses utilizando tus cinco sentidos en mi persona.

Eso fueron cinco minutos de una larga espera.

Di un paso.

Después otro y así hasta que quedamos a una escasa distancia. Te miré a los ojos y sonreí a la vez que adelanté una mano que tenía oculta.

Era un ramo de girasoles.

—Felicidades Gilbert.