Gintama y sus personajes no me pertenecen, todo al gorila con tendencia a crisis existenciales y gusto por el chesecake, Hideaki Sorachi.

Sin advertencias; quizá un poco de monólogos internos y referencias al tema de la depresión; prometo manejarlo con respeto, fuera de eso, las bromas sucias y copyrigth de otras series es culpa de Sorachi (?


Sobre la nieve descansa una bestia iracunda, y llora en silencio, ocultando las garras...


Hacía frío. Otose no tenía problema para recordar que ese año el invierno se había adelantado; y que las calles estaban cubiertas por capas gruesas de blanco que le llegaba hasta los tobillos cuando trataba de desplazarse, casi dislocándose los huesos como fichas de dominó. Pero de alguna manera, la memoria de sus dedos congelándose y los copos espumosos deshaciéndose sobre su cabello se había grabado con fuego, más que el olor acentuado de la agitación habitual del distrito, o el silencio impoluto de una tarde solitaria.

Gintoki era un trapo viejo tirado en medio de la nada; un despojo sin hogar, harapiento, apenas con la fuerza para respirar, esperando congelarse entre lápidas heladas y el susurro insípido de los huesos y carne podrida enterrada bajo la tierra. Había ignorado su presencia hasta que el resoplido que dejó escapar para ofrecer algún halo de calor miserable a sus pulmones escarchados se deslizó a sus oídos; fue luego de que se pasara por el esófago las bolas de arroz sin sal, tiesas por el clima, que notó que se estaba aferrándose a la vida a cualquier precio, incluso si debía utilizar una tumba como mesa para comer, o dedicarse a proteger a una vieja desconocida.

—Pensaba tirar algunos colchones gastados, pero la helada debe haber atrofiado cualquier servicio que recoja la basura—hasta entonces, no se había tomado a detalle su apariencia, pero cuando la miró lleno de cansancio, como si sus párpados fueran a despedazarse con cada movimiento, notó la sangre seca anudando parches de su cabello reseco, los ropajes delgados, y sus pies descalzos, enrojecidos por las quemaduras producidas por el frío—.Creo que podrías darles un buen uso.

Otose lo vio inclinar la cabeza; no emitió palabra, ni sollozó, quizá solo estaba reuniendo fuerzas para levantarse y seguirla, o estaba saboreando el regusto irreal de la salvación. Nunca lo llegó a saber.

Hacía frío. Y encontró a un demonio herido por casualidad.

Un perro flacucho que escapaba de la muerte con una pata quebrada, y la añoraba con quejidos lastimeros.

Un alma opaca que estaba a punto de fracturarse...


No va a terminar hasta que luego de esta línea diga fin. Necesito más de estos dos para sobrevivir.