Esto va para Hermelind Potter, quien después de tantos años se acordó de este tic, que fue uno de los primeros que hice. Ya saben, no soy dueña de los personajes, del mundo… de nada que no sea el trauma que me generó.


Al diablo con Harry Potter

Está bien, no es para tanto. En realidad me han dicho cosas peores. El "sabelotodo insufrible" de Snape sigue encabezando mi lista de insultos recibidos.

Pero esta vez no se trata de lo que se dijo, si no de quien lo dijo. Es decir, se supone que soy su mejor amiga, ¿o no? ¿Cómo puede pensar eso de mí? ¿Y por qué rayos me importa tanto?

¡Oh, ya basta! Una cosa es engañar a los demás y otra tratar de hacerlo conmigo misma. Se perfectamente bien porqué lo que acabo de escuchar pone mi mundo de cabeza. No importa cuántas veces le diga a los demás que es sólo mi mejor amigo, no importa qué tantas veces repita que estoy sola porque no he encontrado al hombre ideal, yo sé perfectamente bien que ese hombre apareció hace años en mi vida y si estoy esperando algo, es que él me note. O por lo menos eso esperaba hasta hace unos momentos.

¿Por qué tenía que decir eso?

Hermione Granger entró a su oficina azotando la puerta con todas sus fuerzas. Se dejó caer pesadamente en la silla y aventó con furia el montón de libros y pergaminos que estaban sobre su escritorio. Se apretó fuertemente los ojos con los dedos. No quería llorar. Quería estar furiosa. Mejor la ira que el llanto.

De modo que eso es lo que piensa de mí. Después de tantos años, de compartir media vida, de pasar por los momentos más difíciles, todo se resume a tres palabras.

¡Dios, qué estúpida he sido! Siempre pensé que lo único que él necesitaba era tiempo. Tiempo para madurar, ¿Quién encuentra al amor de su vida a los once años? —Quién aparte de mí, por supuesto—. Tiempo para superar la pérdida de Sirius. Tiempo para asimilar todo lo que implicaba la profecía, para recuperarse cuando al fin acabo todo. Tiempo para llevar una vida casi normal y acostumbrarse a ella. Para divertirse un poco sin compromisos.

Y en cada una de esas etapas lo único que yo quería era estar a su lado. Dejé de lado todo para concentrarme en ser la mejor persona posible para él. Podría haber asegurado que él lo valoraba, que por lo menos me estimaba como amiga. Y ahora quince años después, entiendo lo que piensa de mí.

Se levantó de la silla y se dirigió a la ventana, con un golpe de su varita, ésta se abrió y una fresca brisa entró a través de ella golpeándole el rostro. Su vista se fijó en las bronceadas hojas secas que caían de un árbol cercano y formaban un espeso tapete rojizo alrededor de él. El sol medio escondido en el horizonte, se reflejaba en los cristales de la ventana. Hacía frió. Sus manos estaban medio entumidas, no solo por la baja temperatura.

Suspiro profundamente.

Bueno, hasta aquí llegó la espera, no tiene caso continuar. No después de lo que dijo. Obviamente eso no es una buena señal si estaba esperando una declaración. En realidad eso basta para dudar hasta de su amistad. Después de todo, ¿qué esperaba? ¿Que apareciera frente a mí con un ramo de rosas y un anillo de compromiso? ¡Qué chiquillada!

Y pensar que me sentía orgullosa cuando alguien se refería a mí como su brazo derecho. El me dirigía lo que yo creía era una mirada de orgullo y ponía su brazo alrededor de mis hombros.

Cada abrazo, cada caricia, cada mirada que yo tontamente interpretaba como una señal de que podía haber algo más, era sólo para tenerme cerca, para mantener mi eficiencia intacta.

Se sentía decepcionada, triste, por primera vez en su vida entendía que algunas cosas, sí son imposibles. Que no todo se consigue con trabajo, paciencia y esfuerzo. Que los sueños no se hacen realidad. Que el amor no lo puede todo. Y eso la hacia sentir asustada.

El sol de la tarde le daba de lleno en los ojos y se reflejaba en las lágrimas que escurrían de ellos, Hermione se dio la vuelta, recargándose en el húmedo muro, de espalda a la luz.

Repentinamente sacudió la cabeza con energía.

¡Pero, es Harry! El no utiliza así a las personas. El no es así…

¡Vamos, despierta ya! Tu misma lo escuchaste. Tú lo has idealizado durante todos estos años. Tú lo pusiste por encima de todos los hombres de la tierra. Hiciste de él un modelo con el que comparabas a todos los demás, con la consecuencia lógica de que ninguno estaba a su altura. Ningún otro podía inspirarte algo que fuera lo suficientemente fuerte como para que desearas dejar de esperarlo. Por eso dejaste pasar tantos años. Tu parte romántica te gritaba siempre que, como en un cuento rosa, ustedes estaban predestinados y que lo único que necesitabas era tener paciencia.

Volvió a suspirar. Se sentó sin ánimos en el mismo sitio y su mirada se detuvo en uno de los pocos objetos que aún quedaban en su escritorio. Era una fotografía de la boda de Ron. Harry y ella estaban junto a la pareja de recién casados. Él la abrazaba y sonreía contento. Ella tenía los ojos brillantes y estaba feliz, como siempre que él estaba junto a ella.

Con un débil golpe empujo la fotografía que estaba a dos centímetros del borde. Esta cayó al suelo esparciendo trozos de vidrio por todas partes.

Siempre creí que al salir de Hogwarts nos alejaríamos, pero sucedió todo lo contrario. Recuerdo cuando llegaba a contarme el fiasco que resultaban sus citas. Unas veces la chica era linda pero mortalmente aburrida, otras era insufriblemente inteligente y presuntuosa, aun llegaba a decirme que era prácticamente perfecta pero que por alguna razón no se sentía cómodo con ella. Y todo eso me daba esperanzas.

Después se cansó del asunto de las citas y se volvió más hogareño. Sobre todo después de la boda de Ron. Empezamos a pasar aún más tiempo juntos. Claro, trabajábamos en el mismo departamento, la convivencia era necesaria, igual que cuando estábamos en la escuela. Y entonces, mas que nunca creí que era sólo cuestión de tiempo. Aunque cada vez que alguien me preguntaba, el "sólo amigos" salía de mis labios, ¿Qué otra cosa podía contestar?

Y así pasaron dos años. No me molestaba esperar en ese tiempo. Después de todo lo tenía para mi, tal vez no era lo que yo deseaba, pero se acercaba mucho.

Ahora, veo que eso no pasara nunca, que si pasábamos tanto tiempo juntos, era solamente porque era necesario. No importa que tan ingenua sea, nadie dice que el amor de su vida es una persona neurótica, obsesiva y controladora, ni siquiera lo pensaría de su mejor amiga.

Desde que entro a mi vida todas mis emociones están a flor de piel, en su máxima expresión, siempre que se trata de él. ¿Eso me hace neurótica?

Siempre me he concentrado en tener una solución para él, en ayudarlo a hacer lo mejor y lo correcto. Siempre tratando de que estuviera salvo. ¿Por eso soy controladora?

¿Soy obsesiva porque mi prioridad siempre ha sido el?

Tal vez sí lo soy.

¿Cómo deje que esto pasara? ¿Cuándo se volvió el centro de mi vida? ¿En que momento Hermione Granger empezó a orbitar alrededor de Harry Potter?

Bien eso fue todo, lo siento por ti, pero ya no pienso seguir malgastando mi tiempo con alguien que sólo me ve como a una empleada eficiente pero difícil a la que hay que tolerar y tener contenta por el buen funcionamiento de la oficina.

Hasta aquí llegue. Merezco algo más que ser la eterna sombra, la secretaria, la enfermera, la empleada, la compañía segura. Al diablo con todo eso. Al diablo con la espera. Al diablo con Harry Potter.

Hermione abrió de golpe uno de sus cajones. Lo revolvió por unos segundos y al no encontrar lo que buscaba, se dirigió al piso. En medio del desorden alcanzó a ver escondido un pergamino en blanco y un frasco de tinta, que aún goteaba parte de su contenido sobre la alfombra. Con un rápido movimiento de su varita los convocó a ambos y tomó la pluma que estaba frente a ella. Sin un instante de vacilación y con una prisa que rayaba en la desesperación, comenzó a escribir con letra clara y firme. Al terminar la página, dejo la pluma y se tomó unos minutos para leer un par de veces más lo que acababa de escribir.

Respiró profundamente y por fin firmó el documento con mano temblorosa.