Sam había aceptado el trato con Lucifer, ahora estaba en medio del cementerio frente a Miguel su hermano en el cuerpo de Adam, estaba a punto de comenzar la pelea a muerte cuando el impala se estaciono cerca de ellos.
Castiel arrojo fuego sagrado sobre Miguel haciendo que desapareciera, Lucifer mato a Bobby y estaba a punto de matar a Castiel.
—¡Suficiente!—se escuchó una voz fuerte que hizo retumbar la tierra
Todos miraron hacia el origen de la voz encontrándose con aquel profeta.
—¿Chuck?—preguntaron Sam y Dean
—Hola chicos—Chuck sonrió a los cazadores-Sé que es extraño pero necesito…-
-Él no es Chuck-interrumpió Lucifer con una mirada de odio
-¿Papá?-Miguel volvió a aparecer en ese momento mirando impresionado al hombre
-¿dios?-pregunto Dean sorprendido
-Así es, les explicare todo chicos pero por ahora necesito hablar con mis hijos-Chuck chasqueo los dedos y aparecieron los dos arcángeles restantes.
Raphael y Gabriel se miraron entre ellos sorprendidos para después notar la gran presencia en aquel lugar, miraron al hombre confundidos intentando comprender la situación.
-Ya que están todos los acusados aquí entonces podemos proseguir-continuo Chuck—Lo lamento chicos, pero quiero hablar a solas con mis hijos-
Antes de que los cazadores pudieran decir algo Chuck volvió a chasquear los dedos y los cuatro arcángeles, el ángel y él aparecieron en una sala que solo los arcángeles conocían, la sala del trono.
Todos miraron a su alrededor, hacía mucho que no estaban en aquel lugar y se sentían extraños, los arcángeles menores miraban a Chuck fijamente.
-¿Por qué nos regresó?-pregunto Raphael molesto
-Mi hijo, es raro que preguntes eso, yo no iba a dejar que estuvieran muertos para siempre-
-Yo no te pedí ayuda-
-Yo tampoco-se unió Gabriel
-No sean irrespetuosos-regaño Miguel como el hijo más obediente que era-Se agradece sin reclamar-
Chuck sonrió, pero también sentía lo herido que estaba Miguel por la situación, quería abrazarlos a todos y consolarlos, decirles que todo estaría bien porque estaba de vuelta pero primero tenía algo que aclarar.
-Quiero hablar con ustedes sobre lo que han hecho en estos tiempos-comento con una voz más seria
-¡Y eso a ti que te importa!-
Para sorpresa de Chuck, gritaron los cuatro arcángeles al mismo tiempo, eso le enfureció, él estaba en buenos pasos solo queriendo hablar al principio y sus hijos gritaban de esa manera ¡a él!
-Muy bien si eso quieren-chasqueo los dedos apareciendo cinco sillas detrás de cada uno-Sentados-
Ninguno hizo un movimiento, Miguel suspiro sabiendo muy bien lo enojado que se había puesto su padre.
-Padre yo…-
-¡Sentados!-
Todos se sentaron ante el gran grito mirando atentamente a su padre frente a ellos.
-¡Todos han hecho cosas lamentables en el tiempo en que estuve ausente y cada uno sabía lo que estaba haciendo pero por cualquier capricho ignoraron todo lo que les enseñe estos años cometiendo los peores pecados!-
-Tú no estás muy lejos tampoco- murmuro Lucifer
Chuck miro hacia Lucifer aún más molesto por la interrupción pero recupero algo de la infinita paciencia que tenía.
-Me fui confiando que mis hijos podrían hacerse cargo pero al parecer a mis hijos les gusta actuar como niños peleándose intentando cada uno tener su porción de cielo y asesinándose entre ustedes-
-Yo no pelee por el cielo-murmuro Gabriel
Chuck camino hasta estar enfrente de Gabriel el cual parecía encogerse en su silla mirando a su padre molesto.
-Pero te fuiste del cielo sin permiso de nadie preocupando a todos y haciéndoles pensar que estabas muerto, corrías jugando por la tierra y haciéndoles bromas a los humanos e incluso matándolos...-
-¡Solo practicaba justicia entre los humanos que eran malos!-
-No me levantes la voz, te lo advierto-
Vio como Gabriel trago saliva encogiéndose más en su silla, Chuck suspiro profundamente continuando.
-Te involucraste con mujeres humanas y no comías más que dulces, no digas que no mereces esto también y tú-miro hacia Raphael-También peleando con tu hermano pequeño aprovechándote de que no estaba Miguel ni Lucifer para hacerte llamar señor del cielo, mataste a otros ángeles y provocaste otra guerra-
Raphael solo agacho la mirada ante las acusaciones, él no reclamaría como sus hermanos y eso Chuck lo sabía por lo cual miro hacia Castiel.
-Y tú, el más pequeño de mis hijos, mi bebé ángel, intentaste buscarme, tomar el cielo, mataste a varios de tus hermanos en la guerra con Raphael, arrojaste fuego sobre Miguel, te hiciste llamar dios y hay más-
Castiel bajo la cabeza sin querer ver a su padre, avergonzado de tener tantas faltas que no se podían mencionar de una vez.
-Estas en muchos problemas Castiel-
El ángel asintió con la cabeza aceptando todo, Chuck suspiro y miro hacia los demás.
-Entonces todos saben que esto no se puede quedar así, ya pasó mucho y no dejare que sigan con ese comportamiento-
Chuck hizo aparecer una silla delante de todos, se fue sentándose allí y mirando a todos sus hijos respiro profundamente.
-¿Quién primero?—
Todos levantaron la mirada preocupados, sabían a qué se refería y ninguno quería pasar por eso.
—P-Padre tú no irás a…—tartamudeo Miguel
—Oh claro que si hijo, cada uno de ustedes se ha ganado un viaje sobre mi rodilla y parece que unos más que otros—
Miro como cada uno se encogió más en si silla sin querer mirarle a los ojos por lo cual suspiro.
—Mis niños, estoy muy molesto con ustedes pero saben que no les haría daño—
—Sí claro—dijo Gabriel sarcásticamente
—¿Crees de verdad que te haría daño Gabriel?—pregunto con una voz algo herida—Mírame y dime que te haría daño—
Gabriel levanto la mirada hacia su padre pero negó con la cabeza.
—Te extrañe—murmuro—Mikey y Luci no dejaban de pelear y yo…—
—Hijo, sé que estabas herido y triste, pero no debiste de irte, desobedeciste dejando el cielo y no quieras hacer sentir lastima para salir de tu castigo, también te extrañe—miro hacia los demás—A todos los extrañe—
Sintió la indiferencia de sus hijos pero igual sentía esa pequeña chispa de amor de cada uno, quería abrazarlos pero primero quería terminar con todo, borrar la pizarra para que todos pudieran comenzar de nuevo.
—Entonces ¿Quién primero?—
—No puedes tratarnos como niños—reclamó Raphael
—¿De verdad creen eso? Hijos, son niños—Chuck se puso de pie poniéndose frente a ellos señalándolos—He estado viendo en ustedes todo este tiempo y lo que he visto no son más que unos niños malcriados haciendo un berrinche e intentando obtener un trozo de pastel sin considerar que su padre volvería a casa, son mis niños y yo soy su padre y como su padre tengo todo el derecho de bajar a cada uno sobre mi rodilla, bajarle la ropa y darles unas buenas palmadas bien merecidas—
Tomo su cinturón y comenzó a desabrocharlo sujetándolo en su mano se volvió a su silla sentándose y colocando el cinturón en el suelo.
—Entonces ¿Quién viene primero? Porque si me hacen elegir no importara, todos serán castigados por sus acciones—
Todos miraban el cinturón colocado en el suelo sin moverse ni un centímetro temiendo aquello, Chuck suspiro pesadamente, sabía que ninguno quería tomar el castigo y lo entendía pero esperaba que al menos uno reconociera sus actos.
—Muy bien, Miguel ven aquí—
El arcángel mencionado se retorció en su asiento queriendo negar o reclamar, pero nada salía de su boca, miro hacia su padre sentado en aquella silla y por fin negó con la cabeza.
