Los personajes de esta historia son de S. Meyer (esa gran mujer que nos ha regalado algo tan maravilloso como nuestro Edward para soñar n.n), la historia es mía.

1

El ronroneo del motor de mi Ducati llegaba amortiguado a mis oídos por el casco. Por el rabillo del ojo vi que tanto Rosalie como Jasper habían tomado posición a ambos lados de mi moto. La de Rose era roja, a juego con su mono. La de Jasper era azul oscuro y aunque ella había insistido en comprarle un mono azul, el se había negado.

"Deja de fastidiarme, Rose. No soy un maldito obsesivo de la moda. No necesito ir a juego para verme perfecto." Eso le había contestado, ganándose un bufido de su hermana. Yo no me había librado y como mi moto era negra, mi atuendo también.

Volví mi vista al frente, concentrándome en el camino privado, bien asfaltado de los Cullen. Estaba ansiosa por conocer al hermano de Marcus, Carlisle. Sabía que mi llegada no sería motivo de alegrías, pero cuando todo terminara, yo tendría mi venganza completa y podría seguir llevando mi dolor en paz...o simplemente estaría muerta.

Aceleré, ansiosa, y Rosalie y Jasper hicieron lo propio, siempre guardando la distancia para posibles maniobras.

A lo lejos distinguí un gran portalón blindado con una cabina a la izquierda. ¡Pues sí que tenían seguridad! Sólo para dejarnos pasar al recinto, habíamos tenido que mostrar identificaciones personales y luego de una llamada a la mansión, nos habían cacheado. Ante nuestra negación a dejar las armas en sus manos, llamaron de nuevo. Accedieron a dejarnos pasar sólo si una vez entrásemos en la casa, las dejábamos a la vista de los señores Cullen. Jasper refunfuñó y Rosalie puso los ojos en blanco, pero dimos nuestra palabra. Eso sí, enumeraron cada arma y las reportaron a la mansión con su pertinente descripción detallada. ¡Paranoicos! Aunque dada la situación que me llevaba a visitarles, la seguridad nunca sería suficiente para ellos.

Cuando estuvimos a la altura del gabinete del guardia, pudimos ver a lo lejos, entre los árboles, la mansión. Era enorme. Y eso que el palacete de Marcus era espacioso...pero aquello no tenía nombre. La 'casita' estaba pintada toda de blanco, pero se podía distinguir que la mayoría de las paredes tenían grandes ventanales...más que cristal reforzado, por su propio bien, esperaba.

-Identificación.-pidió el guardia saliéndonos al paso cuando nos detuvimos ante la verja.

Me saqué el casco y Jasper hizo lo mismo.

-¿De nuevo?-preguntó enojado.-Ya nos han cacheado en el otro puesto...¡Dios mío! No traemos una bomba o algo así...Sólo queremos hablar con el señor Carlisle.

Estaba bastante nervioso, sólo eso explicaba que justamente él perdiese la calma. Le dirigí una mirada significativa y asintió apenado, volviendo a ponerse el casco.

-Lo siento. Tenemos un poco de prisa y ustedes sólo nos están retrasando. Pero aquí tiene...-dije extendiéndole la tarjeta.

La observó detenidamente. Me miró y regresó a su casita de plástico. Le escuchamos hablar adentro y sentí el gruñido de Rosalie. Reí entre dientes. Esa impaciencia era algo de familia.

-Todo en orden, señorita Anderson. Pueden pasar.

Hizo un gesto a una de las cámaras y las puertas se abrieron lentamente.

Suspiré y arranqué de nuevo la moto, sin molestarme en ponerme el casco de nuevo. Tal vez saliese algún pingüino con pistola detrás de algún arbusto a pedirme análisis de sangre para verificar mi identidad o para ver si había fumado marihuana, o para ver si tenía alguna enfermedad contagiosa o...vale, suficiente de divagar.

El pavimento se volvía de piedra a nuestro paso. Frente al gran portalón de madera y a las escaleras que daban paso a este, una gran fuente de mármol con un escudo de un león, tres tréboles y dos flechas cruzadas sobre un águila, giraba el camino de regreso a la salida, dibujando una rotonda en el centro.

Pude distinguir el ondear de una de las cortinas de la planta superior a medida que nos acercábamos y ¡sorpresa! De la nada aparecieron dos filas de hombres, vestidos de negro y con gafas oscuras rodeando los extremos del sendero.

Rosalie y Jasper se pusieron a mis costados, apagando las motos y sacando los cascos. La melena rubia de Rosalie se movió con la tenue brisa y ella acentuó el efecto dando un giro a su cabeza. Seguramente la señora Cullen tendría que ordenar que limpiasen las babas que los gorilas estaban soltando por mi amiga, aunque parecían guardar bien las apariencias a pesar de un que otro jadeo mal disimulado.

Reí y Jasper negó divertido por la coquetería de su hermana, que sonreía complacida.

Nos bajamos despacio y encaramos las escaleras. Jasper apretó ligeramente mi hombro y volví la vista a él.

-Estamos juntos en esto.-susurró.-Es hora de que tome mi lugar.

Asentí y cambiamos puestos. Ahora él estaba al frente y yo a la altura de Rosalie, detrás.

La gran puerta se abrió dando paso a una pareja de no más de cuarenta y pocos años. A él le reconocí enseguida. Carlisle Cullen. Marcus no era tan apuesto como su hermano pero no se quedaba atrás. Carlisle era rubio y con buen porte mientras que Marcus era moreno y más bien delgaducho, pero tan alto como su hermano. Ambos poseían aquellos ojos azules capaces de congelarte en el acto o de regalarte la más amorosa de las miradas, o por lo menos en el caso de mi mentor era así.

La mujer a su lado la reconocí como Esme, Esme Cullen. Cabello caoba y rostro en forma de corazón. Mirada esmeralda y porte de reina, sí, era ella.

Rosalie y yo nos miramos y comenzamos a caminar tras Jasper hasta llegar a su altura.

-Bienvenidos.-dijo Carlisle educadamente.- Siento si las medidas de seguridad os han causado problemas, pero en estos días las cosas tienden a ser así.

Al parecer a alguien se le había pasado pedir nuestras armas.

Asentimos y Jasper empezó a hacer su magia.

-Es un honor estar frente a frente, señor Cullen. Vengo desde muy lejos para visitarle. Le traigo noticias de Europa.

Esme miró a Jasper y luego su mirada pasó a Rosalie. Sonrió suavemente obteniendo lo mismo a cambio, para luego posar sus ojos en mí.

Intenté sonreír...pero no creo haber conseguido nada mejor que una extraña mueca. Sobre todo porque su ceño se frunció levemente y su mirada siguió clavada en la mía.

-¿Europa? ¿Desde donde?-preguntó Carlisle.

Hombre listo. La Organización no tenía base alguna en Europa. Sí en Asía y algún que otro contacto en Londres y la costa francesa, pero nada formal allí.

-Marcus Cullen me envía, señor.-dijo Jasper, dejando ver que él era el importante.

Para todos fue obvia su reacción y aun cuando él intentó serenarse, no pudo.

-Marcus...-susurró con la vista fija en un punto sobre nuestras cabezas.

Esme miró a su marido preocupada y luego volvió la vista a nosotros.

-Será mejor que sigamos esta conversación adentro.-nos dijo.

Tiró levemente del brazo de su marido y ambos se giraron al interior.

Si la casa por fuera te dejaba sin aliento, por dentro te cegaba tanta hermosura. El ambiente no estaba recargado por obras de arte o tapices, o esculturas...Los ventanales al exterior daban un toque de libertad y todo estaba decorado de forma simple pero acogedora, con tonos claros y espacios abiertos.

Nos condujeron a través del vestíbulo, que casi era más grande que un apartamento normal. Giramos a la derecha y entramos en el salón. Había una chimenea de piedra en la otra punta rodeada de sofás, que se veía extraña al lado de una ventana tan grande pero no por eso desentonaba. Alguna que otra estantería, un par de cuadros y flores y un piano negro de cola conformaban la estampa.

Esme intentó dirigir a su esposo hasta el sofá pero él negó y siguieron avanzando hasta otra puerta, en el extremo de la habitación. El comedor.

Una mesa de madera oscura y redonda con trece sillas alrededor ocupaba gran parte de la estancia. Carlisle tomó asiento y Esme nos instó a que lo hiciéramos también. Sólo Jasper y Rosalie se sentaron, yo me dirigí a la ventana y les dí la espalda.

Esto iba a ser muy difícil. Si con sólo nombrar a Marcus, ya se ponían así las cosas, cuando terminásemos de hablar, Carlisle estaría al borde del infarto. Y yo no estaba aquí para eso, si no para evitarle cualquier daño, tanto a él como a su familia.

-¿Cómo está?-preguntó Carlisle con voz débil.

-Señor, si no se encuentra bien, podemos volver en otro momento. Nosotros...-Jasper debía haberlo visto realmente mal para sugerir que esperásemos.

-No, estoy bien.-la cortó el señor Cullen.-Sólo me he sorprendido de tener noticias suyas. Hace casi tres años que no sabemos nada de él.

Aquello no era cierto. La sangre me hirvió ante tal mentira y me giré.

-Es no es verdad.

Cuatro rostros voltearon a verme. Esme seria y Carlisle con el ceño fruncido pero Jasper y Rosalie...me hubiese puesto a reír si estuviésemos en otras circunstancias. Se parecían tanto cuando ponían esas muecas de sorpresa...

-¿Qué quiere decir, señorita...?

-Mi nombre es Marie Anderson y lo que quiero decir, señor Cullen, es que su hermano mantuvo contacto con un miembro de esta familia. Al menos durante el primer año tras su partida.

Carlisle y Esme se miraron y volvieron a fijarse en mí.

El teatro de Jasper tarde o temprano se derrumbaría y admitía que era un buen plan para mantenerme a salvo pero ahora necesitaba ser sincera, completamente, para que las cosas siguiesen un buen curso.

Avancé hasta ellos y Jasper me cedió su asiento para que ocupase 'mi lugar'. Un brillo de entendimiento brilló en la mirada del matrimonio Cullen ante tal gesto.

-No se fían de nosotros...-dejó caer la señora Cullen.

-No es eso. Simplemente, mi equipo pensó que era una buena idea por si las cosas se torcían.-dije seria.-Ahora, señor Cullen, la noticia que voy a darle no es buena, asique si siente que no está preparado...

Él levantó una mano para instarme a parar y cerró fuertemente los ojos guardando silencio por lo que parecieron horas. Cuando volvió a abrirlos, estaban llorosos.

-¿Cuándo ha sido?-preguntó en un murmullo. Si no estuviese a su lado no le habría oído.

Esme jadeó y se llevó las manos a la boca.

-La pasada semana... Hace unos meses le localizaron un tumor pero él se negó a seguir cualquier tipo de tratamiento.-contesté con un hilo de voz.

Una lágrima solitaria recorrió la mejilla de Carlisle y Esme tomó sus manos entre las suyas.

Tensó la mandíbula y se enjuagó los ojos.

-Adivino que no es nada relacionado con un testamento. De otra forma, sería un abogado quien estaría frente a mí y no una mujer que, al parecer debe ser bastante importante como para que sus escoltas quieran suplantarla para protegerla.

Y ahí estaba el gen Cullen que recordaba. Ambos eran igual, guardando sus emociones y dejándose guiar únicamente por su cabeza.

-Cierto. Si estoy aquí es para cumplir la última voluntad de su hermano y siendo totalmente sinceros, para alcanzar mis propios objetivos.

Rosalie chasqueó la lengua a mis espaldas pero nadie dijo nada.

-Bien, la escucho, señorita Anderson.-dijo calmado.

-Trataré de empezar por el principio para que no se pierda nada, señor.-asintió.

-Espera.-interrumpió Esme.-¿No crees que los chicos deben estar presentes? Sabes lo mucho que querían a Marcus, sobre todo Edward...

Y ahí estaba él.

Carlisle negó.

-No, Esme. Edward y Emmett están en camino. No llegarán hasta el anochecer. Alice...bueno, si la señorita Anderson no tiene inconveniente...

-Por supuesto que no.-le interrumpí.-De echo, es bastante aconsejable que ellos estén al tanto.

Esme miró a su marido y con un "permiso" salió de nuevo hacia al salón.

Inspeccioné la estancia a conciencia hasta que hallé una bandeja de plata sobre uno de los muebles. Me levanté y la tomé, poniéndola frente a Carlisle en la mesa. Su cara no tenía precio.

-¿Qué...?

-Tal vez se le halla pasado o tal vez no aparentamos una verdadera amenaza para usted, pero aún así debería cumplir sus propias reglas.-le dije mientras sacaba mis dos armas a mi espalda y las dejaba sobre el frío metal.

Jasper y Rosalie hicieron lo propio. Yo tomé la daga que llevaba en la bota y una pequeña cuchilla en el cinturón y también las dejé. Vi como mi amiga volvía a su posición, tan sólo habiendo dejado sus dos pistolas.

-Rosalie...todo.

Bufó y sacó un cuchillo del forro de su cazadora, un pequeño revolver de su bota izquierda y sus dos cuchillas que ocultaba en los tacones de su calzado.

Jasper rió entre dientes.

-Tú también.-le ordené fulminándolo con la mirada.

Fue el turno de Rosalie para reír, mientras veía a su hermano despojarse de una granada, un detonador, un finísimo cable de acero y un afilado cuchillo.

Volví a tomar asiento junto a Carlisle, que nos miraba entre curioso y divertido.

Un murmullo de voces nos hizo girarnos hacia la entrada a tiempo de ver como Esme caminaba al lado de una chica de pelo negro corto y bastante bajita. Era muy atractiva, como los demás Cullen que conocía. Su cuerpo estilizado era cubierto por un precioso vestido blanco estampado con flores verdes. Llevaba unas bailarinas verdes en los pies que acentuaban más su pequeño tamaño.

-Señores, mi hija Alice.-nos presentó Carlisle levantándose para apartar dos sillas. Las mujeres tomaron asiento y la chica nos sonrió.

Fui bastante consciente de la mirada apreciativa que le envió a Jasper y contuve la sonrisa no sin mucho esfuerzo.

-Mi madre me ha dicho que traen noticias de tío Marcus, ¿es cierto?

Asentí y miré a Carlisle, que miraba a su hija con tristeza.

-Cielo, tío Marcus ha fallecido.-dijo suavemente su madre.

Los ojos de Alice se aguaron al instante y escondió el rostro en el pecho de su madre. Guardamos silencio unos instantes, escuchando los sollozos de Alice.

-Cuando Marcus se fue, lo hizo únicamente para proteger a su familia.-empecé.

Alice levantó la vista y la clavó en mí y sus padres también prestaron atención.

-Les ruego que no me interrumpan y que guarden sus preguntas para el final, así será más fácil.-asintieron y proseguí.-Marcus llevaba tiempo recibiendo amenazas, sutiles e inofensivas, pero peligrosas también. Pensó que lo mejor sería abandonar la Organización y el país. Supongo que en este mundo uno no puede hacer las cosas tan fácilmente, pero él tenía su plan perfeccionado desde hacía mucho. No sé muy bien que le orilló a maquinar todo tan bien a lo largo de los años...él lo achacó a su intuición.

Hice una breve pausa, constatando que tenía su atención.

-La mayoría de sus cuentas personales estaban bajo un nombre falso y a buen recaudo en Suiza, asique partió a Europa. Siempre se sintió culpable por no dar explicaciones a sus seres queridos, pero como dije antes, no perdió el contacto con todos.

Carlisle iba a interrumpirme pero me adelanté.

-Prefiero que sea esa persona quién se explique ante usted, no yo.-asintió de nuevo.- Durante todo este tiempo, Marcus se dedicó a investigar a fondo los movimientos de la Organización, pues estaba seguro de que la amenaza residía dentro y que no era el único que estaba en el punto de mira.

No estoy al tanto de todos sus movimientos, ni de los medios de los que se valió para indagar tan a fondo, -proseguí- pero sí sé que halló lo que buscaba.

Me incorporé y Jasper se movió hacia las ventanas para cerrar las persianas. Cuando la sala estuvo particularmente a oscuras, Rosalie sacó el pequeño artilugio de su bolsillo y lo puso sobre la mesa, frente a los Cullen. Accionó los botones y la luz salió del pequeño aparato, proyectándose en la pared.

Carlisle jadeó y se quedó mirando fijamente la pantalla blanquecina que se veía en la pared de enfrente. Con un gesto de mi cabeza, Rosalie siguió manejando los botones y una fotografía de Carlisle apareció en la pantalla, rodeado de tres escoltas dirigiéndole a un coche.

-Esta foto fue tomada hace dos años por un detective privado.-Rosalie siguió pasando las fotos.

Esme en su jardín, Alice en una tienda de compras, Emmett, el mediano de los Cullen, en un taller de coches...

-Esas otras fueron tomadas por gente de Marcus.-seguí.-La primera la encontramos en el apartamento del detective, cuando los forenses sacaron su cuerpo de la bañera. Era la única que no tenía marcas.

Rosalie pasó a la siguiente, donde aparecía Carlisle y su hijo Edward en un restaurante. Las caras de ambos estaban tachadas con una línea roja.

Esme ahogó un grito y volví mi rostro para ver sus expresiones.

-Fue cuando supimos que eran los siguientes.

El silencio reinó en la sala.

-¿Quién?-preguntó Carlisle con la voz contenida. Podía ver sus puños apretados fuertemente sobre la mesa.

-Eso es lo que hemos venido a averiguar.

-Dices que llevan dos años tras nosotros. Si así fuese, ya estaríamos muertos...-me interrumpió con furia en la voz.

-No. Marcus tenía más protección a tu alrededor que la que tiene el mismo presidente de los Estados Unidos.-los ojos de Carlisle se abrieron como platos.-En lo que va de año, Jasper ha desactivado tres bombas en tu coche, una en el apartamento de Edward, otra en tu oficina y...

-Y me cargué a cuatro francotiradores en Las Vegas cuando celebrasteis el cumpleaños de la señora Cullen.-me interrumpió Rosalie.

Siempre tan directa.

-¿Cómo es que no nos dimos cuenta?-preguntó Esme, que tenía lágrimas en las mejillas y estaba más pálida de lo normal.

-Porque nosotros no queríamos que eso pasase. Marcus quería coger al responsable sin que tuvieseis que dejar de seguir con vuestra vida de siempre. Pero no temáis, sus hombres no son tan listos como nuestro equipo. Si así fuese, ya estaríais muertos.

Y era cierto. Más que ataques, parecían bromas planificadas sin mucho esfuerzo.

-Quien quiera que sea, está desesperado.-dijo Jasper.-El año pasado, los ataques fueron menos, tres si no me equivoco. Apenas los cogimos a tiempo.

-¿Cuándo sucedieron?-preguntó Alice con la voz rota.

-No creo que...-Jasper quiso disuadirla.

-No, tienen que saber.-le interrumpió Rosalie.-La primera vez fue en el cumpleaños de Edward. Escogen celebraciones donde estáis juntos, para no tener que planificar dos operaciones. No les importa lo más mínimo disimular, no pretenden que parezca un accidente...y eso juega en nuestra contra. Había un explosivo escondido en la tarta. Jasper casi enloqueció al intentar apartar la nata de los cables...-rió Rosalie.

-Pero lo conseguí.-dijo muy pagado se si mismo su hermano.

Sonreí.

-Chicos, no nos desviemos del tema.-les regañé.-La segunda vez fue tres meses después, mientras estabais reunidos festejando el aniversario de la señora Victoria, su prima.-dije dirigiéndome a Esme.-Sin embargo, aquel día ocurrió algo muy extraño.-reflexioné.-Cuando cogieron a los dos hombres, las armas no estaban preparadas y ellos dijeron que el encargo había sido cancelado.

-¿Hablaron?-preguntó Carlisle.

Sabía a que se estaba refiriendo.

-Por poco tiempo, esos tipos siempre se ponen difíciles. Nunca dejan que haga las cosas por las buenas.-dijo Rosalie, con una mueca macabra.

Noté el estremecimiento que recorrió el pequeño cuerpo de la muchacha Cullen.

-El caso es que aquel día, Edward no llegó a tiempo y llamó para avisar que no asistiría a la reunión.

Rosalie pasó a la foto siguiente, una tomada aquel día de septiembre en el jardín de los Cullen.

-Es una foto satélite.-les expliqué.-Como casi todas las que Marcus tiene de ustedes en el recinto de la casa.

-Esos son todos los invitados que había aquel día en la fiesta, pero nos falta la gente del servicio.-siguió Rosalie.

-Pensamos que uno de los presentes era un infiltrado o un chivato. Sólo así pudieron haber sabido que Edward no estaría presente.

Las sombras que provocaba el proyector sobre los semblantes de los Cullen los hacía parecer fantasmas.

-¿Y no podrían haber pinchado los teléfonos?-cuestionó Esme.-No es que me guste la idea, pero al menos es mejor que pensar que alguno de ellos estuvo entre nosotros...

-No. Desde el principio controlamos todas las redes telefónicas. Lo intentaron, pero no dejamos que lo lograsen. Fue una mala idea, porque así les advertimos que teníais protección extra, pero Marcus lo prefirió antes que dejar que os controlasen del todo.

Silencio de nuevo. Carlisle y Esme se miraban entre sí, comunicándose silenciosamente, mientras que Alice no apartaba la vista de mí.

-Siempre decís que son ellos los que intervienen,-dijo la pequeña Cullen señalando a Rosalie y a Jasper.-¿cuál es tu papel en todo esto?-preguntó mordaz.

¡Bien, genio!

-¡Alice! Por favor...-la reprendió Carlisle.

-No, está bien.-le paré.-Mi papel... -hablé dirigiéndome a Alice- desde luego habría estado más que encantada de participar en las operaciones, pero por desgracia tu tío no me permitió salir de Italia. Dirigí cada una de las misiones desde allí y desde el momento en que tu tío enfermó, me puse al frente de todo.-sus mejillas tomaron un tono sonrosado, pero siguió preguntando.

-¿Por qué no podías salir?

-Porque para el resto del mundo yo estoy muerta. Si me descubren, no tardaría mucho tiempo en convertirme en cadáver definitivamente.

Silencio...otra vez. Jasper se removió incómodo a un lado de Carlisle.

-¿Cuál es tu nombre?-preguntó el cabeza de familia.

Perspicaz.

-Marie Anderson.-respondió Rosalie por mí.

Carlisle la miró con una sonrisa socarrona.

-Me refiero a su verdadero nombre.

Sonreí y volví a mi asiento a su lado.

-Isabella Swan.

Asique...Review?

Quién se atreve con esta loca idea que ha surgido del más oscuro rincón de mi cerebro (no está lleno de arañas...sólo con una ligera capa de polvo)?

Yo no sé si lo haría ¬_¬

jejeje

besitos*