Disclaimer: Naruto ni sus personajes me pertenecen, todo es obra de Masashi Kishimoto.
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Porque de dulces palabras no se vive, el amor es frágil y la gente cambia. Los corazones se transforman, los sentimientos evolucionan y de engaños vive la gente.
—Escógeme a mi —su voz era anhelante y la azulina mirada suplicaba a quien nunca pensó mostrarse tan vulnerable.
Su acompañante esa noche le veía impasible desde la orilla de la cama. Había estado un rato en esa posición, esperando a que Naruto terminara su monologo tratando de persuadirle.
—Ya he tomado mi decisión —respondió indiferente.
—¿Qué puedo hacer para que la cambies? Dime, Sasuke. Haré todo lo que me pidas.
—Debes entenderme —fue su simple respuesta.
—Es que lo entiendo… —murmuró debatiéndose mentalmente entre seguir rogándole o recoger su dignidad e irse. Pero no puede porque la persona frente suyo es a quien nunca dejará—. Sé que soy egoísta, pero escógeme a mí. Prometo no ser una molestia.
—Quiero hacer esto por mi cuenta, Naruto.
—¡Ya teníamos planes! —gritó colérico—. Lo teníamos todo y tú lo cambiaste.
—Quiero tener ambos, ¿no puedo?
—Tú también estás siendo egoísta…
—Lo sé —confirmó, sin una sola mueca de arrepentimiento que terminó por enojar a Naruto.
—¡No puedes de buenas a primeras decirme que te iras! ¡No puedes! –gritó lleno de rabia, acercándose a su pálida pareja y tomándole de la camisa sin llegar a ser brusco. Poco a poco su voz se convirtió en un murmullo apenas audible cuando se le acabó el impulso de energía—. No puedes, Sasuke…
El nombrado suspiró apartando las manos sobre él y alejándose de la cama, Naruto le veía hacer todo con los ojos entrecerrados y sus ojos acuosos.
De pronto Sasuke se acercó a la puerta de salida.
—Creo que es todo.
—Si te vas, termíname.
—No estoy terminando contigo, entiéndelo —su voz sonó fuerte y al rubio se le oprimió el corazón, sintiendo que su pequeño mundo de felicidad se derrumbaba con un soplo de aire—. Siempre he querido superarme y no vivir a costa del apellido de mi familia e ir a esa universidad hará que mis planes sean posibles. Podemos seguir cómo siempre, sólo que un poco lejos.
—¡Acordamos ir juntos!
—No te vas a morir, Naruto.
—No entiendes, yo tenía expectativas, lo tenía planeado. ¡Vivir juntos es lo que siempre quisimos! Y luego vienes diciéndome que te vas y rompes mis ilusiones. ¿Pensaste en mí? ¿En como me sentiría?
—No insistas, ya me cansé de la misma discusión. Mi futuro es importante.
—¿Y yo no lo soy? —murmuró.
—Estoy contigo, lo estoy.
—No, no lo estarás. ¡No es lo mismo!
—Carajo, Naruto. Deja de comportarte como un niño al que no le compraron un dulce. Madura y raciona lo que te estoy diciendo. Terminar la relación no está a discusión.
—Eres un maldito bastardo insensible —acusó.
—Y tú eres un estúpido berrinchudo, hasta que no pienses las cosas y veas que el futuro de ambos está en juego por tus niñerías no hablaremos.
—Si te vas, terminamos.
Azul contra un negro se retaban. Sasuke pensaba que Naruto no podría hablar en serio, él nunca hablaba en serio con eso de terminar. El rubio no lo dejaría por algo tan absurdo. Después de todo, estaban en el mismo bachiller, no podrían ignorarse.
—Dobe… —Ya discutirían eso mañana, cuando el blondo lo pensará mejor y dentro de dos horas le marcará para disculparse—. Con permiso.
Pero su rubia pareja nunca lo hizo.
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Naruto vivía en la típica localidad rural. Pocas casas, muchas necesidades de servicios y un buen ambiente a pesar de las adversidades.
O eso intentaba pensar.
En realidad, todo era un caos, pero un buen caos a su manera. Él trabajaba por las tardes en una de las pocas tiendas del camino, conocía a casi toda la población de 700 personas y por las mañanas cuidaba a su invernadero que era lo que mayormente sustentaba sus necesidades.
Él siempre quizo eso. Una ciudad segura, sencilla y pacifica. Aunque más bien era un pueblo donde su mejor amiga era la vaca que pastaba afuera de su casa y sus aventuras eran no perderse en la ciudad cercana cuando iba por semillas.
—Naruto —le llamó el viejo a quien le ayudaba. Un hombre de un poco más de sesenta años bien vividos y cuya salud era un poco deplorable. Su hijo a esa hora le relevaba—. Puedes irte ya, muchas gracias.
—No hay de qué, viejo —tomó la mochila que siempre cargaba con él y su gorra naranja de un equipo de baseball que no conocía. Saludó al adulto joven que tomaba su lugar y se despidió—. ¡Mañana a la misma hora!
Mientras caminaba hacia su casa, saludaba a la gente que pasaba a su lado, ayudaba a las ancianas a cargar sus víveres e intentaba ahuyentar a las vacas del sembradío cercano.
A veces extrañaba en medio de todo al que fue su hogar. Konoha era un lugar muy escondido y por lo tanto no era muy visitado. Pocas veces había gente desconocida, y los que por casualidad de la vida ponían un pie ahí, eran turistas perdidos en medio de la nada.
A decir verdad, agradecía que él hubiese preferido ir en contra de sus planes. Eso de estudiar no era lo suyo y ya no tenía a nadie a quien pudiese poner orgulloso; ni decepcionado.
Paró en seco tras ese pensamiento.
Ni si quiera pensaba en si mismo cuando de su vida se trataba, trataba de convencerse sus mentiras.
Era absurdo que tras años de separación, aun pensara en él como si fuera una extensión de sí mismo. Vivir ahí era lo único que hizo para satisfacerse, o más bien, para huir de todo lo demás. No era un cobarde. Uzumaki Naruto no lo era, pero Namikaze Naruto era alguien reservado y modesto.
Revoltoso de manera precavida y muy trabajador.
Así que lo último que hizo como Uzumaki Naruto fue tomar la impulsividad y las decisiones sin pensar e ir a ese sitio recóndito. Cultivar tomates que tanto le recordaban a él y el resto eran árboles simples de manzana y nuez que vendía en la ciudad a una tienda de repostería.
Siempre existía el margen de error para el cuidado de su preciado cultivo, pero se sostenía de la tienda del viejo y ayudaba a podar árboles cuando era necesario.
No era la vida ostentosa que seguramente alguien que conocía debería tener.
Probablemente para tapar su relación (porque está seguro ya le olvidó), se casó con una mujer que le aguantará el mal genio y en el fondo tuviera comportamiento de hombre.
Si, seguramente él ya le olvidó.
Él no hubiese hecho lo mismo. Está cien por ciento seguro que le buscaría por cielo mar y tierra si le ocurría huir de él.
Pero el tipo de persona que era el cojonudo del Uchiha distaba mucho de apasionada y enamorada. Su personalidad era oscura, como su alma.
Esa que él tanto amó y cuidó por años.
Para que ese imbécil fuera el que rompiera las ilusiones, y de paso, romperle el amor propio.
En un principio huyó para que le buscara.
Primero en un hotel, luego en casa de Kiba. Después, cada día que pasaba era a una ciudad distinta o poblado cercano.
Y ya no fue capaz de volver porque era estúpido, porque se alejó de todo y todos por nada.
Y ahora estaba solo, con su mejor amiga la vaca.
Y un puñado de sueños e ilusiones que trataba de no recordar.
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El canon me la suda. Ok no, para eso está FanFiction, para que mi pareja favorita tenga angst love a su manera.
