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En las manos del asesino

-¿Es que no te irás a dormir?-su voz seria y áspera inundó la biblioteca

-Lo siento, es que…-vio el montón de libros que estaban sobre la mesa y la pantalla del monitor encendida-no he terminado

-Es tarde-lo dijo sin regaños, sin enojos

-Lo sé, pero…-se quedó viendo la página que estaba leyendo

-De acuerdo- tomó asiento a su lado-Esperaré a que termine-a ella se le subieron los colores al rostro

-No, no…ya terminé-cerró el libro de golpe, él la miraba con indiferencia

-No es cierto

-No quiero que se desvele por mí, yo…terminaré mañana-sus ojos ámbar se perdieron un segundo en su vaivén en el que recogía las cosas

-Si tienes que acabar, acaba

-No, no, de verdad señor Tao, yo termino mañana…-se levantó de la silla bruscamente a menos de cinco centímetros de ella. Tamao se quedó paralizada antes de que él la acorralara contra la pared

-Tamao…

-¿Qué…qué hace?-ella estrujaba fuertemente los libros

-Dime que me detenga y lo hago-no dijo nada sólo dejó escapar un leve gemido. En realidad no quería que se alejara, pero ella nunca había hecho nada similar… no le dio tiempo de pensar cuando sus labios poseyeron los suyos y los libros cayeron de sus manos. Ren ahora le tomaba el rostro de manera delicada mientras ella, tenía sus manos a un lado, no sabía en realidad qué hacer con ellos, no lo sabía, pero como por inercia se colocaron detrás del cuello de él y se entrelazaron, haciendo aquel pecado aún más profundo. Él entonces la tomó por la espalda y la beso con furia, con la furia que tiene sus músculos cada vez que inserta el cuchillo…

-¡No!-se alejó, la chica se quedó ahí, pasmada-No, no-y salió de la habitación.