Hola. Tanto tiempo, no? Bueno, después de mas de 7 meses, he vuelto. Para ser honesta, han pasado muchas cosas en estos meses (casualmente, justo después de haber publicado el ultimo capitulo de Pruebas del Destino), las cuales me quitaban tiempo y ganas de escribir. Tengo miles de cosas revoloteando en la cabeza. Había mencionado, que comenzaría a publicar un fic llamado Solo Amantes, pues esa historia quedó suspendida y he decidido que la subiré cuando sepa como continuarla, tuve un bloqueo espantoso. Hace muy poco tiempo, viendo una telenovela colombiana, llamada A Corazón Abierto; se me empezó a ocurrir una historia, pero con Edward y Bella, obvio. Quiero aclarar desde un principio, que si bien la historia lleva el mismo título que la telenovela y que pueden que encuentren mas de una similitud con esta, no va por el mismo camino, de echo, ya se van a dar cuenta con este primer capitulo. En fin, espero que les guste, de ustedes depende si la continuo, por supuesto que a los lectores que pueda llegar a tener, no los voy a dejar colgados, pero hará que se convierta en un one-shot para no dejarla así. espero que la disfruten, dejen un review, si les gustó o no, si encontraron muchos errores (no tengo beta, así que trato de hacer lo mejor que puedo), todo será bienvenido. Disfrútenla.
Disclameir: los personajes no me pertenecen. Son obra de la maravillosa mente de Stepenie Meyer.
Capitulo I
Bella POV
7:00 a.m. en punto, eso es lo que marca mi reloj sobre la mesilla de noche, lo apago inmediatamente para evitar que el hermoso ángel que aún duerme a mi lado, despierte. Sin tiempo para hacer flojera entre las sábanas, me levanto inmediatamente y sin perder un solo segundo tomo mi ducha matinal para lograr despertarme. Aseo mi cuerpo, me visto y voy directo a la cocina por mi desayuno, siempre puntual.
- Buenos días mamá- saludo a Renné, mi madre.
- Hola hija ¿cómo dormiste?
- Bien, ¿y tú?
- Muy bien hija. ¿Seth?- pregunta mientras me siento y ella sirve café en nuestras tazas y coloca los muffins de canela sobre la mesa.
- Sigue dormido.
Comenzamos a desayunar, mientras hacia una lista mental de las cosas que necesitaba que mi madre comprara luego, cuando fuera al supermercado.
- Bueno, me tengo que ir- anuncié mientras le daba un ultimo sorbo a mi café. Volví a mi habitación por mis cosas, y me detuve un momento al lado de la cosita más hermosa que existía en el mundo, por lo menos en el mío.
- Pórtate bien con la abuela. Nos vemos más tarde corazón- susurre a mi pequeño hijo. Deposite un suave beso en su frente, y salí de la habitación.
- A dios mamá, nos vemos esta noche en la cena- me despedí mientras cerraba bien mi abrigo.
- Hasta luego Bella- me dijo desde la cocina.
Una vez fuera del edificio en el que vivía, me encaminé por las frías y concurridas calles de Chicago, rumbo a mi trabajo. Vivía solo a tres cuadras del Mercy Hospital and Medical Center por lo que siempre hacia ese trayecto caminado. Vivo aquí desde hace un poco más de 6 meses. Por mis buenas calificaciones fui recomendada por uno de mis profesores en la universidad, y así obtuve este maravilloso trabajo. Por lo que ni dude en aceptar.
Llegué al hospital puntual como siempre, y sin perder un solo segundo me puse a trabajar. Siendo médico residente, nunca tienes tiempo para aburrirte. La mañana fue bastante activa, tuve pacientes con casos serios, y otros que solo venía por los síntomas de un simple resfrío o malestar estomacal. Por suerte, hasta ahora, no había tenido que asistir a ningún doctor en alguna que otra cirugía.
Mi hora del almuerzo había llegado, asíque luego de una breve llamada a mi madre para saber como había despertado mi hijo, me fui al bufete.
- Hey Bella- me llamaron desde atrás cuando iba a mitad de camino. Esa voz era inconfundible.
- Edward ¿cómo estas?- lo saludé con una sonrisa que se plantó en mis labios en cuanto lo oí llamarme.
- Bien ¿y tú?- contestó mientras llegaba a mi lado
- Algo cansada, pero igual, bien.
- ¿Te gustaría acompañarme a almorzar? Claro, si puedes y quieres- preguntó. ¿Era mi impresión o Edward Cullen estaba nervioso?
-No. Digo… no tengo nada que hacer además de ir a almorzar. Claro, me gustaría acompañarte- conteste idiotamente. Odiaba cuando me trababa o me enredada en mis propias palabras.
Nos dirigimos juntos al bufete del hospital en silencio.
Este hombre me intrigaba mucho, no sabía mucho acerca de él. Creo que lo mismo que todos aquí en el hospital saben. Era bastante reservado y referente a su vida privada, lo único que sabia era que tenía un hijo de unos cuatro años que se llama Andrew; y por ende, una esposa. Aunque nunca lo había oído hablar de ella.
El silencio se estaba haciendo insoportable, y tenía una extraña necesidad por escuchar su voz, por lo que decidí entablar conversación.
- Día duro, ¿no?- dije lo primero que se me vino a la cabeza.
- Si y aun me quedan unas cuantas horas mas aquí- contestó.
- Horas eternas. Pero es necesario hacer un par de horas extras en la semana para lograr tener dos días libres al menos.
- Si, eso es lo único bueno de esto. Tener al menos dos días a la semana para poder dormir hasta tarde. Bueno, siempre y cuando mi hijo me lo permita.- continuamos nuestra plática, mientras tomábamos cada uno una bandeja y comenzábamos a llenarlas con nuestros almuerzos.
- Te entiendo, es muy difícil combinar el trabajo con la familia- comenté.
- Lo es- coincidió.
- Y más cuando no cuentas con mucha ayuda y en verdad necesitas el trabajo para mantenerla.
- Si. Es realmente duro criar a un niño de cuatro años solo.
- ¿Cómo? ¿Y tú esposa?- pregunté frunciendo mi ceño. Juró que pensé que estaba casado.
- ¿Esposa? No, no tengo esposa. Bueno, en realidad, ya no.
- Lo siento- noté que me sonrojé levente. Había heredado de mi madre la maldita costumbre de meter la pata con mucha facilidad.
- No, esta bien. No pasa nada. En realidad no siento nada hacia ella. No es mas que la madre de mi hijo- comentó con frialdad.
Nos dirigimos a una mesa, alejada de todo el bullicio y tomamos asiento.
- ¿Pero ella no ve a tu hijo?- inquirí preocupada
- No, a ella nunca le importo Andrew, mucho menos cuando se fue- debo confesar que me sentí un poco mal por él al notar la mueca que se formó en su boca. Me dí cuenta que estaba metiéndome en asuntos que no eran de mi incumbencia. Aun que debía admitir que si me importaba.
- Lo siento. En verdad no me tienes que contar nada. Soy una entrometida. Discúlpame- me apresuré a decir torpemente. No quería que se sintiera incomodo por mi curiosidad.
- Honestamente Bella, esta todo bien. No hay ningún problema. No he hablado con muchas personas sobre esto y si te lo cuento, es porque siento la confianza como para hacerlo. De vez en cuando, es bueno desahogarse- lo último, creo que lo dijo para animarme.
- Si, creo que tienes razón. Sólo que no puedo imaginar como una madre puede abandonar a su hijo así como si nada- no entendía como alguien podía hacer semejante atrocidad. El calificativo de madre, a ese tipo de escoria, no se le podía aplicar.
- ¿Y cuál es tu historia?- preguntó
Suspiré mientras me debatía en contarle una mínima parte de mi historia personal. Moví nerviosamente mis manos sobre la mesa cuando decidí contarle.
- Pues, digamos que desde que nació, he criado a mi hijo junto a mi madre. Siempre hemos sido solo nosotras dos, bueno, hace poco mas de un año se nos sumo Seth-una inevitable sonrisa se pintó en mi rostro al recordar con dulzura a mi pequeño.- Ella siempre estuvo con migo, y le resultó muy difícil cuando acepté el trabajo aquí en Chicago, por lo que no me costó nada convencerla de que se viniera con nosotros. Necesitaba el trabajo, pero no sabía bien que haría con un bebé de seis meses sola, en una ciudad nueva y todo lo demás, ya sabes.
- Si, yo también cuento con la ayuda de mis padres y mis hermanas. Adoran a Andy, pero ellos no tienen porque hacerse cargo de él, es mi responsabilidad.
- Creo que pensamos igual al respecto. Mi madre, esta encantada con su nietito. Pero a veces me doy cuenta de todo lo que la estoy privando de vivir, por un error mío. No es que piense que Seth es un error- aclaré rápidamente- Es solo que los demás no tienen porque pagar por mis equivocaciones.
Nos mantuvimos en silencio, un silencio cómodo, durante el resto de nuestro almuerzo. Confieso que me gusta y mucho. ¿A quién no? Es un hombre inteligente, amable, confiable, buen moso y demasiado sexy para su propia salud, debo agregar. Estaba sumida en mis pensamientos, cuando mi localizador comenzó a sonar. Me solicitaban en urgencias. Maldije en este momento mi trabajo, realmente me apasionaba lo que hacía, pero deseaba pasar aunque sea solo unos cuantos minutos más en su compañía.
- Lo siento, pero me necesitan en urgencias- me disculpé mientras me levantaba y tomaba mi agua mineral de un solo sorbo.
- Oye Bella, ¿crees que podríamos salir a cenar el próximo viernes? Como amigos, por supuesto y continuar nuestra plática fuera de todo este caos- me preguntó a la vez que hacía una sonrisa torcida que haría que cualquiera se derritiera.
- Si, me encantaría- le devolví la sonrisa, tal vez con mas entusiasmo del necesario- Hablamos luego- me despedí con un saludo de mi mano, y apuré mi paso rumbo a urgencias.
La sonrisa de estupida en mi cara, creo que no me la borraría nadie.
Edward POV
Me levanté como usualmente lo hago a las 6 a.m. Tomé una ducha, me alisté y tendí mi cama. Apresuradamente, trate de poner en orden un poco la sala que rebalsaba de juguetes desparramados por aquí y por allá. Recogí la ropa sucia y la coloque en el canasto para realizar el fin de semana la colada. Encendí la cafetera, saque un poco de leche y la puse a calentar en el microondas. Coloqué unas rodajas de pan francés en el tostador y dejé la mermelada de frambuesas sobre la diminuta mesa. Chequeó la hora, 6:35 a.m. solo cuento con menos de media hora para levantar a mi pequeño hijo de 4 años, alistarlo, desayunar y partir de casa.
- Andrew, despierta. Ya es hora- aquí comenzaba la odisea de todas las mañanas.
Lo destapé y seguí llamándolo hasta que diez minutos más tarde conseguí una respuesta.
- Vamos campeón, hay que ir al colegio.
Se desperezo y froto con sus pequeñitas manos, sus ojos. Pestañó un par de veces y recibí mi saludo diario matinal.
- Buenos días, papi- lo envolví en mis brazos y él deposito un tierno beso en mi mejilla.
- Buenos días, Andy. Vamos, apresurémonos, sino llegaremos tarde.- sin mediar mas, logré vestirlo y desayunar, ambos en menos de 15 minutos.
Pasaban de las 7 cuando salíamos de casa. Avancé lo más rápido que pude por las transitadas calles de Chicago, congestionadas de tráfico como es habitual en las horas pico. Exactamente a las 7:30 estaba frente al colegio. Estacioné mi coche en el primer lugar disponible que encontré y coloqué las balizas. No debía demorar mucho, bajé corriendo junto a Andrew, me despedí de él, recordándole que su abuela Esme lo recogería como de costumbre al medio día. Sin demorar ni un segundo, regrese a mi Volvo y retome el viaje, ahora rumbo al Mercy Hospital and Medical Center, mi lugar de trabajo. Aparqué en el mismo sitio de siempre, tomé mi maletín e ingresé al edificio.
El día fue realmente ajetreado, soy médico cirujano, entre cirugías programadas, y otras de premura, como extirpar apéndices, en fin, lo mismo de siempre. Cuando el reloj marcó las 12: 20 y mi asistente me informó que estaba libre durante la próxima hora, salí de mi consultorio para tomar mi almuerzo.
Comencé a recorrer los pasillos del hospital y desde lejos pude divisar a Isabella, la doctora Isabella Swan. Mujer inteligente, decidida, profesional, compañera, amable, hermosa y sexy, Bella. Sí, esta mujer me tenía loco. Apresuré el paso para alcanzarla.
- Hey Bella- la llamé cuando ya estaba a solo unos pasos. Se volteó y me saludó como siempre que una radiante sonrisa, no importa que tan malo haya sido el día, ella siempre sonreía
- Edward ¿cómo estas?
- Bien ¿y tú?
- Algo cansada, pero igual, bien.
- ¿Te gustaría acompañarme a almorzar? Claro, si puedes y quieres- me apresuré a decir nerviosamente.
-No. Digo… no tengo nada que hacer además de ir a almorzar. Claro, me gustaría acompañarte- su voz tenía el mismo toque nervioso.
Nos dirigimos al bufete del hospital en silencio. Estaba exacerbado. Hacia tiempo que deseba invitarla a cenar. Realmente estaba interesado, pero antes debía averiguar algunas cosas sobre ella. Mas allá de llevar unos 6 meses trabajando juntos, no sabía mucho de Bella.
Sabía que vivió toda su vida en Forks, un pueblito situado en Washington. Estudió medicina en la Universidad de Seattle. Que tiene 28 años, unos 4 menos que yo; y por ultimo, y no menos importante, tiene un hijo. La escuché mencionar en alguna de nuestras charlas o con nuestros compañeros, que tenia un pequeño niño. No sabía si había algún novio, esposo, o algo por el estilo, eso es lo que mas me intrigaba.
Seguimos caminando en silencio. Estaba a punto de interrumpirlo, cuando Bella habló primero.
- Día duro, ¿no?
- Si y aun me quedan unas cuantas horas mas aquí- contesté.
- Horas eternas. Pero es necesario hacer un par de horas extras en la semana para lograr tener dos días libres al menos.
- Si, eso es lo único bueno de esto. Tener al menos dos días a la semana para poder dormir hasta tarde. Bueno, siempre y cuando mi hijo me lo permita.- continuamos nuestra plática, mientras tomábamos cada uno una bandeja y comenzábamos a llenarlas con nuestros almuerzos.
- Te entiendo, es muy difícil combinar el trabajo con la familia.
- Lo es- coincidí.
- Y más cuando no cuentas con mucha ayuda y en verdad necesitas el trabajo para mantenerla.
- Si. Es realmente duro criar a un niño de cuatro años solo.
- ¿Cómo? ¿Y tú esposa?- me preguntó con el ceño ligeramente fruncido.
- ¿Esposa? No, no tengo esposa. Bueno, en realidad, ya no.
- Lo siento- dijo sonrojadose. Era la primera vez que la veía así, y haría todo lo posible por volver a hacerlo. La hacía ver más que adorable.
- No, esta bien. No pasa nada. En realidad no siento nada hacia ella. No es mas que la madre de mi hijo.
Nos dirigimos a una mesa, alejada de todo el bullicio y tomamos asiento.
- ¿Pero ella no ve a tu hijo?
- No, a ella nunca le importo Andrew, mucho menos cuando se fue- hice una mueca al recordar el día que se marchó. Andy aun no cumplía sus 2 años, y luego de llegar del hospital, lo encontré solo en su cuna llorando, junto a un folder que contenía la patria potestad absoluta sobre mi pequeño bebé y una nota, donde me decía que esto no era lo que ella deseaba y que por favor no la buscara. Por supuesto que nunca lo hice.
- Lo siento. En verdad no me tienes que contar nada. Soy una entrometida. Discúlpame- dijo torpemente.
- Honestamente Bella, esta todo bien. No hay ningún problema. No he hablado con muchas personas sobre esto y si te lo cuento, es porque siento la confianza como para hacerlo. De vez en cuando, es bueno desahogarse- agregué para animarla.
- Si, creo que tienes razón. Sólo que no puedo imaginar como una madre puede abandonar a su hijo así como si nada- eso mismo me preguntaba yo todo el tiempo. Bajó la mirada hacia sus manos que se encontraban extendidas a cada lado de su almuerzo.
En ese instante, noté que no llevaba ningún anillo en el dedo anular de su mano izquierda, y eso me dio una mínima esperanza. Pero me detuve ahí, no quería hacerme falsas ilusiones. Y recordé porque me interesaba tanto saber si ella tenía algún tipo de compromiso.
- ¿Y cuál es tu historia?- contra-ataqué.
Suspiró y comenzó a mover sus manos nerviosamente, aun no levantaba la vista de la mesa.
- Pues, digamos que desde que nació, he criado a mi hijo junto a mi madre. Siempre hemos sido solo nosotras dos, bueno, hace un poco mas de un año se nos sumo Seth- comentó y me fascinó ver la dulce sonrisa que se dibujo en sus labios cuando mencionó a su hijo.- Ella siempre estuvo con migo, y le resultó muy difícil cuando acepté el trabajo aquí en Chicago, por lo que no me costó nada convencerla de que se viniera con nosotros. Necesitaba el trabajo, pero no sabía bien que haría con un bebé de apenas seis meses sola, en una ciudad nueva y todo lo demás, ya sabes.
- Si, yo también cuento con la ayuda de mis padres y mis hermanas. Adoran a Andy, pero ellos no tienen porque hacerse cargo de él, es mi responsabilidad.
- Creo que pensamos igual al respecto. Mi madre, esta encantada con su nietito. Pero a veces me doy cuenta de todo lo que la estoy privando de vivir, por un error mío. No es que piense que Seth es un error- se apresuró a aclarar- es solo que los demás no tienen porque pagar por mis equivocaciones.
Dejamos la seria conversación ahí, y nos sumimos en un cómodo silencio, mientras devorábamos nuestros almuerzos, nos habíamos pasado la mayor parte del tiempo conversando y nos quedaban pocos minutos para retomar nuestra labor.
Su localizador comenzó a sonar, lo volvió a guardar en su lugar una vez que lo chequeó y se tomó su agua mineral velozmente de un sorbo.
- Lo siento, pero me necesitan en urgencias- se disculpó mientras se levantaba y tomaba su bandeja con los restos de comida.
El tiempo se me agotaba, era ahora o nunca.
- Oye Bella, ¿crees que podríamos salir a cenar el próximo viernes? Como amigos, por supuesto y continuar nuestra platica fuera de todo este caos- puse mi mejor sonrisa para tratar de convencerla y recibir un si como respuesta.
- Si, me encantaría- me devolvió un deslumbrante gesto- Hablamos luego- se despidió de mi con la mano, y me quedé viendo embobado el camino por donde había salido.
Tendría mi tan deseada cita con Isabella Swan.
Bella POV
La semana pasó lentamente. En estos días me he acercado más a Edward. Hemos platicado y conocido bastante, bueno, solo lo suficiente, teniendo en cuenta el poco tiempo libre que disponíamos durante las horas de trabajo. Almorzamos toda la semana juntos a acepción del jueves, ya que yo tuve que salir un rato porque Seth estaba con un poco de temperatura, y como madre preocupada fui hasta mi apartamento para ver como estaba. Mas allá de que mi madre me había asegurado que estaba bien, no era lo mismo que si lo comprobaba yo misma.
Al fin había llegado el viernes. Eran las 6:50 p.m. y estaba poniendo un poco en orden mi locker antes de irme a casa y alistarme para mi cita con Edward, él cual se había encargando de recordármelo durante toda la semana.
Iba saliendo del hospital cuando Edward se acercó a mi.
- Bella, ¿quieres que te acerque hasta tu casa?
- No es necesario, vivo a solo dos cuadras, puedo ir caminando. De hecho es así como vengo y me voy todos los días.
- En verdad no me cuesta hacerlo. Vamos, tengo mi auto en el estacionamiento del hospital.
No me dio tiempo a replicar más, ya que se había volteado e iba camino al aparcamiento. Resignada lo seguí.
Nos mantuvimos en completo silencio, y aguardé al lado de un impresionante Volvo plateado ultimo modelo, a que quitara la alarma para montarme en el. Una vez dentro, encendió la calefacción.
- Indícame hacia donde queda tu hogar- interrumpió.
- Dobla hacia la izquierda por la misma Avenida Michigan. Solo tienes que subir dos cuadras. Luego doblas a la derecha en la 28th Street. El edifico de condominios en el que vivo esta justo en la esquina de la Avenida Wabash.
Sin decir más emprendió el camino a casa. Dentro del coche reinaba un mutismo apacible. En ningún momento me habían incomodado estos silencios. Era como si cada uno se sumergiera en su mente, era tan cómodo estar con él. En menos tiempo del deseado estábamos ya en la puerta del edificio.
- Es aquí- anunció muy tranquilamente.
- Gracias por acercarme. Bueno, supongo que nos vemos en un rato- dije reticente a alejarme de él aunque solo fueran dos horas, ciento veinte minutos, siete mil doscientos segundos.
- ¿Te incomodaría que pasara a buscarte?- preguntó dubitativo.
Analice su propuesta por unos escasos segundos, no encontraba nada malo en ello. Ahorraba gasolina, le dejaba mi coche a mi madre, como siempre, por si decidían ir a dar una vuelta por ahí con Seth, pero lo mejor de todo, pasaría aun mas tiempo con él.
- No veo el porqué- respondí con indiferencia. Esta bien que el tipo me gustara, pero tampoco era para demostrarle que estaba babeando tras sus pies.
- Entonces estará aquí antes de las 9- me contestó con una sonrisa, que pude descifrar como triunfal, pero luego su ceño se frunció levemente- Dime el número de tu apartamento y piso..
- Apartamento 12, piso 5- no pude evitar volver a sonreírle- Adiós, nos vemos en un rato- y no se que me llevó a hacerlo, pero me reincliné hacia él para darle un beso en la mejilla.
Con un cosquilleo incesante en mis labios, luego de haber tocado su piel, salí del auto sin esperar su reacción. Tampoco me volví hacia atrás, mientras caminaba hacia el portero.
Subí velozmente a mi piso. Luego de saludar a mi madre, me distraje por un par de minutos entreteniendo a mi pequeño. Disfrutaba todo de él, hacia poco tiempo había comenzado a dar sus primeros pasos, por lo que era muy tierno verlo intentando correr hacia a mi, cuando me veía llegar a casa. Muchas veces me sentía mal por no poder pasar más tiempo juntos. Trabajaba para poder darle lo mejor, y que nunca le faltara nada. Pero había momentos en los que me sentía muy triste por estar tan ausente en la vida de mi hijo, aunque recompensaba eso, pasando absolutamente todo el día que tenia libre, juntos. No nos separábamos ni un solo segundo.
Luego de darle su cena y hacerlo dormir, me metí presurosamente bajo la ducha. Talle bien mi cuerpo, y quité el mínimo bello que se encontraba en determinadas zonas. Con el tiempo justo comencé a vestirme. Coloque lencería de encaje negro, regalo de mi madre en mi pasado cumpleaños, la cual aún conservaba la etiqueta. Rebusque en mi closet el vestido que había comprado el pasado miércoles, exclusivamente para la ocasión, y porque no tenia nada que ponerme. No sabía exactamente a donde me llevaría, pero el vestido era formal, sin llegar a ser extravagante ni mucho menos grotesco. Era negro de mangas cortas. Un escote bastante pronunciado, pero no vulgar, con un cinturón a la altura de la cintura y caía en ruche hasta por encima de las rodillas, se entallaba perfectamente a mi figura. Me maquille sutilmente y coloque unas mínimas gotas de mi perfume en mi cuello, el camino de mi escote y en mis muñecas. Me coloque mis zapatos de tacón razado a juego con el vestido. Busqué mi abrigo y un bolso en combinación con mi atuendo. Eche allí todo lo necesario. Me apresuré a terminar cuando oí el timbre sonar. Deposite un dulce beso en mi bebé y salí de la habitación.
Le dan click al botoncito del final? ;P
