Pairing: Arthur Kirkland (UK) & Sakura Honda (Nyo!Japón)
Advertencias: Gakuen AU, Fluff, Lenguaje Altisonante, R-15.
Disclaimer: ¿Por qué yo tengo que decirlo? No es como si los autores originales se pasearan por aquí, buscando novatos que no escriban disclaimers para poder demandarlos... ¿o sí? (?) De todos modos... yo no lo diré... lo dirá -redoble de tambores- ¡Hungría!

Hungría: ¡Hola a todos! Me da mucho gusto saludarlos. -sonríe cálidamente, con los ojos entrecerrados- Vengo hoy con una misión. ¡La cumpliré al pie de la letra! Cookie Von Kirkland creo esta historia de ficción sin animos le lucro o negocio; Hetalia Axis Powers no le pertenece ni sus personajes: éstos son propiedad de su creador, Hidekaz.

Notas del autor: Hello there. Soy yo de nuevo. Esta vez con un Universo Alternativo de Hetalia. ¿No les parece increíble? Tal vez los personajes sean un poco OOC en este fanfic, lamento si esto molesta a los lectores.

Yo no odio a ningún pairing ni personaje de Hetalia; los amo a todos. Pero a veces como escritor tienes que modificar algunas cosillas para que ensamblen en tu narración. Pienso escribir aproximadamente 5 capítulos -vamos, con la actitud de este Arthur, ¿creen de verdad que algo romántico pueda suceder en un one-shot?...¿No? Opino lo mismo.

Si dan review con sugerencias sus ideas aparecerán en la siguiente actualización además de que les mencionaré al inicio del fic.

¡Ahora sí! Comencemos ~


Capítulo 1: Cuando el aburrimiento puede más que uno.

Un solitario joven de melena rubia se encontraba frente a su ordenador; su mirada cansada escaneaba página tras página, nada parecía borrar su aburrimiento. Y cuando digo nada es nada. Ni siquiera ver sus videos favoritos de bandas británicas en YouTube, espiar a sus amigos en Facebook, leer algunos libros en línea, rebloguear en Tumblr…¡Nada! Diablos, es cierto que tener internet hacía la vida más entretenida pero ahora ni las conversaciones vanales que sostenía con su amigo rumano vía Skype le ayudaban. Muchos podrían asegurar que era un completo lunático ¿por qué no simplemente conversar con sus contactos? ¿hacer tareas? ¿hacer algo productivo con SU vida? Mmm, buenas opciones, pero cuando eres Arthur Kirkland, el famoso y ''amargado'' presidente de la sociedad de alumnos de tu escuela esas sugerencias no aplican en tu vida. Su puesto no aseguraba popularidad; si era famoso la razón no radicaba en su afable comportamiento sino todo lo contrario; era como un ermitaño gruñón que sólo salía de su cueva para ir al colegio, trabajar medio tiempo y ¡de nuevo regresar a la seguridad de su hogar! A pesar de contar con 16 años de edad no era el típico adolescente que podías encontrar tirado en el sofá, sufriendo una terrible resaca luego de una fiesta de viernes por la noche. De hecho aborrecía el alcohol –en parte por su baja resistencia a éste.- y ni hablar de la música que ponían en los bares y discotecas. ¿Era mucho pedir una o dos canciones decentes? No, a su juicio los 'chicos de onda' parecían más bien neandertales al bailar esos ritmos de licuadora descompuesta.

¡Argg! ¿Por qué a él le ocurría esto? De verdad, estaba a punto de echar por la borda toda su compostura y salir a interactuar con otros humanos de tan aburrido que estaba. De pronto, como caído del cielo, un extraño link fraccionado apareció en el 'ask box' de su blog personal.

──¿Y esto?── Arthur no perdió ni un segundo antes de copiar la dirección, enmendarla y darle 'enter' para descubrir el misterio tras el regalo de un usuario anónimo. Se trataba de un sitio llamado MapCrunch. Él ya había oído hablar de éste en sus clases de biografía, sin embargo no le había dado importancia. Ahora los 'anons' le molestaban con tonterías de esta índole… ''Son unos reverendos imbéciles'' en su mente el oji-verde ya los había masacrado de distintas formas; ¡malditos hombrecillos grises! Pero, ¿no hacía daño curiosear un poco, verdad? ¡Bah! El bretón se recargó un poco más en su silla y echó la cabeza hacia atrás, frotando su entrecejo para aliviar su dolor de cabeza. Se reintegró unos segundos después y reanudó sus labores cibernéticas. Las instrucciones que algunos usuarios sugerían para iniciar el 'juego' eran simples: Seleccionar todos los países posibles en todas las opciones brindadas y clickear 'go' para emprender el viaje virtual. El sitio se encargaría de llevarte a una ubicación al azar. El objetivo, como muchos lo afirmaban, era encontrar el aeropuerto más cercano. Sencillo, divertido y –lo más importante- se trataba de un reto para él.

Primero llegó a Riksveg 86, Troms, Noruega. Un hermoso lago fue lo primero que apareció en el monitor. El inglés se sonrió un poco ante la belleza natural del paisaje. ¿Quién diría que Noruega fuese tan hermoso y verde? Cuando uno piensa en los países nórdicos lo primero que llega a la mente es nieve, nieve y más nieve. Sin duda alguna todos los días aprendes algo nuevo. Tal vez los noruegos se sentían del mismo modo que los británicos cuando dicen que en el Reino Unido todos los días llueve y el cielo es gris. De pronto, cómo si hubiera invocado al espíritu vengador de los estereotipos, su celular comenzó a sonar, inundando la habitación con los suaves acordes acústicos de la canción ''Here comes the sun'' anunciando así una llamada entrante. Arthur rodó los ojos y se levantó con pesadez de su asiento para dirigirse con un caminar flojo y cansado hasta la repisa donde había dejado su móvil. Lo tomó entre sus manos y atendió al más puro estilo de un actor de Hollywood; posando incluso.

──Celular de Kirkland, ¿Qué se le ofrece?── su voz ronca parecía muy formal para un chico de su edad. Quien no lo conociera juraría que se trataba de un empresario o un político contestando el teléfono.

──Hahaha, ''Celular de Kirkland'' suena muy pomposo. ¡Hey! ¿Ya estás jugando MapCrunch? Dime, ¿Qué tal?── ¡Perfecto! Dan Stoicescu era el misterioso usuario anónimo que le había dejado ese link. Pensándolo bien era lógico…¿Qué otros amigos tenía? Por lo menos el rumano había hecho algo bueno.

──Justo estaba en eso, Stoicescu.── respondió el chico londinense, con un perceptible tono irritado. ──¿De dónde los sacaste?── inquirió luego de unos instantes de silencio.

──¿Oh? ¡Ah, ya recuerdo! Estaba en una de esas salas de chat mundiales cuando me encontré con este chico finlandés…── la voz de Dan era más que animada, incluso podría decirse que estaba gritando aquello. ──Tino era su nombre…Tino Vai- - No, no…era Tino Voi- Voi algo. Ya sabes, un apellido nórdico pero su nombre de usuario en Skype es ''SnowSniper1940'' por si lo quieres agregar. Era muy amigable y compartió conmigo ese juego. Increíble, ¿verdad?── al otro lado de la línea se podían escuchar algunos gritos en un extraño idioma, Arthur asumió que se trataba de los padres de su amigo reprendiéndole en su lengua natal.

──Lo tomaré en cuenta.── dijo sin muchos ánimos. ──Y, en lo que respecta al juego: Sí, es interesante.── miró de soslayo a su ordenador y esbozó una pequeña sonrisa.

──Uh. El amargado ataca de nuevo. De verdad, Artie, creo que necesitas salir más. Pero como no te puedo mandar a ti solito al mundo exterior de un día para otro mejor decidí mandarte el enlace. Con eso practicarás el ser un chico trotamundos. Ahora, lamento romper tu negro corazón pero me tengo que ir; mamá está como loca porque me lié otra vez con la boba de Erzebeth. ¡Te lo juro! Ella puede sacar a cualquiera de sus casillas; chica más boba no puede haber en este planeta.── Ahí va de nuevo, ¿Qué son, animales o personas? Estos dos parecían como perros y gatos cada vez que se encontraban.

──Suerte con eso.── el rubio no quería darle más vueltas al asunto. No era el mejor conversador y menos vía celular.

──Gracias, camarada. Ne vedem mai târziu.── el rumano colgó antes de darle tiempo a Arthur para preguntarle qué demonios dijo. En otra ocasión será.


Dan parecía ser un chico calmado al principio y ese era el principal motivo por el que se dignó a hablarle en primer lugar. Hacía dos años que su familia había llegado a Londres. No sabía hablar inglés ni tenía amigos en la ciudad. Arthur se ofreció a ayudarle sin pensarlo dos veces. Era increíble lo mucho que había progresado desde ese entonces; ahora ya dominaba a la perfección el idioma, claro que aún conservaba ese peculiar acento extranjero, y se había convertido en la amistad más cercana del joven Kirkland. Ok, la única amistad de Arthur.

De haber sabido que ese modesto chico de cabello rubio cenizo se convertiría en una máquina de parloteo sin sentido mejor le hubiera dejado que se las arreglara solo.

Hum, vaya distracción. ¡Ahora de regreso al juego! El antipático adolescente dejó caer su trasero de sentón en la silla, desparramándose en ella en lo que parecía ser una moderna y despreocupada nueva forma de sentarse. Noruega estaba bien, pero quería iniciar con algo más familiar. Seleccionó la opción de 'UK' en modo urbano y luego presionó el botón de ''Go''. Ahora tenía frente a sí la imagen de unas calles en Rugby, Warwickshire. Ya había estado ahí en más de alguna ocasión. Una de sus tías se había mudado allí para alejarse del ajetreo de la capital. No, eso no era lo que quería. El quería Londres…¡Vaya niño más encaprichado y necio! Click tras click Arthur se ponía más furioso; Cambridge, Northampton, Oxford, Aylesbury…¡Pero Londres no aparecía! Incluso algunas ocasiones le habían aparecido imágenes de Escocia y Gales.

Estaba a punto de cerrar la ventana y apagar el computador cuando, en un último intento, apareció Leicester Square frente a sus incrédulos ojos color esmeralda. ──¡Es cerca de mi casa!── exclamó entusiasmado. Se pegó aún más a la pantalla y tomó el ratón con fuerza, guiando el cursor a través de las calles de su hermosa ciudad hasta que llegó a su destino: Su edificio de departamentos. Satisfacción invadió su rostro al momento que se cruzaba de brazos y sonreía triunfalmente. Pero algo llamó su atención. Alzó una ceja cuando sus perspicaces orbes se toparon con una imagen inusual. Era una diminuta chica, de cabello negro y corto con el mismo uniforme de su instituto. Ella estaba recargada en la pared de su edificio y tenía algo abrazado al pecho. ¿Qué era? Hizo un acercamiento para descubrir que se trataba de una carta roja en forma de corazón. Pfft, que chica tan cursi…de seguro que se la iba a entregar – Esperen, ¿Quién más vivía en esos departamentos? A menos de que se tratara de una chica con un caso extraño de gerontofilia y decidida a confesarle su amor al Señor Romulus Vargas entonces la carta era para él. Entonces vio las fechas en las que se tomaron esas fotografías…¡Casi tres meses atrás! Pero él no recibió ninguna carta, ¿o sí?

──Piensa, Kirkland. ¡Piensa!── decía mientras se golpeaba en la cabeza. ──¿Qué paso hace tres meses?── No recordaba mucho. Hacía tres meses que las clases dieron inicio, Dan lo derrotó en las finales del mini-torneo londinense de Call of Duty y su mamá había sufrido de un colapso nervioso por culpa de su síndrome premenstrual. Eso no ayudaba. Arthur frunció los ojos y se frotó la frente, tratando de recordar más. Inicio de clases…pero esta vez era diferente. ¿Por qué? ¡Oh, cierto! Una estudiante de intercambio…¡Sakura Honda! Era linda, eso cualquiera lo podría ver…No era una belleza exótica ni despampanante como las modelos en las revistas para caballeros que a veces solía leer. Tampoco tenía la mejor figura, no usaba maquillaje y no le había oído articular palabra alguna desde su presentación en el aula. La verdad cayó como un balde de agua fría sobre su cabeza. Mismo uniforme, mismo tono y corte de pelo, misma complexión y estatura. ¡Era Sakura! Forzando su mente aún un poco más recordó las veces que la había encontrado perdida en los corredores, él la había ayudado a encontrar su salón y ella le agradecía con una diminuta sonrisa. Era su deber auxiliar a los nuevos estudiantes desde que se había convertido en el Presidente el año pasado, no lo hacía con la intención de llamar la atención de la japonesa. ¿Y la carta? Oh, aquí viene lo malo. En medio de la histeria, su madre había tomado un puñado de cartas que estaban sobre la mesita de centro en la sala y las había arrojado al triturador de basura. ''¡Yo no voy a pagar esas cuentas! ¡Que se jodan los de la compañía de cable!'' las palabras de su progenitora aún hacían eco en sus oídos. Ahí fue cuando se perdió la carta de Sakura o por lo menos eso especulaba.

¡Estaba forzando de más su cerebro! No, no. Esto tenía que parar YA. Cerró todas las ventanas y apagó el ordenador, pateó la silla y se echó sobre su colchón, cayendo profundamente dormido en cuestión de minutos. Al día siguiente un insistente golpeteo a su puerta lo levantó. El inglés tenía los ojos hinchados y un poco rojos por quedarse tanto tiempo frente a la pantalla de su computadora; su cabello dorado como el sol se encontraba hecho toda una maraña y ni siquiera se había cambiado de ropa para dormir. ──Ya es hora de levantarse, mi pequeñín~── la dulce voz de su madre se escuchó del otro lado de la puerta. Arthur gruñó y se volvió a acostar en su cama, gruñendo y rodando sobre ella con las sabanas enredadas en su cuerpo. Al no escuchar respuesta su madre amenazó de manera psicópata. ──Si no estás en la puerta listo para ir a la escuela en quince minutos ten por seguro que tu…t-tu 'nintendo' saldrá volando por la ventana.── Típico de las madres; ven una consola de videojuegos e inmediatamente piensan que es un nintendo. ──¡Es la Play Station 3, mamá!, ¡Enseguida voy!── vociferó el bretón.

Ni siquiera pasaron los 15 minutos y Arthur ya estaba bañado, cambiado, peinado e incluso había desayunado. Las amenazas de las madres, aunque desatinadas, siempre dan resultados. ──¡Regreso a las 8! Tengo que trabajar hoy también.── gritó el muchacho al momento que ponía un pie fuera de su departamento. ──¿Hoy también?── replicó su madre. ──¿Qué no se pueden conseguir otro trabajador?── el chico suspiró, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. ──Necesitan a alguien serio que les ayude con el papeleo y que por la edad no le tengan que dar plaza fija. Por eso me quieren a mi.── Clarisse sabía que su hijo era el más serio de su clase, probablemente el adolescente de 16 años más serio del mundo, así que era obvio el por qué de la insistencia de sus 'jefes'. ──De acuerdo.── expresó ella. ──Sólo ten cuidado, escuché que hay una banda de pandilleros muy cerca de tu escuela y no quiero que te hagan daño.── él no respondió y se limitó a despedirse con un rápido ademán. Pronto Clarisse Kirkland perdió el contacto visual de su hijo y regreso a sus deberes domésticos.


Su mente era todo un caos. ¿Qué pasaría si de verdad Sakura estaba enamorada de él? …¿Por qué de él, qué no había escuchado lo que sus compañeros decían? Arthur torció los labios hacia abajo al recordar los apodos que los otros alumnos le ponían; DaBigBrows, Mr. Sourpuss, Scholar Faggot… y la lista seguía y seguía. Nunca le importó; eran unos idiotas. Idiotas, sí, pero la mayoría tenía novia o un sequito de fanáticas detrás de ellos. No es que él fuese un engendro, de hecho era bastante guapo. Había dejado de usar gafas y frenos cuando tenía doce años, aunque aún conservaba algunas pecas. Su actitud era como un repelente para chicas…o para cualquier persona en general. Seguro Sakura Honda no había notado eso. Era una chica más que se guiaba en la apariencia en lugar de intentar conocerlo mejor.

──Hey, vejete. Tiempo sin vernos.── la cereza de su pastel mañanero, Alfred F. Jones, el brabucón capitán del equipo de Rugby.

──No tengo tiempo para esto, si deseas hablar de tus malas notas te espero en las oficinas de la sociedad de alumnos.── Arthur pasó de largo, dejando a un sorprendido y enojado americano tras de sí.

──Escucha, tarado. Iré a las oficinas pero no para hablar de mis notas, sino de mi puño sobre tu arrugada cara de -── el oji celeste no pudo completar su amenaza al darse cuenta de que uno de sus profesores había salido al escuchar el escándalo.

──Oh. Hola, Profesor Braginsky.── saludó el oji verde con toda tranquilidad.

──Buenos días, Kirkland.── el aludido oji violeta sonrió levemente ante la cortesía del inglés pero su rostro cambió al mirar al americano. ──Joven Jones, le recomiendo no iniciar peleas en esta institución. De lo contrario me veré obligado a reprenderle de manera severa.── por el rabillo del ojo el inglés alcanzó a ver al fornido capitán tragar saliva con pesadez. Sonrió para sus adentros, por más que se autoproclamara 'fuerte y heroico' el chico no resultaba ser más que un cobarde.

Así iniciaba un nuevo día escolar. No obstante este día sería diferente... ¡El día en que Arthur por fin encontraría la horma de su zapato!.


Continuará...