Disclaimer: Los personajes de Naruto le pertenecen a Masashi Kishimoto.
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Sálvame
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Capítulo 1
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Allí estaba otra vez esa maldita de pelo rosado.
Apenas había sonado el timbre de salida de la clase hace un minuto y esa zorra ya se le había embarrado como pegamento a Sasuke. Me quedé tiesa en la puerta del salón, mirando cómo esa le sonreía coqueta y como empezaba a jalarlo por la camisa para que se acercara más a ella. En un segundo, la perra giró la vista a mi dirección, comprobando que yo miraba la sucia y traicionera escena. El coraje embriagó todo mi cuerpo y sentí que mi cara se ponía caliente. Ella en cambio sonrió cantando victoria y se volvió a él para llevárselo a otro lado.
No podía contenerme. Odiaba a Sakura Haruno más que a nada en el mundo. La odiaba y quería romperle el cuello cada vez que asomaba su estúpida cara de mosquita muerta, cada vez que se salía con la suya, cada vez que quería demostrar con juegos bajos que era mejor que yo.
La odiaba y no iba soportar que ganara una batalla más contra mí.
—Esa puta volvió a llevárselo.
Giré a mi espalda, sabiendo quien había dicho eso. La furiosa pelirroja no me miró a mí. Su cara estaba igual o peor que la mía; echaba chispas. No perdió de la vista el como Sakura sacudía su flaco trasero por debajo de esa minifalda, mientras sujetaba al idiota de Sasuke de un brazo y se lo llevaba afuera.
No sabía a quién detestaba más; si a Sakura por ser la perra que quería arruinar mi vida o si era a Sasuke, porque el imbécil nunca me había hecho caso.
—Sakura va a lamentar burlarse de mí —Dije en un arranque de frustración.
Karin soltó una risita maquiavélica. La miré extrañada. Sabía que la pelirroja estaba chiflada, pero no sabía a qué se debió eso.
—El fin de semana será perfecto para vengarnos de esa maldita —Refunfuño la de lentes muy contenta.
No entendía por qué a veces Karin se me acercaba y me hablaba como si fuéramos súper amigas, cuando la realidad era que tampoco nos soportábamos. Pero lo recordé al instante. No había otra persona que odiara tanto a Sakura Haruno, que no fuera Karin Matsumoto. Ambas teníamos una historia que contar y un juego que jugar contra la Haruno.
—¿A qué te refieres con "perfecto"? —Pregunté con curiosidad.
—Pues al viaje de fin de semana a la isla Ko Phi Phi Lee. No sabes lo que yo ya le tengo planeado a la pelos de chicle.
Me quedé alelada sin poder responder nada. Maldita sea, lo había olvidado. El viaje anual de cada verano que realiza la escuela.
—Ah, ese viaje. No me acordaba —Dije sin querer toparme con la cara de la pelirroja.
Escuché su risita burlona detrás de mí cuando ya iba a irme.
—No me digas Yamanaka, ¿no puedes ir? Ah, y no me digas por qué, ¿Es quizás porque tu familia es tan pobre que no tiene ni siquiera para pagarte un boleto de un viaje escolar?
Respiré hondo. No iba a molestarme por las estupideces de Karin. No esta vez.
Giré para encararla.
—Por mí tú y ese viaje a Ko Phi no sé que, se pueden ir a la mierda. A mí no me interesa viajar la isla de los ñoños.
Me largué de allí, antes de escuchar una burla más de esa bruja de cuatro ojos.
La realidad es que no podía olvidarme de que yo no era igual a todas esas niñas ricas hijas de papis dueños del mundo que tenían más dinero que el bendito vaticano. Yo era pobre. Nací pobre y seguía pobre. Ni la añorada beca de atleta que me mantenía en esta escuela, me ayudaba a sentirme un poco a su mismo nivel.
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Entré a mi habitación hecha una furia. No lo podía evitar, Karin había logrado hacerme enfurecer al recordarme que yo no podía ir a ese viaje. ¿Dónde iba a conseguir tres mil dólares para comprar el maldito boleto de viaje?
Pronto reemplacé mi coraje, al pensar que Sakura seguramente no iba a perderse ese viaje. Me imaginé todo lo que la mustia haría con Sasuke sin mi presencia. La frustración volvió a apoderarse de mí. Arrojé mi bolso al suelo y no sabía de qué otra forma desquitar mi rabia.
En ese momento Hinata salió del baño envuelta en una toalla, acabada de ducharse. Me miró y se dio cuenta que era mejor no acercárseme. Pero Hinata era como mi paño de lágrimas.
—¡La odio Hinata! —Chillé tirándome a su cama.
—Oh, ¿habl-las de Sakura? —Preguntó sin sorpresa, casi retóricamente.
—He intentado imaginar que no existe en mi mundo, que su vida no tiene nada que ver con la mía. Pero después la veo adueñarse de todo lo que es mío y no puedo evitar querer matarla.
Hinata abrió los ojos, alarmada por lo último que había dicho.
—Si yo tuviera dinero —Dije sentándome en la cama, causando que la pelinegra se sobresaltara—, nada de esto estaría pasando.
—No creo que el dinero pued –—
—¡Ya no lo digas! —La interrumpí, sabiendo lo que iba a decirme—. Eso lo dices tú porque nunca te ha faltado. Por Dios, eres la hija de un hotelero. Nunca vas a sufrir por no poder comprarte un maldito vestido, por no poder comprarte zapatos, perfumes, joyas. Tú si puedes viajar a cada rincón de este planeta y yo ni siquiera puedo pagar un triste boleto escolar para pasar un fin de semana en una isla.
Sentí los ojos nublárseme por las lágrimas que quería dejar correr. Eran lágrimas de desilusión. No quise que mi compañera de cuarto me viera llorar por algo tan patético. Yo era patética y odiaba causar lástima. Hinata era la única persona a quien yo permitiría que me viera de ese modo, pero esta vez era demasiado.
La puerta se abrió y allí apareció nuestra otra compañera de cuarto, Tenten. Se veía agitada y sudorosa. Yo me tallé los parpados y desvié el rostro para evitar que notara mis ojos enrojecidos. Noté de soslayo la expresión de preocupación que Hinata me dirigió.
—Hola chicas —Saludó la castaña, aventando su bolsa deportiva al suelo, mientras se deshacía de su ropa de futbol —. Hace un calor infernal allá afuera, necesito tomar un baño helado.
Su positivismo me dio nauseas. Tenten siempre era así.
—¡Ah, por cierto! ¿Ya tienen su boleto para el viaje del fin de semana a la isla Ko Phi Phi Lee?
Mi cuerpo se tensó al escucharla. Hinata hizo una cara de pánico. Tenten sólo parloteó emocionada.
—Escuché que irá toda nuestra generación. Esto no me lo pierdo —Agregó la cobriza.
—A mí no me interesa viajar a una isla con toda esa manada de descerebrados.
Salí de la habitación, antes de arrepentirme de decir o hacer otra majadería.
Tomé un taxi para ir a la ciudad, pues el colegio quedaba en la zona de bosque de la región. Sabía que no podía estar allí, mientras todo lo que veía o escuchaba iba a recordarme que era una pobre miserable.
Llamé a mi amigo Shikamaru. Tal vez ese tonto podía llevarme ilegalmente a algún bar. Quería un trago y un cigarro. Pero Shikamaru nunca contestó ni el celular ni el bendito teléfono de casa.
Ni de broma quería ir a ver a mi padre a casa, detestaba la idea de encontrarlo con una nueva mujer. Quería quejarme de mi vida con alguien que pudiera compartir mis penas, no con alguien que las aumentara.
Inmediatamente recordé a mi prima Samui y no dudé en llamarla.
Contestó diciendo que estaba trabajando, pero me dijo que podía verme en una cafetería frente al parque central de la ciudad en treinta minutos.
Ella era mi único escape y la única persona que podía entender por lo que estaba pasando. Su papá y el mío eran hermanos. Ambas habíamos crecido juntas, aunque ella era un poco mayor que yo, tenía veinte años. Yo apenas iba a cumplir diecisiete.
La vi entrar muy radiante al pequeño café, contoneando las caderas. Parecía una estrella de cine, deslumbraba. Suponía que la belleza venía de familia.
—¡Ino! Creí que la tierra te había tragado. Me tienes muy olvidada —Dijo sonriendo y me dio un beso en la mejilla, contenta de verme.
Un mesero nos tomó la orden de capuchinos, no antes de echarle un vistazo al escote de Samui. Ni él ni nadie se imaginarían que el par de grandes y redondos senos que se cargaba mi prima, eran falsos.
—Perdóname primita. No te imaginas los líos que tengo que pasar que apenas me da tiempo de escaparme de esa estúpida escuela.
—Uff, ya ni me digas. ¿Los niños ricos te tienen vuelta loca? —Preguntó sarcásticamente.
—Los niños y una perra que va en mi clase —Dije irritada, probando mi bebida.
—¿En serio? ¿Alguien se atreve a meterse con la diva, Ino Yamanaka?
—Sí. Pero Sakura va a lamentar meterse en mi camino. Muy pronto, ya lo verás.
Samui frunció el ceño, incrédula. Me miró sin entender nada.
—¿Sakura? ¿Qué no es esa chica bonita de cabello rosa? Se suponía que era tu amiga del alma —-
—¡Esa zorra y yo no somos amigas! ¡Las amigas no se traicionan! ¡Y ya no quiero hablar de esa o no tiene caso que haya venido aquí a despejarme! —Protesté airada.
—Ya entendí, tranquila —Mi prima enmudeció al ver mi actitud.
Tomamos nuestras bebidas y la conversación fluyó mejor. Ya me había olvidado que estaba enojada.
Samui y yo reímos, charlando de la familia. Hasta que salió el tema de su trabajo, algo que siempre me daba mucha curiosidad. Lo último que me contó, me dejó conmocionada.
—¿Que hiciste qué? —Grité incrédula, abriendo los ojos con desconcierto y ella me hizo bajar la voz, checando a su alrededor para percatarse de que nadie nos escuchó —. Perdón.
—Sólo mi compañera de apartamento, Karui, y tú saben de esto —Susurró con una sonrisa pícara en los labios—. No es que toda la gente sepa que soy una stripper. Ni siguiera las chicas del club saben lo que he hecho.
Me acerqué más a la mesa, para tener su contacto estrecho. Estaba sorprendida con su confesión.
—Pensé que ser stripper era sólo bailar en un tubo —Dije confundida.
Samui soltó la carcajada al escucharme. La miré con recelo.
—Ino, eres una mojigata —Dijo entre risas.
—No me llames así —Chillé ofendida.
—Está bien, pero quita esa cara de niña boba que no sabe de qué hablo.
Rodé los ojos. Samui sacó de su bolso un espejo y empezó a retocarse el labial. La observé embobada. En algunos segundos la desconocí y me sentí lejos de su mundo. Aunque pronto recapacité; era mi adorable y desequilibrada prima de siempre. Lo único que había cambiado en ella, eran las características de su empleo. Aún así, su revelación me tenía estupefacta. No podía quedarme sin los detalles, era demasiado fisgona.
—Samui, pero, ¿no es repugnante acostarse con alguien por dinero? —Le cuestioné perpleja.
—Se llama prostituirse, querida. Llámalo por lo que es. Y la respuesta es no, no es repugnante. No si lo haces como yo lo hago. Todo oficio tiene sus gajes. Yo no soy una mujer de la calle. No rento mi cuerpo al primer cretino que me ofrezca unos billetes. No cualquiera puede probar el paraíso.
—¿Te refieres a que eres selectiva?
—¡Por supuesto! Al club van todo tipo de hombres y ellos saben que el lugar no es un prostíbulo. Pero hace un mes, un tipo, uno de los elegantes, me invitó ir a una fiesta. Me prometió que podía ir a divertirme como una invitada más, sin necesidad de hacer algo amoral. Le dije que sí, porque la simple idea de estar acompañada der un hombre como ese, me mataba… Cuando llegamos a su maldita mansión, supe que había hecho bien en aceptar. Todo en esa fiesta era lo mejor de lo mejor. Era un coctel de millonarios. Bebí un poco, porque sabía que tenía que ser cuidadosa en ese lugar. No faltó que acabara la noche para que uno de esos poderosos hombres me ofreciera ir a una de las habitaciones a jugar un rato.
—¿Le dijiste que sí? —Pregunté absorta de su confesión.
—No le dije que sí de inmediato. Le conté de mi trabajo y le dije que yo no era una prostituta. ¿Sabes cuánto me ofreció por ser su puta esa noche? —Negué con la cabeza—. ¡Me ofreció tres mil dólares!
Abrí los ojos como platos y hasta me dio un escalofrío.
—Eso es demasiado —Exclamé imaginándome todo ese dinero.
—Duró una hora. Recuerdo su nombre, Tazuna, y el olor de su fina colonia. El tipo hasta me contó de su esposa, una famosa modelo polaca —Soltó una risita, como si el hecho de que la esposa del hombre fuera toda una belleza, hiciera que el recuerdo fuera más placentero.
—¿Y qué le hiciste al dinero?
—Tal vez esté invertido en este reloj, o en mi nuevo guardarropa. O en estos lentes de diseñador. El dinero se va rápido, pero deja mucho.
—¿Con cuántos hombres lo has hecho? —Cuestioné curiosa.
—Aparte de éste que te conté, con otros tres. Todos ofrecieron la misma cantidad. No lo haría por menos.
—Samui, nunca imaginé que esto podía sucederte —Comenté honesta.
—No me sucedió, yo lo busqué. No es tan malo. No dañas a nadie. Ellos sólo buscan desahogar sus pasiones y yo soy buena ayudándolos. No he tenido que quejarme de ninguno, fueron todos unos caballeros.
Después de pasar la tarde con mi prima, me di cuenta que mis problemas ya no eran tan importantes.
Me invitó al club a tomar algo. Pedí una piña colada y después vi a Samui practicar sus saltos eróticos en la tabla de baile.
Regresé a la escuela por la noche. Entré a mi habitación y la encontré deshabitada. Me di un baño y me arreglé para bajar al campus. Afuera sentadas en una banca, estaba Tenten y su novia Temari.
—Ino, Tenten quiere teñirse el cabello de rubio, ¿qué dices? —Dijo Temari, muy cerca de su novia.
—¿Rubia? No, con Temari y conmigo es suficiente. No seas tonta, tu castaño es hermoso.
—Sólo lo estaba considerando. Esta rubia se cree todo lo que le digo.
Ambas rieron y se dieron un intenso beso en la boca. Alcé las cejas, notando que mi presencia estaba de más.
—¿Dónde está Hinata? —Dije mirando alrededor.
—Dijo que iba a ir a la biblioteca —Musitó entrecortadamente la castaña en los labios de Temari.
Me largué de allí. No sabía con quien hablar, así que fui a la biblioteca a buscar a mi pequeña amiga.
La encontré recargada en una repisa, sujetando algunos libros. Tenía la cabeza gacha y el semblante triste.
—¿Qué haces aquí? —Pregunté.
De inmediato levantó la cara espantada y se puso el dedo índice en los labios, pidiéndome que bajara la voz.
Me asomé al interior de la biblioteca. Encontré el motivo del porque Hinata estaba afligida. Allí estaba Naruto Uzumaki y su adorable novia, Shion Fujimura. Me mofé de la escena y meneé la cabeza en son de desaprobación.
—Hinata, no entiendo por qué no te acercas al tonto de Naruto. Hace un mes no tenía novia y tú tenías toda la oportunidad de serlo. Realmente no entiendo por qué no le hablas.
—Si le hablo —Se defendió.
—Hablarle a una persona no es sólo decirle "Buenos días" o "Adiós". Tienes que saludarlo y charlar con él.
Desvió el rostro, sabiendo que yo tenía razón. Iba a irse, pero la detuve del brazo. Me miró asustada.
—Ven, charlemos con él —Dije con una sonrisa.
—P-P-Pero está con su novia.
—Eso es lo de menos, en un minuto haré que desaparezca.
Jalé del brazo a Hinata y no le quedó más que no resistirse, hubiera sido peor hacerlo.
Naruto estaba sentado en una mesa con Shion. Ojeaban un libro con ilustraciones de animales exóticos y ambos trataban de contener la carcajada. Todo se veía como una bella escena romántica, la cual yo me encargaría de romper.
Hinata quiso irse, pero la sujeté del brazo y la obligué a quedarse a mi lado.
—Hola Naruto, hola Shion —Dije plantándome frente a los dos rubios.
—Ah, hola Ino, ¿cómo estás? —Respondió Naruto sonriente.
—Bien. Hinata y yo sólo salimos a dar una vuelta por el campus y terminamos aquí. Ah, por cierto Shion, me encontré a la entrenadora Anko y estaba algo molesta buscándote, creo que era algo sobre el entrenamiento de animadoras. Será mejor que vayas ahora o esa loca se pondrá más neurótica.
—¿Eh? —Miró a Naruto, como si no supiera que hacer y de pronto se levantó de la silla—. Sí, iré a ver que quiere y ahorita regreso.
Vi como la dulce rubia salió de prisa por la puerta y sonreí triunfante.
Hinata enrojeció cuando él posó los ojos en ella. Me encantaba ver como la pequeña ojiperla podía intimidarse con el simple hecho de estar cerca del chico que le gustaba. Era algo malvado de mi parte, pero me gustaba causar ese tipo de encuentros y ponerlos a ambos en aprietos.
—Hola Hinata —Le saludó él.
—H-Hola Naruto.
Sí, definitivamente me encantaba hacer conflicto.
Usé una tonta excusa para largarme de allí y dejarlos solos, sabiendo que Hinata podría morir de un infarto. Seguramente la boba de Shion estaría recorriendo toda la escuela buscando a Anko.
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Toda lo ocurrido la tarde anterior con la charla de Samui y la graciosa escena de Hinata rompiéndose en nervios frente a Naruto, me había hecho olvidarme del maldito viaje escolar. Pero nada más había ingresado al salón de clases y lo primero que escuché fue el nombre de esa estúpida isla a la que me moría de ganas de ir.
Shion charlaba con Matsuri. Cada una chillaba de emoción imaginándose lo que harían en ese fin de semana.
—Pasaré todo mi tiempo con Naruto. Ya tengo preparado mi traje de baño —Comentó Shion excitada.
—Me enteré que Sasuke tiene una casa playera en esa isla, que le pertenece a su familia. Su hermano mayor estará allí también. Dicen que es más guapo que Sasuke —Agregó la castaña.
—Vaya, eso está para verse. Me imagino que todas las chicas soltarán la baba por él. Ni modo, Sasuke ya le pertenece a Sakura, las demás tendrán que pelear por el hermano.
Ambas chicas rompieron en risas.
Miré a Shion con repudio. Ese par de perras falderas eran unas boconas. Siempre que hablaban de Sakura, era para alabarla. Parecía que las pobres idiotas se sentían más amigas de la Haruno cuando la aludían. Yo no las soportaba, a pesar de que nunca se metían conmigo. Sencillamente su santurronería me irritaba.
En la cafetería ya me esperaban Hinata, Tenten y Temari. Cuando me senté con ellas, noté que en la mesa continua, estaba la pendeja de Sakura, con su ejército de taradas; Shion y Matsuri.
Le eché una mirada de desprecio, aunque quise restarle importancia a su presencia. No iba a arruinarme la comida. En cambio ella no pensó lo mismo.
—Chicas, sólo faltan tres días para el viernes y volaremos a Ko Phi Phi Lee. Pasaré un fin de semana inolvidable con Sasuke en su hermosa casa en la playa. Lástima que algunas personas no podrán ir —Sakura lo había dicho en voz alta para que yo la escuchara.
—¿Quién podría perdérselo? —Preguntó Shion con ingenuidad.
—Pues esas personas que no tienen los recursos necesarios para pagar un boleto de viaje.
—No creo que nadie en este colegio no pueda pagar un simple boleto de viaje escolar —Agregó Matsuri.
—Pues yo si lo creo. A este colegio vienen personas de todas las clases sociales —Sentí la mirada de la Haruno en mi cara, pero no me moví, seguí masticando la comida tensamente y la escuché—. Pobrecitas, no saben de lo se pierden.
Tenten observó a la idiota pelos de chicle con desdén. Temari alzó una ceja, suspicaz.
—No la escuches, lo hace a propósito para molestarte —Dijo Hinata a mi lado, pendiente de que yo no reaccionara a los piques de la rosada.
No dije ni hice nada. Me tragué el coraje que me causaban las burlas de Sakura, una vez más. La estúpida logró arruinar mi comida. Terminé de tragarme el lonche de mi bandeja lo más pronto posible y me largué de allí.
Quería correr a algún lugar solo para gritar cuanto odiaba a la bruja rosada, pero algo me hizo detenerme. En el pasillo, camino al sanitario, me encontré a Sasuke. Lo vi con ambas manos metidas en los bolsillos del pantalón deportivo, caminando a mi dirección.
No supe qué hacer, pero sabía que tenía que decirle algo.
—Sasuke.
Se detuvo a mi lado, sin responderme ni saludarme, sólo paró para mostrar que me había escuchado.
Siempre actuaba de la misma forma; me hacía caso pero nunca mostraba ningún interés. Detestaba que me tratara de ese modo. Aún así, yo siempre le seguía el juego.
Sus ojos negros se clavaron fijamente en mí. No sabía cómo expresarlo, pero había algo en él que me volvía loca. Me ponía tan nerviosa que a veces no me reconocía. Tal vez era su habitual indiferencia o su belleza. Sasuke era el chico más popular de la escuela. Simplemente era irresistible.
Me miró insinuando que si no hablaba ya, iba a irse. Así que me apresuré a decir lo primero que me pasó por la cabeza.
—¿Es cierto que Sakura y tú ya son novios? —Mi voz sonó débil, temiendo un sí.
No respondió al instante. Levantó la barbilla y dibujó una media sonrisa en los labios.
—¿Y a ti qué te importa? —Cuestionó arrogante.
—Entonces es verdad.
—¿Te molestaría si fuera verdad?
La sangre empezó a hervirme. Él sabía que yo lo quería y aún así jugaba con mis sentimientos. Lo detesté, pero me dolió más saber que la prefería a ella.
—No sabía que te gustaba la mercancía de segunda mano.
—¿Por qué dices eso?
—Porque la conozco. Y me parece que es de mal gusto que tú te líes con tan poca cosa como Sakura.
Sasuke me miró con una sonrisa maliciosa y se acercó más a mi rostro.
—¿Entonces me convienes tú?
Me quedé perdida en sus ojos y en sus labios, y por poco me arrojo a sus brazos para besarlo. Él sabía cómo controlarme y a mí no me importaba que lo hiciera. Me acerqué a unos centímetros de su cara y le sonreí coquetamente.
—Sí. Y puedo probártelo —Dije mientras pasaba una mano sobre su pecho por encima de su camisa polo.
—¿Lo harás el fin de semana?
Me quedé sin una respuesta.
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En el sanitario pude soltar toda mi frustración.
Golpeé la puerta de un cubículo del higiénico y el metal causó un ruido estridente. No sabía qué hacer. Le había dicho a Sasuke que iría a la isla. Fui tan estúpida. Mentí y ahora ya no sabía cómo arreglar el problema.
Podía cubrir mi mentira con una excusa, pero la verdad es que no quería excusarme de nada. Sasuke por fin me había mirado como yo quería y no quería perderme la oportunidad de engancharlo a mí. Yo tenía que ir a ese viaje.
Podía pedir prestado a alguien para comprar el boleto y después podía trabajar para pagarlo. No quería pedírselo a Hinata ni a Tenten, ellas siempre gastaban en mí, ya era demasiado.
Samui. No lo había pensado antes, mi prima era mi solución. Después de lo que me contó, sabía que ella tenía suficiente dinero para pagarme ese boleto de viaje. Me sentí torpe, se lo pude haber pedido ayer cuando nos vimos. No era tarde.
Llamé a su celular, pero no contestó. Pasé toda la llamándola y no pude localizarla.
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Era miércoles y no había podido contactar a Samui.
Al terminar las clases, pedí un taxi y me dirigí a la ciudad. Ni siquiera me quité el uniforme escolar. Tenía que encontrar a mi prima, así que me detuve en el club de strippers. Una bailarina que me recordó de la otra tarde, me dijo que Samui había pedido permiso para faltar y que no iba a volver al club hasta el viernes. La amable chica me dio la dirección del apartamento de la rubia.
El taxi me llevó a un edificio de apartamentos. Cuando toqué la puerta, pensé en encontrarme a mi prima, en cambio de eso me abrió la puerta una linda pelirroja de ojos verdes. Pensé que me había equivocado de apartamento, pero recordé que mi prima vivía con otra chica.
—Estoy buscando a Samui, es mi prima —Dije dudosa.
—Ah, tú debes ser Ino. Ella me ha hablado mucho de ti. Yo me llamo Karui —Nos estrechamos las manos—. Samui no está, pero pasa.
—Y, ¿sabes a qué hora vuelve mi prima? —Pregunté sentándome en un sillón de la bonita sala.
—La verdad no sé cuando vuelve, no me lo dijo. Sólo dijo que tenía que salir de la ciudad a atender algunos de sus, "negocios" —Alzó las cejas al decir esto último y sonrió.
—No puede ser, me urge verla —Comenté afligida.
—Puedo decirle que te llame en cuanto llegue.
—No, realmente es urgente. No puedo esperarla un día más.
La ansiedad me estaba matando. Metí la cara entre las rodillas. Mi plan iba a arruinarse antes de empezar.
—Lo siento. Si yo pudiera ayudarte, lo haría.
Levanté el rostro, esperanzada.
—¿Tienes tres mil dólares?
La pelirroja abrió los ojos como platos. Yo había dicho eso inconscientemente. Ella en cambio rompió en risas.
—No me escuches, lo dije sin pensarlo —Dije avergonzada.
—Entonces es eso. Tienes problemas financieros y necesitas un préstamo.
—Sí. Sé que Samui tiene mucho dinero con lo de la prostit… —Corté sin terminar la frase.
Karui alzó una ceja.
—Ah, tú también lo sabes —La chica empezó a reír con gracia—. Esa Samui es una extravagante, ¿no?
No supe qué responder. Sabía que ya no había solución, así que me olvidé del préstamo y me relajé con Karui. Me ofreció una cerveza y un cigarrillo. Le conté todo; sobre el viaje, sobre Sasuke, sobre Sakura. Me sentía atada sin poder hacer nada y Karui me comprendió.
—Es la primera vez que Sasuke me mira de esa forma, como aceptándome. Nunca antes me había visto ni hablado de esa forma. Y justamente hoy es la única vez que no puedo seguirle el rollo. No sé qué hacer, yo merezco ir a ese viaje —Dije y le di otro sorbo a mi tercera cerveza.
—Tú no debes perderte ese viaje. Le darías un triunfo más a esa Sakura —Comentó la pelirroja arrojando el humo de su cigarrillo.
—Lo sé, pero no puedo hacer nada.
—Todavía hay algo que puedes hacer, aunque…
Hizo una pausa y yo le clavé la vista para que continuara. Ella sólo soltó una risita.
—Olvídalo. Estaba bebiendo antes de que tú llegaras, ya no estoy nada cuerda.
—Vamos, cualquier cosa que me digas puede ayudarme. Ya no puede ser peor.
Se quedó seria, mirándome fijamente. De repente se puso de pié y se sentó a mi lado. Yo no le quitaba los ojos de encima.
—No quiero que lo tomes como una ofensa, es sólo una idea —Asentí con la cabeza, diciéndole que podía decirme lo que tenía en mente—. ¿Se te ha ocurrido ganar tres mil dólares en una noche?
Fruncí el ceño. Karui rodó los ojos.
—Samui ya te dijo cómo ganar tres mil dólares en una noche, ¿no has pensado en eso?
Abrí los ojos conmocionada. Esta vez la pelirroja si logró impresionarme. Sentí un escalofrío en el cuerpo cuando me di cuenta que me estaba insinuando la prostitución.
—¡Karui! —Chillé alterada.
Ella volvió a reír divertida por mi reacción.
—Es sólo una idea. No te pongas así. Olvídalo si no te interesa.
Me levanté y le dije a la pelirroja que tenía que ir a orinar. Me encerré en el baño y me mojé las manos y el rostro, tratando de quitarme la sensación de ansiedad que me causó la propuesta de Karui. Mi cuerpo se había tensado ligeramente.
Jamás en toda mi vida había pensado en la prostitución. No era ninguna virgen santurrona, porque ya había tenido mi primer encuentro sexual con un chico llamado Kiba, cuando iba en mi antigua escuela pública. Él había sido el primero y único hombre que me había hecho suya. Y no fue la gran cosa, porque pensaba que hacer el amor podría ser mejor. Lo nuestro acabó rápido y después de eso fantaseé con otros chicos. Pero nunca había deseado hacerlo por dinero.
Me observé en el espejo y vi el reflejo de mi rostro. Yo era bonita, tenía un cuerpo delgado y atlético. A pesar de mi bajo estatus social, algunos de esos chicos ricos trataron de ligarme, pero a mí ninguno de ellos me interesó nunca. Ninguno que no fuera Sasuke Uchiha. Él se había convertido en algún tipo de obsesión, y la obsesión creció cuando Sakura, Karin y yo, empezamos a competir por él. Fuera de eso, no pensaba acostarme con otro hombre que no fuera el Uchiha.
Ahora, las cosas eran complicadas, diferentes. Sabía que tenía la oportunidad de ser la mujer de Sasuke si iba a ese viaje. Odiaba el pensar que Sakura fuera a quitármelo. No podía darle esa oportunidad a ella. Y si quería quedarme con Sasuke, tenía que hacer un sacrificio.
Me senté en la bañera, sintiéndome atrapada. Me tallé la cara con las manos. Tenía que conseguir ese dinero y ahora la oferta de obtenerlo estaba en bandeja de plata. Sólo iba a ser una vez y todo acabaría. Tendría el dinero, compraría el boleto de viaje y me quedaría con Sasuke. Por fin le demostraría a Sakura que yo era mejor que ella y que Sasuke era mío. Sólo tenía que vender mi cuerpo, por una hora —como me lo dijo Samui—, y listo.
Salí del baño y vi a Karui haciendo una llamada telefónica. Al verme, colgó y se acercó a mí.
—¿Estás bien? —Preguntó de manera fraternal.
Asentí con la cabeza y sonreí. Karui me acarició el cabello y me ofreció un cigarrillo.
Me senté de nuevo en el sillón. Mi cuerpo temblaba de nervios.
—Karui —Ella se sentó en el sofá frente a mí, mirándome atentamente—. ¿Puedes ayudarme?
—Si puedo hacerlo, claro que lo haré.
Me apreté los dedos con ansiedad.
—Necesito esos tres mil dólares —Dije mirando al suelo.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó suspicaz, sin soltar su cigarrillo.
—Voy a vender mi cuerpo, por una noche.
Si dejan review les subo la continuación.
Miss K.
Ino Yamanaka tiene algunas historias que contar; como la sensación de sumergirse en el mundo de los ricos y no pertenecer a él. O el amar y no ser correspondida. O qué sucede cuando decides vender tu cuerpo a cambio de una vida que no es tuya. AU/Rated M
