Entro en mi habitación pensarosa y seria, y me pongo ropa más cómoda. Sé que debería dormir, pero no dejo de pensar en lo que le he dicho hoy a Asami. "¿De dónde he sacado el valor para hacerle esa proposición? Antes estaba emocionada por la afirmativa, pero ahora..." Me siento en la cama y hago un ademán de acostarme, pero a sabiendas que no pegaré ojo en toda la noche, me levanto y me acerco a la ventana. Me apollo sobre mis codos y me quedo mirando fijamente hacia Ciudad República, cubierta ahora por un ligero halo de luz amarillento proviniente del nuevo portal espiritual. "¿Cuándo me enamoré de ella?" No paro de darle vueltas a esa pregunta en mi cabeza, hasta que me doy cuenta de que no hubo un momento exacto. Asami me enamoró poco a poco, aunque no me di cuenta hasta que nos reencontramos después de tres años en aquél café. Se veía tan madura y bella, que no pude evitar quedarme mirándola unos minutos antes de hacer notar mi presencia. Cada vez que tenía un respiro, intentaba averiguar qué me pasaba con ella, el por qué cada vez que me acercaba a ella mi corazón se aceleraba y el habla se me entrecortaba. Jamás me había sentido así, ni siquiera con Mako, lo que tuve con él no fue más que un capricho y pronto lo superé, para dejar paso a una bonita amistad. Pero con Asami es diferente, una sensación cálida me recorre el cuerpo cuando pienso en ella e inevitablemente me pongo a temblar, aunque de forma sutil y débil, así que a penas se nota. "Y ahora, le he pedido ir conmigo de vacaciones, solo nosotras dos. ¿Para ella esas palabras tienen el mismo significado que para mí? Oh, ¡por supuesto que no! ¿Cómo puedo pensar eso? Ella es demasiado elegante para que yo pueda gustarle, y aunque nuestra amistad últimamente se ha visto muy fortalecida, seguimos siendo dos chicas".
"K-Korra" Me giro bruscamente, sobresaltada. Al ver la esbelta silueta que acaba de entrar en mi habitación noto cómo mi corazón comienza a latir con fuerza, la reacción contraria que cualquiera esperaría al reconocer que no es un peligro. La miro de arriba a bajo admirando su figura, y rápidamente, clavo mis ojos sobre los suyos. Éstos están llenos de temor y me acerco a ella, preocupada. "¿Te ocurre algo, Asami?" Pregunto. Ella fija su vista sobre a mía. "E-es solo que... Quería preguntarte... ¿Qué... qué debería llevar a nuestras... vacaciones?" Noto como suspira, como decepcionada. Algo dentro de mí me dice que eso no es lo que quería decir, pero no la presiono. "Si te refieres a ropa, tu atuendo habitual es perfecto. En cuanto a lo demás, realmente no necesitamos mucho" Intento sonar lo más tranquila y segura posible, e incluso me aventuro a esbozar una media sonrisa. "Gracias" Me salta a los brazos y me da un fuerte abrazo que me pilla desprevenida, pero cuando estoy a punto de corresponderlo, se suelta y sale corriendo, cerrando la puerta de la estancia tras ella. Me quedo quieta unos insatantes, notando aún la calidez de Asami sobre mi torso y como un rubor asciende hasta mis mejillas. ¿Qué ha significado eso? Ni yo misma lo sé. "Podría habérmelo preguntado por la mañana, ¿por qué ahora?" Me recuesto sobre la cama, y contrariamente a lo que había pensado consigo dormirme.
Noto los rayos del sol sobre mi cara y de mala gana me levanto. Voy hacia el baño y me lavo la cara para despejarme, y la cara de Asami invade mis pensamientos. "No debería estar pensando esto" Me obligo a forzar una sonrisa y voy a la cocina a desayunar. Allí se encuentran Tenzin, Pema y los niños, y también Mako y Bolin. Les saludo y me siento en la mesa, sin mucha hambre. "Le he enseñado un nuevo truco a Pabu, ¿te gustaría verlo, Korra?" Oigo que me pregunta el maestro-tierra. "¿Eh? Ah, no... Lo siento, Bo, ahora no me apetece mucho, luego, si eso" Hace un puchero y devuelve la vista hacia su hermano, pero éste solo se encoge de hombros. Ya sabe que cuando estoy pensativa es mejor no molestarme. "¡Yo si que quiero verlo!" Exclama Ikki, a lo que Meelo rápidemente se une. Ginora simplemente se limita a asentir con curiosidad y los cuatro salen fuera hacia donde se encuentran Naga y Pabu. Tenzin los mira cansado, pero no dice nada, y Mako resopla y los sigue, sin querer admitir que él también quiere verlo.
Le doy un pequeño sorbo a mi café y me doy cuenta de que alguien acaba de entrar feliz a la cocina y se sienta junto a mí. "Hola, Asami, quieres un poco de café" Pregunta Pema amablemente. "Sí, por favor" Contesta ella, y dirige una tímida mirada hacia mí, para luego posarla con más firmeza sobre Tenzin. "¿Crees que habría algún inconveniente en que Korra y yo nos ausentemos unos días? Habíamos quedado en ir al mundo espiritual..." Casi derramo el líquido de la taza que tenía en la mano. Se me había pasado por completo comentárselo al maestro-aire, y no había pensado en que probablemente nos necesite para calmar un poco el ambiente de Ciudad República, ya que todavía no se ha hablado del tema. Tenzin me mira como recriminándomelo, pero nega con la cabeza. No es tonto, y estoy segura de que se ha dado cuenta del modo en que miro a Asami. "No hay problema, pero después de ese pequeño viaje, porque espero, sea breve, habrá que hablar sobre la reconstrucción de la ciudad y las nuevas medidas de seguridad que hemos pensado Lin y yo" La ingeniero sonríe, se levanta y me tira del brazo, invitándome a salir de allí.
Algo cohibida, la sigo por el pasillo hasta que se para y me mira. Es una mirada cálida y tímida que me roba el aliento. "Esta noche te parece bien, ¿no?" La miro asustada. "¿Qué? Ah, sí, sí, perdón, ando algo distraida..." Suelta una pequeña risa, que me parece adorable. "Me has mirado de una forma... ¿sobre qué pensabas que te preguntaba?" Agacho mi cabeza, avergonzada y el sonrojo que se me había formado al ser arrastrada por ella, aumenta exageradamente. Lo nota y se sonroja también, como dándose cuenta de lo que acaba de decir. "No, nada, olvídalo" Y una vez más, se aleja corriendo. "Idiota" Me digo a mí misma. "La he cagado". Me doy media vuelta y salgo al jardín, donde encuentro a Bolin, Ikki, Meelo y Ginora haciendo monerías con Pabu, y Mako detrás, observándoles divertido. Me acerco a Naga y le acaricio la cabeza. Inmediatamente soy recibida con un lenguetazo que me llena la cara de babas, y me limpio algo molesta. "¡Naga!" Bolin gira su vista hacia mí y se acerca. "Hey, Korra, ¿te unes a nosotros?" "Claro" Sonrío abiertamente y me acerco al grupo.
Recojo la mochila que había preparado de sobre la cama y me la echo al hombro. Me miro una vez más al espejo, algo que no acostumbro a hacer, y me dedico a mi misma una mirada de ánimo. "Bah, tampoco es que vaya a pasar nada fuera de lo normal, somos amigas, y por muy enamorada que esté de ella, no voy a conseguir nada, así que me conformo con su amistad" Me digo intentando autoconvencerme. Voy hacia el puerto de la isla, donde me espera la persona que me roba los sueños todas las noches. Espero unos segundos intentando calmarme antes de hablar. "¿Nos vamos ya?" Se gira, buscando mi mirada, y asiente lentamente, dedicándome una sonrisa. Llegamos al cráter donde se encuentra el portal y caminamos hacia él. Mi corazón aumenta progresivamente la velocidad de sus latidos. A unos metros de llegar, me mira, y me da otra de esas sorisas que me vuelven loca, se la devulevo y continuamos caminando, pero esta vez, noto como su mano se entrelaza con la mía. Es un tacto cálido y suave que me hace ruborizarme. Entramos en el portal y ella se pone frente a mi, a escasos centímetros de mi rostro, mirándome fijamente, sin decir palabra. Sin poder controlar mis movimientos, me acerco a ella muy lentamente, viendo como cierra los ojos, y rozo mis labios con los suyos. Una agradable descarga eléctrica me recorre de arriba abajo. Asami me corresponde el beso y pasa sus brazos sobre mis hombros. Yo paso a la vez los míos por sus caderas, atrayéndola más a mi y rozo mi lengua con sus labios, como pidiéndole permiso para entrar. Como respuesta, los separa un poco y mete su lengua en mi boca. La abrazo más fuerte, intesificando el beso, dejándome llevar por esa fantástica sensación y noto como ya no estamos en Ciudad República, sino en una especie de prado, que sin duda, es parte del mundo espiritual. Se separa lentamente de mi y abre los ojos al mismo tiempo que yo. Ambas estamos ruborizadas y no sabemos qué decir, así que me aventuro soltando unas palabras que llevo reprimiendo mucho tiempo y que me moría de ganas por decir. "Te amo". Me mira con sorpresa a mis azulados ojos y me muestra su mejor sonrisa. "Yo también te amo, Korra" Me abalanzo hacia ella y nos fundimos en un beso todavía más intenso que el anterior, sintiéndome más ligera, como si me hubiera quitado un enorme peso de encima, y me dejo llevar por la emoción del momento, que sin duda, quedará grabado en mi memoria para siempre.
