Hey, ¿qué tal, gente bonita? Aquí Mede Freaky, viniendo con un nuevo fic.

Seré sincera, esta pareja me puede. Realmente me encanta y estoy muy emocionada con este proyecto, del cual ya había hablado en mi otro fic, Victims of Love.

Y nada, aquí está el primer capítulo. Espero que lo disfruten.

Disclaimer: todo lo reconocible pertenece a la grandiosa J. K Rowling… ¡ídola!

Nos leemos abajo ñ.ñ


Segunda estrella a la derecha y hasta que amanezca.

1. Todos los niños crecen.

La primera vez que vi a Lorcan Scamander tenía seis años. Recuerdo que estaba pasando la tarde en casa de los abuelos Weasley. Papá me había comprado un cuento Muggle llamado Peter Pan y Wendy, el cual yo había leído en apenas un día— estaba muy orgullosa de de ello ya que era el primer libro que lograba leer completamente sola y sin ayuda de nadie—.

En cuanto pisé La Madriguera, corrí al encuentro de mi primo Hugo y comencé a contarle sobre todo lo que leí; El país de Nunca Jamás, los indios, los piratas y las sirenas. Él pareció emocionarse mucho ante aquello, ya que de inmediato propuso jugar a que viajábamos a Nunca Jamás y luchábamos contra piratas. Pronto se unieron al juego mi prima Roxie, mi hermano mayor Albus, y Rosie, la hermana mayor de Hugo. Mi otro hermano mayor, Jimmy, dijo que él ya era grande como para participar en un tonto juego de niños, así que se fue junto con Freddy, el hermano grande de Roxie, a hacer no sé qué travesura.

Pero eso no me importó, porque yo realmente me estaba divirtiendo a lo grande. Habíamos logrado sacar de un gran armario un montón de túnicas viejas y sombreros con plumas y lentejuelas: perfecto para disfrazarse de indios y piratas. Yo llevaba un pedazo de tela amarrado alrededor de la cabeza y una gran pluma rosada atorada en este. Era una india e intentaba huir del malvado pirata que era Albus.

Entonces alguien tocó la puerta.

Aun recuerdo el grito de mamá. No era como los gritos que le dirigía a James cuando le regañaba por hacer algo indebido. Era más bien como esos gritos que soltaba cuando se enteraba de que las Arpías de Holyhead habían ganado un partido de quidditch o papá le sorprendía con flores después del trabajo. Era un grito bueno, uno alegre.

Alguien había llegado, al parecer, y supuse que se trataba de los tíos Bill y Fleur o Percy y Audrey, que aún no llegaban. Pero no fue así, en el umbral se encontraban unos perfectos desconocidos.

La que más llamaba la atención era la mujer, de largos cabellos con diferentes tonos de rubio, los ojos muy grandes y que tenían en ellos una expresión que le daban el aire de estar sorprendida por algo. Estaba ataviada con unas extrañas ropas, coloridas, largas y con brillo en ellas. También llevaba muchas pulseras y collares en las muñecas y el cuello, pero lo que más me llamó la atención fueron sus aretes, que si mal no me equivoco consistían en un par de rábanos colgando de sus orejas.

El hombre, por su parte, parecía un poco más normal. No estaba vestido con ropa extraña, era alto y de cabello castaño y liso.

Detrás de ellos venían un par de niños, muy parecidos entre sí. Ambos tenían el cabello rubio oscuro y un poco largo, y los ojos grandes, parecidos a los de la mujer.

Vi como mi madre abrazaba fuertemente a la desconocida y ella le correspondió con cariño. Parecía que mis padres, tíos y abuelos les conocían, ya que comenzaron a saludarles cálida y efusivamente, pero yo no había visto a esas personas en mi vida.

Después de la cariñosa bienvenida, la mujer se dirigió a nosotros, con mamá detrás de ella sonriendo ampliamente.

— Tú debes ser la pequeña Lily— la mujer se inclinó frente a mí y me dedicó una bonita sonrisa— Yo me llamo Luna Scamander, y soy tu madrina— así que la desconocida se llamaba Luna, ese era justamente mi segundo nombre. Ella continuó—: Tu madre me ha hablado mucho de ti. Es un placer conocerte.

Yo simplemente no supe cómo reaccionar.

— Saluda, hija. No seas maleducada— ordenó mamá con una mirada de advertencia, de esas que uno simplemente no puede ignorar.

— Es un gusto, señora— dije educadamente, intentando complacer a mamá.

— Oh, querida, no hace falta tanta formalidad. Soy tu madrina después de todo— me sonrió de nuevo.

— No conocías a los Scamander porque hasta ahora habían estado viviendo en Australia. Tu madrina es una famosa y reconocida bióloga— explicó mi mamá.

— Sí, pero es bueno volver a casa. Aquí no hay sobrepoblación de Gusanos aquavirus como hay allá, ¿saben? Eso me hace sentir más tranquila al beberme un vaso de agua— yo no tenía idea de que eran esas cosas de las que hablaba, así que no dije nada—. Además, así Lys y Lorckie tendrán amiguitos con quienes jugar.

Con eso creí que se refería a ese par de niños, que estaban escondidos detrás de— supuse— su padre, quien hablaba tranquilamente con papá y tío Ron.

— Lorcan, Lysander, vengan por favor— les llamo mamá. Ellos obedecieron y se fueron acercando tímidamente. Vaya que eran muy parecidos, tanto que no estaba segura si lograría distinguirles alguna vez.

Mamá nos presentó a mis primos y a mí a esos niños, luego nos dijo que nos portáramos bien antes de alejarse junto con la rubia mujer que, al parecer, era mi madrina.

Un silencio incomodo se instalo justo después de que las adultas nos dejasen.

— Y bueno… ¿quieren jugar con nosotros?— fue justamente Hugo quien lo rompió, lo cual no era de sorprender.

— Claro, ¿a qué?— preguntó uno de los gemelos, aunque no tenía idea de cuál.

— Piratas contra indios. Acompáñenos, es divertido— dijo Roxie con una sonrisa tierna. El niño se le quedó mirando con una sonrisa algo boba en la cara.

— Está bien— se apresuró a contestar.

— ¡Genial!— chilló Hugo—. Entonces vamos al jardín.

Todos comenzamos a marchar hacia allá cuando, de repente, el otro niño habló:

— Yo no quiero jugar.

Su gemelo paró su caminar en seco y se giró para mirarle.

— ¿De qué hablas, Lor?

— Que no me interesa jugar a algo tan tonto como eso, Lysander— las palabras del niño me parecieron bastante groseras y no pude evitar fruncir el ceño por ellas.

Lysander— o eso creí— se acercó a su hermano y ambos comenzaron a habar en susurros. Unos cuantos minutos después se volvieron y nos miraron.

— Lorcan nos acompañará, pero sólo a ver.

Yo me encogí de hombros. Lo cierto es que me daba igual si ese tal Lorcan quería o no jugar con nosotros, de todos modos ni siquiera le conocía.

Después de un tiempo de estar en el jardín, descubrí que Lysander era un gran compañero de juegos. Realmente sabía interpretar a un magnifico pirata, además, él y Hugo parecían estarse llevando de maravillas. En definitiva Lysander me caía bastante bien.

Por otro lado Lorcan…

Llevaba un rato observándole, pero sólo estaba allí, sentado a la sombra de un árbol, con la cara enterrada en un grueso libro.

Tomé valor y me decidí a acercarme a él, diciéndome que tal vez sólo era tímido y necesitaba un poco de ayuda para integrarse.

— Hola. Esto… ¿estás seguro de que no quieres jugar?— hablé cuando estuve junto a él, mirándole desde arriba.

— Ya había dicho antes que no tengo intención de participar en un juego tonto como ése— musitó sin siquiera voltéame a ver. Eso me hizo enojar bastante. ¡Si yo sólo quería ser amable con él!

En un impulso que ni yo misma llegue a entender, le arrebaté bruscamente el libro que traía en las manos. Plantas marinas mágicas y sus cualidades: volumen I, era lo que rezaba en la portada y no pude evitar que una mueca cruzase mi rostro al leerlo.

— ¡Caray, pero qué cosas tan aburridas son las que lees!— no pude ni siquiera terminar de decir aquello cuando el niño se puso de pie y me encaró. Al tenerlo frente a frente, pude apreciarle un poco mejor y pude notar el azul oscuro y profundo de sus enormes ojos, en ese momento manchados con tintes de enojo. También me di cuenta de que su cabello era unos cuantos tonos más claro que el de su hermano, además de un poco menos desordenado.

Por un motivo que en ese momento no llegué a entender, un sonrojo cubrió mis mejillas.

Entonces el niño me empujó fuertemente y yo caí irremediablemente sobre el pasto.

Y mientras las lagrimas salían por mis ojos y los gritos por mi boca, me dije que Lorcan Scamander era un niño malo y que no me gustaba en lo absoluto…

…Pero claro, en ese momento yo sólo tenía seis años y con el tiempo las cosas fueron cambiando.

Los Scamander se instalaron en una casa que quedaba bastante cerca de La Madriguera, y se hizo frecuente que les viésemos los fines de semana. Cada vez que veía a Lorcan sólo me cohibía y agachaba la cabeza. Me tomó un poco de tiempo el darme cuenta de que estuvo mal haberle quitado su libro y luego haberme burlado de él, que tuvo razón en haberme empujado y que no fue justo que su padre le hubiese castigado por mi culpa. Yo le debía una disculpa, pero nunca tuve el valor para dársela.

Por otro lado, Lysander se había convertido en el mejor amigo de Hugo y en uno muy cercano para mí. Era bastante divertido estar con él y siempre tenía nuevas ideas de juegos que podíamos jugar.

De vez en cuando lograba convencer a Lorcan para que se nos uniese, pero él jamás interactuaba directamente conmigo en ninguna de esas ocasiones. Eso me hacía sentir mal por alguna razón.

Ya no me era para nada difícil distinguir a los gemelos Scamander. Ellos eran como el agua y el aceite, o como el día y la noche. Con Lysander me era fácil hablar, y siempre terminaba muerta de la risa con una de sus muchas ocurrencias. Al pasar la mayor parte de mi tiempo con Hugo y al ser estos dos mejores amigo no era extraño vernos a los tres juntos todo el tiempo.

En cambio, con Lorcan… pues sólo me limitaba a observarle, y a desear poder decirle algo, pero nunca lo hacía.

Con el tiempo me di cuenta que tenía una especie de fijación con Lorcan Scamander. Como dije, me gustaba observarle; la forma en que hablaba, en que caminaba, en que sostenía un libro, en que sonreía…

Me gustaba su sonrisa, no la usaba muy a menudo, pero francamente era linda, blanca y grande. Cada vez que le veía hacerlo, un suspiro escapaba de mis labios, aunque no entendía por qué.

Era bastante extraño. Estar con Lorcan— o por lo menos cerca de él— siempre me hacía sentir bastante incómoda, y solía sonrojarme e incluso tartamudear. Eso no me ocurría con ningún otro chico, no me ocurría con Lysander, y mucho menos con Hugo.

Y así, los años fueron pasando y mi relación con Lorcan fue mejorando un poco, aunque no lo que a mí me hubiese gustado. Ahora podíamos hablar a medias entre nosotros, aunque nuestras conversaciones se limitaban a saludos— secos de parte de él y tímidos de parte mía—, invitaciones para jugar al quidditch y otras trivialidades.

Sin embargo, Lorcan había desarrollado la costumbre de llamarme pelirroja, en lugar de Lily. Si se hubiese tratado de otra persona, probablemente me hubiese enfadado, pero tratándose de Lorcan, sólo hacía que el color de mi cabello me gustase aún más.

Antes de darme cuenta, el momento de entrar a Hogwarts nos había llegado a Hugo, Lysander, Lorcan y a mí. Recuerdo que nunca había estado tan emocionada en mi vida.

Los cuatro nos encontrábamos en uno de los compartimentos del tren en el viaje de ida. Hugo no paraba de hablar sobre todas las cosas que su padre había prometido darle si quedaba en Gryffindor, y yo me limitaba a comer una varita de regaliz que había comprado a la señora del carrito hacía un rato y de vez en cuando mandaba disimuladas miradas a Lorcan, quien se encontraba abstraído en un libro.

— Y ustedes, ¿en qué casa quieren quedar?— soltó Hugo de pronto, lo que provocó que yo le voltease a ver.

— No lo sé— respondió Lysander—. Mi padre fue Hufflepuff, así que supongo que esa casa está bien.

— Pero tu madre fue Ravenclaw, ¿no es así?— intervine yo, acomodándome mejor en mi asiento y dando otra mordida a mi dulce.

— Sí, pero si alguno de nosotros dos puede llegar a quedar allí, definitivamente será Lor, no yo— el aludido levantó la mirada de su libro y yo me topé con sus grandes ojos azul oscuro. Ese inevitable sonrojo no tardó en alcanzar mis mejillas.

— ¿Entonces, tú irás a Hufflepuff, Hugo sobornará al Sombrero Seleccionador para que lo sortee en Gryffindor y yo quedaré en a casa de los cerebritos? Eso suena bien— el comentario burlón de Lorcan me hizo sonreír inconscientemente, con el tiempo había llegado a descubrir esa faceta de él. Luego se volvió a mí y el corazón dejó de latirme por un instante—. ¿Qué hay de ti, pelirroja?

No supe qué responder a eso, en parte porque él se estaba dirigiendo a mí y eso siempre me afectaba de sobremanera; en parte porque realmente no tenía idea de la respuesta. La verdad era que no me importaba en cuál casa llegase a quedar, en ese aspecto mis padres siempre habían sido bastante comprensivos— contrario a algunos de mis tíos—. Eso lo había comprobado aún más cuando, hace dos años, mi hermano Albus había sido sorteado en Slytherin y mis padres se lo habían tomado bastante bien. La persona es quien hace al mago, no la casa, habían sido las palabras de mi padre, y el tema había sido zanjado ahí.

Miré a Lorcan por el rabillo del ojo, quien había iniciado una conversación sobre quidditch con Lysander y Hugo, y me encontré a mi misma deseando quedar en la misma casa que él, sin importar cuál terminase siendo.

Pero, por desgracia, no tuve tanta suerte.

Apenas unos segundos después de que el Sombrero Seleccionador tocase mi cabeza, fui enviada a Gryffindor. Jamás había visto a mi hermano James jactarse tanto de que yo era su hermana menor.

Por fin llegó el turno de los gemelos Scamander y yo tenía el corazón en el puño.

Lorcan se sentó con calma en el banquillo y el subdirector, el profesor Flitwick, le puso el sombrero en la cabeza.

— ¡Slytherin!— había clamado éste después de unos cuantos minutos y juro que sentí como si alguien me hubiese golpeado justo en el pecho.

Al final, Lysander resultó quedar en la casa de los tejones, y pareció estar satisfecho por ello. Hugo logró su cometido de ser sorteado en Gryffindor.

— Esa Nimbus 2020 ya es mía— dijo en cuanto se hubo sentado junto a mí en la mesa del comedor, luego volteó a ver a Lysander, quien nos saludaba desde la mesa de Hufflepuff, y ya no pareció estar tan contento.

Por mi parte, no podía evitar sentirme afligida por el hecho de que Lorcan y yo hubiésemos quedado en casas tan distintas. Vale, que es verdad que yo sabía que los estudiantes de Slytherin no eran malos, mi propio hermano era uno de ellos. Y también estaba ese chico, Scorpius Malfoy, que se había hecho tan amigo de Al durante su primer año, y él me agradaba bastante, muy aparte de lo que tío Ron llegase a decir de su familia. Aun así, eso no quitaba que, no importaba los años que pasasen ni los cambios que hubiese, la casa de los leones y la de las serpientes seguían teniendo conflictos entre sí. Yo dudaba que eso alguna vez fuese a cambiar.

Nunca en mi vida había sentido que esa brecha que existía entre Lorcan y yo se hiciese tan grande.

Mi primer año pasó sin ningún tipo de complicaciones, al igual que el segundo, y en ese tiempo yo sólo me limitaba a observar disimuladamente a Lorcan durante las clases que compartíamos y a desear poder acercármele, sin tener ningún éxito. A veces, si tenía suerte, tal vez compartiésemos alguna charla corta o me dedicase una de esas sonrisas que me hacían derretir. Entonces, durante mi tercer año, me di cuenta de que ya no me podía seguir negando la realidad durante más tiempo.

Me gustaba Lorcan Scamander.

Esa verdad fue bastante dura de aceptar, principalmente porque sabía que no tenía prácticamente ninguna posibilidad con él. Es decir, el chico apenas y me registraba. Para él sólo era la prima del mejor amigo de su gemelo, la molesta niña que a los seis años había sido la razón de que le castigasen. Eso me lastimaba de sobremanera y me hacía desear que me pudiese gustar algún otro chico, tal vez alguien de mi propia casa, incluso podría ser Lysander— aunque hace algún tiempo él había comenzado a pregonar a los cuatro vientos que estaba enamorado de mi prima Roxanne, y a ella parecía horrorizarle este hecho—.

Pero no, era Lorcan, y conforme pasaba el tiempo sólo parecía que me gustaba más y más.

Luego, al iniciar nuestro mi cuarto año, ocurrió algo que empeoró aun más las cosas, si es que eso era posible.

Yo estaba consciente de que Lorcan era guapo, creo que desde siempre lo había estado. Tenía el cabello rubio, sólo unos tonos más claro que el de su hermano, y un poco largo, pero de un modo que sólo hacia resaltar sus facciones bien definidas. Sus ojos, de ese azul profundo y cautivante, le daban un aire de misterio, y su sonrisa, que de un momento para otro se había vuelto burlona y algo descarada, era verdaderamente arrebatadora.

Todas esas cualidades yo ya las había notado hacia mucho, pero en cuarto año todas las demás chicas parecieron notarlas junto conmigo.

Incluida Ella Zabini, una despampanante morena de Slytherin de séptimo año, conocida por haberse metido con cada uno de los chicos de su generación, en ese costal también estaba metido mi hermano James.

Por supuesto, no se tardó mucho tiempo en lograr engatusar a Lorcan.

— Escuche que el fin de semana se besuquearon en uno de los baños de prefectos— había dicho mi compañera de cuarto y mejor amiga, Riley Clarkson, una mañana mientras desayunábamos en el Gran Comedor. Después se pasó uno de sus cortos mechones de cabello castaño tras la oreja me giñó uno de sus bonitos ojos color ámbar—. Parece que el chiquillo salió algo precoz— comentó con burla.

En ese momento desee correr hacia él y reclamarle, gritarle y quizá golpearle por estar lastimándome de ese modo. Pero sabía que no podía, no tenía ningún derecho, él y yo no éramos nada y por tanto no me debía ninguna explicación. Así que esa noche sólo me limité a llorar, ocultándome de todo el mundo, justo como ocultaba de todos mis sentimientos por Lorcan.

La relación entre Lorcan y Zabini fue bastante inestable, aunque no se podía esperar otra cosa. Solían terminar cada pocas semanas, casi siempre debido a infidelidades de parte de ella, para luego regresar tiempo después. Llegó un punto en que las infidelidades comenzaron a ser departe de los dos.

Yo cada vez me hundía más.

Al terminar el curso, Ella Zabini decidió dejar las cosas con Lorcan, ya que ella ya no iba a regresar a Hogwarts el siguiente año. Eso no pareció afectar mucho al rubio, y si lo hizo no lo demostró. Para quinto año, Lorcan ya se había hecho una reputación, y no precisamente buena. Era conocido por ser un mujeriego, siempre saliendo con diferentes chicas y todas mayores que él.

Para cuando cumplí dieciséis ya me había dado cuenta de que estaba completa y perdidamente enamorada de un chico con el que jamás tendría una oportunidad.

Sin embargo, mi verdadera historia con Lorcan Scamander dio inicio diez años después de que le conociese, en el verano justo antes de comenzar mi sexto año…


Aunque no me lo vayan a creer, esto inició siendo sólo una pequeña introducción a la historia, y terminó siendo un primer capítulo de más de 3,000 palabras, lo más grande que he escrito hasta ahora. Les juro que sentía que algo me había poseído mientras escribía esto. Algo curioso es que mientras lo escribía estaba viendo la historia de J. K Rowling en la televisión— lo que me inspiró bastante— y, en algún punto entre las interrupciones de mi mamá y mis constantes correcciones, lo terminé mientras vería los Grammys XDDDDDDD

Y bueno, este fue el resultado. Algo importante que tengo que decir es que este fic no contendrá incesto ni slash, como mi otro fic VOL; es sólo la historia de una chica enamorada de un maldito idiota que ni la nota, nada fuera de lo común XP También que estará escrita en primera persona, lo que me pone un poco nerviosa porque es la primera vez que escribo desde esa perspectiva, pero siento que la historia quedará mejor si lo hago de esa manera.

Otra cosa, tal vez me tarde un poco en actualizar, debido a que en este fic los capítulos serán bastante largos y eso toma tiempo, además de que primero tengo que terminar de escribir VOL, que es una prioridad en este momento. También esta ese infierno al que me veo obligada a ir cinco veces a la semana y que algunos osan llamar escuela.

Antes de despedirme, me veo en la impetuosa necesidad de pedirles, rogarles, implorarles un review (porfaaaa, porfaaaaaaaaaa, porfaaaaaaaaaaaaaaaaaa). Juro que no tienen idea de cuánto significan para mí, me hacen muy feliz, y si soy feliz escribo más rápido y mejor

Eso es todo.

Gracias por leer.

Besos,

Pam.