Love Live Sunshine!

El deber de familia

Disclaimer: Love Live! Pertenece a su creadora Sakurako Kimino y a ASCII media works junto con Sunrise.

NdelA: No sé cómo quedó, espero que no tan mal, aunque después de todo es una historia super cliché de esas que me gusta leer. Al final escribo lo que me gusta y me gustan estas mamarrachadas.

Formato parecido al de los mangas, en cuanto a extensión, serán capítulos cortos y una historia no muy larga. Estará centrada en mi triángulo DiaMaruYoha. Es que la verdad a Zura la veo o con Yohane o con Día, el RubiZura no es de mis ships.

En fin, a ver qué tal nos va.

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— o —

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—Kunikida-san no estás en posición de pedir nada después de todos estos años en que has estado viviendo gracias al favor de esta familia —un hombre alto de porte elegante y tradicional miró desde su extremo en la mesa donde mantenía la reunión con el sacerdote del templo.

—Kurosawa-dono, se lo suplico, la situación es difícil en este momento, usted lo sabe —el hombre religioso estaba desesperado, sus cabellos otrora castaños ahora estaban por completo blancos debido a todas las preocupaciones acaecidas por la reciente crisis.

—Se que la cosecha de este año no ha sido lo que se esperaba para todos —habló la cabeza de la familia, el hombre más rico de la región y poseedor del derecho sobre la mayor parte de las tierras de la zona—. También tengo dificultades para mantener la normalidad en estos tiempos de escasez.

—Sin embargo tiene la suficiente solvencia para salir avante en esta adversidad —puso las manos sobre la mesa haciendo que su taza de té se tambaleara—, no todos tenemos esa bondad.

—Tal vez la tuviera sino desperdiciara el dinero del templo en su afán de salvar a todos los que se cruzan en su camino —el señor del casa suspiró, era algo habitual esta plática en los últimos tiempos, su viejo amigo no aprendía de los reveses a los que su vocación lo enfrentaban—.¿Qué ha sido esta vez? ¿Una familia sin el sustento del padre? ¿Un huérfano? ¿Un guerrero que ha regresado del frente en malas condiciones? —Kunikida cerró los puños resignado.

—Son los hijos de los hombres que han muerto en el frente de guerra —dijo vencido—. Todos ellos vecinos de la región y cuyas familias han dejado de ser o que no pueden mantenerlos de forma apropiada.

—Se directo —le solicitó el señor.

—Es necesario la construcción de un lugar para alojarlos y darles la educación y la alimentación que por otros medios no podrán tener —Kurosawa exhaló cansado al oír al sacerdote.

—¿Quieres el dinero para financiar todo eso? —le preguntó y el religioso asintió—. Esto es una cantidad mayor a la que usualmente la familia Kurosawa dona al templo y con los tiempos actuales no puedo desprenderme de ese dinero.

—Pero Kurosawa-dono, esos niños necesitan de esto —trato de apelar su lado humanitario aunque sabía que lo que pedía era un favor muy grande.

—No puedo sin una garantía —eso abría las puertas de las esperanzas del otro hombre sin embargo había un problema.

—¿Que clase de garantía? Las tierras del templo y el templo mismo están bajo su mandato, no poseo nada de valor —la luz que había visto por un momento, fue cerrada al instante.

—Kunikida-san, sabes que he sido un hombre devoto toda mi vida, he dado bastante a cada una de tus causas y apoyado cada una de tus ideas por más disparatadas y nobles que puedan ser estas —el hombre esbozó una amarga sonrisa—, sin embargo mis días están contados en este mundo y me preocupo por mi familia.

El hombre calló por un momento y fue como si la vida le pesara como una carga que sus hombros no eran capaces de seguir soportando.

—Kurosawa-dono… —ambos habían compartido una vida juntos como amigos desde la infancia y sabían uno del otro las preocupaciones que tenían.

—Los dioses me bendijeron con dos hermosas hijas pero ningún varón que pueda llevar la responsabilidad de la casa Kurosawa y ese es mi principal temor —Kunikida asintió entendiendo a su viejo amigo—. ¿Qué será de mis hijas cuando yo no esté?

—Puedes elegir algún buen mozo de la región que desee desposar a tu primogénita y de ese modo perpetuar tu herencia —le sugirió el religioso pero el señor de la casa se negó rotundamente.

—Ambos sabemos que Día no lo aceptaría y ninguno es digno de tomar mi lugar cuando yo falte —habían tenido esa conversación antes, Kurosawa no veía digno a ningún hijo de buena familia—. Por eso he decidido nombrar a Día mi sucesora legítima y el nuevo señor de la casa.

—¡Pero ella es una mujer! —dijo sorprendido, reprobando tal decisión.

—Lo sé —alzó la voz molesto—, por eso mismo necesito de ti en esta ocasión. Te daré lo que quieres para que construyas tu refugio de huérfanos y a cambio me darás la legitimidad frente al resto de la comunidad al comprometer en matrimonio a tu hija con mi primogénita.

—¡Esto va más allá de cualquier pago que alguna vez haya tenido que hacer! —el sacerdote respondió aireado—. Además aún son unas niñas, Dia-san no tendrá más de siete años y mi hija cinco.

—Se casaran cuando Día cumpla su mayoría de edad —insistió con el tema—, para entonces estará completamente lista para asumir su lugar al frente de la familia.

—¡Es una locura, Kurosawa-dono! —el religioso seguía sin aceptar su idea.

—Lo he pensado lo suficiente, Kunikida-san, hay una ley en la cual si una familia de alto linaje no puede tener herederos varones y no hay nadie en su nivel que pueda asumir las responsabilidades, la primogénita podrá asumirlas siempre que cumpla con las obligaciones que el varón heredero deba tener —explicó el señor.

—Conozco esa ley pero aún así esto va más allá de cualquier cosa que hayamos hecho antes —su impresión inicial fue menguando, comprendía las razones que orillaban a esa decisiones pero aún así era difíciles de aceptar—. Su hija se va a enfrentar a muchas adversidades.

—Dia es fuerte, una digna Kurosawa, confío en que ella va a llevar adelante esta tarea —dijo con las esperanzas de que las cosas iban a resultar de la mejor manera.

Kunikida sopesó las opciones, debía sacrificar el futuro de su única hija en favor del grupo de niños que deseaba proteger. Sin embargo el destino de su pequeña no sería tan malo al unirse a una familia con el prestigio y el poder que poseían los Kurosawa, el problema era que ese destino estaría ligado a una mujer tomando el papel de un hombre. Eso lo consideraba inaceptable aún cuando no tenía muchas opciones.

—Se que como la figura espiritual de esta comunidad, el que avale esta unión entregándole a mi hija para llevar a cabo su cometido le dará la legitimidad que busca aunque no esté de acuerdo con ello —Kunikida se aclaró la garganta—, solo pido que mi hija se mantenga al margen hasta que sea el tiempo en que deban desposarse, quiero que ella viva una vida normal al menos por unos años antes de unirse a esta locura.

—Si es lo que quieres, estoy de acuerdo, sólo tendrás que darme la garantía de que cumplirás tu palabra —aún con todo, podría suceder que después de un tiempo Kunikida decidiera echarse atrás y romper el trato.

—Sino basta mi palabra, podrás tomar mi vida a cambio —propuso puesto que era lo único de valor que le quedaba después de su hija.

—Que así sea —sentenció el patriarca—. Educarás a tu hija para que sea una digna esposa del heredero de esta casa y no sabrán de este acuerdo ni de una ni de la otra sino hasta que sea el tiempo.

—Que así sea —repitió—. Yo tendré la casa hogar par mis huérfanos y tú tendrás la legítima esposa para tu heredera.

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— o —

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Diez años después…

—Dia-sama, su padre solicita su presencia en la sala principal —uno de los sirvientes se acercó a ella después de haber terminado su práctica diaria en el dojo familiar.

Día era una joven chica que pronto cumpliría la mayoría de edad y estaba consciente de todas las obligaciones que durante sus años de formación su padre le había inculcado. Hacía poco había regresado de su estancia en la capital estudiando administración para hacerse cargo de los negocios familiares. Había terminado la carrera técnica en la preparatoria y ahora tenía que asumir su papel al frente con cabeza de la familia.

Dejó de a un lado su espada de madera y después del ritual de limpieza fue de inmediato a presentar sus respetos a su señor padre. Los años no habían pasado en balde para él, su cabellera oscura de juventud estaba completamente blanca en su madurez.

Solicitó entrar en la sala para su audiencia y fue recibida por su padre que ya la esperaba. Día había crecido para ser una copia fiel suya. La altura y el porte soberbio que la buena herencia le habían dado eran dos de sus rasgos a rescatar a primera vista, adjunto a esto estaba la perspicacia y la inteligencia innata que posee, la galanura de su presencia y la nobleza que irradiaba en cada movimiento, su apego a sus responsabilidades y la fuerza que había adquirido por el duro esfuerzo de su entrenamiento. Era una heredera digna.

Día se sentó en su lugar junto a su padre cuando este le indico que se acercara y espero que él iniciará la conversación.

—Hija mía —comenzó su discurso—, ha llegado el tiempo en que asumas tu lugar en esta casa. Te he preparado desde tu niñez para este momento y estoy muy feliz de que haya podido vivir lo suficiente para verte cumplir con los planes que tenía para ti.

—Gracias, padre —habló fuerte y formal con la voz de autoridad que debía poseer.

—Como sabes dentro de poco cuando cumplas los dieciocho años deberás desposarte —al oír aquello Dia no pudo evitar hacer una mueca de desagrado—. Sin embargo no encontré un hombre digno de cumplir ese deber, por lo cual me ví en la necesidad de apelar a las leyes y nombrarse a ti, una mujer, en mi heredera universal debido a que no poseo hijos varones.

—No entiendo padre, ¿cómo podría sucederte siendo yo una mujer? —le pregunto algo confundida.

—Porque el día de tu cumpleaños desposaras a tu prometida y cumplirás tus deberes matrimoniales asegurando tu lugar como la cabeza de esta familia —eso no aclaró en nada las dudas que poseía la joven sino por el contrario sólo aumentaron más.

—Sigo sin comprender —dijo y su padre le entregó un papel, un contrato que procedió a leer.

Sus ojos recorrieron las líneas leyendo cada renglón de aquel documento y mientras avanzaba no daba crédito a lo que allí decía. Era un contrato por escrito estipulando el acuerdo que su padre y Kunikida-san habían tenido para que sus hijas se unieran en matrimonio una vez que la mayor alcanzara cierta edad.

—¿Qué significa esto padre? —alzó la vista del papel y miró fijo a su progenitor esperando una aclaración.

—Es suficientemente claro lo que allí dice —le contestó tajante.

—Casarme con la hija del sacerdote, Hanamaru-san y asumir su lugar, padre, como si fuera un varón —resumió—. ¿Es esto posible?

—Lo es y espero que cumplas esta obligación como se debe —dijo sin dar más lugar a dudas o titubeos.

—¿Todo esto por la casa hogar Kunikida con la garantía de la vida del sacerdote? —un poco de rabia se filtró en sus palabras al decir aquello.

—No es tiempo de echarse atrás, eres mi única heredera, mi primogénita y deberás cumplir tu obligación o sino solo me trajeras deshonor y vergüenza si te niegas —Dia tembló enojada por tal decisión que no había sido consultada con ella, aunque realmente ella no había tenido ninguna cosa que decir con anterioridad sobre su vida.

—No tengo opciones —se levantó molesta de su lugar—. Ahora si me disculpa padre, debo ir a cumplir con el resto de mis deberes.

Kurosawa-dono le permitió irse, había esperado esa reacción pero también el hecho de que al final Dia haría lo que se le pedía. Siempre había sido así. Llamó a uno de los sirvientes y le entregó una misiva que debía llevar al templo.

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Día dejó la sala principal aún tratando de comprender todo. Conocía a la pequeña Hanamaru, aunque la última vez que la había visto era cuando tenía doce años y tuvo que irse a la capital a estudiar. En su mente Hanamaru seguía siendo esa niña regordeta que gustaba de comer dulces y jugar con Rubí, su hermana menor de Dia, en los jardines del templo o de la casa Kurosawa.

Era inimaginable el que ahora resultará que debía desposarla, aunque tal vez era lo mejor, ciertamente no se veía a sí misma casándose con un hombre cuando la habían criado no para ser una devota y sumisa esposa sino un fuerte y aguerrido líder cabeza de familia.